MENDIBURO Y MEDRANO JUAN MANUEL

GOBERNADOR DE GUAYAQUIL.- Nació en Lima hijo legítimo de Juan Miguel de Mendiburo y Arzac natural de San Sebastián en España y Mariana Medrano y Sarmiento, de Lima. Compró en 1796 la Capitanía de la Sala de Armas por dieciocho mil pesos y la sirvió algunos años. En 1802 fue denunciado a la Inquisición por tener el insípido libro “Pan y Toros” del poeta Jovellanos. En 1803 pasó a España casado con Rosa Cortés y Azúa, natural de Santiago de Chile, hija de Ramón Cortés y Madariaga y de su esposa Paula de Azúa y Marín de Poveda, de la casa de los Marqueses de Cañada Hermosa de San Bartolomé.

En 1808 al producirse el levantamiento del 2 de Mayo del pueblo de Madrid en contra de las fuerzas de Napoleón, tomó las armas y luchó en varias campañas, comandó cuerpos y recibió la medalla de la Orden de San Hermenegildo por méritos de guerra. En 1815 era “Brigadier de los Reales Ejércitos, fue nombrado Gobernador y Comandante General de Guayaquil y emprendió el regreso a América después de doce años de ausencia.

Frente al Callao fue interceptada su fragata por la escuadrilla del Comodoro Guillermo Brown, quien le apresó. Fue desembarcado en la isla Puna, en tanto Brown atacaba Guayaquil el 10 de Febrero de 1816 con solo un bergantín y una goleta, pero le respondió la batería manejada por Juan Barnot de Ferruzola y el batallón de Cívicos sostuvo el fuego desde la orilla de la Tahona, hasta que el bergantín encalló; entonces los arrojados guayaquileños se lanzaron al agua con las bayonetas entre los dientes y abordaron la nave de Brown iniciando una general carnicería.

Esa tarde el Gobernador Juan Vasco y Pascual entró en tratos con el hermano de Brown que había quedado en él fortín de las Cruces y se realizó el canje de prisioneros Mendiburo por Brown, y tras el retiro de los marinos ingleses tomó el mando y comenzó a comprimir la opinión, persiguiendo tenazmente a Vicente Ramón Roca por una carta patriótica que había escrito al Cura de Acapulco. Igual hizo contra el Coronel Jacinto Bejarano, contra José Leocadio Llona y Ribera, etc. también decretó numerosas exacciones o empréstitos forzosos contra las personas clasificadas como afectos de la revolución, contra los simples sospechosos, etc.

Después de la captura de Roca y su correspondiente viaje a Lima donde se le siguió la causa criminal, descubrió Mendiburo que José Leocadio Llona, un lojano Romero y el Ayudate Mayor del Regimiento de Milicias Pedro Narváez, se entretenían en hacer circular Proclamas revolucionarias. En 1819 José María de Antepara comenzó a enviarle unos versos denominados “Rataplanes” // Tenga cuidado don Juan / porque este pueblo insurgente / le ha de jugar, de repente / alguna …. de rataplán // aludiendo al sonido de los tambores que asemeja un rataplán cuando se toca retirada.

// Cuidado señor don Juan / se caiga de la maroma / le aseguro que no es broma / lo que preparándole están // También se conoce un tercero // Señor Mendiburo alerta / alerta, señor don Juan / porque la cosa es muy cierta / y un bromazo le darán . //

Estos partes de Novedades, rimados y confidenciales le llegaban al Gobernador de las formas mas sutiles y siempre en los momentos menos pensados, como si algún espíritu lo estuviera persiguiendo y conociera todos sus movimientos.

Camilo Destruge ha escrito que Mendiburo hostilizó también a los españoles de quienes concebía sospechas, como sucedió con Vicente Decimavilla y Manuel Antonio de Luzarraga. Verdad que no le faltaba razón para andarse con cuidado y poner toda su atención en observar los pasos de aquellos cuyas ideas no podía pasar desadvertidas; pues la propaganda de emancipación era cada día más activa y eficaz.

Cada patriota tenía un círculo de amigos de confianza, entre quienes se iba propagando estas ideas. José María de Antepara, José de Villamil, el Dr. Marticorena, el Padre Cumplido, Juan José y Miguel de Casilari, Francisco de Lavayen, Francisco Javier Pérez, el Dr. Cayetano Ramírez de la Fita, Lorenzo Espinosa, Juan Layana, José María Peña, Juan de Dios Molina, Miguel Guerrero, Pedro Sáenz, Juan María Murillo, José Rivas, José Correa y otros muchos, que muy en privado eran favorables a la causa de la libertad, pero que por consideraciones de familia, no dejaban traslucir sus opiniones.

Luego de cuatro años de este gobierno, sintiéndose mal de salud, renunció el mando y fue reemplazado por el Coronel José Pascual de Vivero, viajó a Lima y falleció el 15 de Junio de ese año de 1820 de tabardillo o tifus exantemático.

Su retrato se conserva en la capital peruana.