INDUSTRIAL.- Nació en Guayaquil el 14 de Julio de 1887. Hijo legítimo de Manuel Rodríguez y Rodríguez – 1834 – 1912 natural de la Villa de Porriño, Provincia de Pontevedra, Galicia, España. marino de la Armada Real española que al acogerse al retiro pasó a Lisboa y compró un barco de cabotaje (carga y pasajeros) que hacía viajes de Panamá a Valparaíso, luego adquirió otros y mejoró el negocio. Por amistad con los Williamson, propietarios de los mayores silos de Lima, decidió en 1865 quedarse en esa capital. En un viaje conoció en Guayaquil a Angela Bonín Cuadrado y se casaron en 1870. Su biografía puede verse en este Diccionario.
Ella era hija de Juan Bautista Bonin Sanguinetti natural de Cova di Lavagna en la Liguria, próspero comerciante, propietario de una de las ferreterías del puerto, situada en Pichincha y Diez de Agosto, que Rodríguez ayudó a mejorar, y de Teresa Cuadrado Yanes de Sibambe, provincia del Azuay.
En 1874 un aviso publicitario anunciaba “M. Rodríguez e Hijo”, importadores, exportadores, comisionistas, importación de mercadería de Europa y los Estados Unidos, Harinas de New York, sardinas y conservas de Vigo. Cobro de letras y demás efectos comerciales. Compra y venta de valores fiduciarios nacionales y extranjeros con fondos en mano y sin ellos, con garantía a nuestra satisfacción, estipulando comisión mínima. Vendemos Letras de Cambio y expedimos Cartas de Crédito sobre plazos fijos. Municipalidad N° 200 y Pichincha.
Su hijo José fue el segundo de una larga familia y aunque nació en Guayaquil, fue inscrito en el consulado español, y como le llevaron de pocos meses a Vigo siguió estudios primarios y secundarios en el Colegio jesuita del Apóstol Santiago ubicado en la población cercana de La Guardia.
En las vacaciones le enviaban a Francia, Suiza, Alemania. Inglaterra e Italia hasta obtener el grado de Bachiller en Humanidades Clásicas en 1906 con magníficas calificaciones y teniendo todo listo para hacer la carrera de Ingeniero en Manchester su padre resolvió que atendiera los negocios familiares de Guayaquil, le mandó a prepararse un año en cuestiones económicas y comerciales en la Universidad jesuita de Deusto y fue escogido para venir a América pues Manuel, su hermano mayor, encontró que no podía acostumbrarse al calor de Guayaquil y se regresó a Vigo dos meses después.
Era un joven bajito, simpático, correcto y jovial, que hablaba fluidamente el gallego, inglés y francés, entendía el vasco y tenia mucho trato social, amaba los viajes, las fiestas y sobre todo los deportes marinos.
A mediados de 1906 la familia Rodríguez Bonín pasó por ultima vez a Guayaquil, vinieron casi todos y el dos de mayo José fue emancipado ante el Escribano Federico Bibliano Espinoza para que pudiera ejecutar actos de comercio a pesar de no haber cumplido aun los veintiún años, edad mínima legal por entonces; de suerte que bajo la asesoría del Subgerente del Banco del Ecuador Eduardo Game Balarezo y de los abogados de la familia Dres. Manuel Tama Vivero y Heleodoro Castro, entró a administrar y dirigir la ferretería, el almacén y bodega de productos agrícolas, la hacienda El Naranjo en Pueblo Viejo, las acciones mayores y menores en los Bancos del Ecuador, Italiano, Territorial y dos propiedades urbanas muy valiosas ubicadas en Diez de Agosto y Pichincha y en Clemente Ballén entre Pichincha y Pedro Carbo.
En 1909 sus amigos Pedro Pablo Camposano y Francisco Coello le llevaron al recién inaugurado balneario de Salinas que le agradó muchísimo y se convirtió en uno de sus mayores propulsores, pues adquirió la lomita de la entrada, ayudó a los pobladores, realizó obras etc. Ese año presidió el directorio de la Compañía de Alumbrado de Gas.
En 1910 adquirió a Francisco Martínez de Lara dos terrenos grandes ubicados en la calle Vacas Galindo y la Ría que destinó para jardines y como recién había comprado en Chicago una velocísima lancha automóvil con motor a gasolina, de 27 pies de largo, que bautizo “La Vigesa Primera” en recuerdo a Vigo, hizo construir en el mayor de los terrenos un embarcadero muy completo. Algunas tardes iban a visitarle Juan Alfredo Wrigth Aguirre y Alberto Dáger Rendón, quienes también tenían embarcaciones a motor y a vela y juntos salían a realizar excursiones fluviales y marítimas.
También en 1910 entró en tratos para formar una compañía de Vapores con Emilio Estrada Carmona y Francisco Urbina Jado que no se concretó por los asuntos políticos del país , ingresó como socio activo a la Sociedad Española de Beneficencia y fue designado miembro del directorio de la Compañía de Seguros contra incendios.
