COSTALES PIEDAD PEÑAHERRERA

ANTROPOLOGA.- Nació en Quito el 20 de Enero de 1929. Hija legítima de Alfredo Peñaherrera Moral, empleado de almacén, administrador del pasaje Royal en Quito y de Luzmila Araque Tapia, naturales del anejo de Isinliví, provincia de Cotopaxi.

Reci bi ó las pri meras letras en el I nsti tuto Pérez Pallares y cuando su familia se instaló en Alausí la matricularon en la escuela San Francisco de Sales de ese lugar, de modo que sus primeros años transcurrieron bajo la influencia de sus padres casi campesinos entre trabajadores de la tierra y aprendió a entender sus conceptos de vida y muerte, su filosofía y modo de pensar y los acervos culturales de las comunidades indígenas.

De regreso a Quito asistió a la escuela mixta “Leopoldo Chávez” y escribió poesías aun inéditas. “Vivíamos en la ciudadela México de gentes con quienes estrechamos muchísima amistad. Casi todos eran obreros y existía un sentimiento muy arraigado de comunidad. Cursé la secundaria en el colegio Veinticuatro de Mayo y en los últimos años me especialicé en Ciencias Sociales pues me gustaba escribir cuentos y me gradué de Bachiller en 1948”.

El 49 ingresó al Instituto Ecuatoriano de Antropología y Geografía y tuvo por compañero a Alfredo Costales Samaniego. En 1950 se casaron. “Vivimos con mis padres durante los primeros tiempos porque andábamos escasos de dinero. Alfredo escribía artículos científicos para la revista de la Casa de la Cultura. Yo no trabajaba, dedicada exclusivamente a mis estudios y a mis hijos, el 52 egresé de antropóloga e inicié las carreras de pedagogía y periodismo que terminé en 1955, pero en razón de mis ocupaciones domésticas y por cuanto había comenzado a ayudar intensamente a Alfredo en sus investigaciones de campo, solo pude dar mi grado de Licenciada en Ciencias de la Información en 1978 con la tesis: Literatura aborigen pre quechua, que aún permanece inédita”.

El 54 editó su primer trabajo, titulado “Biografía del padre Juan Gualberto Lovato” en 86 páginas con un análisis del sabio políglota. La segunda edición, en 78 páginas fue auspiciada por la Municipalidad de Riobamba en 1982.

Entre el 54 y el 60 fue profesora de Etnología y Desarrollo de la Comunidad en la Escuela de Servicio Social. El 58 ocupó la secretaría del Instituto Ecuatoriano de Antropología y Geografía y dirigió la revista “Llacta”, órgano de ese instituto, en la que había publicado dos estudios escritos a medias con su esposo, titulados “Katekil” sobre el Puruhuay, en 322 páginas, en el No. 4 del año 57, y “Yungañan” en 241 páginas en los Nos. 5 y 6, que mereció el Premio Tovar de la Municipalidad de Quito; el 59 dieron para el No. 7 de dicha revista “Coangue” en 307 páginas, para el No. 8 “Los Salasacas” en 177 páginas.

Entre 1960 y el 64 enseñó “Problemas Sociales Ecuatorianos” en la Escuela de Enfermeras de la Universidad Central de Quito. El 61 publicó con su esposo el estudio “El Chagra” en 283 páginas, recopilación de poesías, vestimentas, dichos, viviendas y musicología del mestizaje ecuatoriano en el No. 11 de Llacta. En el 12 editaron “Llacta Runa” en 244 páginas. En el No. 13 “Tungurahua” en 441 páginas, en colaboración con F. Jordán y en el No. 15 “Comunas Jurídicamente organizadas”, estudio jurídico y social en 157 páginas.

Entre el 62 y el 69 enseñó “Métodos y Técnicas de Investigación y Etnología” en la Escuela de Sociología de la Universidad Central. El 64 y también con su esposo editaron en Cuenca la “Biografía de Huayna Cápac” en 326 páginas y en la Colección “Llacta” el “Vocabulario de la Lengua Indica”, edición facsimilar, en transcripción del padre Juan de Velasco, con Notas y Comentarios, y dieron inicio a una magna obra, la publicación de la “Historia Social del Ecuador” en tres volúmenes, todos en cuarta. El primero en 369 páginas trata sobre el poderoso reino de los Quitus. El segundo en 216 páginas sobre la estructura agraria y el poder. El tercero en 152 páginas sobre los patrones de poblamiento, estructura del poder y organización territorial. Dichos volúmenes aparecieron en los volúmenes 17, 18 y 19 de “Llacta” y merecieron el Premio Tovar en 1965. El cuarto volumen recién salió en 1971 en 319 páginas y su contenido trata sobre la Reforma Agraria iniciada el 64. Otros tres volúmenes Nos. 5,6 y 7, sobre el Concertaje de indio, la insurgencia de los Llactayos los Defensores o Isaminas, en 377, 288 y 315 páginas, circularon en 1984 como libros sueltos.

