RAIMONDI ANTONIO

GEOGRAFO.- Nació el 19 de Septiembre de 1826 en Milán, Italia y fueron sus padres legítimos el comerciante Enrico Raimondi y Rebeca Dell´Acqua de condición económica acomodada.
Desde niño mostró inclinaciones por las ciencias naturales, devoraba libros de viajes, sobre todo los de Colón, el Capitán Cook, Humboldt, Duinont D Urville, Boussingault y pensó que el Perú era una nación prácticamente desconocida al observar con admiración un inmenso cactus en el museo botánico de Milán, cuyos brazos habían sido recortados para que pudiera caber en un espacio grande pero cerrado, donde había crecido hasta tocar el techo pues el jardín tenía las condiciones adecuadas ya que en invierno lo calentaban con estufas para reproducir el calor y la humedad de los trópicos. Ese ejemplar de cactus había sido llevado por algún viajero curioso. Entonces se dedicó a pintar a las plantas que veía, mostrando una pericia y un amor de artista, acuarelas que despertaban la admiración de los entendidos que se preguntaban cómo era posible que tal perfección se diera en los dibujos de un niño. Con igual interés años más tarde leyó al gran naturalista Buffon que le abrió al mundo de las ciencias naturales y se empeñó en esa clase de estudios en los que sobresalió por su constancia e interés.
En estas aventuras intelectuales él mismo fabricaba los instrumentos de su laboratorio y con tanta pasión que en alguna ocasión que requería cloruro de oro y no tenía el dinero para comprarlo, se las ingenió para reproducir ese producto a base de un dije de oro obsequiado por su madre. Finalmente le empezaron a quedar cortos los jardines de su ciudad y empezó a realizar excursiones por la parte alta de la Lombardía, especialmente para estudiar los lagos, las lignitas, los fósiles, las canteras de mármol, las minas, las refinerías de metal y todo aquello que del mundo natural pudiera llamarle la atención.
En 1848, al estallar la revolución liberal de París que derrocó al rey Luis Felipe de Orleans, los ciudadanos de Milán se sumaron a las tropas de Carlos Alberto del Piamonte – Cerdeña atacaron a las guarniciones austriacas como bersaglieris lombardos y lograron con esfuerzo hacerles retirar a sus bases de Venecia mientras Garibaldi pasaba a Roma.
El joven Raimondi intervino en esas jornadas de gloria para la naciente Italia y conoció lo efímero de la victoria, pues cuando los austriacos volvieron al combate y destruyeron a las fuerzas de Carlos Alberto en la batalla de Novara, tuvo que huir al sur con el héroe Manara que tanto se había distinguido en las cinco jornadas de Milán.
Mientras tanto el rey Carlos Alberto había abdicado en favor de su hijo Víctor Manuel II y los austriacos recuperaban el norte de Italia, a tiempo que los franceses enviados a auxiliar al Papa se apoderaban de Roma, expulsando a los valientes garibaldinos que terminaron por disolverse en las zonas montañosas de la Italia Central.
El joven Raimondi no pudo regresar a Milan y para colmos un mal compañero le robó todo su dinero, dejándole únicamente con la ropa puesta. Para sobrevivir se dedicó a producir frutos de cera para adornar las cajas de dulces.
A consecuencia de la desilusión provocada por tales fracasos, el joven científico decidió viajar para aumentar sus estudios de la naturaleza y el hombre, de manera que en Diciembre de 1849, acompañado de dos amigos, se embarcó en el puerto de Génova en el bergantín “La Industria” y tras una breve escala en Niza arribó el 28 de Julio de 1850 al Callao.
El Dr. Cayetano Heredia, Director del Colegio de la Independencia que después transformaría en Escuela de Medicina, le dio empleo como clasificador de las especies zoológicas y mineralógicas de ese Instituto.
En 1851 ascendió a catedrático de Historia Natural y con interesantes innovaciones cambió la forma que hasta entonces había tenido la enseñanza de tales conocimientos en el Perú.
En 1852 organizó por su cuenta una primera excursión científica. Transmontó los Andes, arribó a Chanchamayo y encontró un ejemplar del cactus peruvianus en la región de Chanta, una de las más altas del mundo igual en todo al observado con tanta atención en Milán. Luego investigó las vertientes que originan el río Marañón y convivió largos meses con las tribus salvajes del Río Ucayale, familiarizándose con ellas.
En 1854 editó un “Informe sobre la existencia del guano en las islas de Chincha”. El 56 figuró entre los maestros fundadores de la Facultad de Medicina de San Fernando. Entre 1859 y el 61 viajó por la región del Amazonas y fue reemplazado en su cátedra por el Dr. Miguel Colunga. De regreso inauguró el Curso de Química Analítica y con el tiempo fue el primer Doctor de la Facultad de Ciencias y ocupó el decanato.
Ya era ampliamente conocido por diversos trabajos científicos publicados en las principales revistas. El 57 había editado como texto “Elementos de Botánica”, el 58 “Minería”, el 61 “Apuntes sobre el mineral de Hualgayoc”, el 62 “Ligera revista histórica sobre los hechos en el Perú en las Ciencias Naturales y de los escritores que se han ocupado de la Historia Natural del mismo” aparecido en los Anales Universitarios del Perú y “Apuntes sobre la Provincia Litoral de Loreto” en la Revista de Lima. El 64 “Análisis de las aguas termales de Yura, aguas minerales de Jesús y aguas potables de Arequipa”. El 66 “Análisis de una agua termal sulfurosa del Departamento de Cajamarca” en Gaceta Médica de Lima. El 67 “On Geology of Perú” y un “Informe sobre las salinas de Huacho” en El Peruano. El 71 publicó “EL Guano y el Salitre en sus relaciones económicas e industriales”. El 72 “Cuprocalcita, nuevo mineral de cobre” en Anales de la Sociedad de Francia.
