ROCAFUERTE VICENTE Y BEJARANO

PRESIDENTE DE LA REPUBLICA.- Nació en Guayaquil el 1 de Mayo de 1783. Hijo legítimo de Juan Antonio de Rocafuerte y Antolí, natural de Morella, Valencia, España, adjudicatario de los depósitos de brea y minas de sal de Santa Paula en la península de Santa Elena y de Josefa de Bejarano y Lavayen, la guayaquileña más rica de su tiempo, propietaria de dos barcos que hacían la carrera del Callao, Panamá, Realejo, Acapulco, de varias haciendas, entre otras del latifundio de “Papayal” que comprendía El Naranjito (con San Miguel y San Antonio) Conducta con ciento cincuenta mil matas de cacao y Venecia en los actuales cantones Naranjito, Yaguachi, Milagro, Jujan, Marcelino Maridueña, Bucay y el Triunfo, que producían cacao, algodón, caña de azúcar, maderas finas, tabaco y mantenía extensos potreros para la cría y engorde del ganado, así como varias casas en Guayaquil entre ellas la conocida con el nombre de La Tahona en el malecón al sur de la urbe utilizada para molino de harina y como depósito y bodega de mercaderías, socia de su hermano Jacinto Bejarano y Lavayen, quien era el principal exportador de cacao en su tiempo.
Huérfano de padre de corta edad, cursó sus estudios primarios con profesores privados y en 1800 fue llevado por su tío Jacinto a visitar Europa. Primero estuvo en el Colegio de Nobles Americanos de Madrid y luego en el Colegio de San Germán, en Laya, a cuatro leguas de París, donde fue condiscípulo de la juventud más florida de Francia, frecuentó brillantes salones y fue introducido en la familia de Napoleón por ser compañero de su hermano Jerónimo, de su primo Casa Blanca, de los Bonafous sobrinos del famoso General Murat, Príncipe de Benevento.
En 1803 encontró a Simón Bolívar, Carlos Montúfar y a los colombianos Cabal y Toro, y con ellos hizo estrechísima amistad.
En 1804 conoció a los sabios Alexander von Humboldt y Aimee Bonpland, año en que vio en persona a Napoleón, con motivo de su solemne coronación en la Catedral de Notre Dame.
En 1807 regresó a Guayaquil de veinticuatro años y siendo el único varón de su familia pasó a administrar su hacienda Naranjito, alejándose de la persecución del Gobernador de Guayaquil, Bartolomé Cucalón, enemigo de su familia. Por esos días falleció el Presidente de la Audiencia de Quito, Barón de Carondelet y su viuda trajo a Guayaquil al Dr. Juan de Dios Morales, secretario de la Presidencia, para alejarlo de la persecución del nuevo Presidente Luís Muñoz de Guzmán.
Rocafuerte recibió de su tío Juan Pablo Arenas y Lavayen, quien vivía en Quito, el encargo de ocultar a Morales en la hacienda, allí trabaron amistad y se pusieron de acuerdo para hacer la revolución y cuando a los pocos meses estalló el movimiento insurgente en Quito, recibió la consigna de apoderarse de Cucalón, pues su tío Jacinto debía asumir esas funciones; pero Cucalón se les adelantó y rodeando de soldados la casa de Rocafuerte, registró papeles y aunque nada halló, los dejó con arresto domiciliario y les inició juicio por conspiración, del que nada salió en claro, mas el asunto subió en grado a conocimiento del Virrey de Lima.
En 1810 salió electo Alcalde Ordinario de Primer voto del Cabildo. Cucalón se opuso y tras otro ruidoso pleito la Audiencia sentenció a favor de Rocafuerte, cuyo grupo obtuvo a la postre que el Virrey Abascal removiera a Cucalón de la gobernación de Guayaquil.
En 1811 fue electo Procurador General pero no aceptó el cargo. En 1812 le designaron Diputado por la Provincia de Guayaquil a las Cortes de Cádiz, viajó por el cabo de Hornos y visitó primeramente Inglaterra donde se encontró con los hermanos mexicanos: el Marqués del Apartado y el Barón de Fagoaga, que lo convencieron de visitar Francia, Noruega, Suecia y Finlandia. Al final arribaron a San Petersburgo, capital del Imperio ruso, y fueron presentados a la Emperatriz madre, quien los recibió con benevolencia y los invitó dos veces a compartir su mesa con el príncipe heredero Nicolás y otros cortesanos.
A principios de 1814 estaba en Londres pero enseguida emprendió el viaje a Madrid y desde el 1 de Marzo las Cortes iniciaron un nuevo período de sesiones, durante esta época ingresó a la masonería y en unión del Diputado mexicano Ramos Arizpe se unió al grupo liberal que defendía la monarquía constitucional y aceptaba la idea de la emancipación de América como un mal necesario.
“El liberalismo era por entonces la concreción de los ideales libertarios de la revolución francesa, que se transformó en la gran conquista occidental del siglo XIX junto a la voluntad de progreso material y originó la revolución industrial que produjo ciencia, técnica y pensamiento filosófico y social”.
Rocafuerte practicaba en los postulados del positivismo. Enemigo de la vieja escuela escolástica y de los restos feudales que aún permanecían tras la revolución francesa en América, creía ciegamente en el desarrollo económico y en el desarrollo material de la sociedad, para lo cual debía la instrucción ser el único camino hacia el progreso.
El día 4 Mayo Fernando VII intempestivamente se declaró monarca absoluto, disolvió las Cortes y dispuso la ceremonia del besa mano como fórmula de obediencia a su persona. Rocafuerte fue citado como Diputado peruano a casa del Conde de Florida Blanca para ultimar los detalles del besa mano. Rocafuerte y el Diputado de Arequipa Mariano Rivero protestaron indignados y se negaron a concurrir a tan humillante como ridícula ceremonia y el día que ésta debía celebrarse, visitaron a sus compañeros presos en la cárcel de Corte. Pasada una semana, fueron informados que el Ministro Lardizábal había fulminado el decreto de arresto. Rocafuerte avisó a Rivero pero éste no le hizo caso ni se escondió, cayó detenido, fue llevado a la Cárcel Pública y allí lo mantuvieron durante seis años hasta 1820, que fue liberado por el alzamiento militar de los Generales Riego y Quiroga.
Mientras tanto Rocafuerte había huido disfrazado a través de los Pirineos, logró pasar la frontera con Francia y emprendió diversos viajes. Estuvo en el sur de ese país, luego pasó a Italia y visitó Roma, en Nápoles se extasió frente a la naturaleza y fue presentado a numerosos masones y liberales. En 1816 estaba de paso en Burdeos y de un Cónsul amigo obtuvo pasaporte a La Habana con la expresa condición de no participar por dos años en la política. Ya había hecho publicar a su costa en Londres, el Discurso contra las mitas en las Cortes de Cádiz cuyo autor era su paisano José Joaquín de Olmedo, que salió con una introducción de Rocafuerte y circuló en la América hispana. Por eso su nombre era ampliamente conocido entre los insurgentes americanos.
