HISTORIADOR.- Nació en Cuenca el 4 de Septiembre de 1868, fueron sus padres legítimos José Jerves Machuca, propietario agrícola y su prima hermana Natalia Machuca Anda naturales de Cuenca y Ambato respectivamente, y fue bautizado con los nombres de Luis Antonio que cambiaría por los de Alfonso Antonino cuando ingresó a la Orden dominicana.
Hizo sus primeros estudios en la escuelita de los Hermanos Cristianos. Al final de cada año era de los primeros siempre y de los más galardonados. Muy joven se inició en la vida religiosa e ingresó a la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán, profesando el 4 de Octubre de 1884 en el Convento de Quito.
Su espíritu amaba el retiro y se entregaba plácidamente a la meditación y al estudio. En Enero de 1890 se fundó la revista “La Corona de María” en una imprenta adquirida por el Convento, allí empezó a escribir junto a sus Compañeros, los coristas de Santo Domingo. El 14 de Marzo de 1891 recibió la ordenación sacerdotal en ibarra de manos del Obispo Pedro Rafael González Calisto y dos días después cantó su Primera Misa en Quito. El 19, día de San José, celebró una solemnísima misa a la que concurrió Honorato Vásquez; quien, con esa delicadeza tan suya, se acercó y le besó respetuosamente las manos diciéndole “Este beso es por tu madre”.
A fines de Junio de 1895, producida la revolución alfarista en Guayaquil y acatando el pedido del Encargado de la Presidencia de la República, Aparicio Rivadeneira Ponce, arrendatario de varias haciendas de los dominicanos, combatió desde el púlpito al liberalismo, al igual que también lo hicieron sus Superiores italianos, los Padres Jacinto Le Cámera y Reginaldo María Duranti. Poco después subió dicho Partido al poder y se desató una serie de persecuciones que dio como resultado la salida en 1896 de los padres italianos que reformaban el Convento Máximo dominicano de Quito y los demás de la República. Entonces el elemento nacional comenzó a ascender en dicha Orden.
En Octubre de 1897 fue designando Prior del Convento de Quito. El 99 reprodujo a varios autores en un tomo de 18 págs. titulado “Varones ilustres de la Orden de Predicadores en la República del Ecuador”. En 1900 fundó con el Padre Ceslao María Moreno la revista mensual ilustrada “El ideal Dominicano” que logró sostener con muchísimo esfuerzo dada la situación política de esos tiempos y el Capítulo Dominicano le encomendó la publicación de los opúsculos que había escrito el Padre Francisco de Lasplanes.
Desde meses atrás venía colaborando en el periódico “El industrial”, sin firmar, pues no estaban los tiempos para ello. En varias ocasiones había criticado la construcción gramatical y el empleo de algunos términos en los escritos del Ministro Abelardo Moncayo. i al publicarse una carta de González Suárez sobre la invasión colombiana, manifestó que tal invasión era una farsa y utilizó frases fuertes contra el gobierno por la falta de garantías, pues los padres Pedro Guerrero Sosa y Ceslao María Moreno habían sido vejados en la plaza de Santo Domingo, en momentos en que regresaban de administrar el Viático al padre del primero, gravemente enfermo.
Descubierto por Moncayo, fue citado en Octubre a la Policía y recibido malamente por el intendente Daniel Andrade Rodríguez, cuñado del Ministro, quien le apostrofó su “mala conducta”. iniciada una discusión sobre la libertad de imprenta, se produjo entre ambos un cruce de palabras y le iniciaron un Juicio criminal, del que apeló ante el Consejo de Estado, que dictaminó a su favor.
