INVESTIGADOR.- Nació en Latacunga el 28 de Agosto de 1904. Hijo legítimo de José Rumazo González, Químico que había estudiado en Quito y Guayaquil, dueño desde 1880 de la única imprenta que había en Ambato adquirida con su socio Salvador Porras Garcés a Julio Suárez. Allí editaron obras de Pedro Fermín Ceballos y de los primeros liberales de esa población: Anacarsis y Luis A. Martínez, Telmo Viteri, Juan Benigno Vela, etc. bajo la razón de “Encuadernación de Porras y Rumazo González”, posteriormente fue propietario de la farmacia “Popular” en Latacunga y de Carmen Moya Puyol, latacungueña que falleció de un síncope cardiaco provocado por la pérdida abundante de sangre durante el parto, cuatro días después de haber dado a luz a su hijo José. Existe un hermoso busto de Don José Rumazo González padre, tallado por el escultor Luís Mideros Almeida.
Niñez feliz y tranquila con su hermano mayor Alfonso y su padre hasta que éste enfermó gravemente en 1910 con el vértigo de Mennier y ya no pudo trabajar más (afección al oído medio que hace perder el equilibro, hoy muy fácil de tratar y entonces considerada incurable) De allí en adelante los dos niños vivieron en la casa de su tutor el padre José Raimundo Torres en el barrio de la Merced de Quito, cuidados por la madre de él y sus hermanas solteras, especialmente por Mercedes que fue como una segunda madre, mientras don José permanecía asilado en un Hospital pues a causa de su dolencia se desesperaba al punto de llegar a la pérdida de la conciencia.
Los dos niños asistieron primeramente a la escuela de los Hermanos Cristianos, en 1916 José pasó al Seminario menor de San Luis, recibió las Ordenes Menores, comenzó a hacer poesías y al año siguiente fue enviado a seguir estudios humanísticos en Sevilla.
El 22 estuvo de regreso en el Ecuador, dejó los hábitos porque comprendió que su vocación más que religiosa era cultural y entró a trabajar en la hacienda ganadera “Salache” cercana a Latacunga, propiedad de su tutor, donde permaneció hasta el 26 que volvió a la capital cansado de la vida en el campo tras cuatro años de relativa inactividad aunque aprovechados en útiles lecturas. En Febrero del 28 entró de Ayudante de Primera en la Secretaría de la Municipalidad de Quito.
Era un buen deportista, hacía equitación, tuvo una motocicleta y realizó numerosos y arriesgados raids a Pasto y a Salinas con sus amigos Julio Espinosa Zaldumbide, Ernesto Matheus y Nicanos Mueller. El 29 Jacinto Jijón y Caamaño le invitó a realizar trabajos de arqueología con Max Uhle y fruto de esas experiencias fue su libro “El Ecuador en la época prehispánica” en 284 pags que publicó el 33 con noticias históricas sobre los pueblos indígenas existentes al tiempo de la conquista.
El 30 adquirió en sociedad con su hermano la Imprenta editora Bolívar y fundaron la Biblioteca Ecuador, dedicada a promocionar a escritores inéditos o poco conocidos y salieron a la luz los trabajos de Jorge Carrera Andrade, Remigio Crespo Toral, Max Uhle, Gustavo Vásconez Hurtado, Carlos Dousdebes, Belisario Quevedo, y donde Remigio Romero y Cordero, marcando una etapa sobresaliente en la historia bibliográfica y cultural del país.
El 32 figuró entre los miembros fundadores de la Nueva Acción Republicana Ecuatoriana NARE agrupación política que terminó pronto debido a que sus fines eran más bien humanistas y por cuanto un chusco dio en decir que para ser Narista primero había que ser seminarista, chiste que se regó enseguida y empezó a ser repetido por todos. José Roberto Páez le hizo designar Secretario paleógrafo del Archivo Municipal de Quito y conociendo que Cristóbal de Gangotena y Jijón mantenía en su domicilio para estudio el primer Libro de Cabildos, llamado el Libro Verde, le visitó y pidió permiso para trabajar en él. Gangotena accedió y ya con el libro, Rumazo comenzó la ardua tarea de ordenar sus páginas que estaban sueltas, descifrando la letra redondilla del siglo XVI, para el efecto se auxilió con algunos tratados de paleografía diplomática española adquiridos en Madrid y contó con la valiosísima ayuda del dominicano Alfonso (Antonino) Jerves Machuca, gran memorista y conocedor bastante profundo de los secretos de la paleografía. En tales labores Rumazo invirtió tres años, tiempo en el cual formó a su ayudante José Gabriel Garcés, quien le sucedió como paleógrafo del Archivo Municipal de Quito.