Entre Junio de 1817 y Mayo del 19 estuvo en Guayaquil dedicado al arreglo de sus asuntos particulares y enseñando francés bajo la condición de que sus alumnos practiquen leyendo obras de corte revolucionario como el “Emilio” de Juan Jacobo Rousseau. En 1819 y para complacer a su madre quien deseaba evitarle problemas políticos, viajó a Lima, donde su pariente José Domingo de Lamar y Cortázar le presentó al Virrey de la Pezuela, realizó un contrato de importación de tabaco, regresó a Guayaquil y siguió a Panamá, pero en el trayecto y a la altura de la isla de Otope, fue apresado por la Corbeta “La Rosa de los Andes” comandada por Juan Illingworth, de la flota de Lord Cochrane, y perdió seiscientas onzas de oro que llevaba consigo pero le fueron devueltos el cargamento de tabaco y los tarros con polvo de oro obtenido en las minas de Barbacoas, pues Illingworth – para ayudarlo – declaró que los tarros contenían dulces de variadas clases.
Finalmente arribó a La Habana a principios de 1820 donde repuso su economía con las ganancias que obtuvo de la venta del susodicho contrato, escribió en el periódico “Argos”, polemizó con el ultra realista escritor Romay y fue admitido en la sociedad secreta “Rayos y Soles de Bolívar”.
Pocas semanas después sucedió la transformación liberal en España que se conoce como la revolución de Riego y trajo la libertad de imprenta en las colonias. Entonces comenzó a escribir por la independencia de la isla de Cuba y recibió de sus hermanos masones la comisión de viajar a España, a cerciorarse del ambiente político peninsular.
En Agosto entró en Madrid y alternó con los Diputados y el Cuerpo Diplomático, conociendo a ciencia cierta que los países que componían el bloque de la Santa Alianza tenían pensado invadir España y reponer el régimen absolutista, como efectivamente sucedió poco después cuando Francia envió a un ejército que el pueblo español bautizó como los cien mil hijos de San Luís.
Nuevamente en La Habana en 1821 presentó sus informes y siguió hacia los Estados Unidos donde aprendió sobre las técnicas de las máquinas que recién se inventaban pues creía que los nuevos países americanos requerían usar dichos adelantos industriales y agrícolas y publicó en Filadelfia “Ideas necesarias a todo pueblo americano independiente que quiere ser libre”, en 183 págs. que circuló principalmente en México para contrarrestar la creciente influencia del General José Iturbide, quien ambicionaba la dictadura, aunque el libro fue dirigido a los hispanoamericanos en general y contiene la traducción al español de la Constitución de los Estados Unidos y un resumen de la obra Instituto Común del inglés Thomas Payne.
El libro se abre con un saludo a los guayaquileños: Amados paisanos míos: no cabe en mi pecho el vivo gozo que experimento al saber que tremola ya el glorioso estandarte de la independencia sobre las risueñas márgenes del caudaloso Guayaquil.
Permitidme que desde esta capital de Pensilvania os envíe mi más expresivo parabién, acompañado de los ardientes votos que dirijo al cielo por la felicidad de mi patria ¿I en dónde puedo encontrar recuerdos más sublimes, lecciones más heroicas, más dignas de imitación y ejemplo y ejemplos más análogos a nuestra actual situación política, que en esta famosa Filadelfia? Si, en esta misma ciudad, asilo de los oprimidos, centro de las luces, baluarte de la libertad, el genio de la independencia venciendo las arraigadas preocupaciones y las ilusiones de la ignorancia, alzó el 4 de Julio de 1776 su augusta voz, y con majestuoso acento tan fuerte como el trueno y tan grato como la armonía del cielo, dijo al género humano reunido: Tiemble la tiranía, húndase en los abismos el monstruo feudal, desaparezcan los falsos y oscuros dogmas de la legitimidad a la brillante luz de las sublimes verdades.
Por ese tiempo su cuñado Gabino de Gaínza lo invitó a visitar México y habiendo aceptado, al llegar a Tampico contrató tres embarcaciones para que las últimas fuerzas españolas abandonaren el país. Enseguida siguió a esa capital y fue recibido por el Ministro de Colombia, con quien comenzó a complotar en contra de Iturbide, quien acababa de proclamarse Emperador en clara traición a los sentimientos de republicanismos que abrazaba la gran mayoría de ciudadanos de ese país.
Rocafuerte tenía una clara visión de América cuyo destino estaba “en formar entre todas las naciones independientes, una comunidad de principios, de intereses, de paz, de orden, de economía y de propiedad”. Por eso se ha dicho que sus conocimientos eran muy superiores a los de sus compatriotas que poco habían salido a estudiar al exterior. Bolívar le envió desde Bogotá la siguiente carta: Mi querido Rocafuerte. Por fin tengo el gusto de escribir a Ud. Ud. debía ser patriota honrado y el hombre de la naturaleza como yo lo he llamado ¡Porqué es Ud ingrato?.
Hasta entonces se habían llevado bien, a pesar que ambos tenían el mismo carácter tempestuoso, pero la abusiva anexión de Guayaquil a Colombia les distanciaría en Julio de 1822 para siempre.
Su visión – la de Rocafuerte – era extraordinaria y aplicaba sus ideas modernizadoras aún a costa de su economía. A Caracas envió un modelo a escala de una máquina para extraer gases de las minas. Pensaba que estos gases podían ser utilizados en la iluminación de las ciudades. También se conoce que despachó a otras poblaciones modelos de los nuevos telares, máquinas desmotadoras de algodón y molinos de viento.
En 1822 publicó igualmente en Filadelfia “Bosquejo ligerísimo de la Revolución de México, desde el grito de Iguala hasta la proclamación del Imperio” con documentos de primera mano que posiblemente había obtenido a través de su cuñado Gaínza. Dicha obra circuló enseguida firmada por “un verdadero americano” para evitar represalias contra sus parientes, demostraba que los mexicanos deseaban y merecían la República y los exhortaba a descubrir y salvar la libertad de la Nación, lo que a la postre ayudó a ocasionar la caída de Iturbide porque se refirió a los perjuicios de la monarquía causados en sus colonias y propuso a todas las facciones mexicanas que el Plan de Iguala de 1820 no se estaba cumpliendo.
La masonería le pidió que se traslade a Washington y hable con el presidente James Monroe para impedir el reconocimiento del nuevo régimen imperial mexicano. En New York sustentó el 1 de Mayo del 23 una conferencia para la Bible Society, poco más tarde dio a la imprenta asimismo en New York un valiosísimo ensayo jurídico titulado “Ensayo Político. El sistema Colombiano popular, electivo y representativo es el que más conviene a la América independiente” en 227 págs. que dedicó a su amigo José Fernández Madrid, colombiano, médico y poeta, uno de los que había luchado por la independencia de Cuba, a quien dijo: Pues que nadie mejor que tú conoces la pureza de mis intenciones, y mi ardiente entusiasmo por la independencia y felicidad de América… deseo merecer el honroso título de buen patriota…consagrado a nuestra Patria como ciudadano independiente y libre creo sin embargo poder ser de alguna utilidad, generalizando conocimientos y propagando ideas, que por ser en su mayoría de hombres célebres y lo que es más, hallarse comprobadas por la experiencia, me parecen las más conducentes al feliz establecimiento de los gobiernos en América. Persuadido según mis cortos alcances de que el mayor mal que puede sobrevivir a una nación, es el de estar en un error de legislación y equivocar las bases de su Constitución, porque son males que después se convierten en incurables.
