DIPLOMATICO.- Nació en México el 6 de Abril de 1808, Quinto hijo del matrimonio formado por Alejandro de Lorenzana y Butrón, español de la Parroquia de San Pedro en San Isidro, reino de León, quien a fines del siglo XVIII decidió emigrar al Perú y habiendo arribado a Guayaquil a causa de una tormenta, se estableció en nuestra ciudad y casó con Gregoria García y Sánchez, con quien se trasladó en 1802 a México, llamados por varios parientes que habían sido bien acomodados por su tío Francisco Antonio de Lorenzana Butrón Irauregui, Arzobispo de México entre 1766 y 1772, El joven Fernando (nuestro biografiado) tuvo por abuelos maternos al Capitán Agustín García, natural de las Islas Canarias, que pasó a Caracas y de allí a Quito formando parte del séquito del Presidente de la Audiencia José Dibuja en 1768, luego fue designado Guarda Mayor de la Administración de Alcabalas y casó en Guayaquil con María Rita Sánchez y Espinosa de los Monteros,
El célebre Cardenal Francisco Antonio de Lorenzana Butrón Irauregui nació en la villa de León en 1722 (España) fue hijo de Jacinto Rodríguez de Lorenzana y Butrón y de su esposa María Josefa de Irauregui y Salazar, Estudió con los jesuitas Derecho Canónigo y Teología en las Universidades de Salamanca y
Oviedo, pasó de Lectoral a la Catedral de Siguenza y tuvo la suerte de caerle en gracia y ser protegido por el padre Rávago, confesor del Rey Fernando VI, que lo elevó a Canónigo de la Catedral de Toledo por joven y serio, competente y de buen carácter, En 1765 fue consagrado Obispo de Plasencia y el 66 viajó a ocupar el Arzobispado de México donde a los pocos meses llegó la orden de extrañamiento de España y sus colonias decretada por la Corte contra los padres de la Compañía de Jesús, Entonces le correspondió dictar Edictos y Pastorales por mandato del Rey Carlos III, muchos de ellos contra la Compañía, cuyos cuantiosos bienes en el virreinato de México incorporó a la Junta de Temporalidades que se creó para el efecto y que Lorenzana presidió a nombre del monarca, Convertido de la noche a la manaña en hombre inmensamente rico y poderoso, dio libertad a sus sentimientos filantrópicos y altruista y propagó la educación popular, estableció Casas de beneficencia y hasta un horfanatorio y por ello su munificencia aún se recuerda en esa capital, El 71 presidió el IV Concilio provincial mexicano que dictó varias providencias en favor de los indios, El 72 fue preconizado Arzobispo de la Diócesis de Toledo y Primado de las iglesias de España pero encontró cierta oposición en los Canónigos toledanos, quienes llegaron a burlarse diciéndole Lorenza en clara deformación de su ilustre apellido, pero él ni se inmutó y expresó que de todas maneras mandaría sobre ellos, como efectivamente sucedió, Su amigo el Rey le agració con el manto y la Gran Cruz de la Orden Real y Nobiliaria de Carlos III, El 89 fue elevado al cardenalato y se preocupó en ayudar y atender a los clérigos franceses emigrados a España por la revolución, Entre el 94 y el 97 fue Inquisidor General y aunque actuó con moderación, llegó a tener tal poder que muchos han opinado que nunca un prelado había ejercido tanto ascendiente, riqueza y mando desde los tiempos del Cardenal Benito Jiménez de Cisneros en tiempo de su Regencia a principios del siglo XVI, En 1794 Carlos IV lo mandó como Enviado Especial ante el Papa Pío VI quien pasaba duros momentos en Roma y Lorenzana tuvo que acompañarle en su destierro y muerte, Su dinero permitió que en Marzo de 1800 se reuniera el Cónclave Cardenalicio en Venecia y – de haber sido un sujeto de arrestos y ambiciones – fácilmente le hubieran electo Papa, pero su naturaleza tímida y bondadosa, excepta de ambiciones personales, se lo impidió, I tras dos meses de incesantes discusiones logró que se eligiera a Bernabé Chiaramonti, Obispo de Imola, con el nombre de Pío VII. Este nuevo Pontífice le rogó que se quedara en Roma como su principal Consejero y encauzando los estudios eclesiásticos, trabajos que Lorenzana realizó con placer. Finalmente falleció en dicha capital en 1802 como un gran príncipe de la Iglesia y fue enterrado en un soberbio Mausoleo en la Iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén bajo estas sencillas palabras: “Aquí yace el padre de los pobres”.
La familia Lorenzana y García estuvo pocos años en México pues a causa de la revolución suscitada en dicho país en 1814 se trasladaron a Cádiz y al no hallar un ambiente de paz y tranquilidad allí, siguieron a Roma en 1816, donde el joven Fernando ingresó al Noble y Pontificio Colegio Clementino a estudiar su bachillerato, hasta 1826 que se matriculó en la Universidad “La Sapienza” para seguir cursos de Matemáticas y Filosofía y poder iniciarse en la Diplomacia, que le atraía como profesión, desde siempre.
En 1828 el bondadoso Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario de Colombia, Ignacio Sánchez de Tejada, le permitió ^ interinamente actuar en la secretaría de esa Legación hasta que el 31, con la posesión del nuevo Ministro Pedro Alcántara Herrán, cesó Lorenzana, quien continuó en funciones más por ayudar a su protector el señor Tejada, que casi había perdido la vista a causa de una catarata y estaba pasando penurias por la suspensión del envío de fondos de su Legación, emprendió el largo viaje a Bogotá, con el fin de entrevistarse con el presidente colombiano General Francisco de Paula Santander, con quien trató el caso, logrando convencerlo.