En 1912 falleció su padre en Vigo. El 9 de Octubre de 1913 ganó la primera carrera de lanchas tipo automóvil que se corrió en la ría compitiendo con La Rama de Felipe Mendoza Coello a) el Conde y con La María de Alejo Madinyá Lascano, la partida la dio el buque Libertador Bolívar con un pequeño cañoncito de salvas y el trofeo fue donado por la Municipalidad. En eso, como en muchas otras actividades, hizo de pionero.
Ya era miembro de los Directorios del Banco del Ecuador y Territorial, de la Compañía de Seguros y Vicepresidente de la Caja de Ahorros.
En 1915 liquidó las existencias del almacén y la ferretería, grave decisión que a la larga gravitaría negativamente sobre su economía. El 18 estuvo entre los fundadores de la Sociedad de Puericultura y desde el 21 fue Inspector de la Casa Cuna de esa institución. El 19 presidio El Directorio de la Compañía de Teléfonos y con su hermano el Ing. Juan Rodríguez Bonín presentó un proyecto para la construcción de un inmueble de aduana a la altura de la Avenida Olmedo. El Congreso decidió apoyarle, dado que el financiamiento corría a cargo de dichos hermanos y señaló una última sesión que se realizaría en Guayaquil en homenaje al Centenario de la Independencia, pero como dicha sesión no llegó a celebrarse, se perdió la gestión.
Ese año su hermano Juan también elaboró un proyecto para el dragado de las barras del Río Guayas obra que devolvería a Guayaquil toda su importancia como puerto. Igualmente otro proyecto de canalización integral con detalles técnicos, como la colocación de sifones en el interior de los tubos para impedir que los mosquitos penetren por los sumideros. Años más tarde, cuando la Compañía White obtuvo la licitación de la obra y no colocó los sifones, empezó la proliferación de dichos insectos con grave daño para la salud pública.
En 1920 levantó en Guayaquil el primer edificio de cuatro plantas que conoció la ciudad. Su construcción era de madera por las dificultades propias para importar cemento de Europa. Estuvo ubicado en la esquina sureste de Chile y Ballén pero se combustionó totalmente en 1939 tras accidentarse el avioncito llamado El Diablo Rojo, piloteado por N. Sandoval, cuyo motor encendido rodó por la calle hasta chocar con la lavandería en seco del español Tobalina, en los bajos de la casa, lado de Chile.
En 1921, sabedor que su madre pensaba visitar Guayaquil, inició la construcción de una villa tipo chalet francés con frente a la calle Vivero No. 305, sobre el mayor de sus dos solares. La construcción demoró un año, personalmente dibujó los planos. Hizo venir de España la mayor parte de los materiales y aún de los muebles, pues la decoración se realizó allá. La villa tuvo dos pisos y un mirador, los extensos jardines empedrados tenían 3.750 mtrs. 2 con puentecitos y linternas japonesas, poseía el embarcadero con parrillas para lanchas en la parte del río y su frente daba a la calle principal. Una alta y artística reja rodeaba esa extensión pero las puertas siempre estuvieron abiertas al público y a los turistas extranjeros que llegaban a Guayaquil a bordo de los vapores de La Grace y eran conducidos por los guías de esa empresa naviera a visitar la villa.
Pronto “La Villa” se convirtió en el sitio de mayor atracción de la ciudad, los padres llevaban a sus hijos, las monjas del Colegio de la Inmaculada a sus alumnas internas y hasta la Municipalidad pidió en varias ocasiones a su propietario que permita enseñarla a los visitantes ilustres, para lo cual se abrió un libro de Honor que hoy existe en poder de sus descendientes.
“La Villa” se componía en la planta baja de un gran Hall de entrada decorado con mosaicos españoles y ostentaba un gigantesco tapiz europeo que cubría la totalidad de la pared del fondo y tenía motivos mitológicos (ninfas bañándose en una laguna) aunque poco antes de su matrimonio y para no ofender el pudor de su esposa, Rodríguez Bonín lo tapó totalmente con otro de motivos moriscos y tan valioso como el anterior, quedando el primero en el olvido sin haber sido nunca removido de su sitio. Ambos estaban firmados. En mitad del hall había una gran mesa de madera tallada y mármol, sobre la cual descansaba el Libro de Honor para la firma de los visitantes, cubierto de una tapa de cuero color café. Las paredes exteriores de la Villa eran de zinc repujado con hermosos dibujos similares a los papeles tapices de la actualidad. Las paredes interiores, en cambio, eran de finas maderas charoladas.
El comedor de piso de parquet, la mesa para veinte personas, modelo inglés Chipendale, con platería europea martillada, juego de copas de cristal y vajilla de porcelana. Una gran lámpara de plata en el centro y cuatro lámparas más pequeñas de cristal de bohemia art nouveau en los costados (x) La cocina grande y espaciosa, tipo europeo, con perchas y anaqueles de caoba, daba hacia la parte posterior con los patios y jardines y se comunicaba con el comedor por una ventanita. Los cuartos de servicios tenían sus propios baños.
