JARA HIDROVO EFRAIN

POETA.- Nació en Cuenca el 26 de Febrero de 1926. Hijo legítimo de Salvador Jara Bermeo, sensible y de temperamento muy caballeroso, comerciante exportador de sombreros de paja toquilla y de Leticia Idrovo Aguilar, profesora de castellano y escritora de sonetos en el Colegio “Herlinda Toral”. Ambos cuencanos.

De cuatro años ingresó al Asilo de las monjas Catalinas y tuvo de profesora a la madre Aleja Molina hasta el tercer grado. Entonces pasó a la escuela de los hermanos cristianos y finalmente cursó la secundaria en el Colegio “Rafael Borja” de los padres jesuitas.

En 1936 se había producido el divorcio de sus padres, el primero que se registró en Cuenca. Este acontecimiento le causó una grave afección emocional volviendole introvertido, lo que unido a su figura delgadita y pequeña le atrajo el sobrenombre de “Cuchucho Jara” con el que ha pasado a la historia chica de la ciudad. Su padre volvió a casar y tuvo tres hijos más.

Hijo único, sus padres se divorciaron y creció en la casa familiar de la Juan Jaramillo y Cordero cuidado por tres mujeres: su abuela que era iracunda, su madre – refinada – tocaba varios instrumentos musicales como piano, violín, guitarra, mandolina, y una tía solterona que era un ángel. Jugaba con los chicos del barrio pero como hijo de divorciados la gente le veía raro.

Su padre nunca dejó de velar por él, era un hombre afortunado en los negocios, pero su relación con este hijo siempre fue un asunto formal.

El joven Efraín se graduó de Bachiller el 44. Era introvertido, rebelde y por reacción ante una sociedad clerical se hizo enemigo de todas las religiones. Siempre fue un buen alumno y en el quinto curso comenzó a leer de todo y anárquicamente: “Los que se van”, “Huasipungo”, hizo amistad con Eugenio Moreno Heredia y Hugo Salazar Tamariz.

Desde un tiempo atrás se dedicaba a explorar la biblioteca de la Municipalidad de Cuenca sin deseo específico de hallar, solo para dar rienda suelta a su deseo de leer. De allí a escribir un par de cuentos que no tardaron en publicarse solo había un paso; sin embargo, una tarde de verano las empleadas del lugar le permitieron acceder al depósito de libros. Era un cuarto oscuro situado bajo el nivel de la calle y allí, con poca luz, descubrió un poemario de Jorge Carrera Andrade y desde entonces encontró sentido a la poesía y comenzó por componer una Breve semblanza a la golondrina. Primera de sus producciones metafísicas.

Ese mismo año se publicaron en Quito dos números de la revista “Madrugada” y como al siguiente la Casa de la Cultura empezó a sacar varios Cuadernos de Poesía en una Colección especial, le pusieron el nombre de la aludida revista. Primero apareció “Oda al Arquitecto” de César Dávila Andrade, luego salieron otros títulos y hasta se anunció un poemario de Efraín, que nunca se editó, por eso se ha dicho que Madrugada jamás constituyó un grupo literario sino el membrete de una publicación.

Ese año ganó el Concurso del Poema Mural con “El Funeral de la Golondrina” e “Incursión en la sal”, primeros cantos de singular belleza y su madre – a pesar que ella mismo escribía poemas – pensó que este hijo tan raro necesitaba una profesión para la vida y le emplazó a que estudie, quizá por eso entró sin vocación a la Facultad de Jurisprudencia donde fue un alumno flojo, al que no le gustaban las asignaturas que allí se impartían.

En 1946 comenzó a trabajar en el Archivo Histórico Nacional de Cuenca bajo la dirección de Víctor Manuel Albornoz con S/. 300 mensuales de sueldo por su amistad con el Alcalde Luis Moreno Mora, ayudó a hacer los índices de los Libros de Cabildo pero salió al poco tiempo.

