VICUÑA ARELLANO VICTOR HUGO

POETA.- Nació en Milagro, provincia del Guayas, el 1 de Abril de 1927 y fueron sus padres legítimos Rafael Vicuña Muñoz, torero en Guayaquil en sus años mozos en la plaza de la Concordia donde años más tarde – en 1938 – se inauguró la Piscina Olímpica, luego Administrador de la hacienda familiar El Capricho en la Parroquia Manuel J. Calle, Cantón Naranjal y Julia Arellano Páez.
El mayor de una familia compuesta de tres hijos que crecieron en Milagro. El 39 su padre tuvo un duelo a cuchillo con un sujeto de mala conducta que había asesinado a su primo Macario Muñoz, a consecuencia de lo cual ambos murieron. Huérfano desde entonces, empezó a recibir las primeras letras de su tía soltera Rosa Elena Vicuña Muñoz, profesora primaria que le matriculó en el segundo grado de la escuela Simón Bolívar.
Al final de su vida escribiría acerca de estos primeros tiempos: “Mis ilusiones turbias hasta esos tiempos fueron tomando luego un color ocre hacia un horizonte desconocido. Algo movía mis fuerzas interiores como acercándome a inteligencias superiores. Fue entonces cuando empecé a sumergirme en la lectura, como llamando a alguien más allá de mis ideas.”
Al año siguiente ganó dos grados y obtuvo el Primer lugar en un Concurso interescolar de Poesía. Terminada la primaria ingresó al Colegio José Domingo de Elizalde Vera, pero la pobreza de su hogar hizo que dejara a un lado los estudios para dedicarse a diversas labores hasta que en 1948 el Presidente del Concejo Cantonal, Manuel Andrade, amigo de su casa, le empleó como Electricista-tablerista de la Planta Municipal de Luz y Fuerza Eléctrica donde se mantuvo por espacio de tres años.
Fueron tiempos asendereados, hacía mucho deporte, fue seleccionado de basket del equipo cantonal de Milagro pero el 51 pasó a vivir en casa de su tía Rosa Elena en Guayaquil y reinició los estudios en el Colegio municipal nocturno César Borja Lavayen. Al año siguiente viajó como seleccionado del Guayas al campeonato nacional de atletismo, realizado en Quito, corriendo en los 200 y 400 metros planos. El 54 entró al Colegio Mercantil donde finalmente se graduó de Bachiller. El 55 ingresó a la compañía de seguros Sudamérica como vendedor, hizo una brillante carrera y llegó a ocupar el cargo de Secretario General de los trabajadores.
El 62 contrajo matrimonio con Antonieta Piedra Vinueza, unión feliz con cuatro hijos y fue designado secretario del Comité de Atletismo de la Federación Deportiva del Guayas. Mientras tanto había continuado en el camino de las bellas letras dedicado a formar acrósticos en forma de V y distribuía el tiempo que le sobraba fundando los clubes deportivos “Ciudad de Milagro” y “Los Decanos” en Milagro. De éste último fue su presidente. Entre el 66 y el 68 fue profesor de Literatura en el Borja Lavayen. El 70 ganó el concurso organizado por Gillete y viajó a México a espectar las finales del Campeonato Mundial de Fútbol. Por esta época comenzó a interesarse en la Idea Suche del dictador de Corea del Norte, Kim Il Sum que adoptó como novedad en su país, los principales lineamientos de la revolución francesa, aunque con dos siglos de atraso de manera que la “Idea Luche” resultó una tomadera de pelo que tan terrible como criminal tirano le hizo al mundo. El 71 fue Juez en los Juegos Deportivos Panamericanos realizados en Cali.
El 75 escribió una novelina aún inédita, de corte romántico y superficial, titulada “Paparruchas y tormentas”. adquirió una de las villas del IESS en la calle García Moreno de Milagro. El 76 fue designado miembro del Comité de Atletismo de la Federación Deportiva del Guayas y actuó como Juez en los Juegos Deportivos Nacionales realizados en Guayaquil. El 77 se matriculó en la Facultad de Filosofía y Letras de la U. de Guayaquil. Fue un alumno esforzado pues debía viajar diariamente de Milagro a Guayaquil en una época que no existían las facilidades de hoy. Una tarde, al salir de clases, encontró en Durán que había salido la última camioneta a Milagro y como buen deportista decidió caminar. Cuatro horas después, con los pies casi destrozados, arribó al recinto Los Monos, donde encontró una camioneta que le llevó a su hogar.
