MACHALA : La sombra que se pegó en la Guija

SUCEDIO EN MACHALA
LA SOMBRA QUE SE PEGO A LA GUIJA 

No es bueno jugar con los espíritus

Recién casados mi mujer y yo fuimos invitados por unos tíos querendones a cenar en su casa. Había nacido nuestro hijo Diego y estaba dormido en su cuna  al cuidado de la enfermera nocturna, cuando nos trasladamos al elegante departamento de nuestros anfitriones, quienes nos atendieron con el cariño y buena voluntad que siempre nos habían demostrado. Pasamos a la mesa y encontramos que todo era exquisito y sano. Primero nos servimos unas grandes empanadas rellenas de carne, huevo duro y pasas que estaban de chuparse los dedos por lo crujientes y calientitas. Luego vino un caldillo de carne con verduras y finalizamos con un gran pedazo de pescado frito con lechuga y tomates, bastante mostaza y limón. ¿Se quiere más? 

El postre y el café fueron postergados porque mi tío hizo gran propaganda de unos mangos que le habían obsequiado en Daule y de los que probamos dos por cabeza, cortando las pulpas amarillas con afilados cuchillos para que no se pierda el jugo. Por último, lavamos las puntas de los dedos en finos aguamaniles de plata y nos fuimos al dormitorio principal, con aire acondicionado y alfombra de pared a pared, lo cual era raro por entonces en Guayaquil, donde el tío, que era muy bromista, nos tenía preparada una de esas brillantes y humorísticas sorpresas, que tanto lo singularizaban en nuestra familia. ¿Qué sería lo que había comprado por la tarde justamente para nosotros? ¡Una guija!… si señores, una guija común y corriente de las que vienen fabricadas de los Estados Unidos con tableros de cartón, copita de cristal y cuaderno y lápiz para anotar las palabras y frases que los espíritus convocados quieran hacernos conocer. 
Mi mujer y yo jamás habíamos tenido la oportunidad de jugar a la guija ¿Estará bien aplicado el verbo jugar en este caso? y movidos más por la curiosidad de nuestros años juveniles que por cualquier otro sentimiento, aceptamos jugar con el tío, para que tuviera su distracción con nosotros, como lo había programado. 

Mi mujer fue la primera en aceptar, ambos pusieron las puntas de los dedos índices junto al borde de la copa y de inmediato ésta se comenzó a mover apresuradamente. Mi tía y yo espectábamos creyendo que la copita se movía empujada por el tío, pero no había sido así, entonces tuve hacer de escribidor en la libreta y comencé a apuntar. El tío a su vez, estaba bien creído que era mi mujer la que movía la copa y mi mujer suponía que era él quien bromeaba, así es que ninguno en la habitación que esta herméticamente cerrada se sintió incomodo y peor asustado, cuando la copita comenzó a recorrer el tablero donde había grabado un alfabeto, los números del 1 al 10 y en los extremos las palabras SI y NO. 

El tío preguntó ¿Quién está aquí? La copa contestó F. Gómez,  justamente el nombre de mi padre que acababa de fallecer un año antes de un cáncer pulmonar. ¿Qué F. Gómez? ¡F. Gómez tesorero! (1)
El tío volvió a preguntar ¿Dónde estás? I la copita contestó: ¡Aquí en esta habitación, en un rincón! Ante tamañas respuestas todos nos miramos a ver y comenzamos a escrutar los rincones pero no vimos ni sentimos nada. Con todo, la bromita empezó a tornarse en una experiencia y creyendo que alguien sería el responsable, mi mujer que venía siendo atormentada por una molestia orgánica que la tenía al borde de una operación, aprovechó la coyuntura para hacer una pregunta mental, que no la pronunció ¿Conviene que me opere, si o no? Enseguida la copa empezó a moverse sola porque se escapaba de los dedos de ella y del tío, anotándose como respuesta. ¡No te operes!
Aquí mi mujer se dio cuenta que algo estaba fuera de control y desistió de continuar el experimento, lo que agradecimos todos y hasta el tío bromista; quien aseguró que guardaría la guija para no volverla a utilizar más porque era un jueguito cansado, cuando a la verdad es que estaba muy impresionado del asunto. 

Nos despedimos porque eran las once de la noche y bajamos a la calle pues la villa de mi madre quedaba a sólo dos cuadras, fuimos caminando y nos acostamos. La enfermera estaba dormida en su cuarto, con el niño, que estaba despierto, así es que lo llevamos a nuestra cama y acostamos en el medio nuestro. Yo suelo dormir bocabajo pero mi mujer sé puso a rezar como es su costumbre, cuando dice ella que vio que de la ventana se desprendía una sombra (un bulto propiamente) que se acercó hasta colocarse al lado de ella. En ese momento sentí como en sueños el estallido de una descarga eléctrica y me desperté gritando el nombre de mi mujer y al mismo tiempo ella gritaba él mió; todo en un sólo segundo. La sombra se desvaneció, nos miramos asustados y el niño se cubrió con la colcha hasta el cuello. Era obvio que él también había sentido algo. Mi mujer me refirió su experiencia y tardamos mucho en dormir. ¿Sería que el espíritu de mi padre nos había seguido dos cuadras y se había colocado al lado de nuestra cama? Estas apariciones jamás han sido explicadas ni se ha dado alguna razón. 

(1) Los nombres están cambiados para evitar que se conozcan los actores, que están vivos, con excepción de los tíos que ya murieron.  Mi padre había sido tesorero de diversas Instituciones durante su vida.