ROBERTSON WILLIAM S.

HISTORIADOR.- Nació en Glasgow, Escocia, el 7 de Octubre de 1872. Fueron sus padres legítimos John Robertson y Anne Spencer, con quienes emigró al Estado de Wisconsin en Estados Unidos en 1880.
Estudió en Milwauke y ejerció como maestro de escuela hasta que decidió seguir una carrera e ingresó a la Universidad de Wisconsin donde tuvo por maestro al Profesor Frederik J. Turner, quien le interesó por la historia de América Latina. Enseguida siguió a la Universidad de Yale y bajo la dirección del agudo crítico e intrépido y erudito Profesor Edward Gaylord Bourne se dedicó en 1901 a investigar las actividades revolucionarias del Precursor Francisco de Miranda y tras dos años de pesquisas logró terminar una tesis doctoral sobre “Francisco de Miranda and the revolutionizing of Spanish América”, que le valió el premio de historia que anualmente otorga esa Universidad bajo el nombre de “George Washington Egleston”. Mientras tanto había hallado documentos en Inglaterra que le convencieron de que, poco después de capitular Miranda ante los realistas en Julio de 1812, una considerable colección de sus papeles personales había sido llevada a Londres y depositada en manos de Lord Bathurs, secretario de Guerra y de Colonias y aunque los buscó en archivos públicos, no pudo hallarlos, por cuanto los Ministros Ingleses tenían la costumbre de considerar a los documentos oficiales acumulados durante su mandato como pertenecientes a su archivo privado.
Definida su vocación de Historiador de asuntos hispanoamericanos, prosiguió sin descanso la búsqueda de datos sobre Miranda a través de numerosos viajes realizados a los glandes repositorios documentales de Sevilla, Londres, París, Viena, México, siempre detrás del testimonio inédito que amparase sus pesquisas históricas.
En 1907 editó su tesis en el Annual Report de la American Association y recibió el premio “Herbert Adams Baxter” de dicha Asociación. Ese año comenzó a dictar clases en la Universidad de Illinois, pero a poco se cambió a la de Urbana, donde permaneció el resto de sus días como Profesor titular desde 1920 hasta el 41 que se jubiló, aunque desde el 37 también era Jefe del Departamento de Historia.
Decidido a continuar investigando sobre Miranda, tuvo que hacer un paréntesis para trabajar otros temas menos interesantes pero más inmediatos, relativos al esclarecimiento de la historia de los Estados Unidos y el Canadá y a las relaciones de Norte América con los países de habla hispana de este continente, convirtiéndose en uno de los principales hispanistas de su tiempo.
En 1917 visitó Caracas y consiguió varios impresos raros por medio del bibliógrafo Manuel Segundo Sánchez. Otro amigo suyo, Vicente Lecuna, le entregó bastantes artículos editados en la prensa venezolana sobre Miranda, a la par de datos inéditos tomados de la Catedral y la Universidad Central.
Cinco años después logró localizar al III Lord Bathurst en Cirencester, Gloucestershire, quien le entregó la llave de su salón escritorio donde descansaban numerosa documentación de su abuelo entre la cual halló Robertson los sesenta y tres tomos infolio, de diarios, cartas, escritos satíricos, recortes de prensa y memoranda íntima del Precursor Miranda. Posteriormente el mismo Lord le envío copias de ciertas cartas de Miranda halladas entre los papeles de Lord Melville que el adquirió y como el Decano de la Universidad de Illinois, Arthur H. Daniels, destinó fondos para la compra de libros concernientes a la historia de América Latina para dicha Universidad, pudo dedicar entre el 24 y el 25 el año de vacaciones sabáticas, para reunir materiales de una biografía completa y tras un nuevo viaje a Inglaterra, Francia y España logró dar a la imprenta “The life of Miranda” en la imprenta de la Universidad de Carolina del Norte, Chape Hill, 1929, en dos volúmenes con ilustraciones.
Mientras tanto, seguíase con notable interés su descubrimiento y el avance de sus transcripciones por un artículo suyo “The lost archives of Miranda” y por la edición del capítulo referente al viaje por los Estados Unidos entre 1783 y el 84 aparecidos en “The Hispanic American Historical Review” entre 1927 y el 28, que llamaron poderosamente la atención en Venezuela, al punto que ese gobierno dispuso la compra inmediata del Archivo Miranda como efectivamente se lo realizo, publicándose en 24 volúmenes
Robertson fue aclamado como erudito investigador y la Academia de Historia de Venezuela le nombró su miembro correspondiente. Para el Ecuador la Vida de Miranda contiene noticias sobre José de Antepara, quien fuera su secretario, biógrafo y editor de “El Colombiano”, primer periódico de la América libre, editado en Londres en 1810.
Su vida de Miranda fue traducida al español por Julio E. Payró y publicada en las ediciones del II Congreso de Historia de América celebrado en Buenos Aires en 1937 y en tirada aparte de las Ediciones Anaconda de esa capital. En 1967 el Banco Industrial de Venezuela, al conmemorarse el cuarto centenario de la fundación de Caracas, lanzó una edición de lujo, con ilustraciones, en 491 páginas, revisada y compulsada por Pedro Grases.
Jubilado, como ya se dijo, el 41, regresó a la cátedra el 43 y allí permaneció hasta su fallecimiento de 75 años de edad en Urbana, Illinois, USA, el 24 de Octubre de 1955.