PARDUCCI ZEVALLOS RESFA

ARQUEOLOGA.- Nació en Guayaquil el 27 de Octubre de 1915. Hija legítima de Nicolás Parducci Craviotti, guayaquileño, Tenedor de libros del ingenio La María situado antes del río Chilintomo y músico de afición, luego administrador de Frugone y Cía. fundador de la fábrica de cigarrillos La Reina que incautó el gobierno en 1923 para establecer el monopolio de cigarrillos y finalmente agente vendedor del azúcar del Ingenio Adelina María. Amigo de Otto Von Buchwald y de Max Uhle porque era aficionado a la arqueología y gracias a su curiosidad descubrió algunos paraderos prehistóricos en las provincias de Guayas, Manabí y Los Ríos. Con su hijo Ibrahim visitó varias veces el sitio San Pedro en la Sabana Grande de Guayaquil allá por los años 1925 al 30 y se realizaron recolecciones superficiales. Excavaba con sus hijos Ibrahim y Noé y escribió un “Catálogo descriptivo de mi colección” hoy en poder del Banco Central, y Sara Zevallos Zambrano, natural de Jipijapa, bondadosa matrona que bautizó a sus nueve hijos con nombres bíblicos y se especializó en obras de mano y en finísimos tejidos de cinco agujetas de Tricot. 

Fue la última de una familia compuesta de nueve hermanos y la más mimada y querida. Por su padre recibió una rica herencia en cultura y por su madre una acendrada religiosidad. Ella la llevó al jardín de Infantes de la señora de González, luego estudió en la escuela Carmen Sucre que dirigían Sergia Loor Alcívar y Rosa Elena Borja de Izquierdo y no dio los exámenes finales porque le dio una fiebre paratífica. 

En 1928 fue alumna fundadora del Conservatorio de Música que comenzó a funcionar en el cuarto piso del Palacio Municipal con el maestro Pedro Pablo Traversari y siguió cuatro años de teoría, solfeo, piano y dictado. Era una gran lectora de obras clásicas y con sus amigas las Pontón, las Weisson y las Zevallos intercambiaban revistas sociales y de cine. Durante la temporada de Posorja de 1934 enfermó gravemente de disentería y complicaciones pulmonares y fue traída de urgencia en el vapor Bolívar a Guayaquil. Luego tuvo una inflamación al hígado y quedó muy delicada con una cistitis crónica. 

Vivía en la casa de sus padres para la música, labores de mano y cosiendo a su madre y a sus numerosas hermanas. El 40 volvió esporádicamente al Conservatorio y sucesivamente fue discípula de Zulema Blacio y de Angelo Negri. 

El 46 falleció su padre. El 49 fue solicitada en matrimonio por un caballero extranjero y divorciado. Su madre, que era una señora chapada a la antigua, de mentalidad cerrada por ser una fundamentalista religiosa, se opuso terminantemente porque como expresó varias veces “dicho matrimonio significaba el adulterio y alejamiento de su hija del mayor de los sacramento, el de la comunión,” con esta posición absurda le cerró el camino a la felicidad. 

Resfa, señorita medrosa y sin mundo, “comprendió” que debía escoger entre el amor humano y el amor divino y aunque lo quería, al extranjero enamorado suyo, “le pedí que se alejara.” Este sacrificio le hizo llorar mucho y tomar conciencia de la realidad, maduró y decidió estudiar música en serio para ganarse la vida como profesora, de suerte que empezó a adquirir nuevas técnicas con el maestro húngaro George Reicke, en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas. 

Para colmos, el 52 ingresó de simple Novicia a la Tercera Orden franciscana. El padre Guardián le preguntó ¿Porqué se ha demorado tanto? La hemos estado esperando. El 53 profesó y realizó los tres votos perpetuos de obediencia, pobreza y castidad y estando lista para entrar a un convento el 54 el padre Urtazar le dijo: Ud. no es para convento, la promovieron a Maestra de Novicias y allí estuvo durante ocho años. Mientras tanto había fundado con otros terciarios los lunes bíblicos, con el padre Rogelio Beauger la Escuela bíblica por correspondencia y junto a sus hermanos Ibrahim, Sara y Adelina fue activista de la Acción Católica en los barrios suburbanos. En otras palabras, se entregó por entero en brazos de la religión, negadose al amor mundano. 

