MOSCOSO DAVILA ISABEL

POETISA.- Nació en Cuenca el 24 de Enero de 1917 en la casa familiar de la Bolívar y Mariano Cueva que ahora ha sido artísticamente remodelada, Hija legítima de Joaquín Moscoso Vega y de Felicia Dávila Cordero, cuencanos. Fue la octava hija de una larga familia compuesta de doce hermanos. El padre fue propietario de una hacienda en el valle de Yunguilla. En épocas anteriores tuvo   otras   haciendas de cultivo de mieses y ganadería. Gobernador del Cañar y años después Notario y Registrador de la Propiedad de Cuenca.

Desde pequeñita jugaba haciendo altares pues su familia vivía un ambiente muy religioso. A los 6 años inició la primaria en el colegio de las monjas Catalinas, donde su hermana mayor – luego Sor Imelda de Jesús- había ingresado como Novicia.

“Era una niñita soñadora y distraída que vivía en actitud de concentración meditativa y al ver las fuentes comparaba las burbujas con las vidas, por eso las monjitas me decían elevada. Un día encontré que la disciplina era demasiada pesada para mí pues soy de un sentido de liberación tremendo. Quizá por eso las campanas siempre me han sonado torturantes como nudo que aprieta y hasta temo a los conventos”.

“Cuando mi hermana viajó de ecónoma al Colegio de Quito pedí que me cambiaran de escuela y fui a la Tres de Noviembre, cuya directora era Dolores J. Torres, quien me hizo escribir composiciones y admirada de mi incipiente estilo me dijo: Ud. ha de ir muy lejos. Allí estudié los grados finales de la primaria”.

Años más tarde, rememorando esos días felices, escribiría: “Un hálito reminiscente me inunda de nostalgia y de pena. Son las cuatro de la tarde y me veo pequeña y feliz llegando de la escuela. La madre bella y en plenitud radiante. Ardorosa de luz…y en el huerto el agua desbordada. Vuelvo a ver el cedrón florido y el naranjo en fragantes frutos. Me sobrecoge otra vez el misterio de un aposento cerrado”.

Cursó la secundaria en el Colegio Herlinda Toral donde la rectora Mercedes Pozo de Toral, que había residido cuatro años en Europa y poseía a la perfección el inglés y el francés, dirigió sus estudios hacia el secretariado bilingüe. El 40 se graduó con honores y no buscó empleo por no sentirse atraída hacia los trabajos de oficina y por que nada faltaba en su casa.

Su primo Eduardo Andrade Dávila la vivía requiriendo en matrimonio. “Me seducían los ojos pero tenía miedo de relacionarme para siempre con un ser de quien yo no tenía seguridad total y lo dejé pasar. Entonces hubo un paréntesis en que no estudié pero leía y escribía pequeños poemas que no conservo”.

“Amaba la libertad y no me gustaba que me espiaran ni me preguntaran. Era feliz en mi casa aunque siempre vivía nostálgica de no se qué, la dicha es triste me decía, siempre existe el dolor como preludio del canto.” Quizá por eso y porque se sentía atraída por las letras, optó por una educación autodidacta, con lecturas selectas. Más tarde Iniciaría estudios de Filosofía oriental. “Una voz interior que no comprendía me llevó a ella. Los libros me llegaban en forma misteriosa, en los escaparates, en cualquier lugar”. I advino finalmente la hora en que su vida tomaría un rumbo definitivo.

Para la fundación de la Facultad de Filosofía y Letras se pudo contratar algunos profesores españoles que llegaron a Cuenca: Francisco Alvarez González, Luis Fradejas Sánchez, Silvino González Fontaneda, entre otros. El primero asumiría la dirección de la Facultad.

