MATA ORDÓÑEZ G. HUMBERTO

ESCRITOR.- Nació en Quito el 21 de Abril de 1904. Hijo legítimo del doctor José Alejandro Mata Proaño, odontólogo quiteño y de su prima hermana María Isabel Ordóñez Mata, cuencana.

Recibió las primeras letras en un Jardín de Infante a cargo de religiosas que no recuerda y después asistió a la Escuela del doctor Borja. En 1916 fue llevado a Cuenca y cursó la secundaria en el “Benigno Malo” pero sólo hasta el cuarto año porque en 1921 acompañó a su padre a New York, matriculándose en el “Wiutt Clenton School” de esa metrópoli. En 1924 comenzó a escribir versos y hasta se inscribió en la Marina de Guerra americana pero desistió a última hora y regresó a Cuenca llamado por su madre.

Recién llegado fue designado Amanuense de la Comisaría Municipal de Tránsito, se enamoró de su prima hermana Herminia Ordóñez Pigaud, pero debido a su precaria situación económica no pudo contraer matrimonio enseguida.

En 1925 fue Pagador de la Intendencia del Azuay. En 1926 Amanuense del Consejo Provincial. En 1927 Amanuense del Congreso Nacional, después pasó a desempeñar la segunda Secretaría del Conservatorio de Música y de allí se empleó en la Caja de Pensiones. Hacia fines de la década de los años 20 el doctor Daniel Córdova Toral lo llevó de Bibliotecario General de la Universidad de Cuenca, en atención a sus méritos personales y por hablar a la perfección el inglés, francés y quichua y trabajó sin descanso hasta convertir dicho centro de estudio en lo que hoy es, iniciando la catalogación bajo el “Sistema decimal Dewey”. Era inquieto, sensible y se alineó con la vanguardia de los movimientos literario del tiempo.

En 1926 comenzó a hacer versos desmesurados que parecían salirse del papel para ir a clavarse en las pencas del cercado, su musa era dispersa pero rabiosa, atrevida, con un lenguaje americano, incorporándole dentro del indigenismo nacido en el Perú y Bolivia; pero en Mata todo era torrentoso, saliéndose del cauce, desbordando los límites de la preceptiva.

En 1930 los directores de la revista de renovación “Mañana” le empezaron a comparar con los poetas indigenistas peruanos Nazario Chávez y José Vallaranos, como anunciador de la Epifanía de los Andes.

Ese año pudo contraer matrimonio con su prima después de siete de noviazgo; tuvieron cinco hijos y celebraron sus bodas de oro, a pesar que toda su vida fue un insigme enamorador y mujeriego.

En 1932 editó su primer libro titulado “Galope de Volcanes” en 92 págs. con versos cantados en pro de la raza india “Obra de lengua mezclada – quichua, castellano, neologismos – y ritmos broncos pero de aliento fuerte y violentas imágenes” (1). En 1934 publicó “Dos corazones atravesados de distancia” que contiene poemas muy hermosos dedicados a su esposa.

En Abril de 1935 imprimió “Chorro Cañamazo”, romance a los tejedores de sombreros de paja toquilla del cuencano barrio del Chorro; el libro fue incautado en la imprenta de la Universidad e incinerado en la Plaza de Santo Domingo por orden del rector, Doctor Remigio Crespo Toral, que no deseaba enfrentamientos con los poderosos monopolistas de sombreros. Casualmente Mata había llevado unas pruebas a su casa para corregirlas y recién en 1968 pudo editarlas de nuevo, a los 33 años. Entonces este libro fue vitoreado por todo el país como el triunfo de la inteligencia, como un acto de reparación y de justicia a su autor.

En 1936 se metió nuevamente en líos dando a la luz ‘Tumulto de Horizontes” con versos patrióticos que fueron tildados de “socialistas y revolucionarios” por el doctor Aurelio Bayas Argudo, Ministro de Gobierno de la dictadura del Ing. Federico Páez y la edición también fue incautada por la policía; sin embargo, los poemas circularon fragmentariamente y en la clandestinidad.

