HERRERA Y TORDESILLAS ANTONIO

CRONISTA.- Nació en la villa de Cuéllar, Obispado de Segovia en 1549. Hijo legítimo de Rodrigo de

Tordesillas y de Inés de Herrera, estudió en España y pasó a servir en Italia a Vespasiano Gonzaga

Colonna, hermano del Duque de Mantua; y cuando éste fue designado por el Emperador Carlos V,

primeramente Virrey de Navarra y luego de Valencia, le acompañó en España como Secretario,

desempeñando con acierto ese empleo, por sus cualidades superiores de talento, juicio e

instrucción.

Pero Gonzaga enfermó de gravedad y poco tiempo antes de su muerte tuvo ^ a bien

recomendarle al rey Felipe II,

quien le hizo Cronista de Castilla, para que recopilara y escribiera sobre los hechos más

sobresalientes. Así comenzó Herrera sus trabajos históricos que le servirían para cimentar su fama

en el orbe americano y español; pues, en 1591 sacó en Madrid sus cinco libros de la historia de

Portugal y conquista de las Azores en los años 1582 y 1583.

Su hijo el Rey Felipe III le concedió el hábito de Caballero de la Orden de Santiago y el 15 de Mayo

de 1596 lo hizo Cronista Mayor de Indias. En 1598 dio a la luz pública una “Historia de los sucesos

de Francia desde el año 1585 hasta el año 1594” en Madrid.

En 1601 inició en la Imprenta Real, por Juan FIamenco, la edición de su monumental “Historia

General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano”, en cuatro

décadas, desde 1492 hasta 1554, abarcando los dos primeros hasta el 31 y los dos segundos hasta

el 54. Esta es su obra más importante y la que le ha granjeado justa fama y gran renombre

universal, pues ha sido considerada una de las más completas crónicas jamás escritas sobre Indias.

Herrera tuvo acceso a todos los archivos públicos y fuentes documentales e historiográficas, utilizó

los escritos

bibliográfica; aún Permanecen inéditas su “Crónica de los Turcos” y un “Elogio de la vida y

hechos del Licenciado don Cristóbal Vaca de Castro y otros conquistadores de América”.

Las Crónicas de Herrera contienen hermosas litografías de los principales Conquistadores de

América que han servido para popularizar sus retratos.

Herrera fue, como se ha manifestado, un recopilador de crónicas ajenas y su mérito radicó en

divulgar en detalle sus contenidos.