Así también tradujo del inglés un Curso o Cuadro de Filosofía Moral extractado por Mr. Allen de la Biblia y los Santos Evangelios, como texto para uso de las escuelas lancasterianas que ya existían en Latinoamérica.
Recibido en Washington por el Canciller John Quince Adams, consiguió que los Estados Unidos pospusieran el reconocimiento de Iturbide como Emperador de México.
Entonces recibió la noticia de la muerte de su cuñado Gaínza y habiendo caído el Imperio de Itúrbide decidió visitar a su hermana y sobrinos que habían quedado en la mayor pobreza pero cuando se encontraba listo para emprender el viaje y estando en su casa en Filadelfia fue requerido por sus amigos José María Salazar, Ministro Plenipotenciario de Colombia y el Coronel Leandro Palacios que actuaba de Cónsul General de esa nación para que fuera a Maracaibo a convencer al General Manrique de la necesidad de invadir la isla de Cuba.
Al arribar a Venezuela encontró que la situación política aún no estaba totalmente clara ni definida de manera que tuvo que esperar el fin del bloqueo del castillo de Puerto Cabello en Noviembre de 1823 para hablar con Manrique; sin embargo, al poco tiempo, ocurrió el fallecimiento de dicho General y se abandonó el proyecto.
En 1824 vivía nuevamente en México con su hermana y sobrinos. Gobernaba Guadalupe Victoria en la presidencia de ese país. Entonces decidió contraer matrimonio con su sobrina Pepita Gaínza “para que herede”, pidió la correspondiente dispensa al Papa y hasta tenía pensado regresar a Guayaquil, pero el General José Mariano Michelena le solicitó de Secretario en la Misión Diplomática que iba a emprender a Londres, a fin de obtener el reconocimiento de la independencia, realizar un empréstito por dieciséis millones y otros asuntos de no menor interés, que le motivaron a posponer la boda para viajar a Londres.
En Junio los Delegados mexicanos fueron recibidos por el Canciller Mr. Canning y en Diciembre Inglaterra reconoció a México como nación soberana e independiente. Los trámites se finiquitaron en Enero del 25 después de largas gestiones y George Canning, Secretario de Relaciones Exteriores, envió a México la documentación correspondiente. También consiguieron que Francia inicie sus relaciones consulares con México y como Michelena tuvo que regresar, quedó Rocafuerte al frente de la Misión en Londres.
Por esos días mantenía una serie de ideas y pensamientos nobles y elevados, utópicos si se quiere, pero del más puro patriotismo. “Yo deliraba en ese tiempo con el singular proyecto de formar entre todas las nuevas repúblicas de América una nueva federación pecuniaria o bien un acto de asociación mancomunadas por el cual todas se comprometieran a garantizar los empréstitos que cada una de ellas hiciera en Londres; que todas trabajasen de consuno para pagar exactamente los dividendos y la parte designada a la amortización y a favor de este inmenso crédito fijado sobre bases tan sólidas, atraer al seno de la América los millones de pesos que circulan en Inglaterra y Holanda al dos y medio por ciento”.
El gobierno mexicano quedó tan entusiasmado por estas gestiones que en 1826 le designaron Ministro Plenipotenciario ante las Cortes de Dinamarca y Hannover. Por esos días celebró un tratado de Navegación entre Inglaterra y México y obtuvo un préstamo de la Casa Goldsmicht. En Febrero había entregado a Colombia la cantidad de 63.000 libras o su equivalente de 315.000 pesos, tomándolos del empréstito mexicano y aunque el gobierno de esa nación aprobó secretamente su conducta, posteriormente le hicieron cargos por ella.
Una Comisión inspectora de la Cámara de Representantes se los hizo de cargo, debiendo vindicar su conducta en 1829 mediante un opúsculo titulado “Exposición de las razones que determinaron a don Vicente Rocafuerte, Encargado de Negocios de los Estados Unidos mexicanos cerca de Su Majestad Británica, a prestar a la República de Colombia la suma de sesenta y tres mil libras en Febrero de 1826,” obra que hizo circular en México. La deuda fue llamada Deuda Rocafuerte. La Gran Colombia nunca pagó dicho préstamo pero el gobierno mexicano consiguió en 1834 que Venezuela, Colombia y Ecuador se dividieran el pasivo, Colombia terminó por pagar en 1857. El saldo fue endosado con un fuerte descuento a la Casa bancaria Martínez de Río y hermanos de la capital mexicana, de donde se formó la Deuda de Crédito Público Martínez del Río, que es como se la conoce hasta la presente fecha. Venezuela también canceló lo suyo en 1903. El presidente ecuatoriano Arroyo del Río, de paso por México en 1943, pasó un mal rato cuando le reclamaron en el aeropuerto por no pagar dicha deuda, que aún gravita sobre el Ecuador.
Al mismo tiempo se preocupaba de ordenar la impresión de varias obras instructivas en idioma español y fundó el periódico “Ocios de unos emigrados españoles en Londres” con la participación del Canónigo Joaquín Lorenzo Villanueva y del ex Diputado Canga Arguelles, quienes representaban al liberalismo español en el exilio forzado en esa capital. La publicación tuvo fuerte oposición por el carácter masónico de los tres editores.
Rocafuerte y Canga Argüelles escribieron juntos “Cartas de un americano sobre las ventajas de los gobiernos republicanos federativos” y además prologó la traducción al español de la Filosofía de Paley, efectuada por ViIllanueva.
En Septiembre del 27 había escrito a su amigo Bolívar manifestando que la división política de Colombia en tres departamentos llamados Venezuela, Cundinamarca y Quito sería fatal para la unidad de la nación porque dichos departamentos eran lo suficientemente grandes como para considerarse autosuficientes, debilitar al gobierno central y aspirar a la autonomía, que mejor sería dividir a la República en doce provincias de acuerdo a su geografía y condiciones. Que sería mucho más efectivo el régimen federal que el unitario, pero Bolívar no hizo el menor caso, ignorando tan prudentes consejos, pues se hallaba ensimismado por el poder.
En Febrero de 1829 salió de Inglaterra, visitó a su amigo el Marqués de Lafayette en París y siguió a Veracruz y México, entrevistándose con el presidente conservador Anastasio Bustamante que había derrocado al legítimo gobierno del General Guerrero y como Rocafuerte se negó a seguir colaborando, justamente por esta causa, cuando pidió pasaporte a Guayaquil, el Ministro de Hacienda Sr. Manjino no le dio curso. Poco después ardía la guerra civil y editó “Ensayos sobre la tolerancia religiosa”, tratando de amainar la tormenta que empezaba a vislumbrarse en Texas, donde numerosos colonos protestantes estaban siendo hostilizados por las autoridades mexicanas. Rocafuerte era lector de la Biblia y aborrecía la ignorancia, origen del fanatismo religioso. Por otra parte se daba perfecta cuenta que el asunto Texas terminaría por apoyar a los migrantes, desencadenando una guerra entre los Estados Unidos de Norte América y México y que ésta sería enteramente favorable a la primera.
