RIVAS NEVARES ALBA CELESTE

FEMINISTA.- Nació en Guayaquil el 25 de Noviembre de 1912. Hija legítima de Rafael Rivas Villafuerte, natural de Ibarra, que tras el terremoto de 1868 vino a Guayaquil en compañía de su madre viuda Angela Villafuerte y de su único hermano José Antonio. Primero fue calígrafo y dictó esa cátedra en el San Vicente del Guayas, luego trabajó por muchos años con Lorenzo Tous en la Sociedad Continental. Su padre había sido también un gran calígrafo; y de Concepción Nevares Cuadros, natural de Chone.
Fue la segunda de una familia compuesta de tres hermanos y cursó interna la primaria en el Colegio San Francisco de Sales de Alausí, donde se hizo querer de las monjas por sus dotes de natural vivacidad. En 1924 regresó a Guayaquil.
Su familia habitaba una casa alquilada en Chile y Aguirre de propiedad de Solínes y pronto hizo amistad con los alumnos del vecino Colegio Vicente Rocafuerte. Era muy lectora, su hermano Rafael hacía hermosas caricaturas y motivada por sus amigas entró al recién fundado Conservatorio de Música graduándose con honores en declamación y arte dramático, pues desde pequeña recitaba con mucha gracia y soltura las poesías que le enseñaba su padre.
En 1930 formó parte de la Corte de Luzmila Vásconez electa Reina del Carnaval. El 32 y dada su gran popularidad, la nombraron señorita Universidad de Guayaquil, pero la tarde de la proclamación falleció repentinamente su padre de un fulminante infarto, y tuvieron que proclamar a la segunda en votación, Yolanda Cuntó Caputti.
Lorenzo Tous la llevó de secretaria de correspondencia a la Sociedad Continental donde laboró algunos años; mientras tanto, a través de Manuel Eduardo Castillo y de su esposa Carmen Rosa Escolar, muy amigos con sus padres, conoció al joven poeta Abel Romeo Castillo, recién llegado de España, con quién mantuvo un largo romance que duró hasta el 38 en que pelearon definitivamente por la oposición de Dña. Betsabé de Castillo, que nunca simpatizó con Alba Celeste por sus ideas izquierdistas y por cuanto solía concurrir a las Exposiciones de Allere Flamman y se había liberado de la triste situación de sumisión a la que estaba condenada la mujer guayaquileña en esos años.
En 1936 entró de profesora del Conservatorio que funcionaba en el segundo piso del Palacio Municipal por la calle Diez de Agosto, gozando de la protección del Director Pedro Pablo Traversari, que la apreciaba como padre.
Ya era secretaria de la Sociedad de Artistas y Escritores Independientes que se reunían una vez al mes en el Salón Rosado de Alfredo Czarninsky en 9 de Octubre y García Avilés y luego, casi al llegar a Boyacá, en hermosas e inolvidables veladas. Opcionalmente concurría los sábados de mañana a los ceviches del grupo en el Salón Gutiérrez, donde se hablaba de todo, de política, ciencia, arte y literatura pues sus miembros eran intelectuales jóvenes en su mayor parte.
En Agosto de 1938 cuando visitó Guayaquil la gran poetisa Gabriela Mistral amistó con ella y en Septiembre interpretó en el teatro Olmedo algunos de sus poemas, en recital que resultó un triunfo a su talento y a la magia de la autora.
Estaba en su mejor época, vivía con su familia en la plaza de San Francisco, calle Pedro Carbo, altos del Almacén Begué. Era conocida y respetada por su arte y querida por su encantadora personalidad. Entre 1939 y el 40 mantuvo en la Radio Ortiz un programa bisemanal dedicado a los niños, personificando a una mensajera cariñosa que se llamaba “Hermanita Luna”. El programa constaba principalmente de cuentos y lecciones amenas al alcance de la atención y comprensión de los pequeños, relacionándose directamente con la fábrica de juguetes “H. O. “propiedad de su hermano Rafael que los diseñaba y de Héctor Orces Mendoza que los construía en madera.
