PLAYAS : Papo, el perro del demonio

SUCEDIÓ EN PLAYAS
PAPO: EL PERRO DEL DEMONIO

No por sabido es bueno dejar de narrar que en Playas y desde principios de este siglo existió la conseja o cuento de viejas, que por las noches les salía a los transeúntes un perrito negro en cualquier esquina, perrito simpatiquísimo y de grandes ojazos de pechiche, que moviendo la cola se “arrrejuntaba” por varias cuadras, siempre al lado, con un trotecito pequeñín pero rápido, que sabía sincronizar al del caminante y luego de esta seguidilla, el perrito comenzaba a crecer misteriosamente hasta transformarse en un descomunal galgo negro, negrísimo como la misma noche y entonces era de ver lo amenazante de sus fauces abiertas, lo grande de sus colmillos blanquísimos, los gestos hipnóticos de sus ojotes de diablo y así por el estilo. 

Contra este animal del demonio, pues no podía ser de nadie más un perro tan feo y malo, sólo había la contra de salir corriendo al grito de “Dios es Cristo” y haciendo cruces con los brazos por los aires. A veces el perro perseguía a su víctima hasta las mismas puertas de la iglesia y en otras desaparecía tan misteriosamente como había surgido, sin que jamás se supiera que halla atacado a algún cristiano, pues su gusto era solamente aterrorizar, que no herir. 

Esta historia me fue referida por Juan Salustio, viejo carpintero de la región del Morro, que estuvo entre los playeros más ancianos que conocí en los años 50. Salustio recordaba inclusive a su abuelo, de los fundadores de Playas del Morro, que era como entonces se llamaba el poblado, cuando fue formado en mil ochocientos ochenta y pico. Luego Playas creció lentamente por falta de agua, que se traía del Morro, de san Juan o de algún otro sitio cercano. En sus doradas arenas se jugaron los primeros partidos de fútbol americano. En los años 1.940 resurgió a la vida con Víctor Emilio Estrada y su barrio o ciudadela Victoria, como el solía llamarla, construida de cemento armado por el Banco La Previsora y tan bien fabricadas las villas que aún existen vistosas y agradables como en sus años mozos. De todo esto Salustio gozó poco, pues debió morir hacia el 53 aproximadamente de viejo más que de enfermo, que el que come pescado y toma sol dura muchos años. Mas he aquí que hace algunos días que estaba en Playas de visita, me refirieron la historia del perro negro y nocturno, diciéndome que era del Diablo; aquí va la variante de la misma historia: El dicho perro se llama PAPO nadie sabe por qué y sale de noche cuando se siente solo en el mundo de las tinieblas en que habita. Por eso no sale de día, pues el sol le impide ver con facilidad. Entonces se “arrejunta” – quien me contó la historia usó la misma palabra de Salustio – con el primer cristiano que se le presenta y lo sigue discretamente, a trotecitos cortos pero rápidos, como queriendo jugar y moviéndole la cola, mas al poco rato y viendo que no le contestan con juegos sino que por el contrario el caminante quiere huir de él, monta en diabólica cólera y se empieza a transformar en Diablo, creciendo a medida que aumentan sus furias infernales. Entonces viene el corrinche, las cruces al aire y los gritos que ya Uds. saben y PAPO debe desaparecer para recomenzar a la noche siguiente en otro vano intento de tener amigos humanos. PAPO más que diablo malo es un pobre diablo.