Al circular este ensayo fue denunciado por el Fiscal del estado quien calificó a la publicación como sediciosa y se apresó al autor del libro, quien fue sometido a un ruidoso jurado de imprenta pero fue defendido por el Diputado Cañedo y sacado libre en medio de vítores. Varios patriotas le pidieron que redacte un periódico con el título de “El Fénix de la Libertad” que salió a circulación e hizo roncha pues en Diciembre Rocafuerte publicó tres artículos titulados “Consideraciones generales sobre la bondad de un gobierno”.
Entonces fue nuevamente arrestado al salir de la Catedral y trasladado al cuartel del Palacio Nacional le mantuvieron durante mes y medio en el pueblo de Chalco hasta el día 6 de Agosto en que recobró su libertad aunque muy enfermo de una severa afección respiratoria.
Nuevamente en pie de lucha siguió escribiendo y el gobierno ordenó la detención de todos los opositores. Rocafuerte se escondió y cuando el restablecimiento constitucional del General Pedraza se avecinaba, consiguió por medio de su antiguo amigo el Barón de Fagoaga, que le concedieran el anhelado pasaporte, no sin antes escribir para él un “Ensayo sobre el nuevo sistema de Cárceles”, que mereció la aprobación del gobierno y fue impreso en el Registro Oficial, pero ya Rocafuerte estaba cansado de ese género de vida y emprendió el regreso al Ecuador, donde tenía a su familia y muchos intereses que velar; mas, al llegar a la población de Iguala, fue tomado prisionero en unión de su pariente y secretario el joven Pedro Carbo Noboa, permaneciendo encadenado en un viejo campanario y solo se salvaron de ser fusilados a última hora, cuando llegó la noticia de la caída del gobierno de Bustamante. Entonces fue a parar a manos de un guerrillero analfabeto llamado Francisco González que lo creyó un conservador y tuvo que convencerlo de que era todo lo contrario, es decir, un periodista opositor.
De allí en adelante estuvo de paso en Colombia y hasta sostuvo una agria entrevista con Bolívar “cuando éste último era usurpador”, donde se lanzaron mutuas puyas y la despedida no pudo ser más fría. Bolívar escribió a Flores que se cuide de Rocafuerte, sujeto peligrosísimo por ser antimilitarista rabioso y tener algo de mato (término peyorativo usado para calificar a los sujetos afeminados ya que no se le conocían aventuras galantes. El mato es una pequeña lagartija que habita en los llanos de Venezuela y mueve su cola cuando camina) “Es tan ideático, que habiendo sido el mejor amigo mío en nuestra juventud y habiendome admirado hasta que entré en Guayaquil, se ha hecho furioso enemigo mío por los mismos delitos que Ud. ha cometido, haberle hecho la guerra a Lamar y no ser de Guayaquil.
Es el federalista más rabioso que se conoce en el mundo, anti militar encarnizado. Si ese caballero pone los pies en Guayaquil tendrá Ud. mucho que sufrir y lo demás Dios lo sabe”.
En Febrero de 1833 arribó a las costas de Santa Elena cuyo clima seco y venteado tiene fama de ser excelente para recuperar la salud, justamente cuando el régimen presidencial de Flores comenzaba a ser combatido en Quito por el grupo liberal que comandaba el Coronel Francisco Hall a través del periódico “El Quiteño libre” formado por el elemento nacionalista de la capital bajo el influjo de las ideas constitucionalistas inglesas expuestas por el filósofo Jeremías Bentham, que Hall había hecho circular y conocer.
Rocafuerte tenía cerca de cincuenta años y una vida agitada de viajes y aventuras por el nuevo y el viejo mundo. Era frugal, antialcohólico, vestía de manera simple pero elegante, no gustaba de la literatura ni la poesía, admiraba las virtudes de la antigüedad y recordaba siempre sus hermosísimos ejemplos. Buscaba la compañía de personas notables, aristócratas del saber o por sus costumbres, se sentía un Americano libre e independiente, tenía estilo, plantaje, valor, fondos económicos, conocimiento del mundo, dominaba algunos idiomas, era muy ilustrado y hábil en relaciones humanas y había dado muestras de talento diplomático,” en cuanto a religión era más bien un teista que creía en Dios pero no en las religiones del mundo, en esto se parecía enteramente a Bolívar, quien tampoco profesaba religión alguna.
El Partido Nacional le dio la bienvenida y saludó su arribo. Pronto pasó a Guayaquil y asumió la defensa de un anciano padre de familia que había protestado contra un militar por el abuso carnal que éste había cometido en contra de una de sus hijas y por ello el militar había tenido la andaciado acurarle de calumniador; lo sacó libre del Jurado donde se le juzgaba en medio del aplauso de la concurrencia, de manera que ni bien llegado ya se había vuelto famoso en la ciudad.
Electo Diputado por el Pichincha al Congreso de ese año 33, desde las primeras sesiones lideró a los Diputados nacionalistas y mantuvo una actitud de franca oposición y denuncia. El bloque gobiernista encabezado por el Dr. Francisco Marcos y Crespo intentó descalificarle pero Rocafuerte se defendió con elocuencia demoledora. En una de esas sesiones sostuvo una crudísima polémica con el ilustrado Ministro de Hacienda, García del Río, a quien acusó frontalmente por sus antiguas ideas monárquicas, calificándolo de vulgar aventurero al servicio de cualquier tirano, pero enfermó con fiebres altas y no pudo concurrir a la sesión del día 14 de Septiembre, circunstancia que aprovechó la mayoría gobiernista para conceder las facultades extraordinarias al Presidente Flores.
No había podido asistir a esa reunión por encontrarse desde días atrás fuertemente resfriado en cama, pero al día siguiente envió su renuncia al Congreso en términos altivos y llenos de dignidad en protesta por dicho acto de canallesco vasallaje ante el tirano, pues lo que se pretendía con la concesión de dichas Facultades era acallar la libertad de imprenta. Esta comunicación fue leída el día 16 y ha sido catalogada como una pieza política, poderosa, dramática y violenta y en su parte final termina así: “Incapaz de ser traidor a mis juramentos y viendo la imposibilidad de llenar las esperanzas de mis comitentes, mi conciencia y mi patriotismo me imponen el deber de separarme de un Congreso que ha perdido toda su fuerza moral con la intempestiva concesión de facultades extraordinarias y que ha cooperado al triunfo de la tiranía militar sobre la ruina de la Constitución y leyes.” La mayoría de diputados se sintieron fuertemente ofendidos y lo destituyeron por las injurias atroces que contenía la Nota, lo cual puso a Rocafuerte en manos del Presidente Flores al perder su inmunidad parlamentaria y éste dispuso su prisión y destierro.
Tomado prisionero, una patrulla lo trasladaba por la vía de Naranjal pero al llegar a las cercanías de dicho pueblo fue liberado por una partida de soldados y conducido en triunfo ingresó la noche del 18 de Octubre a Guayaquil, donde el Comandante Pedro Mena se había sublevado contra Flores.
La población desconfiaba de Mena quien se había alzado contra el gobierno el día 12 de Octubre de 1833 al grito de “Muera el asesino de Sucre” pues estando de acuerdo con Flores, requerían saber los que eran desafectos al gobierno para ordenar su prisión; mas, la llegada de Rocafuerte hizo que los indecisos tomaran partido por la revolución.
