RUSSO SCUDERI PAOLO

ARQUITECTO.- Nació en San Michele, Catania, isla de Sicilia, Italia, el 21 de Julio de 1885 y fueron sus padres legítimos Salvatore Russo y Anna Scuderi, propietarios de una finca y padres de siete hijos, siendo Pablo el penúltimo.
Cursó la primera enseñanza en San Michele, la secundaria en Catania y asistió con su hermano Antonino a la facultad de arquitectura de la célebre Universidad de Palermo, graduándose con honores en 1910. Ese año viajó con sus hermanos Salvatore y Antonino a Buenos Aires donde fundaron la compañía “Russo hermanos” que realizó algunas obras hasta 1913 en que por muerte de Salvatore decidieron seguir a Guayaquil llamados por varios paisanos, pero como no les agradó el clima demasiado cálido del puerto, viajaron por tren a Quito, donde se incorporó previo examen en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central y se asociaron para la construcción de las siguientes obras: el Palacio de la Nunciatura, la casa de la señorita Rosa Ortiz, la villa de José Didonatto, la casa de Angelo Salomón, la villa del señor Troya, la casa de Francisco Calisto, la casa de la señora Rey, el templo y residencia de la Misión evangélica, la terminación del Pasaje Baca, la casa de monseñor Pietro Saa, la de las señoritas Rodríguez, el mausoleo Gangotena Alvarez, la demolición y edificación de la parte central de la Escuela Militar, la casa de Alberto Ordóñez, la del Capitán Fernández Madrid, la de Emilio Najas (hoy sede de la Cancillería ecuatoriana) la de Francisco Coloma, la de Benjamín Piedra y la de José María Arteta.
Sus contratos abarcaron otras poblaciones. En Ambato el antiguo teatro Romano, las casas de las señoritas Rosa Naranjo y hermanas y la de Manuel Pardo; en Ibarra las villas de los Sres. Virgilio Tamayo y Francisco Ruiz, la casa de Rafael Rosales y el edificio de la Escuela de Artes y Oficios. En Riobamba el proyecto completo y la edificación del primer piso del Colegio Nacional Maldonado, la casa del señor Nicolás Vélez, el mausoleo de la familia Larrea Chiriboga y la sistematización de los jardines de la Plaza del Centenario. En Loja la iglesia del Cisne y en Montecristi la iglesia de la virgen de Monserrat.
En 1917, a los treinta y dos años – había casado con Luz Emilia Moreano Muñoz – mucho más joven – y tuvo larga familia. El 22 pasó con los suyos a Guayaquil. Venía con fama de ser uno de los mejores y más hábiles profesionales en el ramo de la construcción en el Ecuador, artista y técnico que sabía dar el estilo que las obras requerían. Pronto suscribió un contrato de trabajo con la Compañía Italiana de Construcciones, que estaba construyendo el Palacio Municipal y le pusieron oficina en el entrepiso con trescientos cincuenta sucres mensuales de sueldo. El Palacio estaba siendo construido por varios ingenieros italianos y entre 1924 y el 28 dibujó los planos arquitectónicos. Las obras decorativas corrieron a cargo de su amigo y paisano el escultor Emilio Soro.
Ese año realizó el diseño arquitectónico de la iglesia Catedral, iniciada 10 de Agosto de 1924 por el Obispo Andrés Machado, quien bendijo la primera piedra y contrató a los Ingenieros Carlos Bonarda, Carlos Bartoldi y Mario Gerardi, autores de las estructuras del abside de la iglesia y el crucero, quienes también montaron la armazón de hierro que cubre el octógono de la ojiva y las estructura de un tramo de la nave principal. Russo realizó la estructura decorativa y arquitectónica hasta el 34. Al mismo tiempo proyectaba casas particulares como las de su amigo el Dr. Alberto Ledesma Vélez en el barrio del Centenario, el comerciante José Antón en Aguirre y Escobedo, la de Maruja Venegas de Chevasco en Colón No. 111 y Mejía, las de sus paisanos Giovanni Bacigalupo, Luigi Repetto en Eloy Alfaro No. 2016, Celiano Zurita en Lorenzo de Garaycoa y Aguirre, diseñó un pabellón del Hospital General de la Junta de Beneficencia cuya edificación corrió a cargo de la Compañía Italiana de Construcciones, N. Thome, N. Andretta en Boyacá y Aguirre esquina, N. Frugone en General Córdova.
En Abril del 26 se anunció por la prensa la creación de una urbanización en la zona noroeste de la ciudad planificada por la Compañía Italiana de Construcción representada por el Ingeniero Comercial Domingo L. Abaate y el Arquitecto Juan Pablo Russo. Se contrataría cien trabajadores para rellenar trescientos metros cuadrados por día con seis cientos metros cúbicos de cascajo para lo cual era necesario invertir cuatrocientos cincuenta mil sucres. Se incorporaría quinientos mil metros cuadrados al casco urbano, comprendidos entre las calles Manuel Mateus y Aguirre, Pedro Moncayo y el Estero Salado. La Avenida Nueve de Octubre se prolongaría hasta el Estero Salado y el nuevo barrio se llamaría del Salado, lamentablemente al fin se cercenó una parte para formar el barrio obrero de las villas del Seguro Social, perdiendo el grandioso barrio del Salado su belleza inicial.
Entre el 29 y el 30 figuró como Vicepresidente de la Sociedad italiana de Beneficencia Garibaldi. El 30 apareció su fotografía y una nota en la revista anual de lujo “Gli italiani in Equatore” editada en idioma italiano por Aliprandi y Martini, con la reseña de las vidas de los principales súbditos italianos en nuestro país y al mencionar los Haces (clubes políticos fascistas) existentes en el país, uno en Manta y otro en Guayaquil, indican que éste último fue fundado en Junio del 24 y que a esa fecha – año 31 – el Camarada fascista Paolo Russo desempeñaba las funciones de Secretario administrativo.