(x) En 1923 el diario “El Faro” de Vigo publicó la siguiente nota: La vajilla utilizada en el banquete dado a los reyes (Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Batemberg) en su visita a Vigo – Los Sres. don Manuel Alvarez e hijo que, como saben nuestros lectores, son dueños de una importante industria que honra con la calidad de sus artículos al comercio local, facilitaron el servicio de mesa que se utilizó en el banquete que el Ayuntamiento ofreció a sus Majestades en el Círculo Mercantil, La vajilla en cuestión se exhibe en el escaparate del establecimiento que poseen en el No. 29 de la calle Policarpio Sanz, es de porcelana de Limoges y lleva una noble cenefa de oro incrustada a mano sobre fondo verde. La forma y los dibujos en relieve son de exquisito gusto artístico. Del valor de esta vajilla da idea el hecho de que sólo cuatro existen en España. Una la posee el señor Bedriñan dueño del Castillo de Montereal en Bayona. Otra el Embajador de los Estados Unidos en Madrid. Otra don Manuel Alvarez, Gerente de la razón social, y la que está en venta en la casa Alvarez e Hijo. Esta misma casa ha vendido una vajilla igual para Guayaquil, adquirida por los señores de Bonín. El cristal (se refiere al juego de copas utilizado en el banquete) de fina y bella traza de elegantísima forma, modelo copa alta, procede de Val Saint Lamber, Bélgica, y es género exquisito. Todas las piezas fueron talladas a mano. Otro juego igual de copas también fue adquirido para Guayaquil.
La bodega destinada a conservas en general incluyendo los infaltables quesos, caramelos, galletas y chocolates. En el piso se abría una escalera que conducía hacía la cava con vinos y licores y en el centro un gran barril de cerveza importada de Alemania. Todo a la europea. Sin embargo, la mayor atracción de la planta baja eran sus tres grandes salones, el Escritorio y la Pinacoteca de óleos nacionales de Pinto, Manosalvas y Mideros.
El Principal era realmente regio pues tenía cabida para un centenar de personas, situado a la izquierda del hall y tenía el piso de parquet como los demás salones. El mobiliario era de estilo francés, se componía de un juego de muebles Luis XVI en pan de plata y tapiz celeste a rayas, de veinticuatro piezas entre sillas y sillones, aparte de cuatro consolas de mármol y espejos bicelados belgas, dos enormes bull y se alumbraba con una lámpara central gigante de bronce y cuatro esquineras de cristal de Bohemia. Una alfombra celeste y plateada Aubusson y grandes cortinajes celestes completaba el decorado.
Seguía hacia un lado el segundo salón llamaba de Música, con piso de parquet, un pequeño piano de cola de fabricación norteamericana, que en realidad era un radio tocadiscos, rara atracción de esa época. También existía una pianola y una extensa variedad de discos y de rollos musicales. En las paredes existían colgados numerosos instrumentos de viento. El mobiliario Art Decó se completaba con finos adornos de porcelana y opalinas art nouveau. La lámpara Tiffany y la alfombra Aubusson.
El tercero se llamaba El Salón Chino porque los muebles y la mayoría de las porcelanas le habían sido obsequiados por los comerciantes de dicha Colonia en agradecimiento a sus gestiones en el directorio del Banco del Ecuador. Los muebles eran tallados en finas maderas negras con motivos florales, pequeños ratoncitos y racimos de vid. Se componía de doce grandes piezas construidas en la colonia portuguesa de Macao. Dos gigantescos jarrones Ming, azules y blancos, flanqueaban la entrada. El segundo juego de muebles también chino y tallado, lo era en madera de sándalo con otros motivos. Tanto los salones como el comedor se abrían con puertas de madera que se deslizaban hacia los lados. Las aldabas eran de bronce y proporciones grandes.
Seguía hacia atrás el escritorio tipo inglés, con muebles muy cómodos, forrados en cuero café, traídos de Londres.
El segundo piso contenía otro espacioso Hall y seis dormitorios de gran tamaño con sus respectivos baños con tinas de patas de león, boudours de espejos biselados belgas, duchas francesas redondas que lanzaban chorros de agua por los costados.
Dos balcones gigantescos, uno para la calle Vivero y otro para la Ría, conectados entre sí por un largo y acogedor corredor, invitaban al descanso, a la sombra de grandes plantas trepadoras. El balcón principal daba sobre la entrada que era de grandes proporciones.
El muelle permitía embarcar a los invitados en la lancha automóvil denominada “La Viguesa” con la cual se realizaban frecuentes viajes por el rio.