Proclamado Rocafuerte Jefe Superior Provisorio del Departamento en memorable Asamblea Popular reunida en el Cabildo el 20 de Octubre. Flores comprendió que debía movilizarse inmediatamente y abrió campaña. El Comandante Juan Otamendi iba a la vanguardia y tomó fácilmente Babahoyo. Flores se le unió con el resto de su tropa y el día 21 de Noviembre acamparon ambos en las llanuras de Mapasingue al norte de Guayaquil. La tarde del 23 Otamendi con setecientos hombres cruzó subrepticiamente los manglares del estero Salado atravesando el sitio llamado de Puerto Liza a espaldas de Guayaquil. Rocafuerte se encontraba esa noche en la casa del Cónsul americano asistiendo a un convite y a duras penas tuvo tiempo para escapar a media ría, siendo recibido en la corbeta “Fairfield” por su comandante Lavalette, quien le ofreció su hospitalidad y protección. Flores solicitó la extradición que fue negada y de allí Rocafuerte pasó a la “Colombia” y el 24 de Noviembre salió con destino a la isla Puna donde estableció su gobierno con oficina de Aduana, cinco goletas, seiscientos hombres que se le unieron presurosos y envió una Circular a todos los Cónsules informándoles de haber decretado el bloqueo del golfo y de la plaza.
I mientras la revolución de los Chihuahua – así llamada en forma por demás burlesca por el propio gobierno floreano, dado los nexos de Rocafuerte con México – se iba convirtiendo en un movimiento popular y campesino, los comerciantes de Guayaquil y las autoridades consulares se irritaban con el bloqueo que mantenía semi paralizado al comercio de la ciudad al punto que el Cónsul francés en Lima empezó a preparar una expedición armada para romper el bloqueo.
Enterado Rocafuerte de estos aprestos viajó a la capital peruana y convenció al Cónsul de la justicia que asistía a los revolucionarios. El 20 de Diciembre Flores le declaró pirata. Rocafuerte se encontraba en Lima adquiriendo el armamento necesario para prolongar la resistencia. Al amanecer del 18 de Enero de 1834 Rocafuerte incursionó con la fragata “Colombia” de 64 cañones y el Coronel Agustín Franco desembarcó en la planchada y luego de una hora de fuegos se reembarcaron. Al día siguiente la flotilla Chihuahua avanzó hasta Daule, se produjo un sangriento combate pero tambien fueron rechazados.
Rocafuerte empezó a editar en una imprenta adquirida en Lima el periódico “El Chihuahua”, así llamado por el nombre de la revolución que se extendía paulatinamente por los pueblos de la península y aún por Manabí.
En Febrero se dieron dos encuentros en las Cerecitas, cerca de Yaguachi, entre las fuerzas Chihuahuas del Coronel Agustín Franco, que sorprendieron a las gobiernistas del Comandante Cifuentes, con pérdidas de más de cien hombres en ambos bandos. El 4 de Marzo la fragata Colombia y otros pequeños buques cañonearon el malecón de Guayaquil por algunas horas y en la zona de Chanduy Franco derrotó a las fuerzas del General Otamendi, quien perdió casi todo su regimiento de caballería, huyendo al galope y dejando su sombrero Jipijapa que fue recogido como trofeo de guerra.
Mientras tanto en Quito, José Félix Valdivieso, compadre de Flores, se había proclamado Jefe Supremo y organizaba un fuerte contingente armado que puso a las órdenes del General Isidoro Barriga; pero Flores, lejos de desesperarse, se valió del Coronel Padrón para seducir a Mena, quien convenció a Rocafuerte de ordenar una expedición contra Machala con el secreto fin de que se quedara sólo en la isla Puna, lo que así ocurrió. Mientras tanto el Coronel Antonio Pío de Ponte había salido por el Salado y le atacó de sorpresa, haciéndole prisionero con su secretario Rivas y los Coroneles Agustín Lavayen y Tomás Carlos Wright.
El 20 de Junio fue encerrado en un calabozo de Guayaquil como vulgar delincuente pero la situación política era incierta, pues los revoltosos Chihuahuas había designado nuevo Comandante en Jefe al Coronel Subero, que comunicó este nombramiento a Rocafuerte, quien se siguió sintiendo fuerte aunque prisionero.
Vicente Ramón Roca, consejero de Flores, le convenció de la utilidad de un pacto pues la situación política en Quito se había vuelto asaz peligrosa desde que el día 13 de Julio habían proclamado a José Félix Valdivieso Jefe Supremo de la República, de manera que era conveniente unir fuerzas en Guayaquil y valiéndose del médico francés Bernardo Daste, hizo lo mismo con Rocafuerte. Así pues, limadas las asperezas, Rocafuerte salió libre el día 13 de Julio y ambos firmaron un Pacto por el que se reconocía a Rocafuerte la calidad de Jefe Superior del Guayas y se anunciaba un Decreto de Amnistía.
Por este Acuerdo Rocafuerte combinó con Flores la conveniencia de la alternabilidad en la presidencia de la República y la unión para luchar conjuntamente contra el gobierno quiteño de Valdivieso, mas este primer pacto fue rechazado por los Chihuahuas en la isla Puná y Rocafuerte volvió a Guayaquil a entregarse como prisionero que era.
El día 19, tras conocerse los sucesos de Quito donde ni siquiera se mencionaba el nombre de Rocafuerte, éste comprendió la imperiosa necesidad de unir sus fuerzas a las de Flores y firmaron otro pacto para poner fin a los males de la guerra unidos Rocafuerte y Flores en estrecha amistad que fue franca y generosa para trabajar de consuno por el restablecimiento del orden, de la paz y de las instituciones liberales. Mas, no todos los revolucionarios aceptaron el Pacto, contra él se sublevaron los Coroneles Franco y Subero el 8 de Agosto en Taura, Osses en el Morro y casi la mitad de los que componían la tripulación de la fragata Colombia, que fue tomada por dos corbetas norteamericanas puestas a la orden de Rocafuerte. Otras columnas Chihuahuas quedaron en acción. Una en Taura, otra en Manabí acaudillada por el Comandante Noriega, la de Daule a las órdenes de Navas y la del Coronel Bravo entre Daule y Palenque. Un grupo guerrillero llegó inclusive a Esmeraldas, pero el entente Rocafuerte Flores se dio mañas para perseguirlos e imponer la paz a sangre y fuego.
El 10 de Septiembre terminaba el período presidencial y como la fecha estaba cercana Rocafuerte reunió en Guayaquil a los padres de familia y fue aclamado presidente de la República. La opinión guayaquileña se alborozó, en la Imprenta de Manuel Ignacio Murillo salieron unas Rimas elogiosas, diecinueve en total, sin firma de responsabilidad, la última dice: // Ya las artes, la paz, la agricultura se felicitan / el poder se afianza / y el Ecuador ansioso se apresura / a coronar el fin de su esperanza. / buen gobierno, feliz legislatura. / ¡Dichoso el pueblo que este don alcanza¡ / el alma de placer se anega en llanto / palpita el corazón y cesa el canto. //
Ya tenía un ejército que había puesto al mando de Flores y el 18 de Enero de 1835, tras subir a la sierra, vencieron a Barriga en la llanura arenosa de Miñarica cerca de Ambato. Tal encuentro devino en una verdadera carnicería, pues los voluntarios quiteños no pudieron soportar a los veteranos soldados dirigidos por Wright y cuando comenzaron a dispersarse cargó sobre sus espaldas la caballería de Otamendi, que terminó alanceando por la espalda a los vencidos. “Solo el Guayas resistió rodilla en tierra la carga de los llaneros venezolanos y todos murieron”.
