POLÍTICO.- Nació en Guayaquil el 24 de Abril de 1884. Hijo de Jaime Puig Verdaguer, natural de Vilazar de Mar, Cataluña, España, comerciante, propietario del almacén de genéricos denominado “La Estrella Blanca” en Pichincha y Sucre, acuarelista, músico, autor de un libro sobre el bloqueo naval de Iquique que le tocó presenciar y finalmente condecorado por Decreto del Rey Alfonso XIII con la Orden de Isabel La Católica.
“Su padre encargó el niño al destino de su progenitora, una ciudadana de raza mestiza perteneciente al estado llano, que pronto falleció, pasando en 1890 al cuidado de su comadre Victoria Romero – doméstica que había servido al señor y a la madre del niño – casada en 1887 con un militar de baja graduación llamado Martín León, vecinos en el barrio de Las Peñas” donde el chinito Puig, así le decían desde pequeñito por tener los ojos nativos, creció, aprendió a nadar, a jugar fútbol, a cantar, a tocar la guitarra y hasta formó un grupo de muchachos con los Gómez Gault y otros vecinitos, pues era feliz aunque había nacido contra la suerte y se proponía superarla.
Hizo la primaria en una escuela cercana y la secundaria en el Vicente Rocafuerte, haciéndose conocer por la afabilidad de su carácter y brillantez de su inteligencia y para ayudarse económicamente enseñaba a leer a algunos comerciantes interioranos, entre ellos a Evangelista Calero Gaibor, quien le pagaba con zapatos. Cuando tenía quince años Miguel Ángel Carbo lo trató y exclamó asombrado: este chico tiene un foco eléctrico en la frente.
En 1901 se graduó de Bachiller y comenzó los estudios de Jurisprudencia. Tenía buena voz y era frecuente en las fiestas familiares que actuara en dueto con Manuel Agustín Pacheco que tocaba la guitarra.
Tras brillantes estudios recibió el doctorado en Jurisprudencia en 1910. Entonces se hizo espiritista más por broma que en serio y con José Vicente Trujillo se burlaron en una sesión del alma de su antiguo maestro el Dr. Ramón Flores Ontaneda, a quien se le había escapado en clase una ventosidad sonora, vulgo pedo, y justamente eso fue lo que le preguntaron. “Si se acordaba del incidente” siendo respondidos “No piensen en porquerías”.
El 11 participó en la conspiración liberal del Dr. Manuel Tama Vivero que determinó la Jefatura Suprema del General Pedro J. Montero. En dicho complot también intervinieron los Drs. Francisco Martínez Aguirre, Alfonso de Arzube Villamil y Modesto Chávez Franco, que se repartieron los Ministerios en un gabinete que jamás llegó a funcionar, pues al fracasar el movimiento tuvieron que esconderse.
Entonces participaba de una generación de intelectuales formados con el estado laico y la revolución liberal de 1895, que poseían ideas positivistas y a la que se pertenecían otros estudiantes universitarios de Guayaquil tales como Alfredo Espinosa Tamayo, Carlos Alberto Arroyo del Río, Luís Nigón Ordóñez, Venancio S. Larrea, etc.
Al fallecimiento del Presidente Emilio Estrada gestionó la insurrección de Esmeraldas contra el gobierno del Dr. Carlos Freire Zaldumbide proclamando Jefe Supremo al General Flavio Alfaro. Efectivamente Flavio Alfaro se hallaba en Panamá y se embarcó a Tumaco a donde arribó el día 27. Puig Vilazar se hallaba en Esmeraldas pero viajó a recibirle en Tumaco y con varios comprometidos siguieron por la playa a caballo hasta Esmeraldas. Al día siguiente 29 de Diciembre se le proclamó Jefe Supremo y recibió un cable del General Pedro J. Montero, Jefe de la Tercera Zonal Militar con sede en Guayaquil, exigiéndole explicaciones, pero a los tres días fue el propio Montero quien se proclamó, designó un Gabinete y llamó al General Eloy Alfaro quien aceptó venir a Guayaquil en calidad de mediador aunque después cambió de idea. Así la situación se produjo en Guayaquil una situación confusa con dos Jefes Supremos. Flavio Alfaro arribó y sus partidarios sumaron más de seis mil en el muelle. Entonces se dio el entendimiento entre los caudillos liberales y se armó el ejército que subiría a la sierra a combatir a los constitucionales de Leonidas Plaza y a Julio Andrade. Tras el combate de Huigra los liberales se retiraron a Yaguachi y luego a Guayaquil. Firmado el Tratado de Durán, que no fue respetado por los Constitucionales, comenzó la cacería de brujas y apresados los principales caudillos, que llevados a Quito fueron asesinados en el interior del Panóptico. Carlos Puig Vilazar pudo huir a tiempo y se trasladó nuevamente a Panamá.