Del dormitorio principal se subía por una escalera a la torrecilla mirador o alto sano cubierto con techo de tejas y muebles de madera, donde existía un telescopio sobre un trípode para admirar el paisaje en sus lejanías. El conjunto era armónico y bellísimo. Nadie jamás antes ni después ha tenido en Guayaquil una mansión semejante, ni nadie ha vivido con tal boato y fasto. La Villa se complementaba con un jardín botánico y un zoológico. Para el primero importó frutos exóticos como el jontop del Japón y la chirimoya china del Asia central, diversas variedades de mangos de La Habana y varias clases de hermosísimas orquídeas, únicas en Sudamérica. Para el zoológico trajo un orangután del Africa que se volvió bravo al vivir sin pareja, terminó mordiendo a su cuidador y fue entregado gratuitamente al Zoológico de Santiago de Chile. Un chimpacé muy inteligente que aprendió a abrir la cerradura de su jaula y se iba a la cocina a comer todo lo que podía, de preferencia le gustaba la ensalada de aguacate. Tenía monos de la amazonía, cacatúas de las Islas canarias, una exótica arpía, aves del paraíso, un Cóndor de los Andes, un pavo real macho de gran cola verde que era la atracción principal del conjunto, venados, tigrillos. un estanque de peces tropicales y pájaros de las más variadas especies ecuatorianas que brindaban hermosos y continuos conciertos. Por ello, la Real Sociedad de Zoología de Londres le designó Miembro de Número.
La noche de la inauguración se celebró una recepción de etiqueta para quinientas personas con baile hasta bien entrada la madrugada. La empresa “Ambos Mundos” de Alejo Matheus Amador, periodista que escribía en El Nacional y La Linterna de Quito; Eduardo Rivas Ors, propietario de la empresa productora y distribuidora de Films y del cine Edén; Nicolás Bayona y Francisco Parra filmaron los interiores y exteriores en un rollo de 16 milímetros que tituló “La Villa de don José Rodríguez Bonín” y pasó esa “vista” en diversas funciones del Edén causando asombro en la concurrencia.
El 29 de marzo de ese mismo año 21 fundó la empresa “Industrias y Construcciones Compañía Anónima” por escritura pública celebrada ante el Escribano Federico Bibliano Espinosas, con un capital de trescientos mil sucres dividido en treinta acciones de diez mil sucres cada una, veinte y seis de las cuales fueron suscritas por Rodríguez Bonín, dos por Eduardo Game Balarezo y dos por León Franklin Price. La idea había nacido por la cantidad de cemento Portland que el país importaba de Alemania, Inglaterra y los Estados Unidos y que ascendía a las tres mil toneladas anuales, que llegaban a Guayaquil en barriles. Sus hermanos de España le apoyaban, igual su primo el Dr. Rodrigo Puig Mir y Bonín y a sus amigos Francisco J. Camposano, Antonio Madinyá Lascano y Pablo Arosemena Merino.
Poco después viajó a Alemania y contrató con la “Fried Krupp A. G. Grusonwertk” empresa especializada en maquinarias y en fábricas de cemento, la instalación de una planta cementera en Guayaquil.
El 17 de marzo de 1922 contrajo matrimonio con María Luisa Game Castro, hija de Eduardo Game Balarezo, Gerente General del Banco del Ecuador y de su prima hermana Rosa de los Angeles Castro Balarezo. Matrimonio feliz. La luna de miel fue por Europa, el primer hijo falleció de horas en Vigo porque se pasó el parto, después nacerían dos más, un hombre y una mujer: Eduardo y María del Pilar.
De España hizo traer uno de los automóviles más finos que se ha visto en este país. Se trataba de un modelo de colección de la afamada casa “Elizalde”. Era grande, elegante, con un potente motor de diez cilindros y en él realizó continuos viajes por las zonas aledañas a Guayaquil, pero a principio de los años treinta fue chocado cuando se hallaba al pie de la oficina Rodríguez Bonín y tuvo que ser enviado a Vigo para su reparación. Finalmente lo obsequió a su hermano mayor Juan, con quien siempre fue muy unido.
La empresa Elizalde fue fundada en Barcelona en 1914 por el Ing. Arturo Elizalde pocos meses antes de iniciarse la Primera Guerra Mundial para competir con los vehículos que sacaba la compañía Hispano – Suiza. El primer modelo Elizalde tenía un motor de 15 H.P. En 1919 salió un nuevo modelo. El 21 se presentaron cuatro modelos diferentes en el Salón de París, desde 1922 los automóviles eran de 8 y de 10 H.P. pero en 1928 los talleres se trasladaron a Francia para dar paso a la fabricación de motores de aviación de 8 cilindros en línea y 8.100 cmtrs 3 y dejó de producir la línea automotriz, a los catorce años justo de haber comenzado, de allí la rareza de estos vehículos hoy en día.
El 6 de Abril del 22 se había firmado en la Gobernación, con Jorge Pareja Pareja titular del despacho, el correspondiente contrato de exoneración del pago de los impuestos fiscales y municipales para la maquinaria, materiales, depósitos, casa – laboratorios a utilizarse en la fábrica de cemento.