El 79 la Municipalidad de Milagro le concedió el Primer Premio de Poesía. El 82, jubilado en la Sudamérica de Seguros, logró la Licenciatura en Literatura con el Premio Contenta por no haber perdido un solo punto. La Extensión Universitaria de Milagro premió su esfuerzo concediéndole la cátedra de Práctica Docente y la dirección de los talleres literarios, donde permaneció hasta su muerte. Ese año figuró entre los fundadores del Partido “Liberación Nacional” con Alfredo Castillo Bujase y Leonardo Vicuña Izquierdo. El 84 pergueñó dos ensayos literarios sobre las vidas y obras de José de la Cuadra y Jorge Carrera Andrade.
El 86 fue miembro fundador de la Casa de la Cultura en Milagro, ocupó la Vicepresidencia y agenció ante la Municipalidad la donación de un amplio solar, pero la incuria del presidente de la extensión permitió que a los dos años la Municipalidad revirtiera el solar. Este fue un golpe muy duro para la cultura milagreña. El 87 aparecieron varias de sus producciones en la Antología de Poetas milagreños que publicó la Casa de la Cultura. El 89 recibió el Premio Municipal de Poesía concedido por la Municipalidad de Milagro.
Sus hijos empezaban a alejarse del hogar. Vivía del producto de su jubilación y de sus sueldos en la cátedra, rodeado de numerosos alumnos que concurrían a sus talleres literarios. Era una figura social y cultural en Milagro, la población le quería y respetaba, maestro intachable y hasta vitoriano, que se empeñaba en transmitir sus conocimientos sin escatimar el consejo sano y el buen ejemplo.
El 95 editó un texto para sus alumnos talleristas titulado “Estudios didácticos para una crítica literaria objetiva”. En Enero del 96 internó a su esposa en el Hospital del IESS aquejada de un cáncer al estómago y falleció poco después. En Junio del 96 viajó a Europa invitado por su hija Lídice Vicuña de Quiroga quien vivía en Estolcolmo y conoció varios países del norte como Suecia y Finlandia. No desaprovechó la oportunidad y de regreso en Amsterdam escribió un trabajo largo sobre el arte de Rembrand y otro sobre el poeta sueco Strimdberg cuya casa y museo tuvo la oportunidad de visitar, realizados a medias entre los histórico, lo crítico y lo biográfico, de no escaso valor, aún inéditos.
Desde entonces desmejoró su salud a ojos vista y empezó a ser aquejado de diversas dolencias relacionadas con el hígado, pues le detectaron una cirrosis viral avanzada porque como buen deportista jamás había ingerido licor.
Ya no encontró reposo y en sus escritos íntimos llegó a expresar: El tiempo es apenas un tránsito y no una meta Mi fe en esta jornada resume mi trayecto, aquí confluyen mis caminos y mis desvíos, todavía oigo el sonido del cascabel lejano y las palabras de mis balbuceos, el bronce gemebundo solloza en la partida de los que se van en busca de su última morada. He aprendido a hacer más delicadas mis lágrimas, he aprendido a escuchar con absoluto aplomo a los demás, he purificado mis yerros y descuidos; crece mi tiempo, mi realidad, mi lógica, conservo el eco del beso de la amada y frente a mis ojos, el retrato benevolente de mis muertos. Aquí recojo el taconear mayor y la algarabía menor de lo procreado con la fuerza de mi sangre. Vivo sereno sumando las cifras del pasado y restando las recompensas materiales del presente.
Finalmente fue internado en el Hospital del IESS en Guayaquil, donde falleció rodeado de los suyos a las nueve y media de la noche del viernes 18 de Abril de 1997, de setenta años de edad.
En su testamento literario dijo: En pos de una instrucción perdí muchos calendarios y desde una educación elemental hasta una media tardé más de treinta años en una travesía sobre dunas. Quería tener una cultura superior que me convirtiera en motivador, orientador y amigo de las inteligencias tempraneras que vienen orillando el camino del saber. I lo logré, pues fui maestro. Desde la cátedra media y superior fui entregando mis brújulas abiertas a una amplia caravana de discípulos, aunque ya empezaba a nevar en mis cabellos y parte de ellos caían arrancados por el tiempo. Entonces, cuando a conciencia de lo realizado, fui entrando en los umbrales de una edad provecta y hoy ya anciano me arrimo a los recuerdos y esbozo una sonrisa al tiempo y a mi conciencia, ya otro mundo me tiene en sus estrados y aquí, así como en tiempos de la cátedra y la esencia del mensaje, así también tengo maestros y discípulos. Siento que mi saldo de energías se concentra todo en mi cerebro, sé que de algo sirvo todavía, quedo en paz conmigo mismo y con los hombres”.
Como buen autodidacta sabía valorar el esfuerzo y la cultura, dejó una biblioteca considerable, un manojo de composiciones sonoras que había titulado “Sonetos con alma y otros poemas”así como el recuerdo de su lucha de muchos años por elevar el nivel intelectual de su ciudad Milagro. Su poesía sencilla gravitó a partir de la ternura, trató de la esencia de los hombres y las cosas y tuvo como color el tinte tornasol de la metáfora.