Ese año editó el poema “Carta en soledad inconsolable” muy influido por la poesía de su amigo mayor César Dávila Andrade, con quien había compartido hasta el año anterior una alegre bohemia. La edición de doscientos ejemplares fue pagada por la Municipalidad de Cuenca.

Con sus amigos Jacinto Cordero Espinosa y Eugenio Moreno Heredia leía a Neruda y a Carrera Andrade, célebre autor de “Estanque Inefable”, “La Guirnalda del silencio” y “Boletines de Mar y Tierra. Para esa época ya había tomado el liderazgo de los poetas jóvenes en pugna con los viejos por su poesía musicalista con resabios a modernismo. Los nuevos querían metáforas e introspección y tentaban el verso libre contrario al gusto endulcorado de la gente, que estaba mal enseñada a las estrofas rimadas, fáciles y melódicas.

La irrupción de Jara Idrovo constituyó según Hernán Rodríguez Castelo, a quien seguiremos en la parte crítica, un episodio rico y hasta tumultuoso. Su poesía era una forma encaprichadamente intensificada por acumulación de vigorosas, extrañas y hasta desmedidas metáforas, tensa adjetivación y con especial predilección al cauce ancho y ritmo solemne y marcado del alejandrino. Un romper a caminar con voz tan alta y sacudida por relámpagos de imagen, abordando temas de emoción cotidiana y tierna y de mayor grandeza cuando se vuelve a la naturaleza.

En 1947 apareció su segundo poemario titulado “Tránsito en la ceniza” en trescientos ejemplares solamente, editados por la Universidad de Cuenca donde estudiaba; que tampoco logró conmover a la sensibilidad dormida del público lector y pasó desapercibido. Es recién en la década de los años cincuenta cuando la nueva forma de hacer poesía empezó a abrirse campo en Cuenca a través de esta promoción, que no era enteramente poética y que adoptó el nombre de “Elan” (Impulso vital del que tanto hablaba el filósofo Bergson)

Efraín Jara Idrovo, Jacinto Cordero Espinosa, Eugenio Moreno Heredia y Arturo Cuesta Heredia eran poetas, Ramón Burbano relatista, Hugo Ordóñez Espinosa periodista y Francisco Estrella Carrión humanista. Cuesta y Burbano eran de derecha y el resto de izquierda. Los poetas combatieron la poesía bucólica y por supuesto la mariana, lugar común casi obligado en el Azuay pues aún existían numerosos concursos colegiales de esta poesía decimonónica y tardía, desde las páginas del periódico “La Escoba” fundado como espacio político vital y que existió hasta el fallecimiento de Estuardo Cisneros Semería.

Ese año viajó a las Islas Galápagos a conocer el sistema penitenciario que allí existía, integrando una delegación de estudiantes de Criminología. Las islas le impresionaría para siempre. Entonces ocurrió que el maestro Manuel Muñoz Cueva lo llevó al Partido Comunista del Azuay, que él había fundado después de la revolución del 28 de Mayo. Más que campañas de adoctrinamiento, los jóvenes comunistas conversaban de todo y especialmente de arte y cultura y hasta cotizaban, pero nunca formaron cuadros de trabajo y el asunto quedó a la larga en pura poesía y literatura y nada en política.

En 1948 editó “Rostro de la ausencia” que apareció en el No. 1 de la Serie “Elan” del Azuay, bajo el patrocinio de Muñoz Cueva y en los talleres de la Casa de la Cultura de Cuenca pero una noche de bohemia y despechado de la poesía, en casa de Eugenio Moreno Heredia, en medio de la Avenida Doce de Abril, procedió a incinerar sus

tres primeros poemarios – Carta en soledad inconsolable 1946, Tránsito en la ceniza 1947, Rastro de la ausencia 1948 con poemas escritos desde los 17 hasta los 20 años – por eso es que los ejemplares que aún quedan son verdaderas joyas bibliográfica dado su escaso número ¡Cosas de juventud¡

De allí en adelante siguió un largo silencio de veinticinco años en que no publicó aunque seguía escribiendo para cumplir grandes empresa líricas, algunas radicalmente renovadoras.