En 1913 apareció en el cuarto número de la Revista de la Escuela de Derecho su artículo largo sobre “La Federación como forma republicana de gobierno.”
Al declararse en Septiembre de ese año la revolución en la provincia de Esmeraldas, volvió a Guayaquil y fue agente secreto conchista a las órdenes de Bolívar Monroy Garaycoa y al saber que existía orden de prisión en su contra, se embarcó para la población de Esmeraldas con el fin de contactar al caudillo, pero al arribar a las costas fue notificado por el Capitán que había orden terminante de apresarlo y en caso de que no fuere hallado en cubierta, de fumigar la embarcación para ver si aparecía escondido en las bodegas. Para ayudarle el Capitán lo puso en una canoa con un boga y lo mandó a tierra, donde súbitamente apareció un negro semidesnudo y con un machete en la mano, que le gritó: “Digan viva Plaza o los mato”. Puig no perdió su acostumbrada serenidad y aunque estaba desarmado le increpó: “Oye, tú, negro de porras ¿Qué te has creído? ¿Qué puedes amenazar a un caballero liberal? I le ganó la moral pues les dejó pasar sin hacerles nada.
Meses después regresó subrepticiamente a Guayaquil pero casi enseguida le arrestaron y fue desterrado a Panamá donde diariamente frecuentaba el hogar de su media hermana Blanca Puig Arosemena de Alfaro (esposa de Colón Eloy Alfaro Paredes) Su padre enfermó gravemente en esa ciudad y tras recordarle a los Puig Arosemena que fuesen siempre muy unidos con su medio hermano Carlos, falleció en brazos de éste, pues siempre lo había querido y distinguido y nunca había dejado de protegerle.
En Enero del 16 contrajo matrimonio en Panamá con Rosa Parada Gross, natural de David, a quien conoció en las obras del canal y enamoró sin decirle quien era ni qué profesión tenía, pues creía que una mujer debía casarse por puro romanticismo y sin interés de ninguna clase. La novia era hija del Coronel colombiano Jesús Parada León, mulato, ex Gobernador de la provincia de Chiriquí y de Enriqueta Gross, blanquísima, natural de Turín, Italia. En Diciembre regresó a Guayaquil acogiéndose al indulto decretado por el nuevo Presidente Alfredo Baquerizo Moreno y abrió su estudio profesional, dedicándose preferentemente a la rama penal. Pronto adquirió tal éxito que compró un solar grande en 9 de Octubre y Carchi, donde su esposa construyó tres chalets mixtos, uno de los cuales aún está en pié aunque con ligeras modificaciones.
El 17 hizo oposición a Baquerizo Moreno desde el periódico “La Lucha”. El 19 fue profesor de Derecho Político y Administrativo de la Universidad de Guayaquil. El 20 fue Diputado por Esmeraldas. Ese año fue designado Secretario de la Embajada panameña a la transmisión del mando presidencial, de Baquerizo Moreno a José Luís Tamayo, en Quito.
El sábado 10 de Septiembre del 21 fue designado secretario de la Comisión compuesta por el Coronel Alamiro Plaza y Amalio Puga Bustamante que iría a la capital para el solemne traslado de los restos mortales del General Eloy Alfaro a Guayaquil.
En 1922 fue Síndico de los Trabajadores de la Compañía del ferrocarril del Sur, escribía para los diarios “El Guante” y “El Telégrafo” sobre temas varios con ese estilo fácil y zumbón que siempre le caracterizó y que hacía las delicias de quienes lo leyeran pues divertía y enseñaba al mismo tiempo. A esta forma de enseñar llamaban los antiguos griegos la divina eutrapelia.
