MASCOTE AGUIRRE JOSÉ

MÉDICO Y ESCRITOR.- Nació en Guayaquil el 15 de Noviembre de 1794. Hijo legítimo de Gregorio Mascote quien era bastante amulatado y de Agustina Aguirre, naturales de Panamá y Piura respectivamente. Fue bautizado el 3 de Diciembre en la Iglesia Matriz, siendo el mayor de una larga familia de nueve hermanos.

Muy joven su padre lo envió acompañado de su hermano Francisco a estudiar Filosofía y Matemáticas al célebre convictorio Carolino de Lima y allí cursó como manteista hasta aprobar con todos los votos las materias de Lógica, Etica, Metafísica, Aritmética, Algebra, Geometría, Trigonometría, Matemáticas Mixtas y Física Experimental, bajo la dirección del célebre Rector Toribio Rodríguez de Mendoza.

En Mayo de 1814 entró al Real Colegio de Medicina y Cirugía de San Fernando adscrito a la Universidad de San Marcos de Lima, como estudiante externo de Anatomía y Medicina. El 30 de Diciembre del 19 obtuvo su acta de Ingreso al Cuerpo Médico de Lima como Bachiller en Medicina y Cirugía.

El 7 de Abril de 1820 fue incorporado al ejercicio por el Real Protomedicato de esa capital y el 18 recibió la autorización para ejercer su profesión. Entonces regresó a Guayaquil con su hermano, que también venía graduado, y el 6 de Octubre – tres días antes de la revolución – presentó su título al Cabildo, siendo por lo tanto el últimoTeniente de Protomédico colonial y el primero republicano.

Era el producto selecto de las innovaciones que en materia de educación habían realizado las autoridades españolas del régimen liberal de Carlos III en el ambiente limeño; pues, a la par que aprendía medicina y cirugía, en sus ratos de ocio se contraía a los estudios literarios y a las traducciones de algunas composiciones poéticas como la vida de César en versos castellanos. A finales de año, declarada la independencia, se enroló en el ejército guayaquileño como médico cirujano.

El 16 de Febrero de 1821 y ya en pleno ejercicio profesional, fue designado por el Cabildo para conformar la Junta de Sanidad que debía reconocer los buques que entraban al puerto. En el ejercicio de esas funciones el Cabildo le pidió que consiguiera el fluido de la vacuna, que no pudo hallar en la ciudad y tuvo que encargarse a Piura y Lambayeque. Y cuando la expedición de Sucre partió a campaña, fue con ella en calidad de Cirujano, prestando valiosos servicios a la causa de la independencia.

En Julio de 1822 reclamó al Cabildo el derecho a nombrar Flebotomista Mayor o Maestro Mayor de barberos, sangradores y sacamuelas. El Cabildo le autorizó a hacerlo siempre y cuando escogiera al individuo más apto para el cargo. En Diciembre protestó con los Dres. Manuel Bravo y Mariano Arcia por lo perjudicial para la salud del vecindario que resultaba hallarse el Hospital en el centro de la ciudad. El Cabildo aceptó las razones y el 23 de Enero de 1823 dispuso el traslado de los enfermos a la casa situada detrás de la capilla de San Alejo. Afines del 22 se le había consultado sobre el mal que podía ocasionar a la salud pública el funcionamiento de las curtiembres dentro del perímetro de la ciudad.

En 1825 fue elegido Padre General de Menores y miembro de la Asamblea Electoral Municipal de Guayaquil. El 10 De Enero de 1826 fue Alcalde Segundo y presidió el Cabildo guayaquileño sucediendo a Esteban José Amador. En Diciembre presidió la Junta Municipal de Sanidad y la de Vacuna y el 1 de Enero de 1827 fue en el Cabildo por Juan Pablo Moreno. En 1828 fue nuevamente Padre General de Menores, el 29 fue reemplazado Médico del Hospital de la Caridad. El 30 pasó a trabajar al Hospital San Juan de Dios y continuó en la Junta de Sanidad. El 11 de Enero de ese año -con motivo de su incorporación y grado doctoral- dadas las dificultades que le habían imposibilitado el traslado a la capital, la Universidad Central de Quito comisionó al Dr. José Manuel Espinosa Nievapara que presida su examen en latín en el Colegio de San Ignacio y después de media hora que duró la prueba de Objeciones, Mascote la aprobó a satisfacción.

