LACUNZA Y DÍAZ MANUEL

MILENARISTA.- Nació en Santiago de Chile el 19 de Julio de 1731, fue hijo legítimo de Carlos de Lacunza comerciante dedicado al tráfico de productos con Lima y de Josefa Díaz Montero naturales de Santiago, de clase media económica. A los diez y seis años entró en la Compañía de Jesús, se ordenó a la edad de veinte y cinco en 1756 y desempeñó la cátedra de Gramática en el Colegio Máximo de ^ San Miguel en esa capital.

El 25 de Agosto de 1767 el Gobernador Guill y Gonzaga dio cumplimiento a la orden de extrañamiento de los jesuitas de Chile el joven Lacunza partió al destierro y fue llevado al puerto de imola en la Romaña italiana, a donde arribó un año después. Allí vivió cinco en Comunidad hasta 1773 que la Compañía de Jesús fue disuelta por la bula Dominus Redemptor del Papa Clemente XIV, tras lo cual se volvió un clérigo seglar por decreto y tuvo que habérselas en soledad. “Todos nos miran como un árbol perfectamente seco e incapaz de revivir o como un cuerpo muerto y sepultado en el olvido. Entre tanto nos vamos acabando”. Por eso se alojó algún tiempo en un arrabal, presa de la depresión al ver terminadas sus esperanzas, tras lo cual se fue al recinto cercano a las murallas de esa ciudad, del que no salió jamás.

Dos habitaciones de un piso bajo en una casa pobre le dieron un retiro más solitario y allí vivió como un anacoreta, destruido por el drama de su vida, del que no tenia culpa alguna. Ni siquiera podía escribir libremente a los suyos pues hasta eso se les prohibió a los jesuitas del extrañamiento, bien es verdad que de vez en cuando se dio mañas para enviar misivas a su familia,

En vida había podido enviar a Sudamérica una síntesis de su trabajo que conocido como el “Anónimo Milenario” en 22 páginas, despertó acalorados debates teológicos públicos, sobre todo en Buenos Aires, hasta que fue denunciado y la inquisición lo prohibió.

Su obra medular, en cambio, apareció publicada en 1811 en Cádiz, aprovechando que en dicha ciudad funcionaban las Cortes liberales, en tres volúmenes, que titulan “La venida del Mesías en gloria y majestad. Observaciones de Juan Josafat Ben – Ezra hebreo cristiano, dirigidas al sacerdote Cristófilo” en la que se observa grandes méritos de originalidad en el examen provechoso de las Sagradas Escrituras con claras y justas reglas que permiten arribar al sentido recio y natural de esos textos; pero, al mismo tiempo, distorsiona las conclusiones creando un mundo utópico de mil años de duración, que posiblemente tomó de las ideas del pensador francés Cornelio Jansenio, quien había puesto en boga el milenarismo en el siglo XVII en Francia.

Tras la restauración de Fernando VII en 1814 en España la inquisición dispuso la confiscación de todos los ejemplares pero surgieron nuevas ediciones en Inglaterra y Francia y copias manuscritas circularon entre sacerdotes, teólogos y monjes.

Lacunza tomó el nombre de Ben Ezra por ser el de un célebre rabino español que exilado de su tierra natal escribió mucho y bien en la ciudad de Candia. Lo raro de todo esto es que a pesar de su aparente retiro del mundo había hecho circular varios ejemplares manuscritos entre ciertas personalidades casi todas ellas ex jesuitas, que resentidos contra la Santa Sede no tenían inconveniente en compartir sus ideas jansenistas. Aún más, se sabe que a dos años de su muerte circuló un extracto en Santiago de Chile, presumiéndose que fue en dicha capital donde se editó.

En 1816 el General Manuel Belgrano pagó en Londres la segunda edición en cuatro volúmenes en cuarto y a sus expensas y de ahí en adelante nuevas ediciones proliferaron dando a su autor fama internacional.

En 1824 apareció en Madrid un folleto en su contra titulado “Observaciones para precaverlo – al público – de la seducción que pudiera ocasionarle la obra,” preocupante por el encanto que ejercía entre el clero más conservador y militante.

En 1827 Edward irving, considerado el Precursor de la secta británica Católica y Apostólica, le tradujo al inglés y editó bajo el título de “The coming of the Messiah” pues según decía, había estudiado a fondo el castellano para leer tales revelaciones, pero ¿cuales eran estas novedades reveladas, descubrimientos verdaderos y de grandísima importancia?

La obra trata sobre las dos venidas del Mesías, señala que en las Escrituras están mezcladas las acciones que Jesús realizará en sus dos venidas y que los Padres de la iglesia hicieron una interpretación parcial de las mismas. A su juicio, el sentido literal del libro sagrado es que en su segunda venida Cristo reinará real y efectivamente en la tierra por mil años antes de la resurrección final, teoría que ha sido aceptada por ciertas sectas protestantes como la de los adventistas y posteriormente la exhiben como “novedad” los llamados “Testigos de Jehová.”