En 1940 editó su novela social “Sumag Allpa” que ha conocido tres ediciones, con personajes indígenas y rurales, en 183 páginas. Esta novela estaba terminada el 35 y lo situó junto a Fernando Chávez entre los precursores del movimiento indigenista en el Ecuador. “Para G. humberto Mata el indio no es un ser vulgar perteneciente a la raza vencida, es un sujeto viril, que siente y comprende y a veces reacciona ferozmente ante la injusticia y la explotación. Mata expone los hechos crueles de la vida del indio y lo rescata con dignidad. Es el escritor ecuatoriano que más ha trabajado en favor de nuevos enfoques sobre un problema tradicional en nuestra Patria.

En 1942 volvió con “Sanahuin” en 262 págs. novela de verdadero indigenismo con vulgarismo de Cuenca, escrita el año 37 con prólogo de José de la Cuadra, dentro del mismo género indigenista. En 1943 publicó otros versos titulados “Ecuador en el hombre” en 47 págs. poemas antifacistas, “canto del hombre que avanza hacía el mañana” y con Jorge Navarro Bonet dirigió la revista “Tomebamba”. En 1944 sacó “Cusinga, capulí en Lys” romance histórico en 199 págs. con los trágicos amores de la hermosa joven Manuela Quesada y el sabio Seniergues, miembro de la Misión Geodésica francesa venida en el siglo XVIII. Esta es obra de poesía erótica y al mismo tiempo de transición, que le permitirá “trabajar con más dedicación, diversos estudios biográficos y críticos,” pues es exégesis, poema y romance histórico.

En 1944 también publicó “Epopeya ecuatoriana para una aurora libre”, en 39 págs. canto a la democracia, premiado por el comité de coordinación cultural de la Embajada Norteamericana y motivado en la revolución del 28 de Mayo. Ese año se graduó de Bibliotecario en la U. Central de Quito y en la década de los 50 se jubiló.

En 1945 escribió “El Concejal”, cuento que obtuvo el primer premio en el “Concurso internacional Fernández – Cata” de la Habana. En 1947 publicó “Carta al doctor Eugenio de Santa Cruz y Espejo” y en 1948 otros versos con “Equinoccio del sueño”.

Entonces en 1950, Margaret Marmitón(1) Antonio Flores Bastidas cuenta con mucha gracia que consiguió un ejemplar usado y al pie de una de sus páginas halló escrito a mano, por algún lector anónimo, el siguiente comentario “Todo galopa en este Libro, solo el autor es trotón”.

Diekson, escribió en los Estados Unidos su tesis doctoral titulada: “G. h. Mata y su sitial en la novela indianista del Ecuador”, publicada en Cuenca en 1963, reafirmando la posición de G. humberto como gran escritor contemporáneo y precursor del género indigenista en América.

En 1954 salió una elegía: “Funeral de mi sangre” y “Agnus Dei y flama”, biografía de Honorato Vásquez, que ha visto dos ediciones y ha sido calificado como uno de sus mejores libros. César Andrade y Cordero dijo: Mata es un hombre de importancia histórica en la poesía vernácula en consideración hacia lo terrígeno, étnico, racial o con módulo insurgente cual es la poesía reverentemente iracunda” pero después se enemistaron a muerte y hasta llegaron a los puños y a las armas por causa de un affaire de César con un miembro íntimo de la familia de G. humberto.

En 1955 editó unos apuntes biográficos interesantísimos sobre “Peralta” y en 1957 el I Tomo de su “Historia de la Literatura Morlaca” bajo el subtítulo de “Marginales para el estudio de la literatura morlaca.”, bastante discursiva y erudita, con prosa libre de altos vuelos líricos, que le conquistó la primera línea en la crítica histórica y ^ literaria del país.

Al año siguiente respondió a sus numerosos detractores con “A los comisionistas de la cultura” y en 1959 con el II Tomo de su Historia titulado “Remigio Crespo Toral”, en 445 págs. donde cazó plagios y gazapos, concitando el odio y la persecución de los grupos comprometidos, al punto que fue perseguido.

“La aristocrática Academia ecuatoriana de la Lengua tomó a cargo la defensa de Crespo Toral y hasta editó varios tomos de loas y alabanzas en su honor, pero faltó la obra medular. Mata supo resistir las embestidas y no dio su brazo a torcer. Un día le lanzaron un vehículo en las calles de Cuenca posiblemente con la intención de amedrentarlo pero no lo consiguieron; por el contrario, consolidó su posición de crítico revisionista, buceador de verdades difíciles de decir y adquirió relieve nacional. Este fue su momento de mayor gloria”.