El día martes 17 de Octubre los ferroviarios de Duran, empleados de la empresa norteamericana “The Guayaquil and Quito railways Co” presentaron un pliego de peticiones dirigido al Gerente General J. C. Dobbie solicitando algunas prestaciones médicas (tres botiquines a lo largo de la vía en Duran, Bucay y Ambato) que se cumpla con la disposición legal desde 1920 de trabajar solo ocho horas diarias por seis días a la semana y el alza salarial de un sucres por día o treinta al mes según si el contrato fuere por salario diario o mensual) pero al, día siguiente el Gerente negaba cualquier negociación y hasta llegó a manifestar que la empresa, actuando en absoluto acuerdo con el gobierno, mantendrá sin interrupción el tráfico, tanto de carga como de pasajeros, a despecho de toda amenaza o tentativa subversiva y antipatriótica y que todos los que abandonen sus puestos serán inmediata y definitivamente destituidos. Ese mismo día 18 el gobierno envió un destacamento de soldados del Regimiento de Artillería No. 2 Sucre que se asentaron en los talleres y en las oficinas de Durán. El jueves 19 los huelguistas se distribuyeron por todo Durán generalizando la solidaridad de esa población y el asunto tomó un cariz irreversible pero el 26 de Octubre la gerencia firmó una Acta transaccional con los representantes de los trabajadores accediendo a las mencionadas pretensiones, pues los gringos llegaron al convencimiento que los rubros solicitados eran justos y estaban dentro de los parámetros normales. Este triunfo catapultó la buena fama del Dr. Puig Vilazar a alturas insospechadas.
El día 8 de Noviembre las empresas de Luz y Fuerza Eléctrica y de Carros Urbanos de Guayaquil se reunieron en una gran Asamblea y también declararon la huelga. El gobierno se asustó pensando que el “mal ejemplo” cundiría en todo el país y protegió a los empresarios guayaquileños. El 13 se dispuso el Paro General de acuerdo con la Federación de Trabajadores, regional ecuatoriana.
Puig había aceptado intervenir en este movimiento únicamente llevado por su amistad con los trabajadores pues el Síndico era su amigo y compañero de estudios José Vicente Trujillo y pronto se dio cuenta que intereses políticos y económicos querían aprovechar la huelga con fines protervos. Por una parte estaba Enrique Baquerizo Moreno y su grupo de exportadores de cacao, enemigos declarados del gobierno del Dr. Tamayo al que querían desestabilizar y por otra Víctor Emilio Estrada que defendía a los importadores interesados en la baja del dólar que era la divisa que utilizaban para sus transacciones en el exterior. Ambos grupos representaban intereses contrapuestos pues si bajaba la cotización del dólar se perjudicaban los exportadores pero más valieron las razones puramente políticas y se unieron para solicitar al gobierno un Decreto sobre la incautación de giros y la derogatoria de la ley de Moratoria. Puig se opuso inútilmente a que se desvirtúe la lucha sindical pero no fue escuchado y los días 13 y 14 los huelguistas salieron a las calles en manifestaciones pacíficas aunque la ciudad permanecía por las noches a oscuras debido a la huelga y se temía que sucedieran los peores excesos.
El mismo día 14 el Presidente de la República envió un telegrama al Jefe de Zona, General Enrique Barriga. “Espero que mañana a las seis de la tarde me informará Ud. que ha vuelto la tranquilidad a Guayaquil, cueste lo que cueste, para lo cual queda Ud. autorizado. Presidente Tamayo.”
Así las cosas llegó el fatídico día miércoles 15 de Noviembre y varios miles de personas entre obreros, pueblo, mujeres, niños, etc. salieron nuevamente a las calles a exteriorizar su protesta, Siendo las tres de la tarde la masa humana se había concentrado en la esquina de Pedro Carbo y Clemente Ballén, bajos de la clínica Guayaquil, para oír los discursos de varios oradores desde su balcón, puesto a las órdenes del pueblo por el Dr. Abel Gilbert Pontón, de conocida filiación socialista.