En Mayo había hecho venir al país a un grupo de técnicos extranjeros de la fábrica Fried Krupp A. G. Grusonwerk. Entre ellos mencionaremos al Ing. Otto Dormann, científico, poseedor de algunas patentes internacionales, jefe de la Krupp, Erick Blumel, el Ing. Karl Justus, Hermán Wanke, Willi Funke que hizo de hornero, Paúl Brocker y Willi Zombronner que dirigió la construcción de la fábrica de cemento en el sitio Las Cañitas, al pie de uno de los ramales principales del Estero Salado (adquirido a la Junta de Beneficencia de Guayaquil) pues la gasolina y el diesel se importaban del Perú por barco. A la fábrica se le impuso el nombre de San Eduardo, en honor a su suegro Eduardo Game Balarezo, a quien siempre admiró mucho, eran grandes amigos y le había apoyado crediticiamente en el proyecto.
En Noviembre trató de mediar en la huelga general declarada por la Confederación Obrera del Guayas, que degeneró en el enfrentamiento del ejército con el pueblo desarmado y en la matanza de obreros ejecutada en horas de la tarde del 15 de ese mes.
El 23 fue designado miembro de la Junta de Mejoras de la Península de Santa Elena y comenzó los arreglos del primitivo caminito de verano, también llamado Trillo, con un tractor norteamericano “Forzum” de su propiedad. Las gasolina llegaba en latas del Perú y Rodríguez Bonín la hacía conducir al almacén de Nicolás Peso, situado a la entrada de San José de Amén hoy Progreso. Los viajeros salían de Guayaquil en la madrugada, pasaban por Bajada del Morro hoy Cerecita y arribaban a San José de Amén donde se aprovisionaban de gasolina. Allí contrataban a un cholo sabanero, que ayudado de una pértiga y de pié encima del pescante, iba enseñando el camino al chofer para que no cayera en algún hueco oculto por la hierba en medio de la pampa semidesértica. Finalmente se llegaba a los baños termales de San Vicente después de casi doce horas de viaje donde los viajeros descansaban, cenaban y dormían, y al día siguiente seguían a Santa Elena y a Salinas, era toda una aventura, pero a causa de los arreglos efectuados se disminuyó el tiempo a sólo diez horas y se podía arribar a Santa Elena al caer de la tarde, donde se disparaba cohetes para que se enteren en Salinas del arribo de los visitantes esa misma noche. En alguna ocasión, por prender cohetes en Santa Elena se le enredó uno en un anillo con un buen brillante que siempre portaba y perdió parte del dedo y por supuesto la valiosa joya que salió disparada con parte del dedo.
El contrato con la fábrica Krupp se realizó bajo la modalidad de llave en mano, es decir, que el proveedor debía entregarla armada y puesta en marcha. El costo inicial fue de $ 1.850.000 pero al finalizar la construcción se había elevado a $ 2.500.000. Según opinión de Guillermo Arosemena, en su Historia Empresarial del Ecuador, esta fue la inversión privada más grande que se había hecho en el Ecuador, consumió todos los recursos de Rodríguez Bonín y le significó endeudarse con la banca. La fábrica fue ideada para una producción de setenta toneladas y la comercialización se realizaba mediante sacos de 45 kilos (un quintal) con la marca Cóndor. Entre alemanes y españoles trabajaban cerca de diez técnicos, quienes manejaban las máquinas más sofisticadas, algunos de ellos se quedaron a vivir en el país. El personal nacional sumaba quince operarios para el manejo de los motores, secadoras, molinos, silos, hornos rotativos, balanzas, tableros de control, laboratorio. Los técnicos españoles eran Ingenieros químicos e industriales en la fabricación de cemento: Manuel Jiménez Fraile y Adolfo Gómez Mora.
El 12 de Julio del 23 pudo finalmente inaugurar la fábrica con la presencia de los Ingenieros Maertz, Jefe de la Krupp en Alemania y Otto Dorman, que dio la inspección final y puesta en marcha. El suceso revistió una importancia capital para el desarrollo de Guayaquil, puerto que entonces se componía de casitas de madera y caña aunque muy pocas se levantaban de cemento, presagiando un gran futuro a la empresa pero la venta no fueron como se pensaba y le impidieron cancelar a tiempo la deuda con el Banco del Ecuador.
El cemento obtenido era del tipo Portland internacional y se vendía a S/. 3.50 el quintal. La Cemento San Eduardo fabricaba por la vía seca, procedimiento que aún se usa, entre 60 y 70 toneladas diarias. El Ing. Quím. Manuel Jiménez Fraile, venido de España, tomó a cargo la dirección de los trabajos cuando los alemanes volvieron a Europa.
Las primitivas instalaciones se situaron en un muelle construido de 60 metros de largo por 6 de ancho sobre un ramal del estero por donde era aprovisionada de combustible, dada la falta de caminos estables en invierno. El combustible venía del Perú a bordo del vapor “Ministro Game” adquirido en 1922 para ese único objeto. Otro barco gemelo, el “Manuel Rodríguez”, también comprado ese año, terminó vendido en Panamá por innecesario. La gran bodega de almacenamiento del cemento estaba detrás del actual colegio Vicente Rocafuerte. En 1924 hizo filmar un rollo de 16 milímetros con “vistas” de la Cemento San Eduardo. Las vistas se pasaron en los cines Olmedo y Edén de Guayaquil para difusión de esa grandiosa obra industrial. Igualmente editó un Libro conmemorativo con los detalles técnicos y económicos y numerosas fotografías de sus interiores: máquinas, hornos y principales personeros. Rodríguez Bonín no escatimaba esfuerzo alguno cuando se proponía hacer algo y hasta el agua potable hacía extraer de dos pozos subterráneos, que almacenaba en un aljibe de diez mil litros de capacidad colocado en la cúspide de uno de los cerros vecinos.