El 65 también publicaron “Evaluación de los Recursos Naturales” en 105 páginas en el No. 21 de “Llacta”. El 66 dieron a la luz en los Nos. 23 y 24 de esa revista, un estudio sobre las supervivencias etno culturales titulado “El Quishihuar o el Árbol de Dios” en 2 entregas de 560 y 505 páginas respectivamente con una gran cantidad de noticias inéditas sobre la música nacional. El tercer volumen de esta serie salió en 1.982, en 195 páginas, conteniendo el Diccionario Folklórico de investigación pura, no de simple recopilación como sucede con otros trabajos de esa misma índole. Ese año 66 los esposos Costales Peñaherrera construyeron una villa de cemento, de dos plantas, en la calle Edmundo Chiriboga No. 537.

Tanto valiosos trabajos los situaron en la cúspide cultural del país, que se admiraba de sus investigaciones realizadas casi sin la ayuda de las instituciones públicas. Piedad de Costales nos ha explicado la razón de sus éxitos: “Entrabamos a caballo a los campos comunitarios indígenas, el trabajo era muy duro y lleno de incomodidades y nuestra presencia de investigadores mal vista. En algunas ocasiones sufrimos rechazos y hasta escapamos de varias situaciones de peligro. La estructura agraria y la tenencia de la tierra eran los puntos más difíciles de tratar y preguntar. Teníamos la técnica de opinión calificada para avanzar rápidamente, la técnica antropológica es universal, pero aplicábamos novedades propias. Las investigaciones nos exigia un gran conocimiento del idioma y de la psicología indígena. Yo entiendo y traduzco bastante bien el quichua. Alfredo es un perito lingüista que domina el shuar, el safiqui y los dialectos quichuas del Ecuador, Perú y Bolivia. Por otra parte no siempre se los ha juzgado provechosos pues en el Ecuador existía una posición hispanófila que nos calificaba de izquierdistas por dedicarnos a estudiar a los indígenas, a pesar que éramos cristianos sin afiliación a partido político alguno. La extrema izquierda, en cambio, nos acusaba de ser pro indigenistas, positivistas y reaccionarios y en medio de estas fuerzas contradictorias de opinión, teníamos que seguir trabajando ilusionadamente.”

Entre el 69 y el 71 enseñó Antropología y Etnología en la escuela de Antropología de la Universidad Católica de Quito, escuela de la cual fue cofundadora. El 69 editaron un estudio etnográfico sobre “Los quichuas del Coca y el Napo” en 158 páginas. El 70 renunció la secretaría del Instituto Ecuatoriano de Antropología y Geografía y publicó en inglés, también a medias con su esposo, un estudio social sobre la zona que cruzaría el proyectado canal interoceánico Atrato -Truando, titulado “Human ecology of route 25” (región del Chocó en Colombia).

El 71 fue designada profesora principal de Antopología en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica de Quito, y dictó esa cátedra durante trece años hasta el 84.

El 74 editaron “El padre Juan de Velasco, primer gran quitólogo” en 85 páginas con un análisis crítico sobre su obra. Entre el 75 y el 84 dictó Antropología en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Central, y publicaron “La familia etnolingüística Zapara” en 34 páginas. El 76 algo sobre la etnografía de la provincia de Esmeraldas en “Eloy Alfaro, estudio socioeconómico del Cantón” en 94 páginas; Zumbahua -Guangaje, estudio socioeconómico de la hacienda Zumbahua de propiedad de los agustinos en Cotopaxi y “Área del río Bobonaza”, estudio socioeconómico en 96 páginas sobre los quichuas que viven en sus orillas.

“Ese año viajé a España con motivo de la graduación doctoral de nuestra hija Marcela, en la especialidad de Historia, en la Universidad de Pamplona. Estuve tres meses dictando charlas amigables y conferencias a otro nivel”.

El 77 dieron inicio a la colección etnográfica “Mundo Shuar”, en Sucúa, con “La Nación Shuar” en cuatro tomos de 199, 81, 155 y 93 páginas. El 78 apareció el quinto tomo en 174 páginas todos en cuarto. También editaron “Las Relaciones Geográficas de la Presidencia de Quito (1776-1815) en 155 páginas, complementando una obra anterior de Alfredo Costales editada el 76 en el Boletín del Archivo Nacional de Historia.

El 79 dieron a la luz una interpretación del tucahuc o danzante, en “El Danzante, el Hombre solar”.

“Entre el 79 y el 80 fui Asesora

Técnica del Instituto de Artes Andinas Populares. El 81 me propusieron varias asesorías y direcciones técnicas pero no las he aceptado para dedicarme a mis hijos”.

“Entre el 79 y el 80 fundamos con Alfredo el Museo Etnográfico del Colegio Mejía con una colección de figuras de grupos indígenas talladas en madera de cedro. El Instituto de Antropología obsequió sus revistas y publicaciones y reconstruimos gran parte de las viviendas nativas. El Museo viene funcionando en el antiguo salón destinado a arqueología y compusimos y editamos su Guía en 1980”.

