TOBAR SUBIA CRISTOBAL

HISTORIADOR.- Nació en Ibarra el 7 de Septiembre de 1881. Hijo legítimo del Comandante Manuel Tobar Subía, dueño de la hacienda Guaraguí detrás de Yaracruz y Gobernador de Imbabura en 1894, y de su prima hermana Carmen Delgado Subía, dueña de la casa esquinera en el parque principal de Ibarra, frente a la Capilla de la Catedral; naturales ambos de Ibarra.
Cursó la primaria en su ciudad natal, la secundaria en el “Teodoro Gómez de la Torre” y en 1899 se graduó de Bachiller en Humanidades Clásicas, pasando a Quito a casa de su pariente Julio Tobar Yépes, a estudiar leyes. En 1903 interrumpió su carrera a la muerte de su padre, heredando Guaraguí. De nuevo en la capital, egresó en 1906 y luego del examen oral ante la Corte Suprema de Justicia y tras acreditar su capacidad y práctica judicial con los Drs. Víctor Manuel Peñaherrera y Camilo Daste.se graduó de Abogado el 18 de Noviembre de 1909.
Su amigo y paisano Abelardo Moncayo le instaba a afiliarse al partido de las luces; pero fiel al ideario conservador de su padre, aunque enemigo de González Suárez, rechazó tales ofrecimientos, militando siempre en el partido azul.
En 1910 decidió vivir en Ibarra y abrió allí su estudio profesional, ejerciendo por espacio de cuarenta años, pues fue siempre un abogado muy solicitado.
En 1912 contrajo matrimonio con Mariana Lara Alomía, tuvo un matrimonio feliz y numerosos descendientes. Desde entonces comenzó a “mantener como un sueño la idea del ferrocarril a la costa y colaboró largo tiempo en el periódico El Ferrocarril del Norte”.
También escribió para “El Municipio” y “La Gaceta Municipal”. En “La Gaceta Forense”, órgano de la Academia de Abogados de Quito, publicó su doctrina sobre testamentos.
En 1917 formó parte de la Junta del Ferrocarril Ibarra – San Lorenzo, que le tocó presidir varias veces. En 1922 fue Concejal de Ibarra. El 23 presidió el Concejo Cantonal. El 24 tomó parte en la revolución que encabezó Jacinto Jijón y Caamaño y luego del encuentro armado en San José de Ambi donde fueron derrotados los conservadores, las tropas liberales al mando del Mayor Federico Larrea, saquearon su hacienca Chota-Chico, en el valle del río Chota y destruyeron el Oratorio.
“Erudito, paleógrafo y conocedor de las Notarías de Ibarra en pos de asuntos históricos y genealógicos, mantuvo una crónica actitud competitiva con el historiador Carlos Emilio Grijalva”.
En 1925, al estallar la revolución Juliana, fue designado Vocal del Tribunal Popular de Imbabura, pero se excusó públicamente de aceptar, por considerar lo injurídico de esos Tribunales.
En 1926 fue nombrado Conjuez de la Corte Superior de Justicia de Imbabura. El 28 volvió a presidir el Concejo Cantonal de Ibarra y realizó los festejos del 17 de Julio de 1929 por la llegada del ferrocarril de Quito a Ibarra. Con tal motivo editó en 1930 su “Monografía de Ibarra”, obra clásica en las letras de esa ciudad, que va por la tercera edición, abarca la historia ibarreña desde la fundación de esa villa en 1606 y contiene curiosísimas anotaciones de interés.
Como profesional “tenía el don del consejo y del acierto y en su estudio solía atender a sus amigos en menudencias de cotidianas dificultades, con igual prolijidad y celo que cuando se trataba de ayudar a bien fijar altos propósitos”; por eso el mismo año 30 fue electo por primera ocasión Diputado por Imbabura, sostuvo sus ideas conservadoras a través de todas las presiones del medio y en los años siguientes, cuando el Canónigo Juan de Dios Navas preparaba otra Monografía de Ibarra, mantuvo con él largas conversaciones en orden a lo genealógico. En 1932 volvió a concurrir a la Cámara de Diputados y ayudó con su voto al Presidente electo Neptalí Bonifaz, quien no pudo posesionarse en razón de su dudosa nacionalidad. El 34 fue Senador y al renunciar el Presidente Juan de Dios Martínez Mera, por la tenaz oposición que desde Ja Cámara Baja le realizó el Diputado José María Velasco Ibarra, quiso Tobar Subía cerrarle el paso a éste último, proponiendo en Congreso Pleno, que en vista de la dignidad del Parlamento, los Diputados juraran no prestar sus nombres para las candidaturas a la Presidencia de la República. La propuesta fue aprobada por unanimidad, pero quince días después Velasco Ibarra aceptaba ser candidato y salió electo. Entonces, polemizó con él sobre la preponderancia de las carreteras sobre los ferrocarriles, defendiendo ardorosamente las primeras, pues a través de su larga experiencia en la Junta del Ferrocarril Ibarra – San Lorenzo, se había dado cuenta de las dificultades que ofrecían las líneas férreas y de las ventajas, desarrollo y prevalencia de los automotores.