Ese año de 1830 fue designado Juez de Hecho y habiéndose creado el cargo de Médico titular de la ciudad en el Reglamento General de Policía, con la obligación de efectuar la vista a los buques que entraban y salían del puerto y asistir a los enfermos que fuesen pobres de solemnidad, se vio obligado a aceptarlo por solo veinte pesos al mes de sueldo, pues el nuevo cargo venía a reemplazar al Protomedicato; pero en Noviembre siguiente fue suprimido y tuvo que reclamar al Cabildo, que le designó nuevamente y con el mismo sueldo, ejerciéndolo hasta Enero de 1839, a entera satisfacción, en que se suprimió dicha función definitivamente.

Al fundarse la Sociedad Médica del Guayas por Vicente Rocafuerte el 24 de Marzo de 1835 le nombraron Censor. Mascote pronunció el Discurso de orden. Ese año fue electo Diputado Suplente por Guayaquil, concurrió a la Convención de Ambato y formó parte del grupo de los Federalistas. El 36 dio a la imprenta de Vivero un poemita burlesco intitulado “Lecciones a los incautos.

Vida del insigne jugador Pedro Negrete, escrita por él mismo, en su última enfermedad, en caracteres tauromáticos y traducida en versos castellanos por un ecuatoriano guayasense”. Juan León Mera asegura en su Ojeada que es un poema de versos fáciles y agradables y de fin moral muy recomendable.

En 1836 figuró entre los redactores de El Ecuatoriano del Guayas, con Vicente Rocafuerte, José Cruz Correa y Antonio José de Irisarri, que se editaba en la imprenta de Manuel Ignacio Murillo.

El 37 pasó a la presidencia de la Sociedad Médica de Guayaquil y fue reelecto el 39, el 44 y el 50. El 39 fue miembro de la Sociedad Económica de Guayaquil, el 41 ejerció como Juez de Hecho. El 42 le correspondió actuar durante los trágicos meses de Octubre, Noviembre y Diciembre en que la epidemia de fiebre amarilla alcanzó su mayor incidencia en Guayaquil. Resulta que habiendo arribado al puerto en Agosto la goleta “Reina Victoria” procedente de Panamá, donde se había declarado una epidemia, los marineros enfermos fueron trasladados al Hospital y se produjo el contagio a los sanos, propagándose la peste.

“Mascote asistía y trataba diariamente a más de cien apestados. No se daba un punto de reposo, trasladándose sin cesar de un Hospital a otro, ni se alcanzaba para atender a todos los que demandaban sus servicios profesionales; y así, cuando lo veían cruzar rápido por las calles y algún vecino lo llamaba con urgencia para que visitase a un apestado, se detenía un instante, hacía con las manos tres signos especiales y proseguía luego su marcha presurosa. Era una receta muda que el vecino sabía interpretar perfectamente y se aplicaba sin vacilar al enfermo”??

Las carretas recogían a los cadáveres para arrojarlos a las fosas comunes recién abiertas en el panteón y en algunos casos eran familias enteras las que iban desapareciendo con la peste. En otros, algún cataléptico regresaba a la vida, se incorporaba y gritaba “Estoy Vivo”. Dice la tradición que el carretonero se volvió airado y le dijo ¡Cállate] el Dr. Mascote ha dicho que estás muerto ¿Quieres tú saber más que el Dr. Mascote? Lo cual debe ser considerado una exageración propia de un cuento.

El 18 de Diciembre y cuando la incidencia del mal había declinado ostensiblemente, viajó al Morro por dos meses y encontró allí la peste, que era muy benigna, pues de sesenta y ocho enfermos sólo habían fallecido dos, quizá por los buenos vientos y la sequedad del clima, que hacían del Morro una de las más sanas comarcas de la región.

Era fanático partidario de la teoría de las irritaciones miasmáticas y no creía en el contagio. Para él, había que destruir las tales irritaciones o inflamaciones de la membrana gastrointestinal puesto que ella era el asiento de las lesiones morbosas y precaver los efectos que esas irritaciones podían provocar, cuales eran, la desorganización del sólido o tejido y la perversión de los fluidos (sangre, bilis, linfa).

De regreso en 1843 la Municipalidad le designó miembro de la Comisión que estudió e informó sobre la epidemia. Mascote escribió dos Informes, el último con fecha 21 de Febrero de 1844 y dio a la imprenta “La Memoria sobre la fiebre amarilla que apareció

en 1842” en cuarto y en 65 páginas, donde describió a la enfermedad como gastro-entero-encefalitis-miasmática; mas a pesar de estas explicaciones, no llegó a convencer a los médicos de la Facultad de Quito, que insistían en el contagio por contacto, inoculación e infección del aire. Finalmente se ha comprobado que ninguno de estos dictámenes estaban en lo cierto, pues el contagio se realiza a través de la picadura del mosquito aedes egiptus, que trasmite el virus del paciente enfermo a otro sano.