También el 32 editó dos pequeños libros: “Proa” y “Altamar” con poesía de diferentes épocas y aliento, desde la modernista por la riqueza y exhuberancia de su léxico hasta la inspirada en leyendas de Amerindia con vocablos exóticos y fórmulas supersticiosas muy a lo art nouveau, pasando por algunas que parecían de los poetas españoles de la generación del 26, sin faltar tampoco los romances. Mas no usó la metáfora ni entró al tratamientos de temas del realismo indigenista que empezaba a ponerse en boga, aunque en el apéndice titulado “El antimetaforismo” tentó la teoría poética en agudo análisis de la metáfora y sus posibilidades copulativas.
Al conmemorarse en 1934 el IV centenario de la fundación española de la villa de San Francisco de Quito, el Concejo Cantonal editó en cuatro tomos los dos primeros libros de Cabildo con el conjunto de inapreciables documentos interpolados en ellos, que van desde el más antiguo de todos, el Acta de fundación de la Ciudad de Santiago el 15 de Agosto de 1534 por mano del Mariscal Diego de Almagro que trasladada a la costa en 1535 por Sebastián de Benalcázar es la actual ciudad de Santiago de Guayaquil hasta otros documentos de 1551 inclusive, pertenecientes a la villa de San Francisco de Quito, causando éstas publicaciones un grandísimo revuelo cultural en la República.
Los sábados de tarde tenía por costumbre concurrir a la casa taller del pintor Víctor Mideros Almeida a conversar de arte y religión. Allí se respiraba un ambiente de religiosidad y de misterio y escribió un ensayo sobre dicho pintor y su arte como capítulo inicial de un hermosísimo Album con fotografías de sus principales obras, que sin embargo constituyó un fracaso económico por su elevado precio, circulando en escasos trescientos once ejemplares numerados uno de los cuales tuve en mis menis cuando visité en su domicilio. Esta intensa labor intelectual motivó a José Gabriel Navarro en 1934, a obtenerle el nombramiento de Cónsul del Ecuador en Sevilla y comisionado de investigaciones históricas en los Archivos de España.
En la península se dedicó a revisar la documentación de la Audiencia de Quito que se guarda en el Archivo de Indias. En Mayo del 35 concurrió al II Congreso de bibliografía reunido en Sevilla, Madrid y Barcelona y cuando al año siguiente estalló la guerra civil española hallabase en el Archivo Histórico Nacional de Madrid y le fue imposible volver a su sede consular, de suerte que tuvo que salir hacia la costa y embarcar a Génova. El Cónsul ecuatoriano en dicho lugar, le facilitó en préstamo algún dinero y pudo continuar a Insbruck, Berlín, Hamburgo y Londres, ciudad en la que tenía situados sus sueldos atrasados.
De regreso a Sevilla, demoró siete meses por la ruta de Lisboa y al arribar encontró que la guerra se había generalizado, existía un pánico general por el constante temor a los bombardeos y a los desmanes contra la propiedad privada y como la comida empezó a escasear, tomó la costumbre de salir con su pasaporte consular a Lisboa donde se proveía de lo necesario Finalmente, cansado de tantas dificultades, decidió volver a Quito.
A principios del 38 se dedicó a la enseñanza de Historia y Castellano en el Colegio Militar Eloy Alfaro y contrajo nupcias con su prima segunda Eugenia Arcos Proaño (el parentesco es por Puyol) con quien mantuvo un matrimonio unido y feliz durante cincuenta y seis años.
