TROYA JARAMILLO RAFAEL

PINTOR.- Nació en Ibarra el 25 de Octubre de 1845 y fueron sus padres legítimos Vicente Troya Paredes, destacado pintor de afición y Alegría Jaramillo Carvajal.
Recibió las primeras letras en su ciudad natal y de dieciocho años lo enviaron sus padres a Quito a que se hiciera sacerdote en la Compañía de Jesús, donde estudió dos años hasta el 65, hizo amistad con sus compañeros Federico González Suárez y Abelardo Moncayo Jijón, pero se dio cuenta que no tenía vocación y salió de los claustros. Entonces ingresó al taller de pintura de su primo Luis Cadena Jaramillo, de quien aprendió con Joaquín Pinto la técnica de la iluminación, la composición y el equilibrio armónico de los colores.
En 1870 fue comprometido por los sabios alemanes Wilhelm Reiss y Alfons Stubel, botánico y vulcanólogo respectivamente, a colaborar con ellos en calidad de pintor y juntos realizaron diversas excursiones geológicas por el interior del callejón interandino. “Humboldt había estudiado la flora de altura y Reiss y Stubel prosiguieron esas investigaciones. Troya comenzó copiando los bosquejos a color de Stubel, pero luego los preparó cromáticamente según el dictado directo de la naturaleza, comprendiendo la belleza del paisaje con perspectiva y color, y llegó a completar más de sesenta obras desde los alrededores de Pasto y el Puracé hasta el Chimborazo y la entrada al oriente por Baños.
Estas composiciones son muy hermosas pues tenía por costumbre dejar el perfil topográfico libre de toda nubosidad o planta que interrumpiere la correcta y científica visibilidad y fueron expuestos en el palacio presidencial. García Moreno quedó tan encantado que intentó retenerlos en el país, pero los sabios alemanes pudieron sacarlos subrepticiamente entre un nutrido cargamento de rocas, plantas, fotografías de tipos étnicos, notas y demás. En Leipzig se montó el Museo Grazzi donde fueron expuestas y paralelamente se las grabó para iluminar el libro de Reiss y Stubel editado en alemán bajo el título de “Skizzen aus Ecuador” que pronto se conoció en el país, pues Joaquín Pinto los usó para ejercitarse en la realización de paisajes andinos. Igualmente se ha comentado que Troya pintó dos colecciones, una para los alemanes y otra para su madre, pero ambas fueron prácticamente confiscadas y sacadas del país. (1)
Stubel había informado a García Moreno sobre el valor y la perseverancia de Troya, tanto como viajero cuanto para emplear su talento en la pintura de paisajes bajo las más difíciles circunstancias. Pinturas que tenían por objeto completar los trabajos topográficos y geológicos y facilitar la inteligencia científica de los volcanes.
En 1874 abandonó a su esposa y familia quiteña y viajó a Pasto donde vivió quince años pintando hasta 1889. Se dice que salió del país a causa de una decepción amorosa.
En Colombia se mantuvo del fruto de su trabajo pues numerosos hacendados – sobre todo de Popayán – le encargaban retratos, paisajes y temas religiosos.
“Fue el retratista oficial de la familia Valencia de esa ciudad y con sus amigos el político Rafael Reyes y el poeta romántico Rafael Pombo, formó un trío de fiesta y jolgorio que hizo época” pues tenía el carácter suave y burlón, le agradaba la bohemia de tragos, jamás fue metalizado y acostumbraba regalar la mayor parte de sus obras o las vendía a precios ínfimos.
De vuelta al Ecuador instaló taller en Ibarra y fue conocido por sus ideas políticas conservadoras. En 1898 pintó dos hermosos lienzos sin título que representan a Cupido y Psique hoy en el Museo Municipal de Quito copiados posiblemente de modelos franceses muy de moda por entonces. Su estilo no había variado mayormente quedando su nombre en la lista de pintores románticos tardíos. Reprodujo un mismo tema, el de las altas cumbres andinas, incorporó alguno que otro como la bella vista de la laguna de San Pablo en Imbabura y de sus visitas a su hijo Antonio Troya Correa en Ambato sacó varios paisajes de Baños.
En 1906 pintó la fundación de Ibarra para conmemorar el III Centenario de dicho acontecimiento. “Su versatilidad le permitía incorporar algunos temas costumbristas como aquel del Coronel Teodoro Gómez de la Torre conquistando a la joven india de servicio con un billete de cinco sucres que le pasa pícaramente por debajo del brazo, o la vista de Ibarra destrozada por el terremoto de 1868 mostrando detalles como el conocido ladrón de joyas en medio de la tragedia”.
En 1909 pintó el río Pastaza, cuadro que se exhibe actualmente en el Museo de Ibarra. El 13 el Pichincha, el 14 un paisaje sin título, el 15 comenzó una serie sobre la vida de Moisés a pedido de su hermano el Dr. José María Troya. Uno de esos cuadros presenta a Alfaro ahogándose en el paso del Mar Rojo entre los egipcios. El 17 Luis Madera le organizó en Ibarra un homenaje en su honor pues se encontraba muy pobre, bebía y se le había agriado el carácter. Entonces se reunieron setenta y cuatro obras suyas que fueron expuestas con gran éxito.
Murió en 1920, de setenta y cuatro años de edad, en soledad y aflicción, quien fuera el mayor paisajista andino que ha producido la pintura ecuatoriana en todos los tiempos con Luis A. Martínez pues pintó las altas montañas en toda su majestuosidad, no como simple complemento a las escenas sino como objeto principal del paisaje.
La crítica Alexandra Kennedy Troya armó en 1985 el Catálogo razonado de las obras de su deudo, que reposa inédito en el Museo del Banco Central del Ecuador.