En 1843 fue miembro fundador del Centro Filantrópico Masónico instalado en Guayaquil bajo los auspicios del Supremo Consejo Colombiano. Ese año figuró como fundador de la Sociedad Filantrópica del Guayas que creó una escuela de Artes y oficios gratuita para los hijos del pueblo. Estaba considerado más que un médico, un benefactor del pueblo, por sus ansias de servicio a la comunidad.

En 1846 salió electo representante por Guayaquil al Congreso. El 50 presidió la Junta Médica que dio origen ese año a la Sociedad Médica del Guayas y la presidió por dos ocasiones, también fue miembro de la Junta de Sanidad. El 51 lo fue de la Sociedad ^ de Instrucción Mutua, que no era otra

cosa que una entidad masónica, y en el incendio de su casa de la esquina de P. Ycaza y Pedro Carbo perdió todas sus pertenencias, incluyendo sus instrumentales. Allí vivía con su esposa limeña Josefa Fernández Manrique y sus hermanos solteros José, Joaquín, Juana, Teresa y Ramón.

En dicho incendio perdió su celebrada biblioteca y desaparecieron muchas obras suyas, inéditas. El flagelo había comenzado a las dos de la madrugada, hora en que se incendiaron las cocinas tangentes de las casas del Dr. Mascote y sus hermanos. A las seis de la mañana todo era escombros. Una pequeña parte de los libros pudo ser salvada por Ignacio Ycaza Paredes y el Coronel Francisco Valverde Cassaus.

En 1852 se excusó de aceptar la dirección del Hospital Militar en Santo Domingo. El 53 ocupó la presidencia de la Sociedad Filantrópica del Guayas y en las elecciones para Senador obtuvo 72 votos frente a 112 de Gabriel García Moreno que resultó ganador. Como fundador del quincenario de carácter popular “El Filantrópico” se dedicó a difundir las doctrinas de servicio masónico a la comunidad, útiles y conciliadoras, poniéndolas al alcance del pueblo y combatiendo el

de edad, el 8 de Mayo de 1832, emitió los votos solemnes. En 1835 y siendo solamente Corista tuvo que abandonar España por la revolución liberal que suprimió los Conventos. Por la ruta de Perpignan pasó a completar sus estudios teológicos en el Piamonte y fue ordenado sacerdote en Saluzzo el 22 de Diciembre de 1838.

“Vivía en el retiro claustral de Amelia con algunos religiosos muy observantes entre ellos el Padre José Cortés, muerto allí en olor de santidad; ascético y contemplativo, adquirió su espíritu, el temple misionero e inauguró su ministerio apostólico. Por más de diez años se consagró de lleno a predicar Misiones y Ejercicios Espirituales en los pueblos de los Estados Pontificios, en el Piamonte y en Cerdeña, señalándose ya por el favor y celo apostólico y por las numerosas conversiones de obstinados pecadores”. En 1850 llegó a predicar en la Basílica de San Pedro pues su fama de orador sagrado había roto las barreras del idioma y de las convenciones sociales de su tiempo, que solo permitían la cátedra de San Pedro a los miembros de la alta nobleza de la ciudad eterna o a los Cardenales y altos primados de la Iglesia.

“Ganoso de mayores conquistas espirituales y ávido de más dilatados y feraces campos” se fue a Barcelona y allí embarcó el 9 de Enero de 1853 con varios franciscanos (siete sacerdotes y veinte estudiantes) en el bergantín velero Caupolicán y enfilaron rumbo al Perú, pero al dar la vuelta por el cabo de Hornos y a causa de una terrible tempestad, hizo voto con varios de sus compañeros de no volver a Europa a no ser por obediencia papal y después de cinco meses de tan dura travesía, por fin arribaron el 3 de Junio a Valparaíso, donde predicó y conmovió a las multitudes con la magia de su verbo inflamado, pues parecía que estaba en medio de una cruzada contra los infieles, tal su frenesí pastoral. De allí siguió al Callao, arribó el día 28 entre aclamaciones del populacho y fue llevado a la iglesia matriz a cantar un Tedeum por el feliz término de la navegación.

De inmediato pasó al convento de los Descalzos de Lima y pronto se hizo célebre por sus fructuosas correrías apostólicas, por las conversiones que lograba, por el estilo seráfico que le animaba y por la unción y el fervor de su cálida y fácil palabra, al punto que el futuro Arzobispo de Lima Manuel Tovar, manifestó al visitar el Convento: “Dudo que haya otro en el mundo donde se junten a la vez un sabio como el Padre Gual, un santo como el padre Masiá y un orador como el padre Cortés”.