Entonces declaró que reconocía la rectitud del procedimiento del Consejo de Estado; pero el Ministro de la Corte Suprema, Dr. Manuel María Bueno Landázuri, le reconvino para que cambiara la frase por un reconocimiento a la rectitud del Consejo de Estado y no a la del procedimiento solamente, como había dicho. Nuevas discusiones agriaron más los ánimos y fue decretado su confinamiento a Guayaquil. Entonces creyó oportuno mantenerse oculto hasta que disfrazado de paisano pasó de incógnito a Cuenca y González Suárez consiguió que el General Alfaro le concediese quince días de libertad a partir del 6 de Noviembre de 1900 para preparar viaje a Lima, donde permaneció hasta 1902, que volvió por el indulto General decretado por el Nuevo Presidente Leónidas Plaza, restituyéndose al Convento de ibarra donde le eligieron Prior y permaneció cuatro años.
Nuevamente en el convento de Quito Rafael María Arízaga Machuca acostumbraba visitarle las mañanas de los domingos, trenzándose ambos primos hermanos en amenas pláticas sobre diversos temas, pues eran personas cultas. Jerves tenía por costumbre demorar unos momentos cada contestación, pero cuando lo hacia parecía que comenzaba a leer un libro abierto, resolviendo todo lo que se planteaba. Por eso se decía que su humildad y sencillez corrían a la par de su sabiduría…y estaba considerado uno de los más instruidos sacerdotes del país.
Entre 1912 y el 14 vivió en el Convento dominicano de Cuenca gozando del trato de sus parientes y amigos que le visitaban solo de vez en cuando porque era reacio a lo social y fue Asesor de la hermandad de Beneficencia Funeraria de Nuestra Señora del Rosario, cuya revista “Beneficencia Cristiana” fundó y sostuvo durante esos meses. También colaboraba en “El Oriente Dominicano” con numerosos estudios. En 1915 inició una publicación ocasional de antigüedades bajo el titulo de “Páginas de Historia”, como contribución a la edificación sólida de la historia de las provincias azuayas. con piezas selectas o de datos útiles. En síntesis, una revista Anticuarla regional que apareció hasta 1916 en 22 números.
Su amistad con el Padre Enrique Vacas Galindo le había permitido adentrarse en los secretos de la Paleografía, ciencia que empezó a difundir en el país y en la que tuvo aprovechados discípulos y en 1919 editó “Fundación de la Ciudad de Cuenca, Provincia del Tomebamba” con la transcripción paleográfica del Acta de fundación de esa ciudad, corrigiendo algunas inexactitudes de las versiones anteriores. Ese año también salló
“Apuntes de Historia ecuatoriana o materiales paleográficos” con simples notas de historia de gran valor didáctico e ilustrativo, cinco en total, a saber: 1) Guayaquil, sus primeras noticias paleográfico-históricas, 2) La Real Audiencia de Quito. Sus primeras Provisiones. 3) Ei primer Monasterio fundado en el Ecuador, 4) Don Marcos de Lamar y 5) El periodismo en Cuenca: el fundador de él, el Padre Solano.
En 1920 fue invitado por el Padre Julio Matovelle a formar parte del Centro de Estudios Históricos y Geográficos de Cuenca. El 21 publicó en el primer número de esa Revista un artículo de crítica histórica sobre la republicación de la Biografía de su tío Fray Vicente Solano, escrita en el siglo XIX por Antonio Borrero. En el No.3 comenzó a biografiar a Gil Ramírez Dávalos, fundador de Cuenca. Desde 1921 hasta el 30 publicó varias notas eruditas en esa Revista, aclarando nuevamente la biografía del Padre Solano.
En 1923 editó con el seudónimo de “Alvio de Alves” unos apuntes biográficos relativos a Juan Bautista Vásquez y de Luis Pauta Rodríguez, quien le cuidara en sus últimos años.
En 1925 formó parte de la comisión designada por el Convento dominicano de Quito, compuesta por fray Constancio Villavicencio y fray José María Caicedo Albornoz, para responder un oficio cursado por el Dr. Luis Felipe Borja Pérez, hijo, miembro de la Academia Nacional de Historia, a fin de que se impida la venta de objetos artísticos antiguos y se forme un Museo en las casas conventuales a base de la revisión de los inventarios de las iglesias. La comisión manifestó que los puntos insinuados eran dignos de la más “férvida acogida”, pero como lo había planteado Borja eran injurídicos y el oficio fue tenido por excesivo. Ese año editó la biografía del Padre Weiss de la Orden de Predicadores. Este sacerdote fue tenido por apologista, por haber sido un elocuente conferenciante y un diestro escritor de su patria alemana.