En Mayo fue elevado a la categoría de Cónsul de primera en Sevilla y Cádiz. En Julio regresó a Europa motivado por un pedido expreso de la Cancillería ecuatoriana, vivamente interesada en rescatar documentos para la defensa de nuestros derechos limítrofes. El viaje fue sin contratiempos hasta Burdeos, de allí siguió al cuartel general de las fuerzas del General Francisco Franco, quien le concedió un salvoconducto para llegar a Sevilla en tren, pero como los transportes estaban desmantelados, tuvieron que trepar por las ventanas y viajar sentados sobre las maletas, protegidos del sol por un paraguas, pues tampoco tenían techo. En Sevilla, se dedicó con su esposa a recopilar documentos, demostrando una increíble actividad.
Acudían por las mañanas al Archivo, él localizaba los documentos y ella los retrataba con dos cámaras marcas Contag y Laika que se conservaban cuando le visité en su casa de Quito, ubicada en la calle Belho Horizonte No.183 entre la Coruña y 6 de Diciembre, con una gran cantidad de negativos. En cambio, las copias eran sacadas por dos mecanógrafos pagados y todo esto había que hacerlo rápidamente pues el gobierno peruano mantenía un formidable equipo de aproximadamente veinte investigadores que disponían de todas las ventajas de la técnica moderna para el cumplimiento de su misión.
Para entonces había comenzado a cuestionarse acerca del fin último de la Historia Universal y en lugar de escribir una Historia General de la Audiencia de Quito como hubiera sido lo más lógico teniendo a su disposición la amplísima documentación del Archivo, dedicaba la mayor parte de su tiempo libre a vivir estados religiosos y filosóficos para los que se sentía sumamente atraído.
En Mayo del 39 viajó a continuar sus estudios de Filosofía de la Historia en Berlín, pero a finales de año tuvo que volver a Sevilla a causa de la II Guerra Mundial, logrando acumular un total de casi diez mil documentos en el archivo de Indias.
Vivió en Quito entre el 40 y el 43. Entre Octubre de ese año y Junio del 44 ejerció las funciones de encargado del Consulado General en Lisboa. Ya había completado una gran cantidad de copias de planos y mapas que envió para formar con ellos la Mapoteca de la Cancillería.
Al finalizar la II Guerra Mundial fue comisionado para suscribir en Lisboa el Acta de Canje de prisioneros, de suerte que su estancia – aunque corta – fue de lo más fructífera. En Noviembre del 46 seguía en Sevilla y fue elevado a Cónsul de Primera, sirviendo un año en Barcelona. Allí nació su hijo José Maria que falleció, el segundo llama Rafael y tambien es nativo de Barcelona. Mientras tanto había editado “La región amazónica del Ecuador en el siglo XVI” cuya segunda edición de 1982 salió en 272 pags. Entre Julio del 47 y Julio del 51 – ya como diplomático – fue Consejero encargado de Negocios en España. En esta época, el Ministro de Educación, Gustavo Darquea Terán, le situó los fondos para editar los ocho tomos de los “Documentos para la historia de la Audiencia de Quito. Pedro Vicente Maldonado” que aparecieron entre el 49 y el 52 en la Editorial española Afrodisio Aguado S.A. de la calle Bravo Murillo No. 3l de Madrid. Esta colección debía iniciar la publicación de los restantes ciento ochenta tomos de documentos, cada uno de aproximadamente 500 págs. que le habían microfilmado en el Archivo de Indias. La obra ha sido calificada por el sabio alemán Ekkehart Keeding de excelente, por reunir la más prolija documentación que se tiene de Maldonado, de quien solo se conocía los ensayos biográficos de González Suarez y Neftalí Zúñiga.
En España cultivó la amistad de la intelectualidad: Dámaso Alonso, Luis Rosales, Leopoldo Panero, Antonio de Zubiarre, Eugenio D´Ors, José Maria Pemán, Camilo José Cela, el marqués de Lozoya, Juana Bordó, Luis Felipe Vivanco, Gerardo Diego, Alfredo Sánchez Bella, Director del Instituto de Cultura Hispánica, etc.
El 48 también editó dos obras para teatro: Sevilla de Oro y La leyenda del Cacique Dorado” en 123 págs. de las cuales Ricardo Descalzi ha opinado que la primera es un drama en prosa en tres actos y tres cuadros, ambientado en la región oriental del siglo XVI; su exuberante fantasía rompe el equilibrio armónico de un pretendido relato histórico y sus diálogos pecan de exagerada redundancia, siendo una pieza pausada. La leyenda, en cambio, es una comedia en prosa en un acto y siete cuadros, escrita con cierta fantasía teatral y un estilo poético. Una fábula en el mundo de la leyenda, con licencia, por lo que cumple su papel en el mundo de la composición.