En 1854 fue elegido Guardián, logró desempeñar tres veces esas funciones, lo hizo con raro tino y unánime aplauso y estando en 1872 ejerciendo la última vez, recibió el nombramiento de Comisario General de la Provincia, colegios, misiones, conventos y monasterios franciscanos del Perú y el Ecuador, tuvo la oportunidad de visitar ambas repúblicas e implantó la observancia religiosa.

“En los primeros meses de 1874 viajó al Cusco y a su regreso predicó en Arequipa desde Abril hasta Agosto unas famosas Misiones y habiendo impugnado en sus prédicas la lectura del periódico oficial El Educador Popular, fue desterrado por el gobierno de esa nación. El 18 de Agosto se vio obligado a abandonar Arequipa no sin antes designar como Delegado suyo al padre Gual, el 24 estuvo en el Callao a órdenes de las autoridades, el 27 fue embarcado en el vapor Loa, el 30 arribó a Guayaquil y siguió rumbo a Quito, a donde entró el 21 de Septiembre precedido de su fama de perseguido político; mas, de inmediato el dictador García Moreno le fue a buscar y se ^ entusiasmó al conocerlo y tratarlo, al punto que luego de conferenciar con el Delegado Apostólico Serafín Vanutelli y con el Canciller Francisco Javier León, le encomendó la reforma de la Orden franciscana en el Ecuador y pidió que aceptara ser el primer obispo de la recién creada Diócesis de Loja.

Meses después fue asesinado García Moreno pero ya el asunto del Obispado estaba en marcha. Masiá había viajado a Lima acogido por el nuevo presidente peruano Manuel Pardo y su Consagración como abispo se realizó en el Convento de los Descalzos el 25 de Septiembre de 1876. Poco después partió a Loja donde hizo su entrada triunfal el 30 de Noviembre en medio de las aclamaciones del pueblo; los tiempos no eran del todo propicios pues acababa de triunfar la revolución liberal del General Ignacio de Veintemilla que trajo cambios al país y el primer choque con la iglesia ocurrió cuando se dispuso la celebración de honras fúnebres por los mártires del liberalismo de Marzo de 1.869, luego acaeció el asesinato del Arzobispo Checa y Barba que aunque quedó en el misterio fue causa de acaloradas discusiones entre los Obispos y las autoridades civiles de entonces y por último estalló el escándalo de la conspiración conservadora de Rafael al ver el lenguaje infernal de esos periódicos” pero le salió al frente el Dr. José Peralta con una “Carta al Pastor.”

Entablada la polémica por la prensa Masiá contra atacó “No se comprende como el pueblo todo… no se conmueva y levante la voz, siquiera para desaprobar las herejías. El silencio del pueblo es incomprensible; porque si creyera en la religión, por lo menos levantara la voz.” Enseguida se dirigió al Presidente Alfaro con estas palabras; Quisiéramos rogar al jefe de la República. que por decoro de la Nación haga que se modere la prensa pues lo que se publica en los periódicos, en La Razón de Cuenca y otros, no solo es escandaloso si no indecoroso” Finalmente insistió ante Alfaro con las siguientes palabras: “Ya que Dios, árbitro de los reinos y Repúblicas, ha permitido que seais colocado a la cabeza de esta República, haced este favor (el de amordazar a la Prensa) Esta gracia os pide el pobre Obispo de Loja.

El nuevo Gobernador de Loja Dr. Manuel Benigno Cueva le tenía entre ojos y cuando un año después Massiá bendijo públicamente a los revolucionarios de la expedición armada del Sur reunida en Cajanuma, que al poco tiempo fue completamente derrotada sin que hubiera podido unirse a las tropas conservadoras del Azuay como era su objetivo, decidió expulsarle del país. El 1 de junio del 96, habiéndole llegado el chisme a Massiá, éste tuvo que salir fugando de Loja pero al poco tiempo de estar en el Perú retornó a su grey sin que cambiara por eso su conducta para con el gobierno liberal del Presidente Eloy Alfaro.

El 27 de Febrero de 1897 el Ministro del Interior, Belisario Albán Mestanza, notificó al Arzobispo Rafael González Calisto, la expulsión del Obispo de Loja. Entonces Masiá volvió a traspasar la frontera sur y se dirigió a Ayabaca. Allí lanzó su última Pastoral el 30 de septiembre, que imprimió en Piura y en ella condenó al Liberalismo Radical en los siguientes términos: “pues todo el mundo lo sabe que el radicalismo es el enemigo irreconciliable de la religión y de la misma Patria, por cuyo motivo dijimos que los de la expedición del Sur defendían una causa santa, y por esto escribimos desde aquí (hacienda del ingenio de Ayabaca) Bendigo a los expedicionarios de la causa de Dios y de la Patria y a los fervorosos sacerdotes que los acompañan” luego entró en la población y celebró un Tedeum por haberse librado de caer