El 34 habiendo concluido su contrato de trabajo en el Palacio Municipal ofreció sus servicios en todo lo relacionado con proyectos y construcciones. Poseía la casilla de correos No. 62 y aún seguía con su oficina en el entrepiso municipal.
El tiempo le venía estrecho pues en la década de los años treinta con su amigo el ingeniero Luigi Flatta fundó la compañía “Italy” y se dedicaron a dirigir las obras de construcción de las siguientes iglesias: La basílica de la Merced, Santo Domingo que terminó en 1938, San Francisco, San Agustín, La Victoria, el Corazón de Jesús y María Auxiliadora, así como la capilla del Colegio de la Providencia, los cuatro pabellones del Hospital General y uno de los pabellones del Manicomio.
En 1934, dada su amistad con Isabel Yerovi vda. de Matheus, presidenta del Comité Constructor de la Catedral, alquiló un local en los bajos de su casa en Malecón y Aguirre, para venta de casimires, corbatas y sombreros italianos de la marca Borsalino. El 37 levantó en la esquina noroeste de Chile y Portete el llamado Palacete Russo, en cemento armado, de dos pisos altos y torre. Habitó un departamento y alquiló los tres restantes, así como las dos grandes tiendas de los bajos. El 39 le nacieron trillizas y su esposa fue condecorada por tal motivo por el reino de Italia.
El 42, al entrar los Estados Unidos en guerra con las potencias del Eje y por su condición de ciudadano italiano, fue llamado a declarar a las oficinas del consulado norteamericano en Guayaquil. ¿Qué ideas políticas profesa Ud? Soy fascista como buen italiano – fue la respuesta – y aunque no le pusieron en la Lista Negra por la influencia que ejerció su amiga la señora Isabel Yerovi vda. de Matheus ante su cuñado el Presidente Arroyo del Río, ya no pudo seguir trabajando.
Tenía solamente cincuenta y cuatro años de edad y aún se sentía útil y activo, comprendió que su situación era por demás crítica y no deseando crearle problemas a su benefactora, salía muy poco de casa. A veces solo lo hacía en las mañanas, al centro, a realizar alguna diligencia o a visitar a su amigo Pancho Di Puglia con quien solía conversar sobre generalidades, regresaba a eso de las once, almorzaba platillos italianos, le encantaba toda clase de pastas acompañadas con un vaso de vino tinto, finalmente se sentaba en su sillón, hacía la siesta, concurría al parque situado al frente. La cena era a las siete y no le agradaba que se hable durante ella. Dormía temprano.
Los fines de semana se reunía con otros italianos en la quinta cercana de Carlos Frugone a) Carlín, que cubría toda la manzana de Chimborazo, Coronel, Venezuela y Portete y jugaban bochas o viajaba en tren a Salinas en compañía de su esposa e hijos y se hospedaban en el hotel Tívoli, en otras ocasiones iba a cazar patos y patillos a las cercanas haciendas la Saiba, la Josefina o el Guasmo con Emilio Soro, Valentín Salas Piquer, N. Curtonne, Arnaldo Rufilli, José Zunino, etc.
De temperamento suave y cariñoso, le agradaba la vida en familia y gozaba viendo crecer a sus hijos.
Unos cuantos ahorros y los alquileres de su casa le proporcionaban la tranquilidad económica necesaria para disfrutar sanamente. Al finalizar la guerra mundial en 1945 y después de tres años de inactividad, volvió a ser un ente productivo.
En 1948 realizó los planos y construyó con los padres Josefinos el bello y grandioso “Colegio Rubira” en Salinas, ayudado por su compatriota Nicolás Farce que dirigió la obra. En 1957 construyó en la segunda calle de Salinas una villa de cemento armado y un piso de alto que llamó Sicilia en recuerdo a su tierra natal, también había adquirido varios pozos de sal que administraba sabiamente. Ese año viajó a Europa con su esposa, permaneciendo seis meses en Catania, hospedado en casa de sus sobrinos. De regreso fiscalizó sin cobrar un centavo la construcción del nuevo edificio de cemento armado de la Sociedad Garibaldi en Chile entre Luque y Aguirre, que construía el Ing. Lignarolo. El 58 fue condecorado por el gobierno de Italia, la medalla le fue impuesta en la sede de la Embajada en Quito.
En los años sesenta empezó a sufrir de colesterol y presión elevada pero se medicaba continuamente y no tuvo problemas. Sus hijos habían contraído matrimonio y se distraía viendo crecer a sus nietos. La navidad de 1970 pasó contento. El 25 de Diciembre almorzó bien. Al día siguiente, mientras conversaba con uno de sus nietos, sintió un fuerte dolor, gritó y cayó fulminado. Su esposa le fue a ayudar pero estaba inconsciente. Trasladado al cercano Hospital León Becerra permaneció un mes con derrame cerebral y falleció sin recobrar el conocimiento el 29 de Enero de 1971, de casi setenta y cinco años de edad, siendo enterrado al día siguiente en el Cementerio General.
Nunca tuvo automóvil ni quiso aprender a manejar, prefería caminar o desplazarse en tranvía. Jamás problema alguno de dentadura pues solo una vez necesitó dentista para que le calzara una muela. Su temperamento callado y observador. Su forma de ser correcta y adusta pero no intransigente. Le agradaba el aseo y el orden. Alto, blanco rosado, casi calvo al final de su vida. Fue uno de los constructores del Guayaquil moderno, a nivel de templos e iglesias.