Ochocientos cadáveres quedaron tendidos en el campo de batalla y otros cientos en los alrededores. Otamendi desde entonces fue conocido por su corazón de gigante para la pelea pero con entrañas de hiena, que no conocía lo que era la humanidad pues practicaba la sevicia.
En Guayaquil Rocafuerte había decretado la abolición de los tributos indígenas, la instalación de la Corte de Apelaciones del Guayas, organizó las oficinas públicas, rebajó los derechos del puerto y anclaje, suprimiendo las doctrinas parroquiales y los priostazgos. Igualmente declaró la liberación de derechos para las importaciones de maquinarias e instrumentos destinados a la agricultura y a las industrias.
El 31 de Enero de 1835 fue proclamado Jefe Supremo del Estado en Quito y el 1 de Febrero en Cuenca, consolidándose la unidad de la nación. El 18 de Febrero convocó a la Convención Nacional, excluyendo al clero de tal organismo. El Dr. Mariano Vintimilla, a) Doctor mantequita, Vicario Capitular de Cuenca, prohibió la lectura de “El Ecuatoriano del Guayas” y mandó a fijar en las puertas de los templos de Guayaquil el Edicto de Excomunión contra todo aquel que leyera dicha hoja impresa porque en los Nos. 70 y 71 habían aparecido dos artículos comentando tal exclusión. Después se supo que el segundo de esos artículos había sido escrito por el propio Rocafuerte.
El Prefecto del Guayas, Vicente Ramón Roca, hizo recoger los Edictos y quitó el que se había fijado en la iglesia de la Merced. Rocafuerte expulsó al Perú al Vicario Vintimilla y a otros sacerdotes levantiscos como fray Vicente Solano pues en materia religiosa jamás dejó de ser un regalista intransigente, que creía en la superioridad del estado moderno sobre la iglesia, en síntesis fue un defensor a ultranza de los derechos del Patronato heredado de España.
El 1 de Junio fundó en Quito el colegio laico de “Santa María del Socorro” en el edificio del Beaterio y aunque protestaron algunos devotos, allí siguió. También fue el promotor de las sociedades bíblicas a través de la difusión de las llamadas Biblias protestantes que difundían los profesores ingleses quienes introdujeron en el país el moderno método lancasteriano de monitores, también conocido como de educación mutua.
Tenía por costumbre arengar a los soldados en los cuarteles, visitaba los hospitales y conversaba con los enfermos. En los Hospicios hablaba con los ancianos. Era amigo de asistir a los exámenes finales y de tomar preguntas a los educandos, becaba a los más pobres si eran aprovechados y se entusiasmaba con los progresos de la juventud “y con ese entusiasmo de su decir que de grado en grado le llevaban hasta el arrobamiento,”
El 22 de Junio de 1835, al inaugurarse la Convención de Ambato, había sido electo Presidente Interino de la República hasta tanto se dictaminaba la nueva Constitución. El 20 de Agosto obtuvo mayoría y salió designado Presidente Constitucional.
Sus Ministros fueron escogidos y valiosos, en Hacienda Francisco Eugenio Tamariz, quien logró cubrir mensualmente la lista civil y militar, superando los déficits anteriores. Enseguida restableció en Yaruquíes las pirámides de Caraburo y Oyambaro construidas en 1746 por los Académicos franceses y ordenadas destruir por celos infundados de las autoridades españolas en el siglo XVIII. Envió a Londres al Coronel Ricardo Wright para conseguir inversionistas ingleses y reactivar las viejas minas de Pillzhum cerca de Cuenca y como la misión no tuvo el éxito esperado logró interesar a treinta y cuatro sujetos ecuatorianos con quienes formó en Enero del 36 la mencionada empresa, con un capital de diecisiete mil pesos, de los cuales mil fueron puestos por él, siendo el mayor inversionista de todos.
En 1836 el gobierno enfrentó la oposición en el norte de las guerrillas de Navas pero continuó con su labor civilizadora de manera que recomendó la explotación de las minas de carbón en el Azuay para tener la energía necesaria para el desarrollo de la industria del acero, comenzada en Guayaquil con un taller mecánico industrial por el norteamericano P. Khun en el estero de Saraguro, hoy Avenida Olmedo.
En 1837 reorganizó el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil por Compañías y Columnas, obtuvo la concesión de privilegios por cuatro años a favor de William Wellwright para iniciar la navegación a vapor por el Pacífico y se estableció la compañía “Pacific Steam Ship Navegation Co.” que compró en Linhouse los vapores Perú y Chile que arribaron a Guayaquil entre 1840 y el 41 para la carrera del Pacífico.
Igualmente formó la “Compañía Guayas” para la navegación por el Golfo hasta Pimocha y Babahoyo con un capital inicial de cincuenta mil pesos pues conocía la importancia del motor a vapor, pero el Guayas terminó vendido al gobierno sin que llegara a usarse en actividades mercantiles. En 1838 consiguió la creación de la Diócesis de Guayaquil y la designación de su primo segundo Francisco Xavier de Garaycoa Llaguno como Obispo de la nueva diócesis, en Quito clausuró el Convictorio de San Fernando de los padres dominicanos porque aún enseñaban el sistema tolemaico, es decir, que la tierra era el centro inmóvil del universo en cuyo derredor giraban los demás astros incluyendo al sol y a las estrellas, ignorando a Nicolás Copérnico y a otros científicos de Europa que en los siglos anteriores habían comprobado lo contrario. En esto los padrecitos dominicanos solo seguían las anacrónicas directrices de la iglesia Católica que no hallaba rumbos para compaginar los descubrimientos de la ciencia con los viejos preceptos medioevales de la fe.
Redactó el reglamento de funcionamiento para el colegio San Bernardo de Loja, fundó la Academia Náutica para Guayaquil, el Colegio Militar para Quito y el Instituto Agrario como escuela de agricultura a fin de levantar el arte de labrar la tierra pues de otra manera “nunca saldremos de la pobreza en que estamos sumidos” y trabajó un proyecto de trescientos migrantes alemanes que con sus métodos y técnicas modernas estarían en condiciones de mejorar la productividad agrícola en los ramos de café, algodón y tabaco y diversificar los bienes exportables. Rocafuerte habló con agricultores y comerciantes quienes dieron su aprobación pero al momento de la suscripción del contrato no estuvieron de acuerdo con el Capitán del barco que debía traerlos al país y le ofrecieron solamente ochenta pesos por cada pasaje, suma que no fue aceptada, perdiéndose tan brillante oportunidad para mejorar la economía de la costa ecuatoriana. Aparte ordenó la construcción de cincuenta y dos locales alrededor del edificio de la Aduana guayaquileña para arrendar como bodegas a comerciantes.
