RUIZ LOPEZ HIPOLITO

BOTANICO.- Nació en la villa de Belorado, diócesis de Burgos, España, el 8 de Agosto de 1754. Comenzó sus estudios con un tío sacerdote que le enseñó latinidad, de catorce años. El 68 fue enviado a estudiar en Madrid los rudimentos de Lógica, Física experimental, Química y Farmacia. Luego pasó al Jardín Botánico de Mogas Calientes, como así llamó al principio el Jardín de plantas en Madrid, bajo la dirección de los profesores Casimiro Gómez y Ortega y Antonio Palau Verdera. Con Remigia Gómez Martín, sobrina del primero, contrajo matrimonio y a través de este enlace se relacionó con lo más selecto de la ciencia y la política de su tiempo.
El Rey de Francia propuso al de España la conformación de una comisión científica que viajara a Chile y Perú a fin de explorar su fauna y flora. El 77 era profesor de Botánica y habiendo consultado el Rey Carlos III por medio de su Ministro José de Gálvez, al Director del Jardín Botánico de Madrid, Casimiro Gómez Ortega, acerca de la conveniencia de enviar a Sudamérica una expedición con el objeto de describir, dibujar y formar herbarios de los vegetales que se descubriese por aquellas partes, éste recomendó los nombres de sus discípulos Hipólito Ruiz y José Pavón como primer y segundo botánicos y de José Brunette e Isidro Gálvez como dibujantes, agregándose después el médico y botánico Carlos José Dombey (1742 – 1794) comisionado por el gobierno francés con igual objeto.
El 17 de Septiembre partieron a Cádiz los cuatro seleccionados, allí embarcaron al Callao en el navío “Peruano” al mando de José Córdoba, arribando en Abril de 1778 a Lima y tras las visitas de rigor a las autoridades y al Virrey comenzaron a trabajar en los alrededores por Chacras y Chanday. Entre Diciembre del 78 y Febrero del 79 viajaron a Lurín, valle escogido para iniciar las herborizaciones.
Entre Febrero del 79 y Abril del 80 recorrieron Lurín, Surco y Tarma, remitieron las primeras remesas de plantas, copiaron y pasaron en limpio los apuntes de campo. Entre Abril del 80 y Marzo del 81 siguieron a Huánuco en el interior, a Chincheros, visitaron sus montañas, Chinchao, la provincia de los Huamalíes, Pasco y la totalidad de los valles. Mientras tanto habían despachado a la corte en el navío “Buen Consejo”, once cajones de plantas disecadas con tres mil especies, doscientos cuarenta y dos dibujos y diecisiete macetas con plantas vivas.
En Abril del 81 nuevamente estaban reunidos en Lima para reorganizar las últimas remesas y planificar la continuación de los trabajos. En los meses siguientes recorrieron Chancay y Sayán. En Septiembre planificaron un viaje a Chile debido a que los levantamientos indígenas que asolaban todo el Collao, impedían cualquier labor en esa zona. Fue la época en que Túpac Amaru mantuvo en jaque por varios meses a las autoridades y al vecindario español.
En Diciembre tomaron el buque mercante “Belén” que transportaba vinos y granos. En Enero estaban en Talcahuano y recogieron plantas hasta el fuerte de la Concepción al sur del continente, siendo testigos del parlamento del Virrey Ambrosio 0’Higgins con los indios, dentro del fuerte Arauco, en Febrero del 82.
También recorrieron el río Bío – Bío y la hacienda Cuenco. En Diciembre herborizaron en la provincia de Rere hasta la fuente de Nacimiento. Desde Enero del 83 trabajaron en Santiago y Valparaíso hasta el 14 de Octubre, que regresaron a Lima a bordo del navío “Nuestra Señora de las Mercedes”, con la finalidad de embarcar enseguida a España, pero al llegar a esa capital recibieron la orden de continuar con la comisión y tuvieron que trabajar en Huánuco, Tarma y Cuchero en el interior.
Al mismo tiempo embarcaron en el navío San Pedro de Alcántara una gran remesa de cincuenta y cinco cajones de plantas disecadas, muestras de minerales, piedras, instrumentos, trajes indígenas y otras curiosidades, junto a ochocientos dibujos iluminados y más de treinta macetas con plantas vivas, pero un naufragio cerca de las costas de Peniche en Portugal dio con todo al traste. Felizmente, con las especies duplicadas que conducía Dombey y otros ayudantes de la expedición repusieron la mayor parte de las pérdidas.
En 1784 herborizaron en las montañas de Huánuco y Pozuzo. El 14 de Noviembre se incorporaron a la expedición el naturalista Juan Tafalla y el dibujante Juan Francisco del Pulgar, enviados de España con la consigna de ayudar, preparándose a colaborar desde el Perú en la publicación de los resultados del viaje.
A partir de 1786 recorrieron Macoa, Muño y las montañas de Pillao con viajes intermedios a Lima, primero de Tafalla y Pulgar, luego de Pulgar y Pavón, que desde Enero del 87 quedaron estables en esa capital armando una nueva remesa para enviar a España.
En Mayo murió en Pasco el dibujante José Brunette. Sus compañeros siguieron herborizando en la región de Pillao y en Chacalmasi hasta que el 11 de Octubre Ruíz y Pavón recibieron la orden de regresar a Lima para organizar los materiales y preparar la vuelta a la península, realizada a bordo del navío “El Dragón” que partió el 31 de Marzo del 88 y recién arribó a Cádiz el 12 de Octubre siguiente pues realizó escalas en diversos puertos.