Entre los oradores se encontraba Puig, quien leyó el proyecto de decreto de medidas económicas elaborado para la aprobación del gobierno y realizado por una comisión formada por Estrada, Eduardo Game Balarezo y José Rodríguez Bonín. Después habló Trujillo y conmocionó al pueblo con su verbo vibrante. Las masas respondieron inmediatamente y alguien gritó que había que liberar a unos compañeros panaderos que estaban detenidos en el cuartel de las calles Chile y Cuenca.
Hacia allá se fueron pero al pasar por la Avenida Olmedo encontraron a numerosos efectivos del ejército nacional que rodilla en tierra comenzaron a disparar a mansalva contra un pueblo desarmado. La matanza fue rápida. En su fase más cruenta duró poco más de una hora. Los últimos disparos se produjeron en una tienda de venta de armas, la de Casinelli hermanos, en la calle Pichincha y Elizalde, que intentó ser asaltada por un grupo de manifestantes que buscaban armas para defenderse. El ejército los copó, se contabilizaron después cincuenta y un cartuchos. La mortandad fue generalizada y fueron asesinadas más de trescientas personas, otras tantas cayeron heridas o desaparecieron en el fondo del río, a donde se arrojaron numerosos cadáveres, no sin antes abrirles el vientre a punta de bayoneta, para que no refloten. A las cinco de la tarde los soldados recorrieron el boulevard en un macabro desfile de victoria y no faltaron personas que desde los balcones los vitorearon. Se ha dicho que en carromatos llevaron los cadáveres al cerro del Carmen, donde todavía se puede observar una cruz grande color blanca, que se dice que cubre la fosa común de esa aciaga como sangrienta jornada. Mas, la cifra total de muertos, heridos y desaparecidos no se podrá conocer jamás, pues en los libros del Cementerio General de la ciudad solo consta una mínima cantidad de fallecidos, aunque se calcula que bien podría llegar al uno por ciento, es decir, casi al millar, en una ciudad que como Guayaquil, solo tenía ciento veinte mil habitantes a esa fecha.
Puig pudo salvarse debido a su agilidad, corriendo velozmente y al pasar por la calle Aguirre fue salvado por María Piedad Castillo de Leví que providencialmente le hizo entrar a su casa; pero al día siguiente fue tomado prisionero y expulsado a Lima con Enrique Baquerizo Moreno y José Vicente Trujillo. Luego deportarían a Secundino Sáenz de Tejada Darquea, al Director del diario El Telégrafo José Abel Castillo, y a algunos dirigentes sindicalistas obreros.
Viviendo en la capital peruana empezó a sufrir los efectos de una gran depresión, reacción muy lógica en quien siempre había demostrado sensibilidad hacía el pueblo; pero trató de sobreponerse y tomó pasaje a Panamá, donde se le unieron su esposa e hija.
A principios de 1923 escribió “Sacrificio de un pueblo. Quince de Noviembre” cuyos originales envió a la imprenta Guayaquil en 63 páginas, relata los hechos previos a la matanza y acusa al gobierno de ser el causante de esa tragedia, mientras tanto y para poder mantenerse había conseguido empleo como redactor del diario “La Estrella de Panamá” y poco después adquirió el semanario “El Gráfico”, que se hallaba virtualmente en quiebra por su escasa circulación y tanto se empeñó en hacerlo resurgir hasta que lo convirtió en la publicación de mayor circulación en esa nación, pero le volvió el surmenage.
“El Gráfico” hizo época y allí empezó su hija Victoria a escribir, pues su papá le creó una sección infantil titulada “Cartas a Betty” conteniendo la crónica social de la vida escolar del istmo, columna que se hizo famosa y los muchachos se peleaban por leerla.
A fines de ese año los médicos le recomendaron un descanso, vendió “El Gráfico” ganando bastante dinero y se embarcó a New York con su esposa e hija. Allí se trató sin trabajar hasta que terminó el gobierno de Tamayo en Agosto de 1924 y pudo regresar a Guayaquil a reabrir su estudio y comenzó a colaborar en el semanario “El Día” de Quito con una crónica semanal publicada bajo el título genérico de Impresiones del Guayas, polemizando con varios periodistas como Oscar Efrén Reyes que solicitaba la formación de un nuevo partido.