El 39 se celebró un Tratado de comercio y navegación con los Estados Unidos pues la revolución industrial europea y norteamericana había aumentado el precio del cacao y de otras materias primas en los mercados, finalmente terminó su mandato ante la admiración del país que no se cansaba de aplaudir su civilizadora labor. Gosselman, un viajero sueco, dijo lo siguiente: “Es una de las personalidades más excepcionales que he encontrado en Sudamérica y en pocas palabras, un hombre que hasta en sociedades más civilizadas se destacaría por sus sentimientos verdaderamente patrióticos. Es también notable por otras razones”.
Sin embargo, lo más trascendente de su administración fue el establecimiento de una contabilidad pública y moderna, la cual tuvo una corta duración pues al ascender el General Flores por segunda ocasión a la presidencia de la República en 1.839 volvió el caos contable a imperar en las finanzas del país.
De la Presidencia bajó a Guayaquil el 4 de Marzo a ocupar la Gobernación de la Provincia en reemplazo de Olmedo donde prosiguió su saludable labor administrativa desde el 2 de Abril, construyendo el primer muelle de la ciudad, la nueva aduana y sus equipos (un pequeño ferrocarril que atravesaba el malecón empedrado, desde el centro hasta el depósito de Aduana con sus grúas) con la casa L. P. Khun, de Baltimore, colocó un faro en la Isla Santa Clara o del Muerto, las boyas en los bajos de Mala y Payana, adecuó el fortín de Punta de Piedra. El 39 se fundó la primera escuela pública de niñas bajo la dirección de la profesora Cruz Andrade Fuente-Fría de Drinot y para el abastecimiento de agua en el barrio del Astillero se unieron los esteros de San Carlos y Carrión. El 18 de Febrero de 1840 se formó la Compañía Ecuatoriana de Buques a Vapor y dispuso la construcción del vapor Guayas que fue botado al agua a las nueve de la mañana del día 6 de Agosto y empezaron a llegar a la ciudad las primeras máquinas a vapor. Matheo P. Game y Horacio Cox se asociaron en la firma Game & Cox y fundaron un aserrío en el malecón al pie del actual Club de la Unión, Gutiérrez y Cia. pusieron otro en el malecón entre Febres Cordero y Brasil. El General Juan Illingworth instaló una desmotadora y prensa de algodón en su hacienda Chonana además de un pequeño ferrocarril para mover la cosecha y producción. Olmedo había escrito a Flores: Ha venido con quince años menos, es decir, con quince grados más de ardor, ebullición y detonación.
Para adorno del malecón hizo construir unas cómodas bancas y sembrar bellos naranjos traídos de Daule, pasajes cubiertos en cada bocacalle para defensa de los peatones del sol y la lluvia, En 1841 se introdujo en las costas del Pacífico el tráfico marítimo con la Pacific Steam Navegation Company. El 26 de Diciembre creó las rentas para el Colegio San Vicente del Guayas que entró en funcionamiento el 1 de Febrero del año siguiente y por el reconocimiento de España a nuestra nueva nación se consiguió la apertura de sus mercados para la producción cacaotera, lo que significó un aumento considerable en el precio.
El 10 de Febrero de 1842 contrajo matrimonio con su deuda Baltazara Calderón y Garaycoa en la capilla del Obispado, a instancias del Obispo Francisco X. de Garaycoa Llaguno, tío de la novia y primo segundo de Rocafuerte, que los había presentado en su casa y dejó solos para que pudieran conversar a gusto en la sala, con quien fue muy feliz, aunque sin hijos. Ella era una mujer madura, culta e intelectualizada, que había sufrido una niñez y juventud de abandono y pobreza a consecuencia del fusilamiento de su padre el Coronel Francisco García Calderón en 1812 tras la batalla de San Antonio de Ibarra.
Después se querelló con la Corte Superior de Justicia a causa de la circulación de unas monedas de baja ley llamadas por eso “las cobrunas” y en Octubre mejoró la apariencia del edificio del Cabildo al adosarle en la esquina norte la torre de un nuevo reloj adquirido en Londres, que vino a reemplazar al anterior de los jesuitas que funcionaba dando la hora con campana.
Entonces comenzó a tomar medidas contra la epidemia de fiebre amarilla que asoló la ciudad y sus contornos. Su heroica intervención permitió superar la gravísima crisis pero la ciudad quedó con su economía en ruinas debido a la paralización del comercio por varios meses. Rocafuerte habrá sufrido la enfermedad durante una de sus días en la isla de Jamaica.
Ese año 42, Pedro Moncayo, desde Piura, lanzó una hoja impresa titulada “La Linterna Mágica” y al tratar de los ecuatorianos presidenciables dada la proximidad de las elecciones, al referirse a Rocafuerte expresó: Hombre de alta reputación, de vastos conocimientos, carácter ígneo, imaginación de fuego. Tenía pasiones muy vehementes, grandes, elevadas sin duda, y de cuando en cuando sacrificaba a ellas los principios conservadores de la libertad. Tiene ese fondo de lealtad y franqueza, su patriotismo, actividad y perseverancia…Si pudiéramos contener el ímpetu de sus pasiones y hacerle comprender las necesidades de su época y de su país, amoldar su razón al buen sentido y su patriotismo a la justicia y sujetar su altiva conciencia a la tolerancia de opiniones que tanto predica y que jamás respeta; tendríamos en él un excelente magistrado, apartándolo ante todo de la fatal influencia del profeta de la Elvira (el General Flores)
En 1842 cambió de asiento a la población de Yaguachi tras haberse quemado el viejo poblado que estaba ubicado donde hoy es Cone, y estar muy decaído por el cambio del curso del río.
Ese año concurrió a la Convención de Quito pero siendo parte del bloque de minoría no tuvo la fuerza necesaria para oponerse a los abyectos diputados de mayoría que reformaron la Constitución permitiendo la reelección y dio a Flores seis años más de poder; sin embargo, logró excluir al clero de los congresos y en la sesión del día 31 de Marzo evitó las senadurías vitalicias y la futura reelección inmediata presidencial y vicepresidencial
Rocafuerte había protestado contra ese aborto político que la historia nacional ha calificado de Carta de Esclavitud. En la sesión del 24 de Marzo amenazó con abandonar esa reunión de esclavos y “el General de la Guerra, furioso como un tigre, dejó su asiento y se abalanzó hacia mí en la actitud amenazadora de un furibundo gladiador.” Al día siguiente 25 de Marzo volvió a las andadas y pronunció otro discurso declarando que la nueva Constitución era nula y de ningún valor, porque el pueblo no los había elegido (a los Diputados) para trastornar las instituciones creando un monstruo político para solo favorecer las aspiraciones de la avaricia y de la ambición del General Flores y acusó a la Asamblea de facilitar el camino de la tiranía y que su vigencia puede convertirse en torrentes de desorden y rebelión”.
De regresó a Guayaquil a principios de Abril, publicó en el puerto principal el primero de sus ensayos titulados “A la Nación” e intentó la revolución pero al sentirse rodeado de inseguridad y peligro viajó a Lima y prosiguió su labor periodística con sus Cartas, que circulaban en el Ecuador socavando el gobierno del “advenedizo” General Flores.