I es que la compañía de César Dávila Andrade, mayor que Efraín en ocho años, le había convertido en un alcohólico que se quedaba dormido hasta en las veredas, Quizá por eso, en un rapto de valor, decidió salir de Cuenca y regresar a Floreana, lugar paradisíaco pero al mismo tiempo desolado pues solo contaba con veinte y seis habitantes, la mayor parte niños y mujeres.

Dos años permaneció hasta que volvió a su ciudad, pues anhelaba la compañía de una mujer. Su enamorada Chabica Robalino Jaramillo era una chica de casa que trabajaba en una oficina pública y no aceptó su gentil propuesta matrimonial, para vivir en Froreana pero en cambio su prima Atala Jaramillo Domínguez, muy simpática e inteligente, le admiraba mucho a través del epistolario de Efraín con Chabica, de manera que tras el rechazo de la primera, Atala fue a buscarlo en su casa y le dijo de buenas a primeras “Llévame a mi” y así fue pues vivieron un tiempo en Floreana y luego otro en Cuenca, tuvieron cuatro hijos y tras dieciocho años de matrimonio se divorciaron en 1968, aunque fueron felices durante mucho tiempo. En síntesis, una historia digna de una noche romántica.

En 1950 se graduó de Abogado con la tesis “La religión desde el punto de vista Sociológico”, basada en una investigación novedosa sobre la metodología de las religiones comparadas, aún inédita. En 1951 ingresó al profesorado del Colegio Nacional “Benigno Malo” con S/. 600 mensuales y enseñó Castellano en los primeros cursos hasta el 55. El 52 se fundó la Facultad de Filosofía y Letras bajo la dirección del profesor español Francisco Alvarez González y entró a estudiar esa especialidad.

El 51 el filósofo español Juan David García Bacca   había   dictado   en la Universidad de Cuenca varias conferencias sobre el Existencialismo que tanto ha influido sobre los siguientes trabajos líricos de Efraín. El Rector Carlos Cueva Tamariz le solicitó a García Bacca que creara la Facultad de Filosofía y éste recomendó al Profesor Granel, que por estar contratado para la Universidad de Puerto Rico se excusó y dio a su vez el nombre del Profesor Francisco Alvarez González quien aceptó fundarla y dirigirla.

En 1954, tras una intensificación de su bohemia con mujeres, cigarrillos y sobretodo con alcohol, decidió huir del medio y se estableció en las Galápagos, nombrado profesor con S/.

300 de sueldo pues deseaba buscar el ser profundo al margen de las contradicciones a las que uno se ve obligado en el continente y lo encontró en el silencio, que es el resplandor místico que caracterizará a su poesía madura.

“Floreana era la más pequeña de las islas pobladas (15 adultos, 11 o 12 niños, 5 en edad escolar) con los cuales fundé la escuela bajo el follaje apretado de un árbol de seca;” como profesor rusoniano llevaba a sus alumnos en bote hacia el mar aprendían a sumar contando langostas, se lanzaban del bote a nadar y escribían en la arena utilizando sus dedos, pescando y viviendo en condiciones precarias sin luz ni agua potable pero el 55 renunció y volvió a Cuenca con una apertura inmediata hacia la realidad – vivida y entendida en las islas cuyos paisajes duros y hostiles son al mismo tiempo hermosos y fascinantes – tambien se dedicó con su amigo Rolf Wittmer, en cuya casa vivía, a una vida más libre, la pesca de la langosta y el bacalao. El 58 aceptó el cargo de Juez Provincial en Puerto Baquerizo, capital del Archipiélago, con S/. 1200 mensuales, pues empezaban a llegar los hijos. El 59 decidió terminar su aventura en las Galápagos, que había durado cuatro años, durante los cuales logró un ensimismamiento, una interioridad, una emoción lírica antes no conocida, todo ello a través de la lectura de los poemas de T. S. Eliot que le alumbraron, del Epistolario de Rainer María Rilke que le disciplinó para el trabajo y de las reiteraciones de Paúl Valery, porque todo es simultáneo y progresivo; pero no pudo o no quiso escribir su novela “Oratorio Marino”. El ser humano es muy similar al mar, siempre diferente y siempre idéntico. Entonces las influencias de Neruda. Jorge Carrera y Dávila Andrade se fueron tornando lejanas, atenuadas, inconscientes. Había adquirido una estatura propia y singular.