El 82 dieron a la luz la única biografía que se conoce del General Otamendi con el título de “El Centauro de América”, en 164 páginas, así como un estudio histórico de Riobamba “Centuria” (1534-1634) El 82 publicaron “Poblamiento y fundación de Latacunga”, estudio histórico en 106 páginas, “Amazonia: Ecuador, Perú y Bolivia” estudio etnográfico, fruto de sus experiencias con los Shuares en 331 páginas, un estudio histórico y biográfico sobre “Jumande o la Confederación de los Brujos”, que apareció en la Editorial Oveja Negra en 96 páginas, y un trabajo histórico sobre las Galápagos titulado “Nina Chumbi y el General Villamil” en 115 páginas.

La compañía Xerox del Ecuador quiso hacer una publicación especial y seleccionó dos obras básicas que trataran sobre los orígenes sociales del país y así salieron “Los Señores Naturales de la tierra” en 256 páginas de los esposos Costales Samaniego y “Las Collas y Payas de Tahuantinsuyo” del Dr. Fernando Jurado Noboa. La edición fue un éxito de librería y se agotó casi enseguida, pero despertó acres comentarios, pues los autores habían profundizado en la problemática histórico social para hallar las razones de la situación actual del país, de manera que prolongaron la acción del historiador. “por eso los miembros de la Dirección Nacional de Archivos y especialmente algunos miembros del gobierno de la Democracia Popular movidos de envidia, ordenaron la separación de Alfredo de la dirección del Archivo Nacional, creyendo que no podríamos seguir trabajando, pero se llevaron un chasco pues tenemos nuestras fichas y seguimos haciéndolas producir”.

El 84 se jubiló en sus cátedras universitarias. El 88 editaron “Los dos colosos: Bolívar y el Chimborazo” con tres estudios y empezó a trabajar con su esposo la historia de los Viracocha en doce volúmenes, que trata sobre la hueste de setecientos soldados que dirigió Benalcázar en 1534. Igualmente tienen inéditos los siguientes trabajos en conjunto: 1) La biografía del cojo de Galte, General Víctor Proaño, descubridor del río Morona. 2) Collaguazo, señor de los indios Quitos. 3) La Real Casa de los Duchicela que lograron dar a la luz contiene la historia de los reyes de ese apellido, una genealogpía. 4) Los Camaricus (ofrendas a la Iglesia) con datos inéditos de quinientos pintores, escultores y plateros del arte quiteño. 5) La Biografía de Martín Chiriboga y León, Marques del Chimborazo. 6) Yaguarcocha y los Huambracunas. 7) Los señoríos del norte: Puentes, Angos, Paspueltuzas y Tulcanazas. 8) Dos pueblos de la sierra ecuatoriana: Isinliví y Pujilí. 9) Etnohistoria de los Zatchilas y Chachis, 10) Biografía del Deán Juan Félix Proaño. 11) Informe sobre la explotación del Piretro en Cochasquí. 12) Salaqui. 13) Atlas etnolingüístico del Ecuador, en colaboración con el hijo de ambos, también investigador, Jaime Costales, y 14) Historia India de Cochasquí, con sus experiencias arqueológicas de la época en que ayudaron a Udo Oberem y con la historia de la reina Quilaco.

Un volumen de recopilación de los artículos aparecidos en la revista “Domingo” del diario El Comerció entre el 84 y 85. Antología de poesía quechua recogida en el campo, centenares de transcripciones paleográficas de documentos del Archivo Nacional de Historia, estudios sobre la estructura agraria de las haciendas Turnia Numa, Pesillo, San Vicente de Pusir, Pucará y anexas, Quinara y Solanda y un proyecto de reforma agraria en Zumbahua. La lista de artículos debía salvarse y era importante la tarea de rescate y recopilación.

Los esposos Costales Samaniego constituían un ejemplo para los investigadores de la República por su tesón, constancia y patriotismo. Ella era una dama dulce y femenina, menudita de cuerpo pero grande de alma, que hablaba con palabras de verdad y convicción tenía un don especial para saber interpretar los fenómenos humanos y los conceptos de las lenguas aborígenes, que no son enteramente fonéticas.

Su     estatura   pequeña, facciones

regulares y finas, ojos cafés, pelo negro. Sus estudios la recomendaban, su obra la acreditaba como figura estelar de nuestra cultura ecuatoriana actual, que arrancando de la arqueología a través de la etnología, rescataba el acervo de valores que detentaban las comunidades indígenas.

Era una madre de familia, esposa y científica ejemplar aunque modesta y tímida en su trato cotidiano, pero enfermó largamente de diabetes y estuvo mal por varios meses pues rechazó por sistema los remedios de la medicina moderna, sujetándose a una estricta dieta y a ingerir hierbas y otras sustancias naturales que no le fueron de mucha utilidad y a consecuencia de diversas complicaciones falleció en Quito el sábado 1 de Septiembre de 1994 de sesenta y cinco años, a causa de un infarto violento y sorpresivo.