El 28 volvió a tratar sobre los inicios del periodismo azuayo y el Padre Solano, comenzó a enseñar paleografía en el convento dominicano y entre sus alumnos sobresalieron José Rumazo González y Jorge A. Garcés. El 29 comentó la obra del Dr. Alfonso María Mora, Profesor de Derecho Romano e Historia de la Universidad de Cuenca, sobre el Derecho de Propiedad y el Socialismo.
En 1929 publicó el folleto “El Derecho de Propiedad” en 22 págs. comentando ciertas actuaciones de la Asamblea Nacional Constituyente reunida en Quito, donde por primera ocasión se expusieron las doctrinas socialistas. Hizo un recuento histórico, atacó el modelo propuesto del Estado socialista, recordó las confiscaciones de bienes efectuadas a las comunidades eclesiásticas calificándolas de atropellos al derecho de propiedad y terminó reclamando su revocatoria o en caso contrario la debida compensación.
Entre 1931 y el 32 publicó en la Revista del Centro de Estudios Históricos y Geográficos del Azuay unas observaciones conteniendo seis notas extensas, con reparos a confusiones o errores de fechas en que había incurrido el Arzobispo Federico González Suárez en su Historia General de la República del Ecuador. El 32 polemizó allí mismo con el historiador peruano Julio R. Senisse, quien había aseverado que Atahualpa era cuzqueño en el periódico “El Heraldo” de Piura y comenzó a enviar colaboraciones a los Boletines del Centro de investigaciones Históricas de Guayaquil sobre aspectos del pasado religioso y misional; también absolvía consultas diferentes.
El 34, con motivo del iV Centenario de la fundación de Quito, publicó una “Síntesis Paleografía Histórica” en 282 págs. y analizó en 176 capítulos las fundaciones de la ciudad de Santiago de Quito y de la Villa de San Francisco de Quito, con anotaciones de fuentes, pero no llegó a desenredar la difícil sucesión de los diferentes traslados y repoblaciones de la Ciudad de Santiago de Quito a la costa, hasta conformar Guayaquil. Ese mismo año realizó algunas anotaciones a la transcripción paleográfica del Libro Primero de Cabildo de San Francisco de Quito efectuada por el joven José Rumazo González. Julio Tobar Donoso en su obra “La iglesia ecuatoriana en el siglo XIX” le señaló como uno de los más calificados investigadores conque se honraba en país. “También fue de ese año un pequeño ensayo sobre San Alberto el Grande y sus escritos”.
En 1935 colaboró con José Roberto Páez en la publicación de el “Libro de Cabildos de la ciudad de Quito 1535-1536” con 512 anotaciones marginales de gran valor histórico. El prologuista de la obra manifestó que el padre Jerves estaba llamado a publicar los valiosísimos documentos reunidos en Sevilla por el padre Vacas Galindo, Cedulario que se conserva en el convento dominicano de Quito. Lo que no dijo es que el padre Jerves era bastante ocioso para realizar un trabajo tan ímprobo.
En 1936 dio a la luz pública la “Vida del beato Juan Macías, hermano Converso de la Orden de Predicadores”, una micro biografía del “ Dr. Miguel Cordero Dávila” y una obra de mayor extensión, también biográfica, titulada “Un Apóstol del Amazonas o el muy reverendo padre Predicador General fray Reginaldo María Van Schoote, dela Orden de los Predicadores” 18581936, en 33 págs, sacerdote natural de Bélgica, que pasó veinte años en la población de Baños y las Misiones orientales de Canelos, Macas, etc. donde fundó varios pueblos.