En Cuenca le esperaban sus cátedras en el Benigno Malo donde continuó muchos años. El 62 concluyó los estudios de Filosofía y logró la Licenciatura y el profesorado en Lengua y Literatura con la tesis “El Barroco en la Audiencia de Quito. Padre Juan Bautista Aguirre” dirigida por su Profesor Luís Fradejas Sánchez, pues el barroco siempre le ha atraído dado su parecido con el existencialismo, sobre todo, en aquello de plantear la fugacidad de la vida ya que el punto central de su poesía, de su filosofía, es el temor a la muerte.

Ese año pasó a dictar clases de Lengua Española y Lingüística General a la Facultad de Filosofía con S/.

1.400 de sueldo. Entre 1970 y el 75 ocupó el decanato por tres períodos consecutivos.

Durante esos años había continuado escribiendo sin publicar nada. La vida en las islas le había producido cambios que podían explicarse en sus vivencias existenciales y en sus reflexiones a través de cartas: La Soledad, el tiempo, la muerte, el sexo, sus temas de siempre, pero fue implacablemente despiadado con sus obras y rompía todo.

En 1971 adquirió una villa de cemento en la calle Remigio Tamariz cercana al Benigno Malo y figuró en una Muestra de Poesía Cuencana publicada por el Núcleo del Azuay. También escribió el largo poema “Añoranza y Acto de Amor”, moroso, minucioso, donde abordó por primera vez la cópula. “Poema experimental con el que inicié una nueva concepción en el país, liberando al lenguaje de su servidumbre de la realidad, que he ido radicalizando en la búsqueda de nuevas formas, principio de una constante en mi poesía: el erotismo. También inicié Oposiciones y Contrastes, ciclo de poesía parcialmente publicado en la revista El Guacamayo y la Serpiente, que fundamos en 1969 en el Núcleo del Azuay para la difusión de los estudios lingüísticos y estéticos de los profesores y los ejercicios académicos de los alumnos. Dicha revista comenzó semestralmente, más tarde se transformó en esporádica”.

En 1973, tras veinte y cinco años de silencio, publicó Dos poemas:” conteniendo “Añoranza y acto de Amor” y “Balada de la hija y las profundas evidencias”, éste último escrito en 1963 como culminación de su poesía de formas tradicionales. Siete estancias en cuartetos endecasílabos. Hora de extraña lucidez, iluminado inventario de evidencias profundas al calor del amor a la hija. Por ella ha redescubierto los seres y vuelve a los seres y al misterio hondo del ser. El ser retorna al ser, nada se pierde. El prólogo, rico y extenso, fue escrito por Alfonso Carrasco Vintimilla.

Efraín Jara Idrovo es el poeta ecuatoriano que más ha experimentado en la aplicación, rica de recursos, de la lingüística, así sus oposiciones fonológicas o el tan penetrante Círculo fatal.

El 74 escribió “Almuerzo del solitario” editado al año siguiente, continuando con el desarrollo de algunos temas capitales de su poesía , la confrontación entre la conciencia y el mundo, la celebración del instante frente al drama ontológico entre lo permanente y lo transitorio, la energía erótica como la gran central termoeléctrica de su escritura, y lo hace apelando a un campo ya trajinado, la raigambre cósmica y la mineral, así como también interpela ámbitos y voces hasta entonces inéditos en su dicción poética de la vida cotidiana, la doméstica, la política, de la prensa, de la sociedad de mercado y del espectáculo. Con estos heterogéneos elementos el hablante poeta va a componer un almuerzo que a la larga se revela como una alegoría   sobre la elaboración del poema que es una cocina literaria.