Dichos juguetes, que no han tenido reprise en el país, eran de madera pintada por Segundo Espinel Verdesoto con hermosos colores, semejaban animalitos tales como Gallinas, Caimanes, perros, etc. se movían jalados con piola, tenían sonido y movimiento a través de ingeniosos mecanismos de cuerda y metal. Aún se conservan algunos modelos que son un primor de ingenio, arte e invención. La fábrica cerró a mediado de los 40, pero puede considerarse a los juguetes “H.O.” como los primeros que se construyeron exitosamente en el Ecuador. Hoy tenemos a los famosos “Tonka” versión moderna y norteamericana de los “H.O.” ecuatorianos de fines de los años 1940.
Por esa época siguió algunas clases de escultura con su amiga Bellamada López y trabajó un busto dorado de nativa, al que puso por nombre “Shunguya”, hoy propiedad de su cuñada Zoila Castillo Vélez de Rivas. En 1941 ocurrió la anécdota contada por Alfredo Pareja Diez-Canseco en “Los Poderes Omnímodos” durante una cena ofrecida por los escritores y artistas independientes a los pintores Oswaldo Guayasamín y Jaime Valencia, quienes habían llegado de Quito a exponer sus telas. Alguien pidió exigentemente a Alba Celeste que recitara el Canto de Amor a Stalingrado. Fragmento: // Yo escribí sobre el tiempo y sobre el agua / describí el luto y su metal morado / yo escribí sobre el cielo y la manzana / ahora escribo sobre Stalingrado.”” // Mi voz estuvo con tus grandes muertos / contra tus propios muros machacados / mi voz como campana y viento / mirándote morir Stalingrado.//
Pareja agrega: Melodiosa velada. Alba Celeste llenaba el recinto de cálidas resonancias, de plástica veracidad. Era la musa del grupo de intelectuales y artistas de Guayaquil de ese entonces.
Ya estaba enamorada del escritor lojano Ángel Felicísimo Rojas quien cayó preso de la dictadura civil del presidente Arroyo del Río y fue llevado al Panóptico. Seis meses después recuperó su libertad por un indulto general y el 5 de Marzo de 1942 contrajo matrimonio con Alba Celeste, el mismo día alquilaron un departamento en la plaza Colón, después salió encinta y vivió la maternidad con felicidad, haciendo el ajuar del bebé que tendría a los treinta años pero no tuvo dolores y se le pasó el parto, quizá el Dr. Arturo Serrano que la atendía esperó demasiado a que obrara la naturaleza.
Dos días estuvo en su vientre la criatura muerta y finalmente el 5 de Marzo de 1943 fue sacada con operación cesárea por el Dr. Teodoro Maldonado Carbo en la Policlínica de Guayaquil. Casi enseguida le vino la fiebre puerperal y como todavía no llegaban los antibióticos al país, falleció de septicemia el día 10, ante la consternación general de la ciudad.
Mi tía Segunda Maruja Cucalón Concha me ha referido los últimos momentos: Eran las 12 del día y ella la estaba cuidando en la pieza de la clínica, cuando notó que empezó a agonizar (boquear) y como en la pieza de al lado se encontraba el Dr. Rojas con varias visitas, lo llamó rápido y cuando entraron, la enferma, dejó de existir.
Fue una mujer dotada de belleza, finura, arte y femineidad. Rebosaba vida y alegría y con su fallecimiento, al decir de los poetas, quedó el poema sin voz.
Pareja Diez-Canseco ha escrito: Ya muerta, tranquila, con los ojos cubiertos, sin luz en torno, sabia y libre, indiferente al amanecer que dejaba paso al sol regenerador de la inmundicia. Su hijito pudo llamarse David Rojas Rivas como estaba planeado por sus amorosos padres.
Existe un retrato al óleo suyo ejecutado en 1940 por su amiga Alba Calderón de Gil y una miniatura a colores trabajaba en Buenos Aires a petición de su hermano Rafael, que siempre la quiso y protegió a la muerte de su padre.
En lo físico era bajita, de figurita graciosa, con grandes ojos expresivos y vivaces y una boca encantadora. Con su apertura hacia el arte, la declamación y la poesía, renovó el panorama sombrío de la mujer guayaquileña liberándola del perjuicio mariano que la condenaba a vivir solamente la vida del hogar.