Sánchez de Orellana Góngora María de San Vicente.

Las tres hijas del Marqués, Doña Francisca de Cristo, Doña María de San Vicente y Margarita de San Jacinto, entraron de religiosas en el Convento de la Concepción de Cuenca. El monto de los gastos que hizo Don Antonio, desde que entraron hasta su profesión, en dotes, celdas, ajuar y restas, sumó mas de quince mil pesos. María de San Vicente y Margarita de San Jacinto recibieron además dos esclavas; cada una, mulata para su servicio con cargo de que no les diesen carta de libertad ni a ellas ni a sus hijos, si acaso lo tuviesen. Debían servir a la última de las religiosas que quedase de las tres, y después, los Marqueses, sus sucesores tendrían que recogerlas para que le sirviesen o deponer de ellas como de caudal propio.

Cosa igual debía suceder con las rentas impuestas en el Corregimiento de Loja para ellas. Las debían gozar de a a otra, conforme fueren faltando por los días de su vida y, a la muerte de la última, su sucesor establecía una capellanía, constituyéndose un patrón de ella y pudiendo nombrar capellanes a sus parientes. Se debían pagar veinticinco pesos de limosna por cada misa. Las misas serían por las almas de las religiosas, sus padres y parientes.