El 31 de Enero de 1952 se inauguraron los cursos y fue aceptada como alumna oyente. Con prosa romántica contará los detalles de la primera clase que dictó Alvarez González: “Ansiosamente esperamos, todo está quieto, un religioso silencio palpita musical y leve, la luz discreta; dibujaba sombras y perfiles. Las miradas se cruzan en sutiles interrogantes. Se oyen los pasos sigilosos del maestro que llega…En los labios se trunca la frase porque ha arribado la hora señera del silencio…

“Francisco Alvarez González se convirtió en la persona más admirada por mí. Adoro la palabra y él tenía tal fluencia de palabras… Las palabras están muertas pues lo que vive es el significado; sin embargo, si están rodeadas de vibraciones de música, entonces uno se embelesa con ellas. La mujer tiene un sentido eugenésico tremendo. Ama el poder intelectual del hombre, pero los hombres buscan en primer lugar la juventud y yo, aunque solo tenia treinta años, ya no era una jovencita”.

Años después tuvo que revalidar sus estudios en el Juan Bautista Vásquez de Azoguez hasta graduarse en el Benigno Malo de Cuenca el 14 de Enero de 1955 con una autorización ministerial. Entonces pudo matricularse de alumna de Filosofía…

En 1956 escribió un ensayo corto “Yo soy la libertad” porque le fascinaba la Filosofía existencial. El 59 fue redactora del periódico “Signo” de la Asociación Escuela de Filosofía y Letras. El 60 publicó otro ensayo corto sobre “La Novela Psicológica” comentando a Pepita Jiménez. Entre el 61 y 62 fue Bibliotecaria en la Facultad de Derecho por ausencia del titular Gorky Abad. Era Licenciada, el camino estaba hecho, unos pocos pasos más y habría llegado.

Durante los aciagos días finales del IV velasquismo y mientras se encontraba sola en la Biblioteca, sonaron muchos disparos. Se acercó a los grandes ventanales y cerró tas persianas. De improviso su maestro Alvarez González se presentó en el salón y tomándola con dulzura del brazo le dijo quedamente: Hay peligro. Fue un instante solamente pero aún lo recuerda. El se rió con risa franca y juntos abandonaron la habitación. Se había roto la dulzura y el misterio de ese instante, pero quedó el gesto amoroso y protector del maestro perfecto.

En Junio del 61 rindió las pruebas al doctorado y se incorporó con la tesis “La Mística y su sentido de Universalidad” que dirigió su maestro Fradejas Sánchez. Al momento de la sustentación ante el Tribunal compuesto de cinco miembros presididos por el Decano Gabriel Cevallos García “sentí en esos instantes una gran seguridad. No hubo turbación en mí. Serenamente llegué al final de la prueba y supe que nada había sido en vano y que el triunfo coronaba mis esfuerzos porque invisibles lauros ceñían la frente ¿Qué importa que en los rosales broten espinas? las corolas estaban florecidas y un místico perfume embriagaba mi alma”. La tesis recién apareció en 1983 en 220 pags. a pesar que el Tribunal había recomendado su publicación. Su autora la dedicó a los padres Carmelitas y especialmente al genial Arzobispo de Cuenca, Alberto Luna Tobar, que la presentó. El 61 también había editado “Elegía y glorificación de la maestra” ensayo biográfico, en la Casa de la Cultura del Azuay.

Por primera vez frente a la vida, con 44 años, momento en que los seres humanos emprender los planes existenciales más importantes, iniciada en la Filosofía profunda de la existencia y en la suprema verdad del pensamiento. Serena, con la belleza física y espiritual de las hermosas serranas y confiando en su destino, juró vivir únicamente para las disciplinas del pensamiento, el cultivo del alma y el intelecto a través de sus libros y de su mística profundidad. En esos días fue hecho un retrato suyo, hoy muy difundido, donde se aprecia su rostro sutil y ovalado, enmarcado por una mantilla de finísimo encaje que cubre sus negros cabellos. La cabeza baja, los ojos en actitud orante, enigmática, soñadora.

Quien no la conoció puede pensar que es una simple actitud, cuando solo trasunta su alma bella y generosa, formaba al calor de una sincera religiosidad, tradicional aunque espiritualmente libre por su fantasía.

¡I no le faltaron admiradores, entre ellos el poeta César Andrade Cordero que acababa de divorciarse, pero ya había jurado!

De 1962 al 65 escribió poemas, leyó mucho tentando la Filosofía Yoga con el grupo de su pariente, amigo y maestro padre César Dávila Gavilanes. El 65 aceptó una cátedra en el Colegio

Fiscal Herlinda Toral, donde enseñaría Sociología, Filosofía, problemas Filosóficos, Etica y Lógica en los quintos y sextos cursos hasta su jubilación en 1990. Fruto de su experiencia como maestra es un texto que versa sobre “Una Nueva Conciencia Social”, síntesis de sus clases de Sociología, en 194 pags. aparecido en 1988 con un llamado urgente a la juventud sobre la responsabilidad del silencio de nuestro yo vigente y solitario para encontrar la fuente inagotable del amor, que trasunta lo humano en esencia suprema y eleva lo fugaz y contingente a una categoría de maravillada eternidad.

En varias ocasiones le fue ofrecido el rectorado del plantel y como jamás le han agradado los cargos administrativos, solo aceptó formar parte del Consejo Directivo.

En 1965 falleció su madre de embolia cerebral y pasó a vivir con su hermana Victoria de Torres Carrasco en una villa de la Avenida Paucarpamba.

En 1970 editó “Abanico de Recuerdos” que es lo menos apreciable de su producción aunque alcanzó un gran éxito editorial y como recibiera numerosas peticiones para ampliar dicha obra que contiene trazos poéticamente idealizados de severas matronas cuencanas, unas del siglo pasado y otras del presente, tuvo que publicar un segundo tomo en 1974, sin reincidir en esta clase de producciones, escritas con técnicas más bien decimonónicas.

En 1970 aparecieron sus dos pequeños poemarios: “Soledad Sin ancla” y “Pasión y Trance” aunque ya se habían publicado poemas suyos en una de las Antologías de Lírica Hispana de Caracas “Elegías y Canciones” en 1964.

En 1976 editó otro poemario suyo “Luz y Eternidad”. El 81 “Ruta Sagrada” en 288 págs. con la relación de su viaje a través de Europa, Asia y África, especialmente la peregrinación a Tierra Santa entre Abril y Mayo del 78, junto a quince personas más del grupo del padre Dávila.

En 1982 le fue ofrecida la cátedra de Filosofía en la U. Católica por su rector César Cordero Moscoso y la rechazó pues ya comenzaba a haber mucha politiquería. Con Rigoberto Cordero León,   Enrique   Sánchez   Orellana y Luis Cordero Crespo formó el Departamento Cultural de la Cruz Roja del Azuay, que ha realizado numerosas presentaciones para promover poetas y escritores y dio a la luz un hermosísimo folleto con proyecciones biográficas, deliciosa prosa poética en 63 págs. sobre Dolores J. Torres y Zoila Esperanza Palacios, titulado “Biografía de un corazón” (1)

Así como   los   poemarios   “Luna de Jerusalén” con dieciocho composiciones cortas escritas en dicha ciudad y “Estancia del Corazón” dedicado a la Doctora de la Iglesia Teresa de Jesús Cepeda.

Un día de 1984 se encontró con Miguel Malo González y sin querer, llevada la conversación al tema de la pronta santificación del Hermano Miguel Febres-Cordero Muñoz, se pusieron de acuerdo para publicar un libro sobre ambas familias, que apareció el 86 bajo el nombre de “Ramas y Floración de una estirpe gloriosa” en dos tomos de 772 páginas corridas, con prólogo de Luis Moscoso Vega. Los datos genealógicos generales los proporcionó Malo y los particulares corrieron a cargo de Isabel.

La obra fue un éxito y muchas familias hasta se sorprendieron del parentesco con el nuevo santo pues ya lo tenían prácticamente olvidado. La trama y el fondo corresponde a tratamientos superados.

En Abril del 86 se celebró en la quinta “Pan de Azúcar” en Huanharcucho, la solemne coronación del poeta menor Luis Cordero Crespo, correspondiéndole ceñirle la frente de lauros. El 87 y “Peregrinos de la Luz” en 101 pags. a petición de su amigo y pariente el Protonotario Apostólico Miguel Cordero Crespo, quien se había emocionado al leer “Luz y Eternidad”. Relata el viaje de Cordero en la primavera del 61 a Belén, pasando por diversas ciudades de Europa con una pequeña talla del Niño Dios ejecutada en 1863 en Cuenca, con otras más que formaban un retablo de propiedad de su antepasada Ignacia Heredia (2)

Ese año salieron sus poemarios “Endechas de una alma enamorada”, “Maria Raquel” y “Crisoles de Ternura”. El 88 “Variaciones de una metafísica de amor”. El 89 su ensayo “Mito y Eternidad” en 457 págs. un Epílogo corto y un índice Filosófico, que trata sobre el Existencialismo y el ser. En 1989 recibió la Pluma de Oro que le obsequiaron sus amigos literatos. El 90 se jubiló y publicó “Dios y el Hombre” poemario en 29 págs. con pensamientos sobre las relaciones con la divinidad y con engaños a ilusión en las apariciones y diálogos de la niña Pachi (la pseudo vidente Patricia Talbot) en los jardines del Cajas, escribió a su favor en el diario “El Austral”, atrayéndose polémicas y contrariedades.

Como buena creyente y romántica le fascinan los claustros como ambiente pero no como disciplina, por ello se ha dicho que su alma tiene refulgencias religiosas y su veste irradia en crepusculares lirios, pero a lo moderno.

El Padre Dávila la ha calificado de maestra nata y su amigo el Dr. José Vega Delgado apunta que ella trasmuta todo lo que toca en poesía por su fina sensibilidad.

En 1992 salió “Mito y Eternidad” ensayo filosófico en 92 págs. y a medias con José Vega Delgado escribió un ensayo sobre el Maestro Alvarez González titulado “Un Hombre y una época”. Después “Luz de Bengala” fantasía histórica y escribía esporádicamente en el diario “El Mercurio”.

La entrevisté en una clara y soleada mañana de Abril, marcándome por la dulzura de su suavísima voz plena de modulaciones. Nadie como ella para manejar la prosa poética, arte muy difícil y hoy casi olvidado. Y cuando el diálogo concluyó se le apagó su voz y solo quedó un nimbo de melancólico azul.

Había grabado veinte casetes de una hora de duración cada uno con síntesis de sus clases de Filosofía. Confesaba: Es rarísismo encontrar personas que tengan verdadera vocación por la Filosofía, por eso me realizo yo misma hablando. No siempre se llega a la comprensión de los alumnos porque no están suficientemente preparados. En los cáseles se ha preservado mi voz.

Tenía en mente un libro sobre el descubrimiento de América que llamará “Las carabelas del infinito” y pensaba escribirlo como un panorama cosmológico del hombre americano. A la pregunta de cual había sido su momento más feliz me respondió: He conocido el silencio y la paz, mas no el júbilo profundo de la vida que solo puede darse en el éxtasis de lo cósmico y lo divino, por la meditación, que es la salida y la unión con Dios.

“Hoy tengo en mi corazón retazos de tristeza, desgarramientos roturas, la vida es así, Luis Cordero Crespo me consideraba una mujer de América. No soy filósofo pues como teoría no podría construir un sistema nuevo pero como vivencia si. Mi observación de la naturaleza no obtuvo respuestas sino alegrías en el corazón o lo que es lo mismo paz. Chispas, fuegos artificiales de júbilo que no se detienen, brillan un momento y se apagan. Por eso también podría decirse de mi lo que escribí de Gabriela Mistral // Rogaste por los que sienten / el tétrico dolor / de no encontrarse nunca. //

Delicadísima y especial, vivía en permanente afluencia de su conciencia hacia Dios sin ser por ello mística, aunque tenía un temperamento religioso profundo.

Llevaba el canto adentro y en forma natural por la vida, buscaba la meditación trascendente no a base de oraciones que son disciplinas reiterativas, repetitivas. Por eso hace su propia disciplina a base del ímpetu de su pasión encausada que no se arrebañada. En poesía, cultivaba más que la rima clásica, la prosa artística, hoy tan olvidada. Su palabra únicamente expresa una dimensión de su ser, es fácil y expresiva como incompleta y torturada. Su noble elegancia femenina le permitía decir con delicadeza lo inefable, lo que su amor le ha puesto en trance de revelar sin pasar de la comisura de sus labios. El borde de su pensamiento ha quedado dentro, donde el pensamiento es fragua y el amor fuente. . He plasmado a grandes rasgos su vida y quizás el alma de la escritora que ha hecho de la palabra el signo de una pasión casi mística y que con una mayor formación, su proyección literaria e histórica hubiera podido ser más importante. Por su lucha en un medio hostil a la mujer, para llegar a la Universidad y alcanzar un grado académico, por su constante tensión y diálogo con la divinidad, ideal religioso que copó durante largos años su existencia, por su afán de superación y sobre todo por su bondad ingénita y notabilísima prosa poética, está considerada una de las grandes ecuatorianas de la contemporaneidad, ejemplo para las nuevas azuayas; que, por supuesto, tienen otras metas e ideales, mas acordes con el siglo XXI, que será de hondas preocupaciones por la economía, la igualdad de los sexos, la ecología y los derechos humanos. En Abril del 2005 a causa de su generoso corazón, se agitó mucho y sus familiares la llevaron al Hospital del IESS. Donde su sobrino el Dr. Enrique Moscoso Abad era Director. Estuvo varios días asilada, repuesta del todo salió   muy lúcida a pesar de sus 93 años, pero al poco tiempo empezó a declinar, hablando solo lo indispensable. El sábado 30 de Julio no quiso levantarse y se fue apagando sin enfermedad visible. A las tres de la tarde falleció sin agonía. Había compuesto el siguiente Epitafio: Gracias señor por haberme dado el don de encontrar en la palabra el secreto de convertir el dolor en poesía.

El día Domingo se veló en el camposanto Santana en Monay. Hubo mucha concurrencia a pesar de ser un día festivo. Tomaron la palabra sus sobrinos Maria Eugenia de Cordero y Juan Moreno Monsalve. El país perdía a una feminista y Cuenca a su mayor prosista poética.

Fue un espíritu elevado, dama en el sentido más alto del término, plena de cortesanías, y al mismo tiempo una escritora de estilo admirable. Vivió una religiosidad interior plena, valorando a la divinidad como parte importante del diario trajín. I aunque no creó un sistema de pensamiento, cultivó la filosofía y se doctoró en ella.

  1. (1) Dolores J. Torres fue hija del Canónigo Hurtado, Rector del Benigno Malo, y al ser entregada al horfanatorio Tadeo Torres de Cuenca tomó ese apellido sin corresponderle realmente. Fue una admirable Normalista y rectora de la escuela Fiscal “Tres de Noviembre”. Zoila Esperanza Palacios, estupenda sonetista, fue directora de la escuela “San José” en el convento mercedario de Cuenca.

El retablo reposa actualmente en el Convento del Carmelo de Cuenca. Cordero aprovechó una audiencia pública concedida por Juan XXIII para solicitar la bendición de su imagen. El bonísimo Papa sonrió y la bendijo. De regreso mantuvo casi hasta su muerte la piadosa costumbre del pase del Niño, inmemorial en las navidades del austro ecuatoriano. Solamente que desde entonces se transformó en Cuenca en el pase del Niño Viajero. Cordero tuvo en sus manos los originales del librito de Isabel Moscoso Dávila y al leerlos lloró diciendo: Isabelita es la poetisa de Dios! según me lo ha referido su Sacristán, testigo presencial de ese fugaz instante. Cordero estaba pletórico y bastante enfermo. Murió a los pocos días de 81 años de edad.