ROCA IGNACIO CASIMIRO Y MOLESTINA

POETA.- Nació en Guayaquil el 4 de Marzo de 1838. Hijo legítimo de Agustín Roca y Garzón, literato y bibliógrafo de renombre, que pasaba por anticuario en el Guayaquil de entonces. Al fallecer en 1856 Vicente Piedrahita Carbo escribió su Necrología titulada: “A la memoria del señor Agustín Roca (fragmento ) // De un hombre justo terminó en la tierra / La existencia fecunda y bienhechora, / Hoy una tumba solitaria, encierra, / En su recinto lóbrego y estrecho, / Ya en cenizas y polvo convertido / El cuerpo de un espíritu al que había / Para su afán vehemente, / Para su sed ardiente, / Del infinito bien que le abrasaba, / Un campo reducido… // casado con su prima hermana Francisca de Paula Molestina y Roca, ambos guayaquileños. Recibió las primeras letras en la escuela del preceptor Camilo Echanique Morán y luego ingresó al Colegio Seminario de Guayaquil donde destacó como alumno excepcional. Uno de sus profesores, años después, dijo lo siguiente: “La moralidad, la aplicación y el talento, prendas tan bellas reunidas en él, en un grado superlativo, le constituían en uno de aquellos alumnos que honraban el Seminario con su presencia” y tanto afecto supo granjearse que al obtener el título de Bachiller en Humanidades Clásicas y Latinidad le fue ofrecida la cátedra de Ciencias Exactas en los primeros cursos.
Meses más tarde viajó a Quito y se matriculó en la Universidad Central para estudiar Jurisprudencia, pero coincidió que la muerte intempestiva de su padre y algunas vicisitudes domésticas le impidieron la prosecución de sus estudios y de regreso a Guayaquil se dedicó con pasión a la poesía y la literatura siendo uno de los redactores de la revista “El Álbum Literario” cuyo primer número apareció el 15 de Enero de 1857 bajo la dirección de su primo hermano doble Vicente Emilio Molestina y Roca, con quien le unía una gran amistad.
El 17 de Septiembre de 1859 estuvo entre los que apoyaron con mayores bríos al general Guillermo Franco Herrera para su proclamación como Jefe Supremo de Guayaquil y tres días después, el 20, se asoció con Manuel de Jesús Menéndez y editaron el periódico “La Regeneración”, órgano oficial de ese gobierno, donde aparecían “Documentos, proclamas, convenios, notas, informes, etc.” y algunas piezas de indiscutible valor histórico, pero no se publicaban artículos de propaganda, de polémica o doctrinarios. Este periódico dejó de salir al año siguiente por el triunfo de García Moreno sobre los guayaquileños.
Ese año de 1860 contrajo matrimonio con su prima hermana Carmen Molestina y Roca, fueron muy unidos aunque no tuvieron hijos. Retirado por corto tiempo del periodismo, siguió en el comercio de la plaza como tenedor de libros y perito contable especializado en matemáticas.
Por su ideario liberal el 20 de Abril de 1866 fue electo por aclamación para presidir la reunión realizada en el teatro Olmedo, en protesta por el bombardeo español al puerto de Valparaíso.
Entonces aparecieron varias poesías suyas en “La Lira Ecuatoriana”, publicación que reunió a la primera generación poética que conoció la república. Allí se dijo que Roca tenía “cierta inocencia y candor, que sabe comunicar a sus versos, es un joven de carácter suave y amable, todo lo que es bueno y hermoso le arrebata…”
En 1868 se publicaron otras poesías suyas en “La Colección de antigüedades literarias” que imprimió en Lima su cuñado el Dr. Vicente Emilio Molestina y Roca donde se indica que Roca “vivía trabajando en una hacienda de su propiedad, en la soledad del campo, metiéndose con la lectura de los clásicos y románticos y fortificando su espíritu con la meditación”, pero pronto terminó esta inacción y volvió a colaborar en diarios y revistas y construyó una casa en el llamado barrio del Astillero, actuales calles Eloy Alfaro y Cuenca, barrio que se estaba formando con las fábricas de la ciudad. Allí habitó largos años hasta su muerte.
Juan León Mera en su Ojeada Histórico – Crítica sobre la Poesía Ecuatoriana anotó: No posee la fecundidad y gracia con que alucina el señor Piedrahita y con mucha frecuencia cae en un lánguido prosaísmo, en una especie de marasmo que no puede vencer, y que le obliga a caminar a paso de tortuga. Con todo, gusta también de dijes y relumbrones y se queja de la suerte y de ayes y aprieta los párpados para verter lágrimas. En la ingenuidad e inocencia, prendas no poco estimables es pues superior a Piedrahita, igual en el mal gusto de los adornos e inferior en la gracia y abundancia. En cuanto a la lengua, ambos, a cual más la maltratan y afean. En lo tocante a las ideas, menos extraviado nos parece que va el señor Roca, si bien no está libre de responsabilidad. El defecto, en este caso, viene muchas veces de la mala calificación que se da a los sustantivos… sin embargo, de cuanto dejamos dicho del señor Roca, pudiera ser que el estudio y la continua contemplación de los buenos modelos mejorasen su talento y corrigiesen su gusto. Es joven, las piezas que hemos visto son quizá sus primeros ensayos, y sin duda está movido por el amor a la gloria que ha hecho tantas veces el milagro de transformar a los hombres y levantar a grande altura a ingenios que al principio se han mostrado con señales nada lisonjeras…
En 1871 era Inspector Escolar del Guayas conjuntamente con Francisco Campos Coello. En 1872 fue electo Vicepresidente del Comité pro estatua de José Joaquín de Olmedo e ingresó de cajero al Banco de Crédito Hipotecario con ciento cincuenta pesos mensuales de sueldo.