Ese mismo año editó su “Refutación a las cuatro estaciones de Manuela” de Víctor Von Hagen y desde entonces no ha cesado de defender la memoria de esta mujer llamada con justicia “La libertadora del libertador”. En 1961 dio a la luz el poema épico “A

apasionado” por su acre censura contra quien había atacado 80 años atrás a su tío abuelo el Arzobispo Ignacio Ordóñez en la famosa “Mercurial Eclesiástica”. Hernán Rodríguez Castelo ha dicho que la labor desplegada por Mata es tan compleja que aún subsisten la mayor parte de sus planteamientos.

En 1968 el ilustre ensayista Clodoveo González refutó a Mata y a Carrión en “Mi pluma lo mató” entablándose una dura polémica por la prensa. Mata editó “And now what my dear Dr. King, Memorial a Richard Wright, sinfonía de los negros”, el primer tomo de “Dolores Veintimilla asesinada”, obra que conmocionó el panorama cultural del país por su nueva forma de plantear la vida y muerte de esa gran poetisa romántica y en Bolivia le publicaron “Fausto Reinaga” que trata sobre la vida de ese ideólogo indígena. Este trabajo de G. Humberto fue traducido al quechua y al aymará.

En 1969 salió “Traición a la vida” con noticias intimas sobre sus amigos los poetas suicidas César Dávila Andrade y Jacinto Santos Verduga que vió una segunda edición y continuando con Montalvo su “Sobre Montalvo, desmistificación de un mixtificador”. A fines de ese año le dio de palos al pintor mejor cotizado del país con “Guayasamín en Cuenca”, folleto de 26 págs. “latigueante y sólido, desenmascarador de ese artista comerciante y comunista, pero sobre todo un ególatra insufrible, cuya voracidad por el dinero es harto conocida”

En 1971 sacó un bellísimo estudio sobre “Manuel Muñoz Cueva, un abandonado valor cuencano” pidiendo a los poderes públicos un poco de atención por tan connotado quichuista y maestro que vivía en pobreza y abandono. Algunos intonsos dieron en decir que Mata había maltratado al maestro, pero la mayor parte del país pensó que las tintas ¿recargadas? consiguieron llamar la atención sobre la triste suerte de este gran ecuatoriano. Lástima grande que Muñoz Cueva falleciera poco tiempo después, sin recibir la ayuda que su amigo G. humberto solicitaba al estado.

En 1972 “A escupitajo abierto” exaltado e implacable folleto contra el joven poeta Rubén Astudillo, al que hizo célebre en las letras nacionales a quien casi nadie conocía antes de esta feroz diatriva matística y “Manuelita Sáenz, mujer providencial de Bolívar”.

En 1973 tentó el folklore con “Vida delM. i. señor Luís Víllavicendo, atacocos” que ha visto cuatro ediciones; también salió “Luis Alberto Valencia, alma votiva del canto ecuatoriano” y la biografía de Juan Bautista Vázquez, titulada “Vázquez el Grande, con documentación inédita y escrita en prosa elegante.

En 1974 sacó dos folletines; “Henry Kronfle poeta” con alabanzas inmerecidas para ese amigo a quien le regaló el abjetivo y “Génesis de mi ser” con poesía autobiográfica. En 1976 “Mi sangre Manabi”. En 1977 el segundo y tercer tomos de “Dolores Veintimilla asesinada” y “Giti Neuman. magnitud y encanto”. En 1978 otros versos “Cráteres pasionales”: “Machala en la Patria y la Cultura”. “Juan Cuenca, biografía de un chazo morlaco”, “Rafael Carpio Abad en gloria viva” y su hermosísimo y anecdótico capítulo de la vida de Manuel J. Calle, ya publicado en su Historia de la Literatura Morlaca, que salió como folleto independiente con el titulo de “Manuel J. Calle, ángel enmascarado de demonio”.

En 1979 “Fougerizando a Fougeres y ladre cuando le duela” dedicado a su amigo el periodista Bernard Fougueres y la biografía de “Eduardo Arias Ramírez, corazón e ímpetus fraternos”. En 1980 “Huracán de sol y de ébano” y “Meridiano de Bolívar” y en 1981 “Psicobiografía de César Dávila Andrade”.

