VITRALISTA.- Nació en México el 10 de Febrero de 1 907 durante un viaje de su madre a dicha capital. Hijo legítimo del comerciante Juan Domingo Lazarrabal Basarrate, acaudalado comprador de cacao y café en México y de Daniela Arzubide Villa, acérrima católica de comunión diaria y buenos sentimientos, quien “ayudó mucho a los pobre muchachos rojos durante la Guerra Civil española de 1936-39 solo por caridad cristiana, pues era azul”. Ambos bilbaínos de cepa.
El menor de una numerosa familia compuesta de nueve hermanos, se crió en la opulencia y en la casa de Bilbao, pero a los cinco años le atacaron unas gravísimas fiebres que degeneraron en meningitis y estando a punto de morir fue salvado por la ciencia médica y los cuidados de su madre que utilizó rezos y plegarias y como también era mujer realista, le aplicaba masajes en el cuerpo y baños fríos. Finalmente sanó pero quedó mudo.
Dos años después, repuesta totalmente su salud, ingresó al aristocrático Colegio de monjas francesas de Bilbao como alumno especial. En 1916 falleció su padre y pasó al Colegio de Santiago Apóstol que regentaban los Hermanos Cristianos, donde finalizó su instrucción primaria.
En el interim, a pesar de su corta edad y demostrando una gran fuerza de carácter, acostumbraba encerrarse con llave en su cuarto y frente a un espejo de pared practicaba por largas horas la lectura y la recitación, hasta que comenzaron a salirle ciertos sonidos que se parecían a las palabras. Así fue como principió nuevamente a hablar, con una ligerísima tartamudez, que años después superó por completo.
Esos trances difíciles de su vida infantil, unidos al respeto que sentía por su madre, le llevaron a una religiosidad interior muy profunda. Comulgaba y oía misa diariamente y en ciertas ocasiones sentía éxtasis que casi lo elevaban del suelo pensando en Maria y en Jesús, pero todo ello guardaba en secreto dentro de su corazón, sin comunicarlo a nadie, pues siempre fue hasta cierto punto cauteloso y lleno de interioridades muy bellas.
Su madre quería lo mejor para él, lo puso con profesores particulares de inglés y francés y en una Academia de Contabilidad donde le atiborraron de números. i como nada parecía interesarle se sintió desorientado.
En 1920 ingresó interno al Colegio de Orduña en Viscaya, no encontró el ambiente apropiado por la rigidez de los estudios y solo hallaba felicidad a través del dibujo y la pintura, habilidades que le fueron afluyendo espontáneamente y con pasión.
En 1924 su profesor el hermano jesuita Adrián Martínez, descubrió su gran talento artístico y consiguió que el Prefecto de la Comunidad le permitiera dedicarse exclusivamente a lo suyo. El mismo hermano le recomendó poco después para que fuere aceptado en varias Escuelas de Arte.
En 1929 ocurrió la quiebra de la Casa Comercial Lazarrabal, en parte por malos negocios pero fundamentalmente por la caída de la Bolsa de Valores de Wall Street que arrastró a la quiebra a numerosísimos bancos.
El golpe fue muy fuerte para él y se sumergió en estados depresivos de los que pudo escapar gracias a la ayuda de su primo Ricardo iturria, quien lo llevó a su grupo entre obreros y le presentó buenas amistades.
En 1932, por recomendación del hermano Martínez, entró al Estudio Artístico de don Luis Lerchundi y trabajó bajo la dirección del pintor especializado en Art Nouveau, Félix Cañada, quien se había hecho famoso en Bilbao como decorador del célebre Café iruña.
Comenzó como simple dibujante, al poco tiempo fue ascendido a proyectista y viendo como trabajaban los cortadores de vidrio y los empleadores, fue asimilando las complicadas técnicas del Vitral, arte medieval que continuaba siendo practicando con éxito en España.
Entonces se esmeró en conocer la elaboración de bocetos previos, la teoría de los colores y sus posibilidades de aplicación al vidrio, en el corte de éste, el emplomado y toda la gama de técnicas, logrando una perfecta armonía entre su capacidad de pintor y la aplicación de ello al Vitral (1)
En 1936 intervino en un Concurso y ganó una Bolsa de estudios para Francia, en eso estalló la Guerra Civil española y le fue imposible pasar las fronteras, prefiriendo recorrer Museos en España. Primero se trasladó a Madrid y admiró a Velásquez, Goya y El Greco en el Prado, extansiandose en el juego de luces que contienen los diversos planos del famosos cuadro de las Meninas, luego visitó varias otras ciudades, finalmente regresó a Bilbao preocupado por la situación familiar.