El 62 falleció su madre y Resfa quedó psicológicamente desprotegida, mas Carlos Zevallos Menéndez – su primo hermano – la rescató para el mundo cortando su apostolado seglar para abrirle el ancho mundo de la ciencia a través de la arqueología, llevándola a trabajar de auxiliar del Museo de Arqueología del Núcleo del Guayas con ochocientos sucres mensuales de sueldo y le entregó una gran cantidad de bibliografía a fin de que se instruya en pocos meses, pues la Curadora había renunciado y se requería de una persona capacitada y honorable que la reemplace. 

Al año siguiente le enseñó el arte de restaurar objetos líticos – de piedra – y de cerámica, a manejar las cámaras fotográficas, el gabinete de cámara oscura y la inició en la técnica de clasificación y fichaje de objetos por períodos y culturas, a base de elementos comunes y diferenciales. 

El 64 comenzó a colaborar en los Cuadernos de Historia y Arqueología del Núcleo con un ensayo titulado “Representación de casas en los sellos triangulares de Manabí” en 7 págs. con descripciones de ejemplares de colecciones tan diversas como la del Núcleo, la de Emilio Estrada Icaza y como los Cuadernos se editaban con mucho retraso, éste y los sucesivos aparecieron desde el número 27 y siguientes, correspondientes al año 1961 en adelante. 

El 66 estudió con Ibrahim y varios antropólogos canadienses algunos sitios precerámicos de Salinas y Santa Elena. Ese año inició su columna Páginas del Museo con “Sellos Zoomorfos de Manabí” en 4 págs. y un ensayo pedagógico para lectores no especializados “Elementos característicos de las culturas formativas del litoral ecuatoriano” en 10 págs. El 67 editó “Sellos Antropomorfos de Manabí” 11 págs. y el 68 “Un sello excepcional” en 4 págs. Era una autodidacta dedicada a la fase arqueológica descriptiva, solamente. 

Desde Diciembre del 66 trabajó con Ibrahim en la Sabana de San Pedro al norte de Guayaquil sobre una nueva fase de desarrollo regional posiblemente Chorrera, que por contener más de veinte elementos diferenciales y un sistema propio de enterramiento que la denominó Fase Guayaquil, entonces editó “Un sitio arqueológico del norte de la ciudad” en 58 págs. 1970 y con Ibrahim volvió a encontrar esta misma Fase en el Estero de Covina, sector de la Cooperativa Filipo, en el Guasmo Sur. 

El 73 editó con Ibrahim “Artefactos de piedra, concha y hueso. Fase Guayaquil” en 61 págs. y el 75 “Vasijas y elementos diagnósticos. Fase Guayaquil” en 97 págs. completando con estos tres libros que suman entre si 216 págs. El 74 fue designada Directora del Museo del Núcleo con tres mil mensuales. El 80 escribió a medias con el Arqueólogo chileno Dr. Pedro Solís, un trabajo sobre “Cabeza trofeo de la cultura Tolita.” 

El 81 presentó al I Encuentro Nacional para la Defensa del Patrimonio Cultural su trabajo sobre “Instrumentos musicales de viento del litoral prehispánico” en 36 págs. editado en 1982, donde comprobó la antigüedad de la música en el Ecuador, pues ha existido desde el precerámico a base del caracol marino ahuecado que servía para convocar al pueblo y de las piedras sonoras, luego adquirió una gran importancia en la cultura Machalilla con las flautas de hueso y en Chorrera con las botellas silbatos, ocarinas y sonajas. 

En 1988 enfermó gravemente y salió del Museo, que al poco tiempo sufrió un incendio intencional y desapareció. El portero, en complicidad con otras personas, inventaron esa treta para robar el oro arqueológico que vendían a un comprador de nacionalidad chilena para su fundición mientras el Presidente del Núcleo Miguel Donoso Pareja no se enteraba del asunto. 

Su estatura mediana, rasgos finos, contextura delgada, piel blanca, trato bondadoso y amable. Falleció el día miércoles 9 de Julio del 2008 a la edad de noventa y dos años. Estaba jubilada y gozaba de una excelente memoria que jamás perdió. 

Debido a la férrea autoridad materna que tuvo que soportar por años – ella y sus hermanos – siempre fue tímida, simple y asustadiza. Cuando la entrevisté y luego envié el borrador de mi trabajo, se asustó de formar parte del Diccionario Biográfico y consultó el asunto con su primo Nicolás Parducci Schiacaluga quien tuvo que opinar favorablemente para vencer sus absurdos resquemores, motivados por una modestia extrema que rayaba en humildad franciscana, así era de sencilla.