SALVANI Y LLEOPART JOSE

MIEMBRO DE LA REAL EXPEDICION DE LA VACUNA.- Nació en Cervera, Cataluña, España, en 1777. En 1784 estudió Gramática durante dos años con Carlos Mitayna en Barcelona. Luego Latinidad, Retórica y Poesía durante dos años más y Filosofía en el Convento de San Agustín de Barcelona en 1789. Se examinó en Latinidad, Lógica y Física en 1791 para ingresar en el Real Colegio de Cirugía de esa ciudad donde permaneció cinco años hasta el 96 especializandose en disecciones anatómicas y fue ayudante de los doctores Boven y Capdevilla, eminentes Cirujanos del Real Colegio de Cirugía de San Carlos, haciendo sus veces cuando faltaban a las clases por cualquier motivo.
Con las mejores calificaciones en todas las asignaturas y su abnegación por el desempeño de la, profesión médica, sumaba el esfuerzo y responsabilidad que ésta implica, exactitud en el diagnóstico, tratamiento y habilidad en las operaciones, pero no le acompañaba una buena salud.
En 1799 se incorporó al Regimiento de Infantería de Irlanda sin embargo al poco tiempo y en consideración a su debilidad, solicitó una plaza de Cirujano en una Facultad, de manera que al no obtenerla, se sumó a la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna que distribuiría el flujo varioloso por América y las islas Filipinas. En 1803 fue designado Ayudante de la Expedición cuya dirección le fue encomendada al Dr. Francisco Javier Balmis y Berenguer.
A fines de año partieron de La Coruña y tras hacer escala en las Islas Canarias y en varios puertos arribaron en 1804. Entonces Balmis le dio el mando de la Expedición a Bogotá, Lima, Santiago de Chile y Buenos Aires que Salvani organizó rápidamente con varios ayudantes y algunos niños que no habían sufrido la enfermedad y a los que se vacunaría de brazo a brazo para no perder el fluido.
En 1805 pasaron a Cartagena de Indias, después sufrieron un peligroso naufragio en las bocas del río Magdalena cerca de Barranquilla, del que sin embargo se salvaron todos los miembros y tras visitar varias ciudades arribaron a Túquerres. Pasto, Tulcán, Ibarra y Otavalo y el 16 de Julio a Quito.
“Las autoridades y vecinos salieron a su encuentro. Los más distinguidos personajes tenían a honra llevar en sus brazos a los niños de la expedición. Se cantó una Misa en la catedral y a las primeras vacunaciones asistió el Presidente Barón de Carondelet, el Obispo José Cuero y Caicedo, y los hombres notables de la administración.”
Los expedicionarios permanecieron diez meses en Quito. El 3 de Agosto se organizó la Junta Filantrópica para la vacunación en el Salón de actos de la Universidad de San Gregorio el Magno y los miembros conocieron y aprobaron un Reglamento enviado por el Virrey de Santa Fe de Bogotá.
El 13 de Septiembre partieron Salvani, los vacunadores y niños a Ambato y Riobamba. Durante el trayecto instruían a los curiosos.
El 12 de Octubre estaban en Cuenca, ciudad que los recibió con un “Solemne Te Deum de Acción de Gracias y al día siguiente con Misa y sermón, tres días de corridas de toros, carreras de caballos, baile de máscaras, iluminación general, chamizas en los cerros, fiestas de los indios del los contornos y diversiones para todos”; luego se organizó la Junta de la Vacuna, instruyéndose sobre la manera de vacunar e inmunizando a siete mil personas. Finalmente pasaron a Gualaceo y Azogues, poblaciones que sufrían los estragos de una violenta epidemia de viruelas. El padre bethlemita Justiniano de los Desamparados ayudó en todo, v cuidó de los niños de la expedición, practicó la vacunación, etc.
El 16 de Septiembre de 1805 partieron a Loja. Allí vacunaron a mil quinientas personas, pasaron a Gonzanamá, Cariamanga, Chapamarca. En Piura enfermó Salvani de agotamiento y tuvo que descansar dos meses. Enseguida estuvieron en Lima, se llevó la sorpresa se saber que ya conocían el fluido y fueron recibidos con Misa de Acción de Gracias, iluminaciones, etc. En Octubre de 1805, es decir, pocos meses antes de la llegada de la expedición, el Virrey de Buenos Aires había remitido a la capital peruana, dos de los frasquitos tipo inglés con la linfa contra la viruela, de los usados en la expedición de Balmis, que éste habíale enviado desde Puerto Rico. El Dr. Pedro Belomo, Cirujano del Apostadero del Callao, inoculó a unas treinta y seis personas, pero solo le prendió a un muchacho de cuatro años de edad.
El Cabildo lo alojó, agasajó y hasta fabricó una sala para la Junta Central Conservadora del fluido. Salvani la instaló, de la que fue Vicepresidente. Enseguida ordenó a su ayudante José Grajales que continúe a Santiago de Chile con parte de su personal y algunos niños pues se seguía utilizando el método de brazo a brazo.
En Lima contó con la invalorable ayuda de varios facultativos como los Dres. Devoti, Dávalos, etc. que inocularon el fluido a muchas personas. En el interim elaboró y presentó un Informe al Virrey José de Abascal y Souza sobre las ventajas y resultados de la vacunación antivariólica.
En Noviembre fue incorporado a la Universidad de San Marcos con los grados de Licenciado y Doctor en Medicina y presentó como trabajo “Galvanismo y Vacuna” novedades que llamaron poderosamente la atención. El Dr. Hipólito Unanue pronunció el discurso de Elogio y ambos ensayos salieron publicados al año siguiente en 1807, en las páginas del periódico limeño “Mercurio Peruano”, bajo el título de “Actuaciones literarias de la Vacuna en la Real Universidad de San Marcos.”
En 1809 solicitó permiso al Presidente de la Audiencia de Charcas para internarse en esos territorios y vacunar a los indios y misiones de las empobrecidas provincias de Moxos y Chiquitos hasta donde se adentró, pero en tan malas condiciones de salud que falleció en la ciudad de Cochabamba el 21 de Julio de 1810 a la temprana edad de treinta y cuatro años. Su trabajo fue continuado en dichas apartadas regiones por el médico militar Santiago Granado y la noticia de su muerte fue comunicada al Director de la Expedición que se hallaba por esos días en Madrid.