Siempre fue más abogado que jurista y tenía fama de jamás haber perdido un juicio, pues era incisivo en sus escritos e intervenciones y estaba muy bien documentado, pero al mismo tiempo como era generoso y cobraba mal, no se enriqueció como algunos de sus colegas. “Nunca entendió lo que era el valor del dinero”. Vivía con modestia y recato, querido por los grupos de trabajadores y dada su innata simpatía, gozaba de popularidad en todos los sectores. Años más tarde su amigo Ángel Felicísimo Rojas diría: Era de una extraordinaria inteligencia y una visión política inusitada. No era fácil encontrar un hombre con tanta malicia, en la mejor de las acepciones por supuesto. Siempre que nosotros pretendíamos salirnos de lo usual, de lo razonable (durante la campaña de Acción Democrática Ecuatoriana ADE el 43-44, nos tiraba de la chaqueta y nos ponía en vereda, tenía además un sentido de la ironía verdaderamente magistral. Fue una gran figura y lamentablemente no lo supimos aprovechar como gobernante.
En 1926 reunió en su estudio a varios intelectuales de izquierda y fundó el Núcleo de Guayaquil del Partido Socialista Ecuatoriano. El 28 asistió con Trujillo y con Sáenz de Tejada a la Conferencia especial Interamericana reunida en Panamá.
El 30 viajó con esposa e hija a Los Ángeles llevando la representación ad – hoc del diario “El Telégrafo”. Su hija Chichí fue matriculada en el “Inmaculate Heart College”. El 31 entrevistó en Hollywood a la artista española Rosita Moreno cuyo verdadero nombre era Gabriela Victoria Viñolas que por esos días triunfaba en la capital del cine norteamericano. El 32 entrevistó a su amigo el artista catalán José María Roura Oxandaberro que estaba de paso exponiendo sus obras en Los Ángeles. Luego viajó con los suyos por tierra a New York, siguieron a Nantuket en el estado de Maine, donde alquilaron una casa. Esas vacaciones duraron más de un año y las realizó con sus ahorros.
Ese año 32 volvieron a Guayaquil y el día del arribo la Confederación Obrera del Guayas (COE) decretó un minuto de descanso en su honor. Puig y su familia habían desembarcado en el muelle del malecón poco antes de las doce del día y tomaron un auto de alquiler para dirigirse al chalet de su propiedad ubicado en el barrio del Salado, calle 9 de Octubre y Tulcán, cuando al llegar a la altura de la plaza del Centenario, el chofer paró el vehículo. Averiguado el motivo, contestó “Es el minuto en honor del Dr. Puig que regresa hoy”.
El se rió y le dijo “Continúa no más, yo soy ese Dr. Puig y doy por recibido el homenaje de los compañeros de la COE” (Confederación de Obreros del Ecuador)
El 33 asistió como delegado a la VII Conferencia Panamericana de Montevideo donde se trataron temas de importancia tales como el asilo, la extradición, la no intervención y derechos y deberes de los estados. El 35 fue designado por el dictador Federico Páez, en su primera época cuando aún no había comenzado la persecución a las izquierdas, para el desempeño del Consulado General del Ecuador en Yokohama. El 36 pasó al de New Orléans donde permaneció dos años en funciones. El 38 regresó a su desempeño profesional en Guayaquil y su hija contrajo matrimonio.
Desde el 42 como miembro de ADE hizo oposición al gobierno presidencial del Dr. Arroyo del Río. Después de la revolución del 28 de Mayo de 1944 ocupó por pocos días la Intendencia General de Policía de Guayaquil y “dictó órdenes de arresto contra los principales blancos de la ira popular, pero simultáneamente les mandó a decir que iba a hacerlo, para que se pusieran a salvo”, por lo que al hacerse pública esta forma de actuar, fue tildado de traidor a la revolución y reemplazado por el Coronel César Montúfar. También había sido designado para ocupar la cátedra de Procedimiento Penal en la Universidad de Guayaquil pero ante la reacción ciudadana que clamaba por justicia para los beneficiados con la sangrienta dictadura civil del Presidente Arroyo del Río y las aclaraciones periodísticas provocadas por su conducta, calificada por unos pocos de “muy humana”, se inhibió de tomar posesión de ella.