Gonzalo Humberto Mata era todo un carácter, lleno de vitalidad, acostumbraba a viajar por la República dando conferencias, vendiendo sus obras, recitando poemas y haciendo amigos de todas las edades. Era uno de los más importantes intelectuales ecuatorianos, su iconoclastia, le había granjeado según autorizada opinión de Hernán Rodríguez Castelo “graves odiosidades y hasta ataques, pero él, conforme había ido pasando el tiempo, en lugar de serenarse, se exaltaba más, haciendo más hiriente y cáustica su prosa. Algunos de sus folletos pertenecen a la antología de la diatriba de la literatura ecuatoriana. Sin embargo es tan fuerte su poesía, tan vernácula, terrígena, insurgente, reverberante e iracunda, tan desenfadado su estilo, tan profunda su erudición y su cultura, tan crudas y bellas sus imágenes eróticas y en suma, tanta su emoción, que alcanza grados de originalidad pocas veces logrados en nuestras letras”.

“Una desaforada voluntad de innovar le ha llevado a violentar antiestéticamente la sintaxis”. Defensor de la mujer ecuatoriana, de su tío abuelo el Arzobispo y de él mismo, tenía pagadas todas sus deudas de honor y estaba tranquila su conciencia. Buscó la verdad, revolucionando como ninguno, ejerció justicia contra los farsantes y mientras su pasión se estremece y su lenguaje desconcierta, Cuenca se asusta y el país comenta y aprende. “Enfant terrible y chiquito, grande en su amor a la morlaquía.” ¡Cómo amó G. humberto Mata a Cuenca! Su cardiólogo le diagnosticó un día que tenía “alma de santo, corazón de niño y pluma de gran escritor” y estaba en lo cierto. Líder indiscutible de la juventud intelectual ecuatoriana en las décadas de 1960 en adelante, y lo más admirable es que este maestro, que podría haber honrado a cualquier universidad del mundo hispanoamericano, jamás dictó una cátedra.

En 19 de Agosto de 1988 me enteré por la TV de la muerte de mi querido amigo G. humberto Mata, de 84 años de edad. Desde hacía tres años que sufrió una caída, no se había repuesto, ni conocía, ni hablaba, pues la arteriosclerosis lo tenía postrado, casi como un vegetal, pero dejó sus innumerables y hermosas obras, así como el agridulce recuerdo de sus apasionadas discusiones, Fue un valiente caballero de su verdad y como amigo mío, maestro original que enseñaba viviendo.

Calificada su poesía de difícil por bronca, su estilo único, alguna vez discurseador con toques de mal gusto, yéndose de lo original a la originalidad. Fue antes que nada un defensor de lo nuestro, de lo indio, un erudito bibliógrafo que tan bien escribía historias como ensayos magistrales, hacía poesía y luchaba por sus ideales.

Su bibliografía registra mucha folleteria, con obras menores pero eruditas y hasta sabias, desorganizadas, escritas en estilo en que se sucede el hallazgo castizo y el lugar descuidado y arbitrario, sobresaltadas por mil exabruptos y alusiones provincianas, constituyen importante aporte al conocimiento de la literatura morlaca Su prosa como él mismo lo dijera, es arrevesada, pues tenia la costumbre de inventar palabras, muchas de ellas sin sentido pero otras felices y quiza eternas. Sus maticismos han soportado el paso de los años y las criticas, airosamente En cuanto a su estilo, ha confesado “Tengo la facilidad, que por extrema meticulosidad, abriendo, redondo y me fundo”.

Su larga pelea con César Andrade y

Cordero se debió a asuntos familiares íntimos, pero Mata pequeñito y Andrade de 1,90 metro se dieron de igual a igual. Mata le dio por sorpresa un trompón y le tiró los lentes al suelo. Otro día Mata citó a los fotógrafos de Cuenca en su casa y delante de todos lanzó uno a uno los libros de Andrade a un basurero.

El asunto trajo cola pues esa semana se encontraron en media calle, Andrade le disparó un tiro de pistola, el disparo pasó rozando a Mata y le cayó en la basta del pantalón a un transeúnte de apellido Vásconez y como ambos eran profesores universitarios, el Rector Carlos Cueva Tamariz los citó por separado y amenazó con pedirles las renuncias. Santo remedio, no hicieron las paces pero se tranquilizaron. La gente de Cuenca le dio la razón a Mata, por defender el honor familiar.