Llevaban a España veinte y nueve cajones de herbarios y dibujos, así como más de cien plantas vivas para el Real Jardín Botánico de Madrid, habiéndose perdido cincuenta y tres cajones con ochocientos dibujos, plantas secas, semillas, resinas, bálsamos y minerales cuando el buque que los transportaba naufragó frente a las costas de Portugal como ya se dijo.
La expedición “R & P” como se ha dado en llamarla por las iniciales de los apellidos de los dos Botánicos que la trabajaron en Chile y Perú, había durado once largos años pero no por ello concluyeron los trabajos, que continuaron en el Jardín Botánico de Madrid donde Ruiz publicó en 1792 su “Quinología o Tratado del árbol de la Quina o cascarilla etc.” que tuvo tal éxito que pronto fue traducida al italiano, al alemán y al inglés, pero antes en 1790 obtuvo el título de boticario que le habilitó para instalar su botica pública en dicha capital, donde ejerció hasta su fallecimiento.
En 1794 editó también en Madrid el “Pródromus” conteniendo la descripción de los nuevos géneros descubiertos. El 96 ingresó a la Real Academia Médica Matritense con un discurso titulado “Disertaciones sobre la raíz de la Ratanhia, de la Calaguala, y de la China, y acerca de la yerba llamada Canchalagua”.
El 98 editó “De vera fuci natandis fructificacione, escrita por Ruiz, que trata sobre los sargazos y vio la luz la “Florae peruvianae et chilensis”, trabajada a medias con su socio Pavón, con las descripciones de las especies que forman esos géneros y cuyos volúmenes siguientes hasta tres más, aparecieron entre 1798 y 1802 y el Suplemento en 1801, con el detalle pormenorizado de nuevas especies aparecidas bajo las firmas de Ruiz y Pavón.
Hasta allí llevaban setecientas cincuenta y ocho descripciones y trescientas veinte y cinco láminas que suponen quinientos cincuenta y ocho dibujos de otras tantas especies.
Ambos sabios estaban perfectamente inteligenciados que les sería imposible publicar los doce volúmenes que contendría la obra total con tres mil descripciones y dos mil láminas, por eso el cuarto volumen fue el último que publicaron. En 1805 editó “Memoria sobre las virtudes y uso de las plantas llamadas en América Bejuco de la Estrella”.
En 1808 escribió el “Compendio Histórico, médico, comercial de las Quinas” aún inédito. Para Ruiz la botánica era una ciencia útil pues sirve a la Farmacia y por eso sus trabajos dieron importancia al interés terapéutico de cada vegetal, aclarando sus propiedades y usos que se pueden hacer, criterio que no era compartido por los botánicos Antonio José Cavanilles y su compañero de expedición Pavón. Con el primer mantuvo una fuerte polémica científica.
Falleció en Madrid en 1816 a causa de una hemorragia nasal.
La Expedición Ruíz – Pavón, sirvió para descubrir numerosos sitios, señalando detalles no solamente botánicos sino también físicos, con noticias curiosas e instructivas sobre la población, sus costumbres y grupos indígenas, construcciones antiguas, productos naturales y comercio, minerales, suelo, fauna y flora. Cada árbol, cada planta, fue cuidadosamente reseñada con arreglo a la clasificación linneana, indicando sus usos naturales y comerciales.
Se calcula que la expedición Ruiz y Pavón, llevó a España tres mil descripciones y dos mil trescientos dibujos, habiendo trabajado en dura competencia con los integrantes de la Expedición Botánica a la Nueva Granada por el conocimiento y control de las quinas andinas, lucha que formaba parte de la rivalidad existente entre los dos botánicos más afamados de España, el mencionado Gómez Ortega y el Abate Cavanilles, su sucesor en la dirección del Jardín Botánico de Madrid, que protegía a José Celestino Mutis y a sus colaboradores, quienes trabajaban en las zonas de Nueva Granada y Quito.
Ruíz y su compañero Pavón fueron sustituidos en el Perú y Chile desde el 84, como ya se dijo, por el joven botánico español Juan Tafalla, que trabajó en el Perú y en la zona de Guayaquil, continuando la identificación de las quinas en las zonas de Malbucho, Nono y Nanegal por el norte y Cuenca y Loja y Jaén por el sur, pues existía un furor económico en Europa por la adquisición de la quinina también llamada el Oro amargo, único remedio conocido contra las mortales tercianas o paludismo.
La correspondencia de Carlos José Dombey con sus colegas del Real Jardín de París apareció editada en 1905 por E. T. Hamy. La “Relación de Viaje” de la expedición Ruiz y Pavón recién en 1931 con comentarios y apéndices del padre A. Barreiro. En 1952 Jaime Jaramillo Arango, de Colombia, la volvió a editar sobre una versión manuscrita encontrada en el Museo Británico. También existe una amplia y actualizada bibliografía y su retrato al óleo se conserva en el Museo de Ciencias Naturales de Madrid apreciándose la similitud con la descripción física que su hijo realizara, a saber: De regular estatura, más que medianamente grueso pero de bellas proporciones, su tez algo morena, buenas facciones, negro el cabello y los ojos, y éstos vivos y penetrantes, las cejas bien pobladas, su fisonomía grave y en su cara estaba pintada aquella serenidad inseparable de un hombre de recto proceder. Su porte era sencillo con dignidad, su genio franco y muy generoso pero grave y circunspecto, en sus tratos sumamente formal, veraz y consecuente, fue prudente, laborioso, parco y muy celoso por la gloria de su nación.