En 1939 sacó unos “Orígenes históricos del oriente ecuatoriano” y los Apuntes paleográficos – históricos sobre don Lorenzo de Cepeda, conquistador y hermano de Santa Teresa de Jesús, también editó una Síntesis histórica de la vida de Tadeo Kosciuszco llamado el Salvador de Polonia, así como una Necrología de su amigo personal el poeta y publicista ambateño Juan Abel Echeverría Manive.
En 1940 editó una pequeña Necrología del padre Manuel Janvier, orador sagrado dominicano de nacionalidad francesa; comenzó un Ensayo sobre los orígenes históricos del Convento de Nuestra Señora de la Peña de Francia de la Orden de Santo Domingo de Ibarra que terminó dos años después y la Necrología del M. Rdo. padre fray José María Caicedo Albornoz, talentoso bibliófilo, fundador del convento dominicano de Cuenca y rector del Colegio de Santo Tomás de Aquino de Lima.
Ese mismo año escribió sobre el célebre Diario del viaje de Francisco de Orellana siguiendo la relación del Padre Carvajal con ampliaciones y notas que lo complementan y dan mayor interés. Su lectura inspiró a Leopoldo Benítez Vinueza la novela “Los Argonautas de la Selva”, que tanta difusión alcanzó.
En febrero de 1941 pronunció una Conferencia patriótica en el teatro Sucre, invitado por el Comité Orientalista Nacional. Trató del oriente y las Misiones, “el bolchevismo” y el pleito limítrofe con el Perú, con una tónica anacrónica pues jamás pudo superar los efectos de la gravísima crisis provocada por la transformación política de 1.895 en la Orden Dominicana. Posteriormente la publicó en 39 págs.
Llevaba un método de vida estrictamente ascético, de sobriedad y vigilancias, de retiro y silencio, de trabajo y abstracción; por eso le consideraban casi un santo cuando en realidad era un tímido que vivía refundido entre las centenarias bóvedas de su Convento. “Su propósito de ser irremediablemente parco en el comer y el beber le ha llevado hasta la indiferencia y aún contrariedad en sentir la necesidad física de comidao bebida: su determinación de no aficionarse a bien caduco alguno le ha conducido a un total desprendimiento y a un rechazo de las cosas humanas, su resolución de rehuir distinciones honoríficas le ha retraído de todo trato simplemente social y hecho en cambio gustar del silencio y del retiro. Por eso solo se dedicaba al magisterio del estudiantado dominicano, a la investigación documental, a la predicación elevada y casi siempre doctrinal”. Era tan exigente en eso de la soledad, que jamás permitió que nadie entrara a su celda, ni nunca realizó visita a familiar alguno.
En 1945 editó dos pequeños trabajos. El uno sobre las Misiones y misioneros del Oriente ecuatoriano y el otro Un estudio jurídico – histórico acerca del Padre Victoria. Gozaba de excelente salud y jamás había tenido necesidad de consultar a un médico ni tomar medicinas. Su dicción poseía una especial característica, afectadísimo para escoger las palabras precisas, para pronunciarlas sin vicio alguno. En esto y en algunas otras cosillas propias de su elevada cultura, era tenido por raro. De teólogo y escriturario le calificaban algunos, aunque más bien era paleógrafo e historiador. En 1947 le confirieron sus Superiores el título de Predicador General, esto es, la máxima dignidad en la Orden.
El 46 colaboró en la Bodas de Oro Sacerdotes del padre Ceslao María Moreno. El 49 editó “Quito ciudad eucarística”, el 50 su trascripción paleográfica de la autobiografía de Sor Catalina de Jesús Herrera, Religiosa del Coro del Monasterio de Santa Catalina de Siena en Quito en 509 págs. con las Cartas autógrafas como Apéndice, que se conservan encuadernadas con los originales, trabajo de paciencia y tesón que le acredita ante la posterioridad, pues salvó la Memoria de esta monja, excelente escritora colonial, para las bellas letras ecuatorianas. El 51 “Por la verdad y el Derecho” pero ya se encontraban muy enfermo y falleció en el Convento dominicano el 11 de Enero de 1952 de 83 años de edad, dejando el intenso recuerdo de su vida ejemplar.