“Fue un socialista por convicción, no por inclinación, pues sus gustos se inclinaban a las cosas finas de la vida” en sus últimos años, cuando a los inicios de su vida había sido todo lo contrario, un luchador nato.
El 46 volvió de Cónsul General del Ecuador en New Orleans por designación del presidente Velasco Ibarra y aprovechó su tiempo para comenzar a escribir “Derecho Consular Ecuatoriano”, valiosa compilación de las normas que rigen las actividades comerciales y jurídicas de nuestro país con el mundo internacional. La primera edición data de 1951 y la segunda de 1966, en dos tomos de 484 y 439 páginas, respectivamente. El primer tomo contiene la parte doctrinal y el segundo las leyes y reglamentos.
En 1947 fue trasladado a Miami por el presidente Velasco Ibarra. El 50 su amigo personal el presidente Galo Plaza le propuso la visitaduria General de Consulados en Europa pero no aceptó pues prefirió que lo enviaran al Consulado General en Valparaíso, para estar junto a su hija que allí vivía casada con su segundo esposo, con hijos.
El 52 y el 54 concurrió como Delegado a las dos primeras reuniones de países del Pacífico Sur, para considerar la defensa de los recursos marinos frente a las flotas pesqueras de las grandes potencias del mundo.
El 52 Plaza le solicitó que fuera su Ministro de Gobierno. Puig agradeció la distinción pero la rechazó por estar próximo el fin del mandato constitucional.
El 55 y el 57 asistió como delegado ecuatoriano a las dos reuniones de la CEPAL en Santiago de Chile y el 58 el presidente Ponce Enríquez le retiró del servicio como a tantos otros diplomáticos por el pecado de ser costeños.
Nuevamente en Guayaquil, para 1959 fue electo Diputado al Congreso y se hizo famoso por la interpelación del Ministro Merlo. El 60 publicó una Monografía sobre el Mar Territorial en 16 páginas y pasó a Ministro Juez de la Corte Superior de Justicia del Guayas. Por dos ocasiones ocuparía después la presidencia de tan alto Tribunal.
En Octubre del 63 fue profesor accidental de la Escuela de Diplomacia de la Universidad de Guayaquil, hoy convertida en Instituto de Diplomacia y Ciencias Internacionales, donde dictó Derecho y Práctica Consular hasta el 67, aunque desde el 64 se desempeñaba como profesor principal y el 65 ejerció la Dirección.
Su esposa era Cónsul General de Panamá en Guayaquil y en estas funciones ambos se mantenían muy ocupados, pero aún así se daba tiempo para escribir una muy leída columna diaria en “El Universo” bajo el pseudónimo de “Cholo Honrado”, que adoptó en contrapunto al de “Zambo Pillo” con que se conocía a su amigo y colega el Dr. Fausto Navarro Allende.
El 64 la Junta Militar de Gobierno le designó Concejal del Cantón Guayaquil. Poco después empezó a sentir ciertas molestias, viajó a New Orléans, fue operado en la “Oschner Clinic” y le extrajeron la próstata que resultó cancerosa, pero como siempre había sido un exagerado optimista, creyó que la enfermedad no se le reproduciría, se despreocupó del todo y siguió viviendo feliz en un pequeño departamento de Chimborazo y Luque, edificio de cemento propiedad de la Junta de Beneficencia, pues ya había vendido sus chalets.
Tenía la costumbre de apuntar las disposiciones legales y la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia que le parecía importante y trascendente. Esas tarjetas las iba amontonando en una funda, luego las pasaba a un fichero y así, casi sin quererlo, completó un índice utilísimo. Un día, alguien que lo estaba observando le hizo caer en cuenta que si las daba a la imprenta serían de gran beneficio a estudiantes, profesores, jueces y abogados y así fueron saliendo los primeros cinco tomos de su obra cumbre que lo ha inmortalizado en los anales jurídicos del Ecuador como uno de los mayores procesalistas de todos los tiempos, su “Indice de Procedimiento Civil Ecuatoriano” publicado entre 1965 y el 70. El tomo 1 salió el 65 en 308 páginas. El 2 en 1966 en 394 páginas.