El milenarismo de Jansenio y de Lacunza descansa sobre tres puntos básicos, el primero describe la apostasía de la iglesia cristiana que tras reemplazar al pueblo de israel a causa de la primera venida del Mesías ^ y el desconocimiento judío de éste, entrará en decadencia y apostasía en el futuro y será parte del Anticristo, no como cuerpo individual si no como cuerpo moral integrado por todos los apóstatas y ateos de la tierra. Luego vendrá la conversión del pueblo de israel que restablecerá su alianza con Dios. Finalmente el Mesías vendrá en gloria y majestad a la tierra y a la cabeza de los santos resucitados que son el pueblo de israel y los Gentiles que no hayan apostatado, derrotará a los enemigos y gobernará por mil años en Jerusalem antes de la terminación de los tiempos y el Juicio Final. Este gobierno no será material, será una trasmutación del mundo físico al plano de lo eterno.

“Esta terminación de los tiempos se dará cuando los cuerpos materiales o globos celestes que Dios ha creado (entre los cuales uno de ellos es el que habitamos) haya de tener fin, o volver al caos, o a la nada de donde salió. idea novísima para entonces. El fin del tiempo presente o Día del Señor es simplemente una etapa de la historia humana, clausurada por la venida de Cristo y el inicio de su reino en la tierra, acompañada por el consiguiente juicio divino y la conversión del pueblo judío. A partir de entonces habría de instaurarse una

jesuitas y hasta en la Curia romana. Hauranne le sobrevivió y tomó a cargo el convento de monjas de Port Royal cerca de París, donde inició su reforma de la vida monástica haciéndola más contemplativa y sincera. Port Royal era una abadía de propiedad de la noble familia Arnauld y fue demolida por orden del Cardenal Richelieu, Ministro todopoderoso de Luis XIII. De Port Royal salió el filósofo y físico Blas Pascal autor de una famosas Cartas donde trató genialmente sobre el quietismo o misticismo extremo de los Jansenistas de Port Royal. Roma anatemizó estas posturas teológicas con la bula Unigenitus de 1714

El 6 de Septiembre de 1824 y dada la difusión internacional de la obra de Lacunza, fue puesta en el índice de los libros prohibidos por la iglesia, pero ya era tarde porque en los diferentes países de hispanoamérica se había iniciado la polémica. En Chile, su tierra natal, la discusión se prolongó largo tiempo hasta que en 1917 la refutó ordenadamente el presbítero Emilio Vaisse pero fue contradicho ese mismo año por Miguel Rafael Ursúa. En 1940 intervino la Facultad de Teología de la Universidad Católica solicitando un pronunciamiento de la jerarquía, quienes prohibieron el 11 de Julio de 1941 su lectura.

En el Ecuador Lacunza ha tenido varios seguidores. 1) Fray Vicente Solano, 2) El padre Julio Matovelle – ambos escritores en Cuenca, en el siglo XiX y principios de siglo XX – respectivamente 3) El poeta José Rumazo González y su obra “Parusía’’ y 4) El pintor Víctor Mideros, veamos a cada uno.

En 1828 Fray Vicente Solano (17911865) de la Orden franciscana, publicó el primer impreso aparecido en Cuenca y lo titula “La predestinación y reprobación de los hombres, según el sentido genuino de las escrituras y la razón” en 32 págs. donde se advierte doctrinas tomadas de las “Máximas de los Santos” de Fenelon, del “Augustinus” de Jansenio y de la “Reprobación” de Lacunza. Solano calcula en mil millones a los predestinados y en noventa mil millones a los réprobos que ya nacen destinados a ello por la concupiscencia de sus padres, insiste en que los hijos son castigados por delitos en que no han participado ni han consentido y añade que los teólogos y predicadores jamás llegarán a conseguir que un réprobo vaya a la gloria en virtud de sus exhortaciones.

Tamañas tonterías no podían pasar desapercibidas sin causar el consabido escándalo y peor aún cuando el autor era nada menos que un ex profesor del Colegio de Cuenca, de manera que la obra fue acusada por el Dr. José Chica, Promotor Fiscal del Obispado de Quito, como absurda, funesta y maliciosa. El Obispo Calixto Miranda y Suárez ordenó recoger el libro y dispuso que el célebre teólogo Dr. Joaquín Miguel Áraujo dictamine, tras lo cual Áraujo editó su censura crítico teológica vapuleando a Solano de lo lindo, aunque reconociendole talento vivo y perspicaz, arrogante y envidioso, soñador y hasta delirante en sus ideas peregrinas, a lo cual Solano replicó con el folleto titulado “Espíritu de fray Vicente Solano” en 17 págs. intentando aclarar las razones de su primer libro y dijo: Apenas rayó en mí la luz de la literatura, cuando sentí en mí un fuego que me disponía al discernimiento de las verdades de la religión en medio de las oscuridades y disputas. Vi después que el espíritu rutinero de las aulas jamás puede hacer hombres pensadores, abandoné esta carrera y me dediqué a la lectura en el retiro y en la abstracción.

