JARAMILLO ALVARADO PIO

DOCTOR EN ECUATORIANIDADES.- Nació en Loja el 17 de Mayo de 1884 en la casa de su abuela Barbara Ochoa ubicada en la calle Real, hoy Bolívar. Hijo legítimo de José Pío Jaramillo Ochoa y Zoila Pacífica Alvarado Cueva, lojanos.

Recibió las primeras letras de su madre, estudió la primaria en la escuela fiscal “Miguel Riofrio” y la secundaria en el “Bernardo Valdivieso” donde fundó el “Grupo Alba” y su órgano de publicidad “El Iris”, haciendo sus primeros ensayos literarios con varios compañeros generacionales.

En Julio de 1905 se graduó de Bachiller en Filosofía, pasó a la Facultad de Jurisprudencia que funcionaba anexa al Colegio y el 26 de Diciembre de 1906 obtuvo la licenciatura en “Ciencias Públicas”. Entonces ocupó la presidencia del Liceo Bernardo Valdivieso y en la revista “El Fénix” publicó ensayos desde 1907 hasta 1910 siendo su ideario el liberal radical.

Para el conflicto con el Perú arengó a las tropas que marchaban a Macará y en emocionante acto de patriotismo se desprendió de su reloj de oro regalo de su madre cuando el bachillerato y lo entregó al Comandante Villareal, del batallón que se despedía, “para que cuente y anote las horas del triunfo de la Patria”, gesto que ya revelaba su carácter franco, patriótico, abierto e impulsivo. Ese año editó el semanario 

“El Oriente” con intereses generales, literatura e información, para dar a conocer a sus comprovincianos el proyecto del ferrocarril transamazónico que uniría Puerto Bolívar, Loja y Zamora con el río Marañón y en el periódico “La Defensa Nacional” de Quito publicó su estudio “Por Zamora al Marañón”

El 9 de Enero de 1911 se doctoró en la junta universitaria de Loja en Jurisprudencia. El 8 de Marzo siguiente obtiene la matricula de abogado en la Corte Superior de Justicia de Loja y fue designado Secretario – Relator de ese tribunal. Era un gran lector que acostumbraba “examinar la realidad nacional con espíritu investigativo, buscando las causas del fracaso de la revolución liberal en la falla de la estructura socioeconómica, inspirándose   en un gran amor a la Patria, amor de historiadores”. Ese año publicó en el semanario político lojano “El Voto Popular” la biografía de Manuel Carrión y Pinzano, fue electo Diputado por Loja, concurrió al Congreso y formó parte del bloque gobiernista. Eran los tiempos del general Leonidas Plaza Gutiérrez.

En 1913 fue designado profesor de castellano del Instituto Mejía, radicó en Quito y editó su primer trabajo “El Ecuador y el Canal de Panamá” en 39 págs. ingresó a la Sociedad Jurídico Literaria y comenzó a escribir para los periódicos del país bajo el seudónimo de “Plácido Ximénez”. Sus colaboraciones aparecían en “El Oriente” y “El Municipio Lojano” de Loja, “El Fénix” de Riobamba, “El Telégrafo”, “El Guante”, “El Nacional” y “Diario Ilustrado” de Guayaquil y “El Comercio”, “La Prensa”, “La Nación” y “El Día” de Quito. Entonces presentó su memorandum al Presidente Leonidas Plaza planteando la realización de los estudios para llevar a cabo el ferrocarril transamazónico que uniría el Pacífico y el Atlántico a través de las provincias de Loja y El Oro, el oriente ecuatoriano y la amazonía brasilera, pero no logró despertar otro interés que el puramente científico y se adujo entonces y se repitió después, que siendo buena la idea, era impracticable en la realidad por falta de disponibilidades económicas. Aún hoy, en pleno siglo XXI, se piensa así.

El 13 de Diciembre de 1913 fue designado Gobernador de Loja y “regresó a la tierra natal con las gallardías de una juventud inteligente y fervorosa. Se hallaba en el filo de sus treinta años y era dueño de todas las curiosidades, de todas las iniciativas”. Enseguida se puso manos a las obras y comenzó por habilitar la casa del Gobierno, reparó el Cuartel de Policía, adecuó el local del protectorado de Señoritas. En 1915 contrató la construcción de un edificio para el nuevo Hospital, ayudó a la contratación para la provisión de agua potable de la ciudad de Loja con los Ingenieros Enrique de Witt y Norton Pratt, adelantó el camino a la Costa, puso especial atención en mantener caminos y puentes y tampoco descuidó las labores del espíritu pues “en su casa, que era en las tardes el remanso espiritual de la ciudad, reunía a los universitarios para hablar de literatura y dar conferencias que no eran otra cosa que anticipos de lecturas y para recitar versos. I así nació Vida Nueva, aquel periódico de literatura y arte”.

En 1915 publicó “Formulario para la formación de sumarios en materia criminal” en 23 págs. y “Reglamento interno de la Policía de Loja” en 8 págs. En 1916 “Memoria del Hospital de Loja, con el plano, fachada, estatutos y reglamentos de esa casa asistencial” en 69 págs. e “Informe y Renuncia” en 26 págs. cesando en sus funciones el 31 de Agosto, al finalizar el segundo período presidencial del general Leonidas Plaza, volviendo a radicar en la capital.

