MANABI : La viuda del Tamarindo, la Tunda y el Cuco

SUCEDIÓ EN MANABI
LA VIUDA DEL TAMARINDO, TUNDA Y CUCO

En Manabí se produce la sal prieta (pasta de maní molido con sal y algo más) y los reales tamarindos, así conocidos por haberse sembrado en tierras realengas, aunque Manabí también es famosa  por la viuda, bellísima mujer ataviada de negro que camina entre las sombras y siempre delante de algún nocturno parrandero, que se ilusiona y la sigue por varias cuadras sin poderla alcanzar, hasta que de improviso ella voltea su rostro y viene el tremendo susto, porque es una horrible calavera envuelta en femeniles tocados, entonces la víctima pierde el conocimiento y rueda por los suelos y no podría ser de otra manera pues siempre triunfa la viuda, la historia se repite igual, nadie puede tocar a la viuda y solo la mira cuando ella quiere, volteándose y mostrando su desdentada mueca. 
¡De la viuda del Tamarindo, líbranos señor! 

Lo raro es que esta viuda sólo se aparece en las cercanías de algún añoso tamarindo, árbol que crece entre los seis cientos y los dos mil metros de altura sobre el nivel del mar, por eso crece sobre los cerros de Manabí, carga un fruto opaco de cáscara muy fina que encierra una pulpa sedosa color marrón, de sabor amargo, pero que hervida en agua y mezclada con azúcar produce una sabrosísima bebida de conocidas propiedades purgantes, muy apetecida por los estíticos y estíticas de este sufrido Ecuador. 

La relación de la viuda con el árbol constituye la clave del problema aunque el pueblo llano solo explica que la viuda es una dama española que asesinó a su marido y sale por las noches para ver si encuentra su cadáver y seguirá saliendo hasta la consumación de los tiempos, pero entonces ¿Por qué escoge la vecindad de los tamarindos para asustar a los blancos, pues ha de saberse que los indios nunca la ven? 

Se dice también que en los cerros de Manabí, donde es popularísima la viuda, existían en la prehistoria numerosos templos indígenas que a la llegada de los sacerdotes españoles fueron destruidos, pero quedaron las piedras que componían sus bases, hoy llamadas corrales, donde los indígenas siguieron recordando sus antiguas divinidades y entre ellas a la Diosa mayor de todas, llamada de la Fertilidad o Diosa Umiña, cuyo principal adoratorio estaba en Jocay, hoy Manta, donde en 1.534 los españoles de las huestes del Capitán  Pedro Alvarado encontraron una estela de piedra con una esmeralda en la frente, pero la gema era tan especial, tan pura, tan clara, tan hermosa, que fue enviada al Emperador Carlos V, quien la recibió en Viena y allí permaneció hasta principios del siglo XX, formando parte de un valiosísimo lote de joyas de la familia real de los Habsburgo. ¿Dónde estará ahora? 

Así pues, en el imaginario social, los indios manabitas ( Manteños huancavilcas ) tomaron desquite de los españoles haciéndolos asustar con la viuda del Tamarindo, viuda porque habiendo perdido fuerza ya no representaba a la diosa de la fertilidad o de la vida, sino por el contrario, a la muerte, y del Tamarindo porque corrales de piedra o base de los antiguos templos, siguen en pié  cerca de los frondosos tamarindos. De manera que la viuda del Tamarindo es un demonio femenino indígena, que asusta solo a los blancos. 

La Tunda en cambio, es la misma  diosa de la fertilidad de la tierra, que en el idioma de los Indios Cayapas Colorados de Esmeraldas debió tener distinto nombre. De ella se dice que es un demonio también femenino que acostumbra, alimentarse con mariscos de los arroyuelos, tiene una pata cabra en forma de molinillo y gusta atraer a los niños pequeños, que seduce imitando las voces de sus progenitores o de algún conocido, así como el llamado de los animalitos domésticos, que para las imitaciones es muy ducha y con ello consigue llevarlos al interior de la selva profunda, alimentándoles si es que se encariña con ellos, pero abandonándoles sus suerte en caso contrario, para que mueran de inanición.

A veces los retiene por varias semanas y les da de comer camarones que cocina previamente metiendo en su fundillo, pues entran crudos y salen coloraditos. También se dice que es muy desaseada porque se lanza unas ventosidades muy apestosas, como a olores metálicos. 

La Tunda representa la antigua Diosa de la Fertilidad de la tierra, de allí que su interior es caliente y metálico. También se cuenta que teme al ladrido de los perros porque los españoles siempre andaban acompañados de sus feroces galgos, especialmente amaestrados para despedazar indios, de donde se originó la frase “aperrear” que aún se usa como sinónimo de maltrato rudo y cruel. De la Tunda se desprende el verbo entundar, igual a atontar y se cuenta que hace muchos siglos la tunda se enamoró de “Patica”, diablo de origen africano, negro como el co1or de los esclavos que llegaron a Esmeraldas en el siglo XVI, de donde surgió el nombre de Patica-Mandinga y con quien tuvo un hijito que siendo buen chico es por demás horroroso y tanto, que su sola presencia causa pavor. 

Este diablito juguetón y servicial es llamado el Cuco o el Coco y siempre se presenta cuando se lo invoca para jugar con la gente menuda, pero ocurre que por feo asusta a los niños y estos lloran,  teniendo el pobre cuquito que desaparecer. De esto se concluye que cuando a un niño amenazan con el Cuco porque no quiere tomar su sopa, se asusta y obedece. El Cuco es el asusta niños de nuestro litoral.