VIDAURRE MANUEL LORENZO

PROCER Y ESCRITOR.- Nació en Lima en 1773, de familia noble y rica y recibió una esmerada educación en el Convictorio Carolino, siendo alumno de los célebres profesores Toribio Rodríguez de Mendoza y José Baquíjano y Carrillo de Albornoz, Conde de Vista Florida. En 1783 sufrió persecuciones inquisitoriales por leer libros prohibidos pero las influencias familiares lo libraron del tormento. Era un alma impetuosa y un estudiante levantisco que hacía malos versos solo por diversión y opinaba de cuando le venía en gana, al punto que por mucho hablar se enemistó con el Arzobispo de las Heras a quien acusó de ser “un viejo cuchifondo” o lo que es lo mismo, “un viejo culo sucio”.
También se las tomó con el Virrey Abascal y como abogado le dio por defender la igualdad racial de los hombres: “Negros, blancos, amarillos, nombres más o menos oscuros, todos somos de una misma especie; nuestras necesidades y pasiones no se diversificaban sino por la educación y las costumbres” poco después hizo las paces con Abascal y viajó a España donde anduvo metido a político desde 1807 hasta 1813, viviendo en Cádiz y luchando en el ejército español contra los franceses.
En 1810 escribió “Plan del Perú” por orden de un Ministro de la Corte y con la finalidad de independizar a su Patria dentro de un sistema de alianza política y económica con España; el plan contiene proposiciones de legislación y disciplina eclesiástica casi siempre acertadas pero no fue aceptado y solo se publicó en Filadelfia como documento histórico recién en 1823, cuando la independencia estaba casi concluida.
En 1814 regresó a América provisto del título de Oidor de la Audiencia del Cusco. A su salida de la península exclamó: “Manes de Vidaurre acompañadme fuera de España donde hemos habitado más de dos mil años!…” refiriéndose a sus muchos trabajos o quizá a la antigüedad de su familia que él estimaba noble y añeja y no bien arribó a Lima tuvo un romántico encuentro que describió después con las siguientes frases: “Yo tengo la gloria de haber inspirado a los cuarenta y un años de mi edad, una pasión violenta a la joven más hermosa de mi país. Aún la tengo mayor en haberla dirigido por el camino de la virtud. Este esfuerzo casi contrario a las leyes de la naturaleza me acercó a los bordes del sepulcro.”
Después de esta lectura no se sabe qué pensar de él, si fue un romántico que se adelantó a dicha escuela estética y literaria o simplemente un inveterado mentiroso que gustaba de alabarse en público como todo buen narcisista.
En 1821 fue tímido partidario de San Martín, el 23 editó sus famosas “Cartas Americanas políticas y morales” escritas el año 20 según lo explica en el prólogo, con una laudable dedicatoria para el Serenísimo Infante don Francisco de Paula, obra que figura entre las que inauguran el pensamiento americano, apoyado en las ciencias abiertas a más amplios horizontes. En dichas Cartas empieza declarando “Si mi carácter me distingue del común de las gentes, mi dedicatoria no puede convenir con las que hasta el presente se han escrito”, luego agrega, “Las primeras de estas cartas manifiestan el objeto conque se escribieron”, tautología que matiza con citas personales, episodios y aventuras propias y ajenas, verbosidad, facundia, mal y buen gusto, lecturas poco aprovechadas y por ende no siempre bien digeridas, donjuanismo, y caudillismo en ciernes,” como lo demostró poco después afiliándose al partido de los Persas, formado por aduladores y admiradores del Libertador Bolívar en Lima, que le permitió ocupar en 1824 la presidencia de la Corte Superior de Justicia del Departamento de Trujillo y al año siguiente la presidencia de la Corte Suprema en Lima.