Ese año, motivado por el buen éxito alcanzado, cometió el error de seguirse endeudando y pidió dos nuevos hornos a Alemania para aumentar la producción de cemento. La piedra caliza que utilizaba la fábrica, provenia de los cerros cercanos, con hasta un noventa y nueve y medio por ciento de cal pura. La comercialización se realizaba en barcazas que transportaban el cemento a la ciudad, y para la provisión de piedra caliza entró en conversaciones con los dirigentes del ferrocarril a la costa a fin de construir un desvío que dure cuatro minutos y lleve el material utilizado hasta las instalaciones de la fábrica.
El 14 de Julio de 1925 recibió un Poder General de Leonidas Plaza Gutiérrez que salía exiliado a los Estados Unidos a causa del triunfo de la revolución Juliana. Poco después ocurrió el alzamiento en Guayaquil del Mayor Ildefonso Mendoza Vera, apoyado por la guarnición del Fortín de Punta de Piedra y como el Coronel Ricardo Astudillo debía salir a dominarlos, Rodríguez Bonín le facilitó sus canoas grandes de hierro movidas a motor, que tenía para el transporte de cemento. En ellas colocó Astudillo a su tropa y en uno de los ramales menos transitados sorprendió por la retaguardia a los del fortín y obtuvo su rendición sin disparar un solo tiro.
A fines de ese año fue designado Miembro principal de la recién creada Junta de Hacienda y representó al Banco del Ecuador en las Juntas de Banqueros celebradas en Quito entre Febrero y Marzo del 26.
El 27 recibió su herencia materna que invirtió casi en su totalidad en amortizar las deudas en el Banco del Ecuador y viajó a New York por negocios. En el muelle fue recibido por una nutrida delegación de colegas Presidentes de Bancos que lo escoltaron en sus lujosas limusinas al Waldorf Astoria. Esa noche le fue ofrecida una Cena de Gala pues tenía el cargo de Presidente del Directorio del Banco del Ecuador. Dos días después siguió a Vigo, llegó, rezó por la memoria de su madre, siempre fue muy católico, siguió a diferentes países de Europa y consiguió varias líneas de crédito para el banco. Por eso no pudo intervenir en la sesión constitutiva del Guayaquil Yacht Club pero se incorporó a su regreso.
En 1929 al ocurrir la catastrófica quiebra de Wall Street, suceso totalmente inopinado y quizá único en la historia financiera de ese país, el Banco del Ecuador vio desaparecer la totalidad de sus depósitos en dólares en cuatro importantes Bancos newyorquinos y a consecuencia de ello, ya sin respaldo, disminuyó la emisión de sus Cartas de Crédito pues empezó a sufrir la gravísima crisis económica de los años treinta, que afectó a occidente y muy particularmente a América Latina.
Para Junio del 31 cundió el pánico financiero en Guayaquil, la gente retiró sus depósitos bancarios, la situación se volvió insostenible y ante el temor de una quiebra los directivos del Banco del Ecuador prefirieron cerrar voluntariamente las puertas. Los créditos fueron declarados de plazo vencido por el liquidador Luis Vernaza Lazarte (entre ellos el de la Cemento San Eduardo) y se designó un Interventor para dicha empresa, pues era una de las principales deudoras. Rodríguez Bonin pudo capear la situación vendiendo parte de sus bienes, en un vano intento de salvar la fábrica, entre estos (la mitad de la manzana ubicada en Huancavilca y Chile por solamente quince mil sucres y varias joyas muy valiosas de familia) y así prolongó la vida de la Cemento por casi tres años.
Entre el 31 y el 33 la fábrica siguió funcionando aunque con altas y bajas. El 34, perurgido por el Liquidador Luís Vernaza, quien – contra toda lógica – había dispuesto el cierre de la fábrica con una pérdida para su propietario de ciento cincuenta toneladas de klinker listo para los molinos y bajo amenaza de sacarla a remate público, su fundador debió arrendarla a la Ecuatorian Corporation, perteneciente al grupo del inversionista norteamericano Hope E. Norton (propietarios de la Cervecería, la fábrica de hielo, terrenos en Duran, etc.) por diez años renovables por igual tiempo. Los arrendatarios tenían el respaldo financiero de sus bancos norteamericanos que veían en el Ecuador un país rentable y seguro y adelantaron trescientos cincuenta mil sucres a buena cuenta, dinero que sirvió para cancelar la totalidad del crédito hipotecario con el banco y Vernaza devolvió finalmente a Rodríguez Bonín la totalidad de las acciones de La Cemento, que había mantenido en su poder.
