POETA.- Nació en Celica, población fronteriza de la Provincia de Loja, en 1927. Hija legítima de Juan Francisco Rodríguez Mora, nacido en Mangahurco, Parroquia Cazaderos, profesor primario de la escuela Adolfo Correa de ese sitio, donde conoció a su colega Amelia Bustamante Toledo natural de Celica, con quien casó y pasaron a enseñar a la escuela Miguel Riofrío de Loja. El era un buen hombre, de ideas completamente izquierdistas y autor de numerosos poemas.
La mayor de nueve hermanos, tuvo niñez feliz aunque sacrificada en los quehaceres de casa. Su madre le enseñó las primeras letras su padre la estimulaba y orientaba en sus lecturas. Me quería mucho y en las tertulias caseras era su preferida. Un día, oyendo las poesías que yo escribía a mi mamá, pero que se las recitaba a él, se conmovió y me obsequió el libro Los lectores modernos de “Torres Quintero”.
Como sus padres eran profesores rurales viajaba mucho por eso inició la primaria en el Jardín de Infantes Santa Mariana de Jesús de Loja, siguió en la escuela Miguel Riofrío y luego en la Adolfo Correa del sitio Mangahurco, Parroquia de Cazaderos. De regreso a Loja estudió en la escuela 18 de Noviembre a cargo de la profesora Rosa Toledo de Herrera, a quien recuerda con admiración por su gran ternura, quien solía prepararla para que se luciera con recitaciones en las fechas cívicas. De allí siguió a la escuela de las Madres Marianas, el 30 comenzó la secundaria en el colegio mixto Bernardo Valdivieso y tuvo de compañeras a Libia Cueva, Amanda Espinosa, Amelia Ordóñez. “Mi maestro Gustavo A. Serrano Masache nos ejercitaba en la literatura. Fui deportista, capitana del equipo de Basket y triunfé en un concurso de natación. Entonces era costumbre realizar veladas culturales que preparaban los profesores Luis Felipe Mora, Emiliano Ortega Espinosa, Carlos Manuel Espinosa y Carlos Enrique Carrión Aguirre, yo siempre participaba con recitaciones y recibía nutridos aplausos”.
El Dr. Sergio Espinosa ha escrito; Aun resuenan en los ámbitos Bolívar su voz clara de argentada campana, invitando a las delicias de escucharla. Su profesor Gustavo Serrano escribiría después: Amó el arte de la declamación adquiriendo una privilegiada emotividad, un señero sentido de elevación, una delicada pureza, para perfilar en su poesía el severo sentido de selección y armonía que culminaría su juventud.
En 1945 ingresó a la Facultad de Derecho y a la de Ciencias de la Educación. Sus padres acostumbraban realizar con frecuencia unas tertulias artísticas y familiares con la presencia de poetas de la categoría de Máximo Rodríguez Jaramillo, el presbítero José María Rodríguez Alvarado, Emiliano Ortega Espinosa, Carlos Manuel Espinosa, Luis Mora Ortega, etc. El 50 se recibió de licenciada en ambas, como presidente de la Asociación Femenina Universitaria concurrió al Congreso de la FEUE en Cuenca y cuando la recitadora argentina Bertha Singerman visitó Loja la acompañó en la velada nocturna de su presentación con los poemas Casa Familiar de Eduardo Mora, poema del retorno de Benjamín Carrión y Poema Inmortal de Julio Isaac Espinosa. EI 51 egresó.
El 53 se inició en el magisterio, de profesora del Liceo 24 de Mayo, contrajo matrimonio con el Dr. Jorge Cabrera Ocaña, natural de Ambato, pero la unión duró únicamente hasta el nacimiento de su hija Fédora.
En 1954 estuvo entre las profesoras del Colegio Nacional de señoritas “Beatriz Cueva de Ayora”, ejerció el Vicerectorado en dos ocasiones, 1956 y 1965, y colaboró en su revista con poesías varias.
En 1956 fue designada miembro del Núcleo de Loja de la CCE. El 60 obtuvo el I Premio en el Concurso literario promovido por la Facultad de Ciencias de la Educación.
El 61 publicó “Mensajes de mi sangre” en 63 páginas, con 22 poemas escritos entre 1952 y el 56, dedicados a su madre, al amor y a la poesía, a su hija, con fe y entusiasmo fragmento // donde el amor acaba, comienzan las tinieblas / mas dulce es llevar un calvario de amor / hecho luz en las venas / que sentir el dominio de las más densas sombras. // (1)
El 66 editó un segundo poemario “Raíces de amor y dolor” con portada de Homero Pozo Vélez, en 68 páginas.
Posteriormente dio a la luz un tercero: “El rostro del amor” en 123 páginas, volviendo con más pasión que antes al tema del amor, en el que quema sus alas desde que comenzara a versificar con alma de joven encantadora. En ella el amor adquiere categoría obsesionante, de desgarramientos interiores y dolorosos, de desolada tristeza al sentirse irremediablemente sola y sin embargo, guardando una razonada y equilibrada postura, no se rebela ni maldice y solo atina a buscar refugio en la religión, que pese a su sino inmerecido, ha logrado mantener.
Por entonces ocupó la Vicepresidencia de los grupos literarios “Altasierra” y “Viernes” dirigidos por los Dres. Carlos Manuel Espinosa y Carlos Enrique Carrión Aguirre respectivamente, con Alfredo Jaramillo y Gonzalo Rodríguez y colaboró en ambas revistas.
En 1970 fue miembro del grupo “Nueva Era” con el Dr. José Marta Vivar Castro, empezó a dictar la cátedra de Castellano y Literatura en el Colegio Particular “La Porciuncula” y las de Didáctica General y Práctica Docente en la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Loja.
En 1973 recibió la condecoración al Mérito Educacional que le confirió el Concejo Cantonal de Loja. El 86 fue condecorada por el Consejo Provincial con el Mérito Literario.
Vivía jubilada en su villita limpia, pequeña, clara y alegre, donde todo invitaba a un remanso de paz, a la armonía espiritual en pulcritud y belleza; pendiente, cuidando y criando a sus tres pequeñas nietecitas, sobre las que había volcado sus efluvios y ternuras, que bien pudo dedicar al esperado amante de todo corazón tierno y romántico como el suyo. Se entregó a la poesía como vía de escape, por los convencionalismos de una sociedad bucólica y rural como es la que habita las campiñas lojanas.
Ejemplo de mujer, pues todo lo que es se lo debe a sí mismo, a su esfuerzo, a su lucha permanente. Ejemplo de intelectual, racionalista sobre todo sentimentalismo, que ha vivido a través de las cátedras y sus versos, la dura y diaria realidad de mujer sola.
Era una abuelita cariñosa, inteligente, algo gruesa, de voz delicada y femenina, que sin embargo soñaba, sentía, pensaba y escribía en plenitud de belleza. Era una de las mujeres más importantes del país, por sus obras de tensión lírica amorosa y acentuada religiosidad, por su larga trayectoria de trabajo poético, por sus versos nerviosos. Estaba en la plenitud de auténtica lírica, Tenía un cuarto poemario aún inédito.
En 1998 comenzó a sufrir un deterioro en su salud y tras disponer la cremación de su cuerpo, falleció en Loja, la noche del viernes 12 de Noviembre, de 71 años de edad, y fueron sepultadas sus cenizas el sábado 13, tras un homenaje en el salón Principal del Instituto Técnico Superior Beatriz Cueva de Ayora.