Era un agudo conversador que gustaba de la discusión y la polémica artística, sin entrometerse en política ni en religión. Por eso caía bien en los grupos y era apreciado por todos. Una tarde, mientras conversaba con varios amigos en un bar, fue apresado por los rojos debido a una delación falsa e infundada. Llevado a un campo de detención, posiblemente hubiere sido asesinado, pero salvó la vida por la intercepción de su madre, quien tenía amigos en ambos bandos. Pocas semanas después lo tomaron preso los azules y nuevamente intervino su familia, pues tenía tres hermanas que eran religiosas catequistas. Finalmente tuvo que esconderse de ambos bandos, su índole pacifista y la sinceridad de sus opiniones le hacían sospechoso, pero lo descubrieron los franquistas y enrolado en dicho ejército a la fuerza, se pasó pintando sellos y banderas hasta 1939, por ser artista.
Terminado el conflicto y en la mayor pobreza, tuvo que buscar un empleo fijo que le permitiera ganarse la vida, encontrándolo en la firma “Vidrieras de Arte” en Donostía, donde laboró por espacio de doce años hasta 1.951, produciendo objetos de cristal y artísticos vitrales, todo en serie, al punto que no podía expresar su creatividad, que empezó a marchitarse. Por eso renunció ese año, consiguió empleo en una Fábrica de Cerámica de Madrid y contrajo matrimonio, sin hijos.
El 55 el padre Manuel María Palacios Bravo viajó a España enviado por el Obispo de Cuenca Manuel Serrano Abad, con la finalidad de contratar varios artistas para la confección de las diversas obras secundarias de la Catedral.
Originalmente el proyecto de revitalizar las artes mayores y menores de Cuenca salió del Prof. Francisco Alvarez González, quien había arribado a Cuenca años antes para fundar con Gabriel Cevallos García la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad. El Centro de Reconversión Económica del Azuay, Cañar y Morona y Cuenca, así como sus rosetones entre el 57 y el 58, sino también varios otros trabajos para la Academia Militar de Quito, el Colegio San José La Salle de Guayaquil y la casa de Guillermo Vásquez en Cuenca. Artista multifacético, a la par de vitrales hizo pintura y escultura, cerámica, carteles, portadas para libros, escudos heráldicos, pergaminos, pero su universo mayor fue siempre de cristal, de luz, reflejos y transparencias.
En la década de los años 60 se enamoró de la pintora cuencana Eudoxia Estrella, a quien hizo la compañera inseparable para el resto de su vida. Juntos caminaron desde entonces compartiendo un amor ejemplar, templado en duras pruebas.
Entre 1960 y el 83, año de su muerte, su labor fue reconocida a nivel nacional. De sus manos milagrosas salieron ochenta y siete vitrales que lucen en todas las provincias ecuatorianas, excepto en las de Esmeraldas, Carchi, Bolívar y las de las regiones insular y oriental, según inventario efectuado por Juan Cordero Iñíguez.
En 1970 viajó con Eudoxia a visitar a su familia en México. Por entonces habitaban en Cuenca la vieja y hermosa casona mandada a construir hace casi cien años por Mariano Estrella frente al parque de San Sebastián. En los altos residía con ella y en los bajos funcionaba su taller.
Desde hacía cinco años atrás dedicaba parte de su tiempo a la fotografía artística, principalmente de las partes menores de la naturaleza, observada en sus primeros planos, con un concepto abierto que le llevaba a una fructífera trasgresión de la norma, a una violación de las reglas artísticas vigentes, dotando a todas sus obras de un sello personal inconfundible”.
Sus ojos pequeños, pero penetrantes y grises, podían ser duros en ciertos momentos pero cuando lo quería, acariciaban con gran ternura.
Hizo numerosos amigos aunque su vida no tuvo relieves pues prefirió ser hombre más que artista por su temperamento timido y su casi permanente introspección. Trabajó mucho, en sólo 28 años de habitar en Cuenca y de recorrer el territorio nacional en excursiones de provecho. Dejó obra vasta, grande y valedera.
Por eso, cuando en los primeros meses de 1983 empezó a sentir molestias en el brazo derecho, agudizadas conel paso de los días, supo que su vida estaba por finalizar. Le fue practicada una biopsia y salió cáncer al pulmón, posiblemente provocado por los ácidos que utilizaba para grabar el vidrio, pues jamás había sido fumador. Falleció tranquilo tras fuertes dolores que vencía con su voluntad, entre la noche y la madrugada del 29 y 30 de Julio de 1983, de setenta y seis años de edad.
Hoy existe la Galería de Arte Lazarrabal, así bautizada en su honor, en el mismo sitio donde estuvo su taller, como postrer homenaje a su obra y a su genio.