MILAGRO : El milagro que dio nombre a un pueblo

SUCEDIÓ EN MILAGRO
EL MILAGRO QUE DIO NOMBRE A UN PUEBLO

Dicen que en 1.783 un Oidor de la Real Audiencia de Quito en tránsito a la capital acompañado de su señora, tuvo que hacer un alto en el tambo viejo de Chirijo que había en donde hoy se levanta la población de San Francisco de Milagro, pues la doña se sentía muy mal y tanto que pocas horas después le subieron calenturas y se puso al borde de la muerte. Entonces no había caminos ni carreteras y el transportar una enferma en parihuela era cosa matadora  por los tumbos que se daban los guandos o cargadores cuando caminaban a través de las sartenejas de los caminos. 
Por ello el Oidor – dizque se llamaba Salcedo aunque con este apellido no registra ninguno la historia del Ecuador –  decidió permanecer en él tambo hasta que mejorara la enferma y pasaron varias semanas y ésta, en lugar de convalecer seguía en “empeoría” y hasta amenazaba muerte segura. ¿Qué hacer con ella? ¿Dejarla abandonada al cuidado de los vecinos y continuar a Quito o regresarla a Guayaquil en busca de un médico que la recete? 

Pero como dicen que lo último que se puede perder es la esperanza; en un momento de lucidez, la febricitante, tomando entre sus manos una estampa de San Francisco de Asís, ojo, que no fue San Francisco Javier, con toda su alma rogó al santo que si era de morir la llevara enseguida o si tenía que salvarse lo haga esa misma noche, para poder continuar la marcha y no perturbar los importantes negocios de su marido y tal como lo rogó sucedió, que al día siguiente amaneció la señora llena de fuerzas y sintiéndose tan bien que tomó un baño, desayunó quesillo y partió de viaje, no sin antes dejar admirados a los arrieros del camino que ya la tenían por muerta. 

De este fabuloso milagro quedó el buen recuerdo y cuando el Oidor estuvo en la capital comentó el asunto entre sus colegas de la audiencia, señalándoles en el mapa de Maldonado el tambo aquel donde se había operado el prodigio y es fama que el santo pasó a ser patrono de la región y el pueblo que poco a poco se fue formando y que cambió su antigua denominación indígena de Chirijo, bastante fea supongo, por la que actualmente tiene.
De donde los actuales milagreños deben darse por bien servidos pues que de otra manera serían “Chirijeños” y no se andarían pavoneando de tan milagroso nombre, que no es lo mismo llamarse Alcalde de San Francisco cd Milagro, que Alcalde de Chirijo a secas. 

A otro con ese cuento, que yo no creo en milagritos señor Cronista. Basta ya mi caro amigo, usted debe ser  filo izquierdista para haber perdido su fe, sobre todo en milagros de esta índole que deben ser recordados a ver si se repiten todos los días que buena falta nos hace y si duda de mí, vaya a la Biblioteca Municipal de Milagro donde deberá consultar valiosas monografías con el señor Rodríguez Separovich, lujo de los bibliotecarios ecuatorianos,  y verá que todas repiten lo mismo, como si fueran bandas de pueblo y hasta con bombo y todo pues que todas suenan idénticas y si usted ha oído alguna, dese por bien servido que es como haber oído todas. 

Y dígame, ¿Cómo así sabe Ud. que fue san Pancho de Asís y no su tocayo San Pancho Javier el que hizo el milagro? Ja, Ja, Ja, allí si me puso Ud. entre la espada y la pared, como quien dice ¿Quiere Ud. hacerme pelear con uno de los dos? pero no le daré el gustazo, porque yo sólo repito lo que afirmó don Carlos Alberto Flores en una de sus obras, que fue el primero en hablar de San Francisco de Asís como autor del Milagro y cierro aquí esta croniquilla como hacen los buenos sastres que saben su oficio,  con puntada y con pespunte, repitiendo el verso sacrosanto de los milagreños de antaño 
Chirijo, tierra de Dios,
En Chirijo las piñas 
y en Yaguachi arroz.