El Dr. José Vicente Trujillo, abogado de Norton, colocó en el contrato una cláusula aparentemente inofensiva que a la larga resultó definitiva, pues el arrendador se comprometía a pagar a sus inquilinos cualquier mejora que ellos introdujeran en la fábrica sea del tipo que fuere, lo cual no era justo pues los nuevos propietarios endeudaron la empresa con el banco Central del Ecuador para realizar dichas mejoras, que luego fueron amortizadas con la producción que iban obteniendo, de manera que cobraron dos veces, por eso Rodríguez Bonín tuvo en 1948 que cederla para no litigar, en la irrisoria suma de quinientos mil sucres, cuando le había costado tres millones de dólares, cantidad a la que ascendió el total de su inversión.
Desde entonces la Cemento San Eduardo pasó a llamarse La Cemento Nacional C. A. su producto Cóndor ya era conocido como cemento Rocafuerte. Finalmente el grupo Norton es decir la antigua Ecuadorian Corporation transformada en Norlin Corporation, vendió en 1976 la mayor parte de las acciones en la Cemento a la Corporación Financiera Nacional propiedad del estado ecuatoriano y siendo el mejor negocio de la República pues es casi monopólico, los representantes legales de la CFN tuvieron la avilantez por no calificar esta acción con el término que se merece, de cederla en 1994 a un precio irrisorio a una Corporación Suiza, la Holderbank, que formó la Holcin en el Ecuador, que de esta manera se hizo de la totalidad de las acciones, pues ya era propietaria de un pequeño grupo accionario que se había reservado Norton, y desde entonces los suizos ejercen un férreo control sobre algo tan vital como es el cemento ecuatoriano en perjuicio de los intereses nacionales pues sirve para los programas de pavimentación de ciudades y carreteras, para las construcciones de viviendas, fábricas, edificaciones residenciales y comerciales.
El 32 le visitaron sus hermanos Enrique y Juan con el objeto de inspeccionar las propiedades familiares, especialmente la gran hacienda El Naranjo cerca de Puebloviejo, pero los tiempos no eran buenos por la crisis de la economía mundial. Enrique arribó en el vapor Orduña y Juan en el Reina del Pacífico. Desde el 33 el buque tanque “Ministro Game” transportaba petróleo del campamento de Cautivo de la Ecuadorian Oilfield Co (1)
El 38 fue designado miembro de la Comisión demarcadora de límites del recientemente creado cantón Salinas y figuró en la Junta de Mejoras Urbanas de ese balneario, donde pasaba las temporadas invernales.
A las 11 y 25 de la mañana del 8 de Mayo del 39 se accidentó el avioncito Curtis Osprei, conocido como el Diablo Rojo por el color de su pintura exterior y que estaba recién reparado. Había despegado del aeropuerto Cóndor en Quito, piloteado por el joven Capitán Cristóbal Sandoval y después de una hora de vuelo sin contratiempo arribó a Guayaquil. El Piloto, en gesto absurdo y hasta criminal, en lugar de tocar tierra decidió “visitar” a una enamoradita que tenía en el barrio del Astillero, para lo cual repasó el perímetro urbano de la ciudad en dirección norte – sur. No contento con esta primera maniobra no autorizada – que entrañaba un grave peligro para la comunidad – decidió repetir la hazaña y tras sobrevolar la manzana donde se levantaría años más tarde el edificio del Correo que entonces estaba vacía, dada la baja altura tropezó con una antena existente en el techo de una casa de dos pisos propiedad del Dr. Juan Tanca Marengo y fue a caer de bruces a media calle en la intersección de Chile y Ballén haciéndose trizas y matándose el piloto de contado. Mientras tanto, el motor incendiado salió despedido por la fuerza del impacto y fue rodando a gran velocidad hasta dar con el local de la lavandería en seco del español Tobalina, donde existían dos tanques de gasolina, que explotaron inmediatamente, prendiendo al edificio de tres pisos altos y planta baja, construído de madera y de fácil combustión. Los bomberos arribaron enseguida pero no pudieron salvar el edificio ni a buena parte de sus inquilinos, Hubo numerosos carbonizados y heridos. El propietario la reconstruyó de inmediato para aprovechar tan buena ubicación. Por entonces, al enterarse que Galo Plaza, Ministro de Defensa, había disuelto a los diputados de la Asamblea Nacional Constituyente, predijo que llegaría al poder en diez años, lo que se cumplió al pie de la letra.
