Salas Antonio.

En el Poder Juan José Flores, conocedor de que el pintor Antonio Salas, había realizado retratos de cuerpo entero, tanto de Bolívar como de Sucre, y de otros Capitanes de la Independencia, intercede ante el Congreso de 1832 a favor del artista, solicitando que se lo traslade a Quito, con la condición de que Salas se dedique a enseñar Arte a los aficionados Quiteños. Pero, no era esa su magnífica intención en favor de tales aficionados quiteños, sino de que realizar su retrato y el de los Generales y Jefes que intervinieron en las campañas de la independencia – en total 21 – que los destinó a engalanar la finca de su propiedad.

Así misma se cuenta, que una noche que fue a visitar a la mujer de sus sueños, se encontró con un español, su rival, y luego de haberlo desafiado a duelo, que no aceptó el español, se produce una reyerta en la cual el pintor Salas apuñala y mata a su contendor. Llevado ante los Tribunales, debía ser condenado a muerte, pero la defenza de su abogado, el doctor Diego Fernández de Córdova, lo salva, de acuerdo con un edicto en vigencia, según el cual, para estimular las artes, se concedía gracia a un condenado a muerte, siempre que éste fuera un destacado maestro, reconocido unánimamente por la sociedad. Esta gracia que le fue concedida, se la conmutó por el matrimonio con la dama motivo de la tragedia, consumándose el segundo matrimonio del pintor. Este episodio lo narra el Maestro Dibujante Ernesto Charton, bajo cuya iniciativa se organizó en 1849, en esta ciudad de Quito, el Liceo de Pintura”.

Ya anciano el maestro Antonio Salas, trabaja en su taller con sus 17 hijos, todos pintores que posteriormente se destacan.

El maestro Antonio Salas, nació en 1780, y falleció en 1860. A la edad de 24 años, contrajo matrimonio con doña Tomasa Paredes, su primera esposa; de este matrimonio nació Ramón Salas Paredes.

Hay un hecho anecdótico en la vida de este pintor, que revela su existencia anímica, su carácter un tanto violento, sin embargo de que era festivo y dicharachero, como buen quiteño. Se cuenta que luego de haber libado licor con un amigo, acordándose que la doméstica de su casa, la negra Nicolasa Cansino, había tenido un altercado con su esposa, se dirigió a su domicilio y con un daga la acribilló a puñaladas hasta dejarla muerta. Al día siguiente se presentó voluntariamente ante la justicia.

Luego del proceso de este crímen, el tribunal, tomando en cuenta su buena conducta, los antecedentes de hombre moral y tranquilo, lo sentenció a seis años de prisión en Punta de Piedra, sentencia que posteriormente, le fue conmutada por confinamiento en la ciudad de Loja. Este episodio tenía lugar el mes de Septiembre de 1824.