Entonces se convirtió en el primer bolivariano del Perú y se le veía junto al gran hombre, aureolado por sus antiguas persecuciones inquisitoriales, sus planes independentistas, sus Cartas Americanas y con un nerviosismo parecido al de Bolívar que tampoco era amigo de estarse mucho rato quieto. Ambos tenían numerosos puntos de contactos: bien formados, varoniles y románticos, amaban el bello sexo por las noches y de día litigaban en política. Vidaurre un poco más alto y grueso, según +el mismo decía, era la mayor cara y cuerpo del Perú porque se creía guapísimo; con todos estos atributos físicos y espirituales no debe extrañar que en 1826 Bolívar lo designara representante peruano al Congreso anfictiónico de Panamá, donde Vidaurre sorprendió al mundo y al Libertador – pues se salió de sus expresas instrucciones – planeando los siguientes puntos: 1) Un Proyecto de Confederación general americana, una sola nacionalidad, un Congreso anfictiónico. 2) La supresión de las guerras entre los estados americanos. 3) Igualdad de derechos de importación y exportación, ruptura de las barreras y trabas aduaneras y 4) Libertad, igualdad y fraternidad, fin de la esclavitud de los negros y de los trabajos e impuestos de los indios, de manera que se le considera uno de los más grandes demócratas americanos de todos los tiempos.
Mientras tanto, Bolívar, que estaba en Bogotá, temiendo por la situación de su partido en Lima, escribió a Vidaurre estas frases: “El Perú necesita de algunos Vidaurres; pero no habiendo más que uno, éste debe apresurarse a volar al socorro de la tierra nativa, que clama e implora por sus primeros hijos, por esos hijos de predilección… “Bien sabía el Libertador cómo ganar la completa adhesión de Vidaurre; sin embargo, pocos meses después, éste gran demócrata dio a la luz sus “Discursos contra el proyecto de Constitución vitalicia” (1827) – la de Bolívar por supuesto – demostrando que entre la tiranía y el honor, debe primar esto último y por supuesto se separó de los Persas y de Bolívar. En 1831 publicó su “Defensa de la Soberanía Nacional” a raíz de la guerra contra la Gran Colombia.
En la República trabajó activamente en la reforma de los códigos, especialmente el Eclesiástico, y hasta presentó un “Proyecto de Código Eclesiástico” con proposiciones extravagantes de legislación y disciplina eclesiástica, candidatos a obispados, celibato y matrimonio de los clérigos, confesión sacramental, órdenes religiosas, muchas de las cuales había desarrollado en su famoso “Plan del Perú”, que junto a observaciones acertadas y otras no tanto, revelaban sus intenciones de subordinar los asuntos eclesiásticos al poder del Estado, de manera que despertó tremendas polémicas, y aunque escribió un folleto titulado “Vidaurre contra Vidaurre” para explicarse mejor, esta obra fue calificada como insuficiente retractación y hasta herética en 1840 por Francisco Sales de Arrieta, Arzobispo de Lima, con censuras.
De todo este batiburrillo ha quedado sin embargo, su opinión muy cierta de que los clérigos debían casarse antes de vivir amancebados, pero que si alguno optare por el celibato, allá él y su problema.
En política fue gamarrista y santacrucista. cambiando de costumbres y de ideas con aquella inquietud y versatilidad que le era tan propia y natural desde sus años mozos y murió en 1841, de sesenta y ocho años de edad, con fama de ser el mejor orador y abogado del Perú y entre sus primeros escritores románticos.
Está considerado uno de los personajes más inteligentes, graciosos y controvertidos en la historia de América, por su locuacidad incansable, sus mentiras del porte de una catedral y cierta ambivalencia en sus opiniones, pues un día sostenía una cosa y al siguiente decía lo contrario sin ningún remordimiento, de allí que su folleto “Vidaurre contra Vidaurre” es una página antológica en la literatura de todos los tiempos pero queda su Plan del Perú y su proyecto de Código Eclesiástico como obras de la más absoluta avanzada ideología para su tiempo y había que agregar que todas sus publicaciones arribaban a Guayaquil donde eranmatria de discusiones y comentarios.