En Noviembre asistió a la III Reunión de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura realizada por la UNESCO en Beyrouth, Alemania. El 49 editó “Raudal”, tercero de sus poemarios, con algunas de sus composiciones conocidas en los dos primeros y consideró a esta edición como la única válida de sus primeros versos. “Raudal” le presentó dueño de una sobria majestuosidad en el tratamiento de temas de por si profundos y lleno de deslumbramientos telúricos más que bíblicos, tratados con el misterio que Mideros impregnaba a sus obras pictóricas, de cuyos óleos tomó Rumazo la tónica y el aliento. Sin embargo, aunque en ciertos pasajes obtiene logros hermosos y hasta sobrecogedores, no toda su poesía se presenta igual y en otros se vuelve discursiva. Su amigo el poeta Gerardo Diego escribió una crítica muy laudatoria en los “Cuadernos Hispanoamericanos” de Agosto de ese año.
El 50 publicó en Madrid “Soledades de la sangre” en 65 págs. en cuarto, con poemas de identidad, sentimiento y otros de carácter filosóficos. Entre Agosto y Diciembre de ese año fue Jefe del Departamento Consular y de Comercio de la Cancillería en Quito. En Octubre viajó a Madrid como delegado al II Congreso de la Unión Postal de las Américas y de España y al primer Congreso de Cooperación Intelectual.
El 51 salió una segunda edición de “Raudal” con otros poemas y una información donde se dice que Rumazo permanecía en la más pura línea de la poesía tradicional. El 52 apareció su quinto poemario “El amor soñado en la muerte” en 101 págs. con variaciones filosóficas escritas casi todas en España, pero ese título fue considerado años más tarde por su autor, como inadecuado.
Entre Julio y Diciembre del 53 desempeñó interinamente la Subsecretaría de la Cancillería. En Agosto pasó de Ministro Consejero a España y se mantuvo hasta Octubre del 55 en que volvió a Quito, anualmente acostumbraba pasar vacaciones en el hotel Humboldt de Playas, puesto a sus órdenes por su amigo personal Víctor Emilio Estrada.
El 56 salió su novela “Andariegos” en 607 págs. que trata sobre el hombre americano que aunque psicológicamente proviene de España se desvirtuó con la independencia por la influencia del pensamiento de otras nacionalidades. Novela extensa y de densidad analítica aunque alejada de la temática nacional. Ese año reemplazó al padre Aurelio Espinosa Pólit en la cátedra de Filosofía de la Historia y Gramática Superior en la Universidad Católica de Quito.
Con el triunfo conservador de Camilo Ponce Enríquez fue llamado por el Canciller Tobar Lasso para ocupar una Embajada en Europa, pero conciente de la envidia que despertaba su larga carrera en el viejo continente, prefirió concurrir a la transmisión de mando en Honduras y le gustó tanto la tranquilidad de ese país que terminó por representarnos en él como Embajador, renunciando el 1 de Septiembre del 60 cuando Ponce finalizó su mandato.
En Tegucigalpa le sucedió el siguiente fenómeno. “Una noche cualquiera, durante mi estadía en Centroamérica, sufrí los efectos de un violento deslumbramiento filosófico y todo se aclaró. Fue como una especie de arrebato místico que me quitó las vendas de los ojos y comprendí todo el misterio inconmensurable de la creación.” Entonces comenzó a elaborar con la paciencia que siempre había puesto en todos sus actos, una teoría general de la creación basada en la Biblia, según la cual, el hombre recibió la palabra de Dios, no así el resto de la materia que solo emite sonidos. La armonía de sonidos es el Universo y la orquestación de las galaxias se produce en magnitudes que no podemos captar, descubriendo las siete dimensiones que componen el Universo: l) La Longitud, 2) La Latitud, 3) La profundidad y Altura, 4) La Esfera, 5) El tiempo en el espacio, 6) El Espacio en el tiempo, 7) La Sinfonía Universal, cuyas síntesis son la creación y la relatividad.
