PATATE : Tragado por la tierra

SUCEDIÓ EN PATATE
TRAGADO POR LA TIERRA

Una alegre mañana de abril, con temperatura agradable y claro Sol, los Rodríguez Herboso salieron al campo cercano a Patate donde tenían una finquita y criaban animales. La familia estaba compuesta del abuelo, dos hijas casadas con sus maridos y ocho nietos que iban desde los cinco a los catorce años. Era una familia feliz hasta esa mañana en que les ocurriría uno de los más extraños casos que registra la historia de la parasicología ecuatoriana. 

Por otra parte nada daba que pensar sobre cosas extrañas, todo era paz y sosiego en la comarca, el paseo se inició por un trillo de montaña que usaban casi siempre los arrieros para llegar a Chambo y como a media hora de camino, decidieron los excursionistas tender los manteles sobre el césped de una verde llanura desde donde se divisaban ambas poblaciones separadas por un pequeño y serpenteado río de blancas piedras. 

Sería como las diez de la mañana cuando los niños se dispersaron para sus juegos, algunos fueron a recoger moras silvestres que son tan hermosas y alimenticias, otros se dedicaron a corretear detrás de las mariposas, un borreguito suelto por los contornos llamó la atención de los demás y así pasaron algunos minutos hasta que se sacaron las frutas de las canastas y colocaron en los platos. El abuelo llamó a todos y se sentaron a comer. Había riquísimos duraznos, dulces de membrillo y de albaricoque, manzanas fresquesitas verdes, amarillas y rojas, la infaltable reina claudia de nuestra sierra que en otros países se llama ciruela y de donde se saca la ciruela pasa. Para tomar estaban los termos de leche caliente y naranjilla fría y para llenar el estómago unos deliciosos quesos de hoja y ayuyas de los contornos.

Como a eso de las once uno de los chicos llamado Juan se fue a mitad del prado a mover las piernas, cuando de improviso, todos vieron como era tragado por la tierra, pues su figura se fue desdibujando paulatinamente hasta desaparecer a los ojos de los abismados parientes, quienes se levantaron enseguida y lo fueron a rescatar, creyendo que habría caído en algún hoyo del campo; pero nada, el terreno era duro y macizo, casi de roca por la cantidad de piedras que existían y en esa se pasaron algunos minutos, cada vez más desesperados, cuando empezaron a oír unos gritos que decían: “Aquí estoy, vénganme a ver”, como si salieran de la profundidad de la tierra y por más que excavaron con picos y palas, ayudados por unos arrieros que pasaban por los contornos, los asustados parientes no dieron con el muchacho y eso que el hoyo que abrieron tuvo un metro de profundidad. 

Al día siguiente los padres volvieron con el cura de Patate que exorcizó el lugar y hasta le dio tres vueltas al campo, rociándolo con agua bendita y entonces nuevamente se volvieron a escuchar los gritos desesperados del chico, pero más lejos y menos fuertes y así sucesivamente todos los días, hasta que a la semana se dejaron definitivamente de percibir. 

Las gentes tomaron pánico al lugar y desde entonces quedó con el nombre de “Prado endiablado” pues se decía que había arrastrado a la profundidad de los infiernos al infeliz chicuelo y pasaron los años y la historia comenzó a ser olvidada, cuando he aquí que llegó a Patate un agente viajero de telas, que al oír la extraña historia, quedose pensando y dijo que en su pueblo, ubicado al Sur de Colombia, muchísimos años antes había ocurrido lo mismo con una chica del lugar, a la que nadie había vuelto a ver y que el médico de ese sitio había detectado extrañas radiaciones con un aparato magnético, como si el campo estuviera poblado de una poderosa energía que provocó la difuminación de la chica y que ésta debía estar habitando en alguna dimensión, esperando el momento de ser devuelta a su mundo.  
Extraña teoría para explicar un fenómeno parasicológico ¿No lo creen Uds.?