Separado amigablemente de su esposa, el 74 falleció su hijo Pedro en trágicas circunstancias pues solo tenía dieciséis y le encontraron colgado de la cadena en el servicio higiénico, suceso que le perturbó durante año y medio hasta que se liberó escribiendo una Elegía que el 78 terminó bajo el título de “Sollozo por Pedro Jara”, poema considerado entre los más importantes de la lírica ecuatoriana de todos los tiempos. Su autor me ha dicho: “Es el más experimental de todos mis poemas y constituye una estructura para una Elegía, donde llega a su clímax mi indagación lingüística. Contiene motivos musicales a base de la concepción del Estudio Once para piano de Karl Heinz Stokhausn y la Tercera Sonata de Pier Boulez. Considero que mi Sollozo es el primer poema realizado en España y en Iberoamérica dentro de la poesía aleatoria en lengua española”.

“Fue un trabajo de orfebrería, de artesanía, pero que no perdió la resonancia emocional. Esto es lo importante, que la experimentación con la palabra se convierta en experiencia.”

Rodríguez Castelo ha opinado que esta forma de escribir abre increíbles posibilidades de musicalización de los motivos, con procedimientos de temas y variaciones. Son 63 segmentos versales, ordenados en 5 series temáticas, cada serie con 3 desarrollos paralelos. Cada segmento versal tiene unidad suficiente como para fundar las posibilidades combinatorias. Estupendas imágenes dan grandeza al lamento y a pesar de tanta desolación sugieren oscuras notas de esperanza cósmica. Es uno de los poemas más conmovedores de la lírica ecuatoriana y por supuesto de la latinoamericana del siglo.

Sollozo por Pedro Jara. Estructura para una Elegía. Fragmento.- I.- 1.- El radiograma decía.- 2.- “Un hijo nació. Como hemos de llamarlo” 3.- yo andaba entonces por las islas 4.- Dispersa procesión del basalto 5.- coágulos del estupor 6.- secos ganglios de la eternidad 7.-eslabones de piedra en la palma del océano 8.- rostros esculpidos por el fuego sin edad 9.- soledad 10.- terquedad relampagueante de la duración 11.- enconado olor seminal de los esteros 12.- andaba 13.- anduve   14.- y dije 15.- mientras vociferaban la sangre y las gaviotas 16.- se llamará pedro 17.-pedrohuesosdepedernal 18.- pedrorisadepiedra 19.- piedra inflamada por la lumbre de meteoros de la vida.

III.- Desesperado revoloteo del instante / nosotros / los insensatos / los alimentadores de desmesuras y de tumbas / los que nos desvelamos / por saber qué hacemos aquí / anhelamos la intensidad del océano / y solo nos pertenece la indecisión de la lágrima

/ pedropiélago te quise / te tuve pedrogota / pedromar te ansié/ te perdí pedroespuma / como a la playa la marea debía sobrepasarme / pero tu muerte crecía más rápido que mi amor

/ delicada espina de erizo / sombrilla errante de la medusa / agonía de terciopelo del deslizamiento del pez / chillido de la gaviota entre el fragor de la rompiente / todo se ahonda / se hunde / se difunde / parecías forjado con la tenacidad del arrecife / farallón olvidado del tiempo.. /

En 1980 salió una Antología, con parte de su producción solamente, recogida desde sus inicios hasta 1970, titulada “El Mundo de las Evidencias” en 139 pags. y bellísimo Prólogo estético y autobiográfico en 21 págs. Ese año también apareció “In Memoriam” poema sin numerar, elegiaco, a la muerte de su amigo Luis Vega Arriaga, con ilustraciones de Theo Constante, donde la experimentación se dirige a tratar de conseguir un punto de coincidencia entre el lenguaje poético y el desnudo directo.