Enseguida pasó de estas elucubraciones a la acción y durante tres años compuso un extensísimo poemario, que constituye “una reflexión sobre el sentido de la vida humana, el fin del hombre, su meta, y el término de la historia de las generaciones” y así fue como nació la primera versión de “Parusía”, palabra que significa presentarse o hacerse presente, himno, canto o largo poema existencial que trata sobre la segunda venida de Jesus en gloria y majestad al final de los tiempos y encierra buena parte de la experiencia humana; mas, al llegar a su término, le halló imperfecta y la hizo a un lado, para dar inicio a una segunda versión más completa y pulida y casi totalmente distinta. Labor titánica que no tiene parangón en nuestra literatura. I en esos trabajos y preocupaciones de creación vivió inmerso casi veinte años, desde 1956 hasta 1985, olvidado de sus anteriores poemas y libros que llegó a considerar un simple antecedente de inquietud, como si solamente lo nuevo tuviera alguna importancia, al punto que fueron años de constante versificación sobre la Parusía y sin quererlo ni proponérselo terminó expresándose en su conversación diaria, en endecasílabos.
Durante los gobiernos de Velasco Ibarra (60-61) y Arosemena Monroy (61-63) permaneció en Quito dando forma a esta segunda versión. El Profesor Casagrande de la Universidad de Pittsburgh se llevó parte de sus archivos a dicho centro de estudios, donde aún reposan debidamente organizados. En Junio del 63 fue enviado nuevamente a Madrid por la Junta Militar de Gobierno en calidad de Delegado al Congreso de Instituciones Hispánicas y en Octubre siguiente fue designado Embajador en la Argentina. El 64 pasó con iguales funciones al Uruguay y en Julio del 66 renunció. En el interim había representado al Ecuador en la XLV reunión del Consejo Directivo Interamericano del Niño y en la reunión de Cancilleres del ALALC, ambas celebradas en Montevideo.
El Presidente Otto Arosemena Gómez le llamó en Agosto para que forme parte de la Comisión de Estudios e Investigaciones de la Cancillería con rango de Embajador. En Septiembre ocupó la Subsecretaría General y poco después tuvo la oportunidad de actuar interinamente como Canciller.
A finales de año fue designado Embajador extraordinario en Panamá y a su regreso desempeñó la presidencia del Instituto de Cultura Hispánica durante tres períodos y la presidencia de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Finalmente en 1974 editó la segunda versión de Parusía, poema épico en cuatro tomos de aproximadamente 800 págs. cada uno. La edición consta de cuatrocientos ejemplares impresos por la Corporación de Estudios y Publicaciones dirigida por el entonces padre Juan Larrea Holguín, del Opus Dei.
El 76 recibió la Orden Nacional al Mérito y pronunció el discurso magistral en la coronación del poeta José María Egas en Guayaquil. Esto último, a petición mía, pues desempeñaba la concejalía de cultura y había asumido la iniciativa de dicho acontecimiento, que adquirió características nacionales.
Gozaba de plena capacidad intelectual y alternaba su tiempo entre la tercera versión de Parusía y la presidencia de la Academia que desempeñó hasta el 85, llevando a cabo la remodelación del edificio de la sede que quedó amoblado y con la biblioteca ordenada y dotada de nuevos libros, pero como tenía la voz débil casi no se le podía escuchar a pesar del micrófono, cuando tomaba la palabra en público.
En 1985 salió dicha tercera versión corregida y aumentada de Parusía en siete tomos de aproximadamente 800 págs. cada uno, titulados: l) El Vértigo del tiempo final, 2) El imperio del abismo, 3) El glorioso advenimiento, 4) El Juicio universal, 5) La visiones de conciencia, 6) El Juicio final, y 7) El Juicio y creación transfigurada, en edición de mil ejemplares que el Arzobispo de Cuenca, Luis Alberto Luna Tobar, C.D. calificó de obra propia de un vidente, poeta y profeta, digno seguidor de estudiosos bíblistas, hermeneutas y exégetas.