En 1936 fue designado por el dictador Federico Páez para el rectorado del Colegio Nacional “Teodoro Gómez de la Torre” pero no aceptó. Entre el 37 y el 38 fue Ministro Juez de la Corte Suprema de Justicia. El 38 su partido le obligó a ocupar el Ministerio de Obras Públicas durante la dictadura del General Alberto Enríquez Gallo, en reemplazo de José Samaniego y presidió la Junta de Ferrocarriles del Estado.
Ese mismo año presentó su renuncia para lanzarse de candidato a Diputado por Imbabura. Una vez electo, concurrió a la Asamblea Nacional Constituyente y sostuvo acaloradas polémicas con el Diputado de los Ríos Efrén Ycaza Moreno, quien llegó a acusar a los imbabureños de chiflados por insistir en el asunto del ferrocarril. Tobar Subía se retiró airadamente de la sesión y ocasionó un incidente.
En 1939 colaboró activamente con el historiador Wilfrido Loor y hasta le pagó la edición de su libro “Estudios Históricos-Políticos” que constituyó el más duro ataque a la memoria y actuaciones del Arzobispo González Suárez. En 1940 colaboró en la prensa bajo el seudónimo de “Alonso de Fuenmayor”, nombre de uno de sus antepasados.
Nuevamente Senador por Imbabura en 1942 se opuso a la ratificación del Protocolo de Río de Janeiro. El 43 ocupó la presidencia de la Cámara de Agricultura del Ecuador. El 45 publicó un artículo genealógico sobre la familia de Mariana de Jesús en el Boletín de la Academia Nacional de Historia, donde era Miembro Correspondiente.
Senador en 1946, apoyó activamente la candidatura presidencial de su coideario el Dr. Manuel Elicio Flor Torres; pero, impresionado por que el Jefe de su Partido, Jacinto Jijón y Caamaño, votara finalmente por el Dr. Velasco Ibarra. (1) renunció y poco después le dio su primer infarto.
En 1948 publicó un tomo de poesías titulado “Mis Versos” con prólogo de Zaldumbide.
De allí en adelante estuvo varios años postrado con su dolencia cardíaca que se le fue agravando y le imposibilitaba. Vivía recluido en la casa de sus parientes los Luna Tobar en la Amazonas y Cordero, alejado de todo desempeño profesional, nostálgico del pasado y esperanzado en el porvenir. En 1950 sacó la segunda edición de su Monografía. Su amigo Gonzalo Zaldumbide le elogió en el Boletín de la Academia Nacional de Historia. También tenía dos obras inéditas: “Genealogía de algunas familias de Imbabura y Carchi” y “Los asesinos del Mariscal Sucre” que ojalá algún día publiquen sus familiares. Era noble en su modestia, austero en sus actos, ferviente en sus creencias y ameno en sus recuerdos. A veces se acordaba de sus tiempos de juventud, “cuando hacia estrofas que se deslizaban como sin ruido, en cadencia tan obvia y límpida como sus efusiones”.
Añoraba Ibarra y en sus últimos tiempos se enternecía cada vez que se acordaba de ella. Su amigo Zaldumbide recordaba cómo se le quebraba la voz al contarle, que al regresar de su último viaje se detuvo en Aluburo a contemplar desde ese mirador admirable, la ciudad querida, que creía no volvería a ver.
Y así, entre recuerdos de una vida ingenua y casi pueblerina en Ibarra, ni huraño ni esquivo pero sí íntegro, sabio, austero, en extremo rectilíneo y sensitivo, falleció a causa de su cansado corazón, en Quito, el 21 de Noviembre de 1956, de 75 años de edad.