Fue un adelantado en los estudios de Paleografía que realizó por cuenta propia, llegó a ser un experto y dejó discípulos. Tenía un estilo de vida, vigorizando lo humanístico con lo moderno. Hablaba mejor que escribía, tal su fama, pero le faltó la obra medular que inmortalizara su nombre en la historia de las letras ecuatorianas, debido a su inveteradacostumbre de publicar en revistas y en folletos, abarcando temas difíciles y en profundidad pero de corta extensión y no ingresó a la Academia Nacional de Historia por la vieja polémica dominicama con González Suárez, fundador de ella.
De estatura más que mediana, canela claro, amplia la frente y altiva la mirada bajo dos espesas cejas negras, su continente era reposado y al mismo tiempo sobrio y lleno de grandeza. Modesto en todo, parsimonioso y pensieroso, quienes no le conocían suficientemente le miraban como a un ser lejano, cuando en realidad era todo lo contrario con quienes le buscaban, pues nunca negó sus auxilios espirituales ni sus consejos históricos. Le agradaba ser útil y servir. En materia religiosa, la ortodoxia fue siempre la máxima de su conducta.
alimenticia, de los lugares públicos, recolección y alejamiento de basuras, higiene del matadero, donde encontró carne de cerdo con larvas de tenia y ganado vacuno con distoma hepático, denunciando su peligro. Se ocupó de las epidemias de la ciudad, de su agua de bebida y su canalización; de la venta de bebidas, en especial de la cerveza; de la sofisticación de alimentos y fue de los primeros en iniciar una lucha contra la tuberculosis. Activo, atento a las necesidades de higiene de Quito, progresista y siempre dispuesto a recibir las nuevas ideas y los nuevos métodos, observaba e informaba al Municipio con una perseverancia digna de elogio. Fue el primer higniesta de la época y Quito tuvo en él un Asesor de la salud”.
En Abril de 1898 hizo un estudio de las condiciones higiénicas de las escuelas, también recomendó la necesidad de hacer practicar gimnasia al alumnado a través del Manual escrito en francés y publicado en París por el profesor primario Roberto Cruz, que Jijón se comprometió a traducir, pues conocía dicho idioma.
Analizó la leche y obtuvo que dictaran la Ordenanza sobre la venta de leches. En su laboratorio examinaba ^ temperatura, densidad, lactimetría de las leches de consumo. Visitó los hospitales y dejó iniciada la Higiene Hospitalaria. Pidió al Municipio la publicación de sus informes para enviarlos al IX Congreso de Higiene y Demografía a reunirse ese año 98 en España.
En 1899 recibió de Alemania el microscopio pedido para el Laboratorio Municipal, que hasta entonces había servido con un microscopio de su propiedad. También arribaron un alambique, un ebulliscopio, varios aparatos para análisis de vinos, cervezas, harinas, leches y mantecas.
En 1900, a instancias suyas la Municipalidad de Quito creó el Cuerpo de Salubridad integrado por dos médicos municipales, un Concejal médico si lo hubiere, un Químico y un Comisario Municipal.
“Sus afanes le llevaron a ingeniarse en levantar una estadística demográfica y climatográfica de Quito a base de observaciones personales. Quería orientarse respecto del clima de Quito, que no contaba con una observación metereológica ni ningún dato anterior de observaciones sostenidas, a mas de las que buenamente pudo conseguir en el Observatorio Astronómico de la consecuencia de una miocarditis aguda que amargó los últimos meses de su existencia”.
“Escribió muchos meditados, ordenados y bien redactados informes sobre sus proyectos, incansables labores de su cargo y otros folletos sobre variados asuntos”.
Delgado de rostro, con bigote retorcido y barbilla puntiaguda, ojos pequeños y relampagueantes, siempre observando, nariz afilada, pelo negro y corto.