El 3 en 1967 en 399 páginas. El 4 en 1968 en 383 páginas y el 5 en 1970 en 443 páginas. Los cinco tomos antes citados contemplan el índice desde la A hasta la mitad de la letra R.
En 1973 comenzó a sentir nuevas molestias y habiéndose chequeado en la clínica Guayaquil se le encontró un cáncer generalizado. Cuando él lo comprendió, ni se inmutó, pero llamó a su hija y le entregó el material que aún permanecía en su poder, pidiéndole que contacte al Dr. Gil Barragán Romero para que éste lo arregle y de a la imprenta, donde ya tenía todo cancelado.
Así, tranquilamente, con la conciencia del justo, se preparó a morir rodeado de los suyo. Pocas semanas después fue llevado nuevamente a la clínica Guayaquil, entró en coma quince días porque su corazón siempre había sido fuerte, robusto y se negaba a rendirse y falleció el día 13 de Julio sin haber recobrado el conocimiento.
Formaba con su esposa una pareja ideal, siempre juntos, unidos en el camino de la vida. Como abogado fue sabio en ardides procesales y como Juez agudísimo y sereno. Por eso sus opiniones eran aceptadas.
De estatura más que mediana, pómulos hundidos, ojos pequeños, tez canela clara y pelo lacio y negro. Conversaba con fluidez y su anecdotario hacía reír ilustrando, pues poseía los giros propios de quien sabe que conversa con gracia y como no era pedante, ni se engreía ni alardeaba, le caía bien a todos por igual.
Conmigo siempre fino y hasta cariñoso. Gocé de su amistad y sus consejos jurídicos gratuitos y hasta nos chanceábamos de lo lindo cuando hablábamos de los dichos y los hechos (algunos hasta delirantes) de las Puig, pues yo estaba casado con una de ellas desde principios del 67.
Lo velaron en el Paraninfo de la Universidad por su condición de profesor jubilado y fue enterrado bajo la gloriosa enseña del Partido Socialista Ecuatoriano que él ayudó a fundar cuarenta y siete años atrás.
El tomo 6 de su obra magna apareció después de su muerte en 168 páginas completándose la colección hasta la letra Z inclusive. Años más tarde el Dr. Barragán, mi antiguo profesor de Lógica en el Colegio Vicente Rocafuerte, me contó que en una reunión social en Miami le encontró la Chichí Puig por casualidad y le dijo: Vea lo que es la vida, acabo de regresar de Guayaquil donde permanecí unos pocos días y no pude hablar con Ud. y ahora lo vengo a encontrar donde menos lo esperada.
Le tengo un material jurídico reunido por mi padre, para que Ud. sea quien le dé orden y concierto porque después del juicio que lo tuvo de abogado contendor, donde Ud. hizo uso de numerosa jurisprudencia, él comprendió que es la persona más indicada para realizar este encargo. I no se preocupe, ya está todo pagado en la imprenta.
Al sepelio concurrió gran cantidad de gente trabajadora, estudiantes, abogados, jueces, periodistas y miembros del Cuerpo Consular porque en todos los grupos le querían por su alma grande y por cuanto, habiendo heredado la pobreza, nunca practicó la amargura. En otras palabras, jamás fue un traumado social.
Juguetón, bueno y tranquilo, creyéndose solamente un amigo del pueblo, nunca pudo superar el doloroso recuerdo de la matanza del 15 de Noviembre que le tornó fatalista en política y le enseñó que los hombres pueden luchar contra los hombres, pero no contra los sistemas, cuando están solos.
Era un demócrata generador de simpatías y gozaba dejando que la gente pensara y actuara como quisiera, que fuera como enteramente les placiera ser. “Yo soy así, qué le vamos a hacer” – decía – para explicar esas ideas de tolerancia y respeto a los demás, que ahora se denominan pluralismo ideológico.