Como antecedentes cabe anotar que en 1821 Colombia decidió establecer relaciones con la Santa Sede y designó a Ignacio Sánchez de Tejada Ministro Plenipotenciario en Roma. Dicho diplomático desde años atrás residía en la Ciudad Eterna y debía proveer los obispados vacantes, concluir un Concordato para arreglar o dividir las Diócesis según las necesidades y aumento de la población, conferir a los nuevos Obispos la institución canónica y trasladarlos de unas sillas a otras, erigir Iglesia metropolitana en Quito y reducir el número de los días festivos del año. Las relaciones se establecieron con suma lentitud debido a la abierta oposición de España y del resto de las naciones que formaban la Santa.
El 27 de Febrero del 47 ascendió a Encargado de Negocios en propiedad del Ecuador y el 10 de Marzo presentó sus credenciales al nuevo Papa Pío IX.
Desde Febrero del 48 se había ido extendiendo la revolución liberal por Europa y el Rey Carlos Alberto de Saboya Cerdeña declaró la guerra a Austria, siendo derrotado en Custozza. Mientras tanto Pío IX, que a consecuencia de la revolución había tenido que designar un gabinete formado de seglares, atravezaba graves dificultades en los Estados Pontificios.
El 15 de Noviembre de ese año fue asesinado en Roma su Primer Ministro el Conde Pellegrino Rossi mientras se dirigía a la Cámara de Diputados a defender su política. Pronto el populacho se tomó las calles de la ciudad eterna y amenazó en su integridad física al Pontífice. La insurrección se generalizó al resto de los Estados Pontificios mientras se producía un nuevo enfrentamiento armado entre Cerdeña y Austria, que terminó con la total derrota de los primeros en Novara, pero un nuevo sentimiento de nacionalismo se había apoderado de los italianos y nacían las sociedades secretas para luchar por la unificación de Italia a través de la destrucción de los reinos de la península y del Estado Pontificio.
Pío IX tuvo que refugiarse en la fortaleza de Gaeta ante el avance de las bandas armadas garibaldinas. Lorenzana y otros miembros del Cuerpo Diplomático le acompañaron en el exilio, que duró diecisiete largos meses, mientras se aplacaba la situación interna de Roma.
A su regreso a la ciudad eterna el 9 de Febrero de 1849 fue ascendido a Ministro Residente del Ecuador y poco después lo fue también de Costa Rica, que le extendió sus Credenciales a la Corte de Austria y a otras potencias. Todo esto por el influjo de su amigo el General Juan José Flores, quien residía en San José, capital de esa nación centroamericana. El 12 de Septiembre del 51 fue encargado de Negocios de Guatemala y el 14 de Enero del 52 Agente Confidencial de Venezuela debido a ciertos importantes servicios prestados a esa nación en años anteriores.
En Abril recibió los poderes necesarios para negociar y concluir un Concordato entre Costa Rica y la Santa Sede. Honduras lo hizo su Procurador y Guatemala le ascendió a Ministro para que pudiera firmar un Concordato igual al de Costa Rica.
En Noviembre del 53 el Ecuador le suspendió la Legación debido a su carácter demasiado sumiso con la Santa Sede y por cuanto nuestro Presidente José María Urbina, a toda costa había deseado y hasta exigido un documento papal confirmatorio de su política anti jesuita, que Lorenzana no pudo o no quiso obtener.
Entonces Nicaragua reanudó sus relaciones con la Santa Sede y le designó Ministro Plenipotenciario y el 16 de Abril de 1860 recibió igual nombramiento de El Salvador, firmando entre 1861 y el 62 los Concordatos de ambas naciones. Este último año recibió al nuevo Obispo de Guayaquil, Dr. José Tomás de Aguirre Anzoátegui, quien viajó a Roma en la visita Adlimina Apostolorum.
Durante los dos períodos presidenciales de García Moreno (1860 -65 y 1869 -75) el Ecuador directamente se entendió con Pío IX a través de Antonio Flores Jijón e Ignacio Ordóñez Lazo, Obispo de la Diócesis de Riobamba. El primero prefirió tratar los asuntos netamente económicos y el segundo los eclesiásticos y la firma del ^ Concordato. Lorenzana posiblemente actuó de introductor de ellos y quizá hasta intervino en la redacción de los instrumentos públicos, dada su gran experiencia y buenas relaciones con los funcionarios de la diplomacia papal. De todas maneras, no existió en ningún momento un rompimiento entre el Ecuador y Lorenzana, más bien hubo una estrecha colaboración.
El 6 de Agosto de 1863 representó a Bolivia y el 12 de Octubre de 1866 recibió una Carta del Presidente ecuatoriano Jerónimo Carrión, quien le solicitaba interviniera nuevamente por nuestro país, pero a los pocos meses, en Mayo del 68, el Congreso decidió que no había dinero para tales gastos y volvió a cesar, pues no lo quiso hacer gratis.
En Octubre del 69 también cesó como diplomático de Nicaragua y poco después soportó los nuevos disturbios populares en Roma y el avance de las tropas del Rey de Saboya Cerdeña sobre los Estados Pontificios.
El 20 de Septiembre de 1870 cayó Roma y estuvo en la ceremonia de despedida que el Cuerpo Diplomático brindó a Pío IX en el Vaticano. Era el Decano y como tal pronunció el Discurso, que fue muy triste, dadas las circunstancias.
Santa Sede en los primeros años de nuestra vida independiente.
Su biografía ha sido publicada en Colombia por Germán Arciniegas.