Al estallar la revolución del 6 de Marzo de 1845 desempeño las funciones de Encargado de Negocios en el Perú y envió al gobierno revolucionario varios cientos de fusiles y veinte toneladas de carbón de piedra.
Triunfante la revolución fue elegido Diputado por cuatro provincias y concurrió a la Convención Nacional reunida en Cuenca pero llegó con retraso cuando ya Vicente Ramón Roca había logrado la mayoría de los votos necesarios para obtener la presidencia. Con todo, animoso como siempre, presentó la candidatura del ilustre republico y poeta José Joaquín de Olmedo y organizó un partido nacionalista, pero no triunfaron. Estaba comenzando a sentirse enfermo, Pedro Moncayo ha dicho que su elocuencia que anteriormente manejaba los rayos de Júpiter, ahora solo era triste, patética e insinuante. Tocaba en el ocaso de su vida pública: su elocuencia arrojaba todavía rayos moribundos, bañados con su tinte de melancolía. Ha muerto devorado por un largo y continuo sufrimiento y en su lenta y penosa agonía es cuando ha brillado más la magnanimidad de su carácter
Despechado de los reveses de la política regresó a Lima y fue nuevamente Encargado de Negocios, representando al Ecuador como Delegado al Congreso Americano y Ministro Plenipotenciario ante el Perú, Bolivia y Chile con motivo de la anunciada expedición de Flores al continente, para ponerse de acuerdo en la defensa de la región. El proyecto de invasión mantuvo alarmadas a las repúblicas del Pacífico sudamericano y se realizaron cuantiosos egresos destinados a la compra de armamento y demás materiales usados en campañas militares. Finalmente el gobierno británico incautó las naves adquiridas por Flores y sus mercenarios españoles fueron dispersados.
Su salud se había debilitado, un cáncer al estómago le mantenía severamente indispuesto y tras varios meses de guardar cama testó el 21 de Abril de 1847 y falleció el 16 de Mayo siguiente, de sesenta y cuatro años de edad, en el servicio diplomático activo del Ecuador. Al referirse al momento de su deceso Pedro Carbo escribió: Vio al fin llegar la muerte sin alterarse y la recibió tranquilamente. Los diarios del Perú dedicaronle grandes espacios.
Andrés Bello escribió su epitafio: // “Tus cenizas Oh Vicente Rocafuerte / aquí guardó la muerte; / pero queda tu nombre para gloria / del mundo americano y para ejemplo / de cívicas virtudes tu memoria” // Tuvo dobles funerales, uno público y otro privado, como se acostumbraba por esos días con los grandes hombres. Al conocerse su deceso en el Ecuador, el presidente Vicente Ramón Roca decretó que todos los empleados públicos llevaran ropas de luto por un día y hubo misas en las iglesias catedrales del país. En 1851 sus restos fueron trasladados al suntuoso mausoleo que se levanta en el cementerio Presbítero Maestro de Lima, confeccionado por orden de su viuda en Italia. En 1884 se repatriaron a Guayaquil y depositados en la Catedral. Hoy se guardan en el Mausoleo erigido por orden del Gobierno y la Municipalidad en el Cementerio General de esta ciudad.
De estatura más bien baja, tez blanca, pelo negro y escaso, ojos cafés, nítido en su vestimenta y pulcro en el trato con los demás, honestísimo en el manejo de los fondos públicos, de gestos rápidos, nerviosos e impulsivos, carácter primario y de reacciones violentas, muy amigo de la justicia, civilizador por sobre todas las cosas, en religión regalista y no practicante, se hizo asistir en sus últimos momentos del padre Francisco de Paula Vigil que estaba excomulgado por sus libros, manifestando que era el único sacerdote digno y virtuoso que tenía el Perú.
Antimilitarista por constituir esa clase un núcleo de opresión ciudadana. Su matrimonio tardío le salvó de la misoginia y fue muy feliz con su esposa, bien es verdad que ella era culta, inteligente y discreta.
Desprendido y generoso, muy amigo de hacer y crear, no conocía momento de reposo cuando se trataba de la administración pública; sin embargo, lo más interesante de su personalidad era el afán civilizador que sabía poner en todos sus actos, atacando al fanatismo, a la pereza y a la ignorancia donde quiera que las encontraba, siempre con brío y como si se tratare de la más importante obra de su vida.
Pedro Carbo en sus “Páginas de la Historia del Ecuador” dijo “Fue el ilustre presidente Rocafuerte el primero que en su Mensaje al Congreso de 1839 propuso la libertad de cultos en el Ecuador; pero los legisladores de entonces no dieron oídos a la proposición del patriota magistrado”.
Como orador brilló en su estilo cortado, lleno de lógica y apasionamiento, como en estallido. Pedro Moncayo escribió en 1868 en Santiago de Chile: “Rocafuerte tenía una de esas fisonomías transparentes que revelan a primera vista el fuego de las pasiones y los combates interiores: la mirada resplandeciente, verdadera imagen de su genio, audaz, vigoroso, enérgico inflexible; el carácter del tribuno, fácil, popular, accesible y al alcance de todas las clases, sirviendo de eco a todas las necesidades públicas y a toda las reformas exigidas por el tiempo y las transformaciones sociales, la palabra pronta, rápida y algunas veces incisiva y casi siempre imponente. En sus discursos tomaba el aire, el gesto, la manera del orador francés en los bueno tiempos de la tribuna cuando la tempestad tronaba y la tierra se estremecía con los rayos fulminantes que caían de la famosa montaña”.
El Padre José María Legouir Raud (JLR) ha escrito que para juzgarlo habría que remontarse a su educación parisiense, al ambiente de irreligiosidad que respiró en su juventud, al roce continuo con protestantes en su carrera diplomática y luego tener en cuenta su actuación pública y social durante los once o doce años en su Patria, sus mensajes, decretos, manifiestos, reglamentos y otros documentos públicos, los móviles y sentimientos íntimos que descubre en su correspondencia, en los artículos remitidos desde Lima entre 1843 y el 44.
Por la riqueza de su familia materna se benefició de todas las ventajas de una educación en los mejores colegios de su tiempo en Europa y fue por ello el ecuatoriano que más ha gozado de la amistad de los personajes más representativos de las sociedades del Viejo Mundo, los Estados Unidos y Latinoamérica.
En lo negativo se ha dicho que fue de aquellos seres solitarios y orgullosos que se abastecen a si mismo sin necesitar la compañía de sus semejantes, pues poseen enormes recursos físicos y mentales y saben defenderse bien, al tiempo que arrogante, ególatra (para él nadie estaba a su altura intelectual)
En lo positivo siempre fue un sujeto superior, un gran escritor y orador, idealista y generosísimo con su dinero que utilizó en aras de la independencia de la América española, preocupado de la protección a los pobres y desvalidos y del desarrollo de la educación. Hizo noticia en la América Latina antes de que fuera dividida en Repúblicas y después también, así como en Europa y los Estados Unidos. Polemista frontal con lo que pensaba que no estaba bien dentro y fuera de su Patria. Manejaba varios idiomas como si fueran suyos. Viajero incansable, conectado a personalidades internacionales, autor de siete libros y de otros con seudónimo. Aventurero valiente que estuvo varias veces preso con riesgo inminente de perder la vida.