En 1875 estrenó en el teatro Olmedo una alegoría dramática con sabor a teatro de sabatina y en un acto, que tituló “La Gracia de Dios” en 30 páginas, compuesta para la distribución de premios de las escuelas de niñas dirigidas por las señoritas Virginia Salvador y Mercedes Monsalve. En 1876 reemplazó al Dr. Clímaco Gómez Valdés en la gerencia del Banco de Crédito Hipotecario, función que desempeñó hasta 1884 y la renunció para constituir con otros accionistas el Banco Internacional, del que también fue gerente ese año.
En cuanto a sus ideas políticas, era un liberal católico y se pertenecía al grupo de Pedro Carbo, estuvo entre los sostenedores de su jefatura Suprema en el Guayas en 1883 pero su posición en el Banco le vetó entrar en las revoluciones que se suscitaron contra el régimen del Presidente Plácido Caamaño entre 1884 y 87.
El 5 de Junio de 1889 al fundarse la Cámara de Comercio de Guayaquil fue electo Presidente fundador. En 1895 saludó el advenimiento del liberalismo al poder. El General Eloy Alfaro lo tuvo entre sus principales consultores. Durante el Incendio Grande en 1896 no sufrió daño alguno por habitar en el Astillero al sur de la urbe y formó parte de la Comisión de Socorros y Ayuda a los damnificados. En 1899 y junto a otros prestantes liberales solicitó al Presidente Alfaro que no lleve a cabo una contribución de guerra decretada contra el comercio de Guayaquil para cubrir los gastos militares de las campañas del centro y austro de la República y a cambio le propuso la concesión de un préstamo bancario voluntario, garantizado con rentas del gobierno, lo cual finalmente no pudo llevarse a efecto. Emilio Estrada había creado la Sociedad de Crédito Público con este fin, junto a Pedro Córdova Villavicencio, Horacio Morla Mendoza, etc. pero se opuso a ello tenazmente Lizardo García.
Tenía por vecino en el barrio del Astillero a José Joaquín de Olmedo Ycaza hijo del Cantor de Junín, con quien se embarcaba diariamente por las mañanas en el carro de mulas que los llevaba al centro de la urbe, siendo la despedida usual de Roca “Salúdame a los muertitos” en alusión al empleo de su amigo Olmedo, director del Cementerio.
Por entonces Roca – con la confianza del caso – manifestó a Roberto Andrade que el Canto a la Victoria de Miñarica fue escrito por Olmedo en honor a Sucre tras la victoria de Ayacucho el 9 de Diciembre de 1824 que coincidió con el nacimiento de la niña Rosa Perpetua de Olmedo Ycaza, a quien el poeta quiso mucho y trataba cariñosamente de “Mi Rosita de Ayacucho”.
Que el cambio de Sucre por Flores se realizó a petición de Rocafuerte en 1835 para tener agradado al General venezolano, conocido por su fatuidad ya que se creía poeta y era peligroso en extremo para la conservación de la paz en la República pues dominaba el ejército; en cambio el país atravesaba un estado deplorable tras los casi tres años de inactividad comercial del puerto de Guayaquil, generador de las rentas de aduana. Que este cambio de personajes era asunto harto conocido por los parientes y amigos de confianza de Olmedo, entre ellos los viejos Roca ya fallecidos hacia 1897.
Su deceso se produjo en Guayaquil el 4 de Enero de 1900, a los sesenta y un años de edad, a causa de una arritmia e insuficiencia cardiaca, dejando un perdurable recuerdo por su carácter delicado y lleno de sentido común.
Era de fecunda imaginación y versos románticos y sencillos, así como excelente amigo. Su producción se halla dispersa en diarios y revistas del siglo pasado, esperando que alguien con benedictina paciencia la reúna.
Vivía en una amplia casona de su propiedad ubicada en Eloy Alfaro y Cuenca, frente a su cuñado Demetrio Pino Reinel que habitaba sobre la orilla del río, a cuyo hijo José Gabriel formó como tradicionista, dejandole su rica biblioteca.
En el Diccionario Biográfico del Ecuador de Braulio Pérez Merchant se anota que quedaron inéditas sus siguientes obras “Teoría Matemáticas de las Anualidades”, “Los Presidente del Ecuador” y “Estudio sobre Monedas Nacionales y Extranjeras” escrito en 1885.