En 1983 viajó tres meses a Cuba y dictó recitales en la Isla. En Cuenca contrajo matrimonio con Alba Lara Jaramillo. El 84 dio conferencias en varias Universidades norteamericanas y estuvo residiendo tres meses por Europa. El 85 asistió a un Encuentro Internacional de Escritores celebrado en la Universidad de Lexington, Kentuky.

En 1988 dio a la luz “Alguien dispone de su muerte” en 94 págs, aplicación de la libertad, especie de testamento donde expone su decisión de volver a residir en las Galápagos, que ya no son iguales a cuando él las habitó, ni tampoco serán tan suyas. Ese año quizo emprender el viaje prometido pero no pudo; sin embargo, cada dos o tres años regresa a ellas y aspiraba a gastar sus últimos días en ese paraíso. Vivía solo, escribiendo un ciclo de poemas eróticos “Ars Amandi”. En 1990 quemó los originales de su poema “Lovestory” y pensó que escribir cuesta.

En un entrevista periodística comentó que su poesía es antisentimental. “Si hay emoción viva en el poema es el resultado del trabajo sobre la palabra. Contrario a lo que pueda pensarse, la palabra produce el sentimiento y no es este el que se vuelva desordenado sobre aquella. Por eso la poesía es un ejercicio, al mismo tiempo de sensibilidad y de inteligencia”.

En 1996 se embarcó rumbo a Floreana. En Galápagos no bebo nunca, dijo en son de disculpas antes de partir, explicando a continuación que iba solo porque ninguna mujer había contestado a su anuncio, publicado en uno de los periódicos de Guayaquil, pidiendo compañía. Ya no fue solamente a escribir como en sus primeros viajes sino también a reflexionar pues se estaba volviendo repetitivo de sus propias cosas, un poco epígono. “La desolación cósmica es un incentivo que me renueva”.

El 2005 cuando al auto en que regresaba del trabajo a su casa fue impactado por un vehículo provocandole un derrame cerebral, estuvo siete meses con terapias de lenguaje pues no podía comunicarse ni coordinar un solo pensamiento y aunque se repuso disminuida la vista, por eso utilizaba lupas y ya no leía, aunque de todas maneras continuaba con su inveterada costumbre de fumar,

adicción que tiene prohibida, y de beber vino tinto que es bueno para la salud en cantidades moderadas. Tiene un mil seiscientas botellas en la cava de su departamento.

En 1999 recibió el Premió Nacional Eugenio Espejo en actividades literarias.

En cuanto a lo de no leer había contratado a la joven Soledad Corral Estrella de secretaria para que le lea uno o dos libros a la semana. No se consideraba un ser normal, lo que jamás le ha molestado, pues el concepto de normalidad no pasa de ser más que una idea regulativa de encasillamiento, pero acepta que sus relaciones familiares habían sido nulas o casi inexistentes, dado lo cual había tenido tres matrimonios y cuatro hijos de la primera esposa, así como ninguno de las dos restantes. Confesaba que ha amado y ha sido amado y que entre esos amores y los clandestinos se le ha escapado la vida porque la pasión la ha puesto en el sexo y la inteligencia en la poesía. Le habría gustado ser oceanógrafo pero como nació en las montañas y solo conoció el mar de edad madura, se quedó sin esa profesión amada.

Blanco, viril, pequeña estatura, ojos café, bigotes y palo cano. De palabras profundas y conmovedoras, habita en el piso trece, en un edificio de departamentos a orillas del río Tomebamba a quince minutos del centro de Cuenca, es uno de los mayores poetas ecuatorianos actuales y el heredero indiscutible del vacío que dejó César Dávila Andrade. Calificado de poeta de la estructura infinita, su presencia en Cuenca constituía un lujo para la morlaquia.

Falleció en Cuenca el domingo 8 de abril del 2018 de 92 años de edad y sus cenizas fueron depositadas en el isla Floreana.