LECUMBERRI ROBLES RITA

MAESTRA.- “Cantó a su pueblo, a la amistad y a la ternura y enseñó a las niñas de Guayaquil por muchos años, fue una avanzada del feminismo en el Ecuador y aunque débil y menuda, poseía carácter firme, viveza de espíritu, sana inteligencia y vasta cultura”. Tal el retrato moral de Rita Lecumberri Robles, guayaquileña nacida el 14 de noviembre de 1831 de la unión del coronel Ignacio Lecumberri y Rita Robles y García, hermana del Presidente Robles.

De niñez pobre y juventud estudiosa, pronto se inició en el magisterio y a la temprana edad de dieciocho años daba clases particulares en la casa de las señoritas Fuentes. Entonces las jóvenes de su edad sólo servían para cocinar, bordar o zurcir o para asistir a insípidas tertulias y cansinas novenas.

Rita gustaba hacer poesías que le salían con mucho donaire, por ello se empeñó en conocer y estudiar las principales reglas de la preceptiva literaria, ciencia que llegó a dominar, e hizo fama como literata, aunque nunca fue una buena poetisa.

En 1866 pasó a Yaguachi y dirigió su Escuela Particular colaborando en el periódico religioso y literario “La Esperanza” y en el gran diario “La Estrella de Panamá”. En 1870 estaba nuevamente enseñando en Guayaquil.

En 1877 regresó a Yaguachi y manejó la Escuela de Niñas. En 1880 estuvo otra vez en el puerto al frente de la Escuela

Parroquial de San Alejo. En 1882 pasó a la “Nueve de Octubre” donde publicó para sus alumnas el juguete cómico y en verso “La Embustera Arrepentida” y allí permaneció hasta 1895.

En 1883 ganó un premio en el concurso literario organizado por la municipalidad y editó un tomo de “Ensayos Poéticos”, poemario sencillo como un ramo de flores silvestres recogidas para el Altar de la Patria. Sus poesías eran épicas, dedicadas a los próceres como Olmedo y también a la niñez, para la que escribió un “Abecedario Moral” muy inferior al del cantor de Junín. En 1890 colaboró para el semanario Infantil Ilustrado “El Atomo” aparecido el día 4 de Enero y fundado por el Dr. Francisco Martínez Aguirre, de lectura escogida y consagrada a la niñez, allí publicó su “Abecedario Moral” pero solo duró nueve numeros. El 93 editó “Ensayos poéticos”, recopilación de lo suyo.

En 1894 la Municipalidad de Guayaquil le confirió Medalla de Oro y diploma de Honor “por su constancia por los muchos años que viene desempeñando con lucidez el cargo de Directora de un establecimiento de enseñanza primaria y por sus virtudes y reconocido talento e ilustración”. Dos años después la Convención Nacional de 1896 le asignó una Pensión Jubilar.

Retirada y con honores, contando solamente 66 años, edad en que el alma aún sigue abierta a la ilusión y el corazón conserva su fortaleza, empezó a meditar en la necesidad de dotar a las señoritas que hubieren terminado su instrucción primaria, de los conocimientos de cultura general que se requieren en el trato cotidiano y en la vida social y aunque la empresa se presentaba relativamente fácil, resultó lo contrario, pues los padres de familia se negaban a que sus hijas asistieran diariamente a clases, por el peligro que les podría acechar en las calles andando solas y sin protección. Se prefería verlas ignorantes, que mal casadas.

Al fin se decidió y en 1903 fundó una Academia para Señoritas que funcionó en su casa particular de la calle Sucre No. 917, bajo la dirección de María Victoria Rodríguez, esta fue la primera academia que existió en el país dedicada a brindar enseñanza especializada al sexo femenino. El escándalo fue grande y la conmoción aún se recordaría hasta muchos años después, solamente su constancia y fervor por la consecución de este ideal pudo sacarla adelante, ayudada por distinguidos maestros envejecidos en sus cátedras y de primera categoría intelectual, a saber: El presbítero Pedro Pablo Carbó en Historia Sagrada; el Dr. Gumercindo Yépes y Yepes en Filosofía, Luis Wandember en Metodología y Enseñanza; el vicario Jorge I. García en Religión; el Dr. Gustavo Adolfo Fassio en Salubridad e Higiene; Aurelio Falconi en Literatura; Gustavo Adolfo Lemus en Gramática; Alfredo Sáenz en Matemáticas; Francisco Campos Rivadeneira en Ciencias Naturales y Caligrafía y Miguel Angel Montalvo en Geometría. ¿Se quiere más? Campos Rivadeneira escribiría después: I terminadas las horas de clase era frecuente que prolongara mi estadía, retenido para tratar algún punto sobre práctica de enseñanza o problemas pedagógicos con la docta amiga, quien me mostraba su obra literaria y sus artículos de índole educacional, patrióticos o filosóficos y también colaboraciones de oportunidad, observando muchos de sus trabajos salidos a la luz en las columnas de honor del gran diario “La Estrella de Panamá”.También tenía doña Rita la costumbre de sentarse entre las alumnas para escuchar las clases de sus amigos los profesores.

Poco después el gobierno de Alfaro creó para Guayaquil una Escuela Primaria con el nombre de Rita Lecumberri y en 1906 la elevó a la Categoría de Escuela Normal Elemental. Tenía 75 años de edad y uno de sus grandes sueños se había hecho realidad. Entonces compuso el himno del colegio.

Pasó los últimos años de su vida con sus sobrinos carnales los Chevasco, en casa de ellos. El 23 de diciembre de 1910 falleció en Guayaquil y su sepelio constituyó una demostración de cariño de sus alumnas y de duelo de los ciudadanos. “El Grito del pueblo” le rindió un homenaje y Fernando García Drouet escribió sus datos de vida que tituló “Silueta”.