Rumazo dijo que era una interpretación imaginativa, remota y respetuosa de como podrá ser el fin de la historia humana según la revelación del Apocalipsis; consta escrita en doscientos veinte mil versos endecasílabos porque son los que más se aproximan a la versificación latina, y como era de esperarse de una obra tan extensa, vagarosa y metafísica, no tuvo éxito editorial ni influyó en la mentalidad de su tiempo y más bien creemos que es una equivocación de buena fe, la mayor que registra la historia de la literatura ecuatoriana, pues desvió los caminos del ilustre poeta y paleógrafo haciéndole gastar veinte años de su vida en tan discutible tema. Parusía quedará a los siglos como la mejor prueba de lo que puede hacer la fe de un escritor y como imperecedero testimonio de su religiosidad y dedicación hacia temas apocalípticos, según autorizada opinión de Hernán Rodríguez Castelo, que en conversaciones conmigo me confesó que el mérito de la obra es muy discutible, pues siendo de tales dimensiones, no es posible que todos sus versos conserven la misma belleza y altura. Hay de todo: excelentes, buenos, regulares y hasta malos versos, terminó asegurandome Hernán, pero la valoración definitiva solo la dará con el paso de los años la crítica futura porque Parusía es una epopeya formal de tema audaz, con respuestas a las grandes incógnitas que plantean los novísimos cristianos. Igualmente contiene material sólido que va de las especulaciones escolásticas sobre los cuerpos gloriosos hasta la relatividad y la astronaútica.
Entonces cedió gratuitamente al Banco Central del Ecuador su Archivo compuesto de ciento ochenta volúmenes debidamente empastados de microfilms de documentos tomados del Archivo de Indias de Sevilla e Histórico Nacional de Madrid – como ya se dijo – que esperan una pronta edición, pero se quedó con la “Relación de documentos para la historia de la Audiencia de Quito” en cerca de ochocientas páginas, que constituye el Indice de dicha colección, pues es una selección y compilación sistemática de ella, cuyo acervo se halla a disposición de los estudiosos mediante el sistema de computación.
En Marzo del 87 apareció su antología “Ecos del Silencio” en 777 pags. con poemas tomados de Raudal, Soledades en la sangre y El Amor soñado en la muerte, así como otras composiciones inéditas tales como “Sueños de la Muerte “ y siguientes. Esta Antología sirvió para darle a conocer a las nuevas generaciones en su primera poesía, la anterior a Parusía y sin lugar a dudas muy superior.
En Julio se sintió mal de salud y fue operado de apendicitis, después de hernia y finalmente de la próstata pero logró superar su gravedad. Le visité en su casa cuando estaba en plena recuperación, hablaba bajito pero con parsimonia y juicio, recordaba fechas, personajes y anécdotas como cuando tuvo que sacar de urgencia y por la frontera con Francia a Raúl Andrade por haberse expresado años antes, mal y por escrito, del régimen franquista. En tal ocasión el dictador llamó a Rumazo para prevenirle que no respondía de Andrade si no se iba de España hasta el fin de semana y era miércoles.
Tuvo la cortesía de enseñarme su mundo privado, sus libros y entre ellos el Album que sacó sobre Mideros y circuló casi en privado y no con dibujos sino con fotografías en blanco y negro. Tambien un hermoso y grande óleo europeo que adornaba su comedor, con naturaleza muerta, etc. A los pocos meses, el 88, ganó el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo y nos volvimos a ver.
El 89 dio a la luz pública “Sendas y Encuentros” en 1.138 págs recopilación de sus más importantes escritos: Estudios sobre España y sus hombres representativos, la Colonia quiteña y su arte, la Independencia, los Próceres y hombres de la República, Ciudades y paisajes del Ecuador. Libro del recuerdo que se deja leer con gran facilidad y agrado, casi de corrido, por la agilidad puesta en el relato.
A mediados de Febrero del 95 se sintió muy débil, empezó a ahogarse y fue llevado al Hospital Metropolitano de Quito donde permaneció asilado dos semanas y finalmente falleció a consecuencia de varias complicaciones cardiacas y respiratorias el día 26, a la edad de noventa años y en uso de sus facultades mentales.
Fue un trabajador incansable, de mentalidad abstracta, intentó obras de gran extensión y enorme esfuerzo que sin embargo las menospreciaba al compararlas con su Parusía. Hablaba y escribía correctamente en inglés, alemán y francés. De baja estatura, esbelto, delgado, trigueño. Tuvo fe inquebrantable, disciplinado, trabajador, excelente padre y esposo y como amigo inmejorable.