En 1940 se mantuvo activo entre los fundadores del Salinas Yacht Club con Félix y Tomás González Rubio Jones, Carlos Espinosa Larrea y Federico A. Kenward. El 45 disolvió la sociedad que mantenía con sus hermanos, vendiendo las propiedades comunes. El 46 fue designado Visitador ad-honorem de los Consulados ecuatorianos y empezó a gozar de pasaporte diplomático. En agosto fue Vocal del Directorio del Banco Provincial del Guayas (hoy Banco de Fomento) pocos días después le eligieron por unanimidad Presidente del Directorio. Ese año donó al Ministerio de Obras Públicas por medio de su amigo el Ministro Jorge Montero Vela, el anteproyecto de construcción de un Puerto Marítimo sobre el Estero Salado. Contemplaba una entrada por Jambelí y Chupadores, dragando este último estero, para llegar al Salado. Había sido levantado por los técnicos alemanes de la Krupp en 1923 como parte de los trabajos para la adecuación e instalación de la fábrica de cemento San Eduardo.
El 47 viajó con su hijo a los Ángeles para matricularlo en “The Page Military Academy” a que aprendiera inglés y pudiera ser aceptado en la “Southern University of California” en la rama de ingeniería. De regreso pasó con su esposa e hija a Lima y vivieron tres meses en el hotel Bolívar. Ese año figuró entre los donantes voluntarios para la construcción del Palacio de la Nunciatura en Quito y “por un milagro” concedido a un familiar suyo, fue con su esposa el introductor de la devoción de la Virgen de Fátima en el país, trajeron la primera imagen (tallada en madera y policromada en oro) para lo cual su esposa donó un valioso anillo con un solitario de brillante.
Entre el 49 y 51 figuró de Consejero Provincial del Guayas durante la administración del Dr. Alejandro Teodoro Ponce Luque. El 50 ayudó económicamente a la CFP con mil sucres mensuales por amistad con el Dr. Carlos Guevara Moreno.
El 52 el Ministro Game, que transportaba carga seca a los pueblos de la costa y agua a las Municipalidades de Manta y Salinas, sirviendo gratuitamente a los buques de la armada ecuatoriana, dejo de navegar y fue varado a la altura de la piladora Modelo, donde una noche de lluvia se fue a pique. Entre los capitanes más importantes que tuvo el Ministro Game aún se recuerda al gato Morales, al español José Troncoso Pérez natural de Bayona y a César Mogollón.
En. 1959, ya empobrecido por falta de rentas, fue designado Subdirector del Control y Fiscalización de piladoras con tres mil quinientos sucres de sueldo, poco después ascendió a Intendente Auditor con cuatro mil, permaneciendo en tales funciones hasta 1966 que renunció por achaques propios de la vejez.
El 61 había dejado su villa hipotecada al Banco La Previsora que se hizo cargo de ella y la vendió enseguida a Emilio Baquerizo Valenzuela quien la demolió para ocupar el terreno en depósito de tanques de aceite. La demolición fue total y rapidísima, incluido el pavimento y las rejas, perdiendo la ciudad un sitio de solaz y distracción para turistas y propios. Una lástima grande, por eso nos dicen ciudad de Fenicios.
Desde entonces pasó a vivir con su hija y cuando se enfermó de arteriosclerosis fue cuidado por su esposa en casa de su hija, donde siguió muy visitado, pues siempre había tenido el carácter alegre y campechano y era popular en todos los estratos sociales y económicos. Cuando estaba en la ciudad acostumbraba salir a pie con sus hijos, recorriendo “su barrio sur” y conversando con cualquier ciudadano que encontraba al paso, por eso no solo era queridísimo por su generosidad sino también por su simpatía y don de gentes.
Se detenía, preguntaba por la salud y el trabajo de los obreros tanto como por el de sus amigos personales y acababa observando las parrillas cercanas y los barcos que se estaban arreglando y eran su gran pasión, costumbre que no dejó nunca y que en sus últimos años seguía con sus nietos a pesar que los tiempos habían cambiado y ya no existían ni las personas ni las cosas de antaño y le costaba dificultad caminar.
En su villa primero y luego donde sus hijos, siempre de buen talante, recibiendo a la antigua usanza con boato y distinción; aunque al final ya no podía hacer los derroches de antaño. Le visité en numerosas ocasiones y encantaba por su trato y conversación pues era, lo que se dice, un exquisito gentleman.
En el 69 empeoró su condición general y pasó muy mal hasta el 70 que se agravó y murió con el cambio de marea, como él siempre lo decía, a las ocho y media de la mañana el 21 de Febrero de 1970, de ochenta y dos años.
Gozó de un espíritu vivaz y cristiano que al final lo sostuvo en los momentos difíciles. Apoyó económicamente a los salesianos, jesuitas y franciscanos con quienes departía en franca camaradería. Comprendió a los pobres y su generosidad era proverbial con ellos, dejó más de veinte compadres en Salinas y la lista de sus protegidos en Guayaquil era interminable en las calles.
Su estatura pequeña, rostro trigueño y muy curtido por el mar, ojos plomizos, pelo negro, palabra fácil, elocuente cuanto sencilla, que ejercía sobre los demás un efecto tranquilizador.
Fue un carácter y sin querer enseñó a los guayaquileños a vivir bien con comodidad, elegancia y buen gusto, todo ello sin afectación, porque en el fondo era una persona sencilla, pero no tuvo imitadores.