En 1872 renunció a su cátedra en la Facultad de Medicina para consagrarse por entero a la edición de sus obras científicas y volvió a visitar todo el Perú, estudiando y observando con detenimiento la fauna y la flora, la mineralogía y geografía de las tres regiones: costa, sierra y selva. A la Facultad de Medicina donó su valiosa colección de minerales y plantas para formar un Museo de Historia Natural, base del que hoy ostenta su ilustre nombre, con secciones de Antropología, Zoología, Botánica, Geología, Mineralogía y Paleontología.
Entre 1874 y el 75 polemizó sobre el guano con numerosos artículos largos que dieron mucha luz sobre el problema pues siempre fue un científico estudioso de la realidad que trataba de popularizar las Ciencias Naturales haciéndolas asequibles al grueso público lector. De esta época son sus trabajos “Guano y Salitres, observaciones a la Memoria del señor Demaison”, Apuntes sobre el Guano y las aves que lo producen” aparecido en el diario El Siglo, Guano y Salitre. Réplica a un folleto titulado: El Guano y el Salitre en sus relaciones económicas e industriales”. “Memorial que desde la ciudad de Londres eleva al Soberano Congreso del Perú, con motivo del Convenio ajustado el 15 de Abril del presente año (1875) entre el señor Ministro de Hacienda y Comercio y don Federico Ford, como representante legal de la Casa Dreyfus Hnos. y Cía.”.
En 1875 inició su obra de mayor envergadura titulada “El Perú” pero solo alcanzaría a publicar tres tomos en vida, tres más que aparecieron después y numerosísimas anotaciones quedaron en sus Cuadernos de Trabajo depositados en la Sociedad Geográfica Del Perú, consumidos en el incendio de 1941 que arrasó la Biblioteca Nacional del Perú en el centro de Lima. Lo suyo hubiera podido llenar veinte volúmenes en cuarto de aproximadamente 500 pags, cada uno.
En sus obras hace un recuento pormenorizado de sus viajes, estableciendo extensos recorridos en detalles que denotan una voraz curiosidad por todo lo humano en función de lo geográfico. Era un intelectual imaginativo y veraz, por eso se le ha calificado de viajero científico y romántico. Todo quería verlo por si mismo y cuando sus fuerzas le abandonaban se atormentó de no culminar tan atrevida empresa, fruto de un plan de grandiosas proporciones, que avizoró con su notable capacidad de trabajo y feliz memoria. Murió en San Pedro de Lloc el 26 de Octubre de 1890 cuando solo frisaba sesenta y cuatro años de edad.
La obra de Raimondi puede ser dividida en capítulos. En Materia de Geografía escribió una importantísima síntesis sobre la evolución histórica de esa ciencia en el Perú desde los Incas hasta el siglo XIX que incluye mucho material sobre Guayaquil y su zona costera. Esta Monografía está considerada un Clásico de las letras sudamericanas pues su autor tuvo que leer las Crónicas sobre la Conquista española reconstruyendo el itinerario seguido por Francisco Pizarro desde Tumbes hasta el Cuzco, las Relaciones Geográficas coloniales que son de gran lentitud, los libros de Viajeros, los Diarios de Exploradores sobre todo los de los Misioneros de Santa Rosa de Ocopa, las Memorias de las Comisiones de Límites, los Croquis y Documentos Cartográficos, muchos de los cuales ya no existen. También dejó un “Mapa General de la República” incorporando hasta los nombres de los sitios arqueológicos, en 32 hojas de 65×50 cmtrs. cada una, a escala de 1:500.000, de innegable mérito, paciencia y utilidad.
En Geología y Paleontología encontró fósiles de especies totalmente nuevas, aporte considerado como uno de los más importantes en Sudamérica.
En Mineralogía editó en 1878 “Los Minerales del Perú” en 300 págs, con el Catálogo razonado de los principales tipos de minerales de esa República. Luego de su fallecimiento tan importante obra tuvo que ser completada pues no valía la pena comenzar otra porque contiene mil ejemplares catalogados con una veintena de variedades no conocidas bautizadas con nombres alusivos a los sitios de los hallazgos y con apellidos de científicos amigos suyos.
En Botánica formó colecciones con más de quinientas especies vegetales peruanas entre los cuales hay ochenta descubiertas por él. También un herbario para el Instituto de Farmacia de más de quince mil ejemplares, pero su mayor mérito fue que para complementar su obra iluminó a colores más de dos mil especies, demostrando ser un consumado artista.
En Zoología recogió mil quinientos moluscos terrestres y fluviales, quinientos marinos, cuatro mil insectos y mil doscientos sesenta y cinco aves que sirvieron para que Ladislado Taczanowski redactara su “Ornithologie du Pérou” en cuatro extensos volúmenes.
En Etnología descubrió el famoso monolito o Estela de Chavin, hoy bautizado con su nombre, que se guarda en el Museo Arqueológico de Lima y en cuyos trazos halló la posible relación de las culturas Tiahuanacu, Chavin, Manabí y San Agustín integradas, de suerte que el Monolito es una síntesis cultural de Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia.