MORAN VALVERDE RAFAEL

MARINO.- Nació en Guayaquil el 5 de Abril de 1904. Hijo legítimo del Mayor Agustín Moran Jara, Militar alfarista, y de Clotilde Valverde Cepeda, guayaquileños. Fue su padrino de bautizo el General Eloy Alfaro.

El menor de una familia compuesta de cuatro hermanos, estudió la primaria en el Instituto Santisteban de los padres salesianos ubicado en la Atarazana y la secundaria en el Tomás Martínez.

En 1924 ingresó a la Escuela Naval que funcionaba a bordo del Cañonero “Cotopaxi” (1) y para Abril del 27 ascendió a Alférez de Fragata en dicha nave, después lo trasladarían al motovelero “Patria”.

Entre el 35 y el 36 pasó al buque escuela “Presidente Alfaro” con el grado de teniente de Fragata. A fines de año viajó a Chile con los cadetes de la Escuela Naval del Ecuador para que terminaran su educación y se especializaran en las diversas unidades y repartos de la marina de Guerra de ese país, especialmente en la del puerto de Talcahuano, donde efectuó diversas prácticas y navegó en el destructor “Riquelme”.

En 1938 regresó al Ecuador y siguió un Curso especial de Artillería, a fines de año pasó al servicio de Faros.

En Enero del 39 fue designado Segundo Comandante del buque escuela “Presidente Alfaro” aunque por corto tiempo; pues le trasladaron al cañonero “Abdón Calderón” anclado en la Base Naval de Salinas.

El 21 de Agosto de 1940, de treinta y seis años de edad, contrajo matrimonio en Guayaquil con América Cañarte Suárez, a quien había conocido cuando ella era estudiante de secundaria, pues le llevaba veinte años. Pasaba por el Colegio en el expreso de la Armada y la saludaba desde lejos, la unión fue muy feliz. Alquilaron una vil lita en Tulcán y Ballén, prácticamente en los extramuros de la ciudad, pronto nació su hija mayor Gladys, que murió a principios del 41 de gastroenteritis, después vendría un hijo y dos hijas más.

Entre Febrero y Junio del 41 figuró como Capitán del “Aviso Atahualpa”. Ese último mes fue nombrado Comandante Interino del Cañonero “Calderón”, barco cuya historia comienza en el siglo XIX, construido en 1884 en Port Glasgow, Irlanda, por la David J. Dunlop Co. para una empresa chilena de transportes. Dos años después, el 18 de diciembre de 1886, fue adquirido por el gobierno ecuatoriano y tomó el nombre de crucero Cotopaxi. Bajo la dirección e inspección de su primer comandante el capitán de Fragata Nicolás Bayona Ors, el barco fue reformado para convertirlo en buque de guerra. El trabajo se realizó en el taller “La Fama” fundado por Pablo Indaburo Ortíz y heredado por su hija la niña María Indaburo y Seminario en Guayaquil. En 1913 por orden expresa del Presidente Leonidas Plaza Gutiérrez cañoneó la indefensa población civil de Esmeraldas que terminó incendiada. Este crimen fue repudiado en toda la República, por eso en 1926 fue reconocido como cañonero Cotopaxi y en 1936, por tan feo recuerdo se le cambió a cañonero “Abdón Calderón”, con lo cual se quiso borrar todo recuerdo doloroso al país pues la campaña militar de Esmeraldas (1913-14) fue una dura guerra civil entre hermanos ecuatorianos. Después del combate naval de Jambelí en 1941 el “Calderón” dejó de funcionar por desperfectos mayores en sus máquinas aunque fueron reparadas para volverlo nuevamente operativo.

Desde 1946 fue destinado a servir a las islas Galápagos con viajes mensuales hasta que en 1954, al regresar a Guayaquil, sus máquinas se dañaron y tuvo que ser remolcado, días más tarde, desde muchas millas al norte cerca de las islas de los Cocos en la República de Costa Rica y como las máquinas eran muy antiguas fue imposible encontrarles repuestos básicos y no pudo volver a navegar, siendo retirado oficialmente del servicio. En 1957, tras servir a la Armada por setenta años, abandonó el mar y permaneció anclado en el río Guayas. En 1961 fue trasladado a los muelles del Arsenal Naval, actuales Astilleros Navales del Ecuador (Astinave) En 1972 fue llevado en partes y en la actualidad se exhibe en el parque de la Armada convertido desde 1985 en Museo Memorial de la Institución. El “Calderón” tenía 40 mtrs. de eslora, máquina a vapor y avanzaba a 8 nudos por hora, desplazaba 300 toneladas, contaba con 2 cañones de 76/40 mm Armstrong, 2 de 47/40 mm Armstrong y 2 de 20 mm Breda. En síntesis, un barco pequeñísimo como a todos nos pareció cuando fue exhibido por años en el parquecito de la armada de la calle Eloy Alfaro, al sur de la urbe. Morán Valverde se había encontrado enfermo en su casa pero al conocer la orden de zarpe del Calderón se incorporó al mando, mientras duró su permiso, quien había hecho sus veces ordenando el montaje de las piezas de artillerías, fue el Capitán César Endara Peñaherrera, segundo de a bordo, actuando de ingeniero el teniente de fragata Abraham Game Bustamante . Tanto el Calderón como el Aviso

(1) Posiblemente influenciado por el ejemplo de Teodoro su hermano mayor, que ya era marino y estaba casado con Carlota Villena; uno, de cuyos hijos, llamado Víctor Hugo Moran Villena, figuró el 25 de Julio de 1941, como Oficial a bordo del “Calderón”, combatiendo al lado de su tío Rafael.

Átahualpa realizaban comisiones y patrullajes en las áreas asignadas por la superioridad. Á la medianoche del 24 de Julio zarparon desde Guayaquil las motonaves Olmedo, La Pinta y Deisy Edith, custodiadas por el Calderón. Tras un viaje tenso, el convoy arribó a su destino en las primeras horas de la mañana del 25. Conforme lo ordenado, el grupo de Guardias Nacionales y otros hombres que viajaron ayudaban en el desembarco del material, pero lo interrumpieron para sortear el ataque improductivo de un avión peruano que sobrevoló bajito y ametralló el muelle, el ferrocarril y al personal que laboraba. El cañonero Calderón repelió el ataque y la calma volvió al lugar cuando desapareció del horizonte el aparato enemigo. Terminada la misión esa misma mañana, el convoy se dispuso a retornar a nuestra ciudad, y cuando se encontraba a tres millas del faro de Jambelí (11h15) ubicado a su vez a una milla solamente de distancia de Puerto Bolívar, detectó la presencia de un buque a la cuadra de babor, que se dirigía con proa hacia el Calderón. Varios Oficiales se hallaban en cubierta cuando el vigía dio la voz de alarma indicando que era el Almirante Villar, buque insignia de la escuadra peruana y se acercaba a treinta nudos por hora para acorralar al “Calderón” mar ^ afuera e impedir su ingreso a Puerto Bolívar.

Observadas también otras embarcaciones que eran parte de una escuadra (Rodríguez, Grau, Bolognesi), Moran Valverde dio órdenes precisas de caer a estribor y cambiar 180 grados el rumbo que se mantenía. Simultáneamente el enemigo también cayó a estribor navegando en forma paralela al Calderón. Á las 11h25 ordenó zafarrancho de combate; el barco peruano abrió fuego a las 11h30 con un cañón de proa. Su primer cañonazo no dio en el blanco aunque cayó muy cerca, a escasos veinte metros de su objetivo. Se contestó con un disparo del cañón de popa que quedó inutilizado por fallas mecánicas y con las dos ametralladoras antiaéreas amarradas a la cubierta se barrió al enemigo, mientras el cañón de proa salvaba la situación haciendo cuatro disparos. El primero destruyó un cañón del Álmirante Villar en la torrecilla de popa, derrumbó parte de su mástil, desmontó un cañón antiaéreo y mató a dos hombres como después se conoció. Otro disparo penetró en el cuarto de máquinas y las inutilizó. Uno más entró en el departamento de torpedos pero no explotó, que de haberlo hecho, nada hubiera quedado de la nave enemiga.

años de edad. Tenía el buque 1.300 toneladas, había sido construido en San Petersburgo (Rusia) entre 1915 y el 18, con 107,1 metros de eslora, se movía con turbinas con engranajes reductores a dos ejes a una velocidad de 27 nudos y estaba armado de 4 cañones de 101,6/50 Vickers, 3 tubos lanzatorpedos triples de 9 x 450, 2 de 20 mm Breda, 1 de 76,2 mm Madsen, 3 de 7,65 mm Madsen.

El 44, debido a los bajos sueldos de la Armada Morán Valverde solicitó la baja y empezó a trabajar con Rodolfo Granja como Capitán de buques bananeros, llevando fruta a diverso puertos de los Estados Unidos.

Entre 1956 y el 57 fue Capitán del Puerto de Manta. Ya estaba enfermo de diabetes pero se cuidaba haciendo dieta y arreglándose él mismo las uñas para evitar cualquier lastimadura que pudiere producir heridas.

De vuelta a Guayaquil el 57 habitó con su familia en una villa de propiedad de un pariente en el Barrio Orellana y comenzó a viajar a las islas Galápagos, llevando carga, comestibles y pasajeros. Del Archipiélago trajo en alguna ocasión a sus hijos una pequeña tortuga. Una de sus hijas recuerda que cuando llegaba de viaje era una fiesta pues sus hijos sabían que a la mañana siguiente encontrarían regalos. “Amoroso, nos creaba juegos”.

Sufría de continuos dolores por la mala circulación de las piernas pero no se quejaba porque era estoico. Con los suyos siempre cariñoso y juguetón, era generoso con todos y aunque no sabía tocar instrumentos musicales disfrutaba escuchando sus piezas favoritas.

A fines de Abril de 1958 se lastimó una uña del pie y poco después, a pesar de sus cuidados, se le presentó la gangrena. Llevado de urgencia por su esposa a la Clínica Álcívar, fue internado el 2 de Mayo para ser sometido a una intervención quirúrgica para cortarle el dedo, pero falleció en la mesa de operaciones cuando solo le habían puesto la anestesia, posiblemente a causa de un paro cardíaco o quizá de un coma diabético, a eso de las once de la mañana. El asunto nunca llegó a dilucidarse porque los médicos guardaron mutismo y no examinaron previamente al paciente.

Su entierro fue con honras pues poseía la Cruz de Guerra desde el 30 de Enero de 1952. Su familia quedó pobre y su viuda tuvo que trabajar años más

tarde en las oficinas de la ECAPAG hasta su jubilación. Su único hijo varón quiso emularle y empezó a estudiar para Oficial de la marina en la escuela chilena Arturo Prat, pero en un viaje a Guayaquil sufrió un accidente de tránsito que le costó la vida.

El 1 de Noviembre de 1960 fue declarado Héroe Nacional con los demás Oficiales y tripulantes del “Calderón” y los del Aviso “Atahualpa” por Acuerdo del Congreso Nacional, después vendría su monumento en el malecón marítimo de Puerto Bolívar. En la década de los años sesenta un grupo de amigos de Morán Valverde le levantó un Mausoleo en el Cementerio General de Guayaquil, figurando entre los pioneros de la idea Jaime Puig Arosemena y Atahualpa Chávez González.

Modesto y sin ostentaciones, popular entre la marinería, supo hacerse querer por su bondad, simpatía y buen carácter. Su estatura más bien baja, rostro canela claro, ojos azules como su madre, pelo negro y lacio. Era todo un hombre en el estricto sentido de la palabra.

En la década de los años setenta, durante el gobierno de la dictadura Militar, el Contralmirante Napoleón Cabezas solicitó a la viuda algunas pertenencias del Héroe para un Museo Naval en formación, recibiendo el sable, la Cruz de Guerra y otras insignias memorables, así como un legajo manuscrito sobre la acción del 41. Posteriormente falleció Cabezas y se perdieron dichas reliquias, ahora se conoce que fueron entregadas por Cabezas a su Jefe el Vicealmirante Alfredo Poveda y que posiblemente su viuda debe conservarlas en la actualidad. (1)