La Predestinación, por ser fruto de la inmadurez y de la lectura de Lacunza, le acarreó muchísimos sinsabores al ^ fraile cuencano, como lo demostraría muy pronto engarzándose en otras polémicas no sólo con Áraujo a quien contra atacó en 1829 con “El baturillo0 censura crítico – teológica por don Veremundo Farfulla, analizada y reducida a su verdadero punto, por el fraile V. S.” en 4 pags de portada y advertencia y 60 de texto, donde le trata de motolito, bruto, sartal de desatinos, plasta o tiramira de dislates, de poseer una erudición falsa, lechuza en jaula, etc. 1 así habría quedado La Predestinación de Solano si en 1846 el Dr. Mariano Vintimilla no hubiera publicado la Censura de Áraujo, solamente para escandalizar a Cuenca y a Solano, actualizando un asunto que le era sumamente molesto pues ya tenia dieciocho años olvidado; quizá por eso, el 22 de Junio de 1853 Solano obtuvo de su amigo y hermano de Orden el Obispo José Manuel Plaza de la Tejera, que gobernaba en Cuenca, dicta a un revocatorio de la prohibición decretada por el Obispo Calixto Miranda, pero esto fue seguido por otro del Papa Pío IX, hasta donde llegó la cuestión movida por sus enemigos, quien decretó la prohibición del libro el 5 de Marzo de 1857, anatema que acató obedientemente Solano al indicar que “La Predestinación” había sido escrita y aumentadas, de la que Monseñor Alberto Luna Tobar, Arzobispo de Cuenca, ha dicho que es obra de un profeta, quizá solamente para salir del difícil paso cuando fue escogido para escribir el prólogo

El cuarto milenarista ecuatoriano, este si lacunzista legítimo, fue el célebre pintor Víctor Mideros Álmeida (1888-1967) Su temperamento fuertemente religioso le hizo ver en 1922, mientras residía en los Estado Unidos, “el milagro” de cómo su hermano escapaba de un atentado del Ku Kus Klan y en calidad de ex voto comenzó a pintar cuadros religiosos solamente, bien es verdad que desde hacia algún tiempo atrás los venía realizando alternativamente y en 1921 había decorado los muros del templo franciscano de Calicoon.

Una marcada influencia prerafaelista unida a cierto clasicismo decadente alentó desde entonces su pintura, que fue transformándose en mensajes bíblicos y tomando una coloración fuerte que reflejaba su profunda religiosidad y producía efectos de raras visiones apocalípticas. Esa técnica, ya superada en Europa, causó una gran conmoción en el Ecuador y le convirtió en el pintor de moda y de gran venta, aunque sin discípulos ni seguidores.

Áños después presenciaría en Áloag un asunto portentoso que le sucedió cierta noche con una rara visita y varios ladrones, todo lo cual atribuyó a la presencia milagrosa de un ángel que le había dejado una pistola cerca para que pudiera defenderse del supuesto ataque, que no llegó a producirse.

Casi al final de su vida el Padre Athon Bileham publicó en Quito “Visiones del Apocalipsis, agonía y triunfo de la Iglesia Católica en un próximo porvenir” en 676 págs dedicada al estudio del Apocalipsis y 42 fotograbados de otros tantos óleos de Mideros. Para entonces el maestro vivía recluido en su amplia casona de Quito hasta donde le iría a visitar el 58 el joven Hernán Rodríguez Castelo en busca de datos sobre su arte, a lo que el maestro se negó indirectamente, pues solo le habló de religiosidad y misticismo, temas muy propios de un iluminado. Mideros creía fervientemente en el milenarismo de Cristo, reparador de tanta pasión insana que existe en este mundo, a pesar que este es creación divina, según dicen las Sagradas Escrituras.

Su arte había dejado de ser simbolista, rico y poético por el misterio del símbolo, para dar paso a otro arte calificado por Rodríguez Castelo como eatequétieo y no enigmático, donde la alegría por un porvenir milenario se plasmaba en cada tela para transmitir su mensaje final.

Durante unió de mis viajes a Quito

José R me recibió en su villa y mostró uno de las poquísimos ejemplares de la obra del padre Bileham y porque no decirlo también, un famoso bodegón, muy antoguo y valioso, adquirido en Europa, que adornaba la pared central de su comedor.