En 1917 ocupó la posecretaría de la Cámara de Diputados. El 18 fue nuevamente electo diputado por Loja y discutió largamente sobre la veracidad de la Historia del Reino de Quito del jesuita Juan de Velasco, cuya obra había sido impugnada por Jacinto Jijón y Caamaño. Allí le tocó defender los mitos y leyendas como fuentes de la prehistoria y mantuvo la tesis de la existencia de un reino o confederación de pueblos cuya capital fue Quito, así como el origen de la cultura incásica en Sumpa (actual península de Santa Elena) según versión del cronista jesuita de finales del siglo XVI Anello de Oliva. Para Jaramillo, asumir la existencia de un reino de Quito, resultaba fundamental en la construcción de la identidad del ser ecuatoriano. Esta discusión histórica mantuvo al país en vilo por varios años. De un lado se posicionaron Jacinto Jijón y Caamaño, Homero Viteri Lafronte, Carlos Manuel Larrea en un principio, Luís Felipe Borja Pérez hijo, del otro Pío Jaramillo Alvarado, Celiano Monge Navarrete, el jesuita José María Legouir Raud, el dean Juan Félix Proaño, el lingüista chileno Santa Cruz y la Sociedad de Estudios Históricos Americanos vió escindidos a sus miembros.

Al concluir las sesiones del Congreso pasó a ocupar una de las fiscalías y en el Jurado reunido el 6 de Marzo de 1919, dentro del proceso penal seguido en Quito contra autores, cómplices y encubridores del asesinato de Alfaro y sus tenientes, acusó públicamente al gabinete del presidente encargado Carlos Freire Zaldumbide y en especial a sus Ministros de Gobierno y de Guerra y Marina y a varias personas del bajo pueblo quiteño sin revisar las actuaciones del elemento militar tanto o más culpable que el civil y como el juicio era de carácter político nunca se llegó a pronunciar sentencia y el crímen quedó en la impunidad; sin embargo, su Alegato, escrito con pasión y en hermosísimo estilo periodístico, ha pasado a la historia ecuatoriana como un modelo de lo que debe ser un ensayo histórico – político.

En 1920 fue designado Director General del Oriente y exploró las amplias regiones ubicadas entre los ríos Napo y Pastaza, recogiendo dichas experiencias administrativas en una erudita obra que tituló “Ferrocarriles al Oriente”, editada ese año en 178 págs.

En 1922 publicó en la revista de la Sociedad Jurídico – Literaria de Quito un ensayo crítico sobre la “Literatura Lojana” en 26 págs. y se trenzó en acaloradas discusiones con el Dr. Luis Felipe Borja hijo y con Italo Paviolo, representantes de la Sociedad de Agricultores del Ecuador, cuando propugnó la formación de un partido Social Agrario para realizar cambios fundamentales en la economía agrícola del país.

En Diciembre de ese año dió a la luz “El Indio Ecuatoriano” con el subtítulo de: Contribución al estudio de la sociología indoamericana, que dedicó a la juventud liberal de América en 227 págs. obra que ha sido calificada como una brillantísima defensa de los derechos conculcados a la raza, al proletariado y a los campesinos, es decir, a los estamentos más débiles de la economía del país. Alegato escrupulosamente escrito que no ha tenido reprise y que impactó en el criterio de la juventud, convirtiendo a su autor en el portavoz de quienes llevaron la causa del indio ecuatoriano ante los tribunales de la nación. Allí escribió lo siguiente: “Con la fe del sembrador, sigo echando al voleo la simiente, en los surcos del pensamiento nacional, pues sé que ésta germina y florece”.

La publicación de tan importantísimo trabajo coincidió con el centenario de nuestra independencia y con el auge del movimiento arielista latinoamericano surgido años atrás en el Uruguay con el escritor José Enrique Rodó y marcó en el Ecuador el principio de la llamada corriente o escuela indigenista, que tanto ha gravitado en la cultura y el arte ecuatorianos, así como en la idiosincrasia de los políticos.

La primera edición de “El Indio Ecuatoriano” contenía solamente un ensayo largo sobre el indio, pero en las ediciones sucesivas fue incorporando otros ensayos como “El agro, cuestiones previas”, “Realidades del agro”, “Organización del trabajo indígena” y “Acotaciones finales” y ha conocido hasta la presente siete ediciones más en 1925, 36, 54, 79,

83, 97 y 2012. Por esta obra Jaramillo figura entre los fundadores de la Sociología Ecuatoriana con Alfredo Espinosa Tamayo, Belisario Quevedo y Agustín Cueva.

La segunda edición de 1925 incluyó un examen preliminar del distinguido escritor Orestes Ferrara, la tercera del 36 agregó 3 págs. sobre el Agro costeño, tomado de un artículo suyo aparecido en la Revista de la Asociación Escuela de Derecho de la Universidad de Guayaquil (1)

Angel Felicísimo Rojas ha escrito que “El Indio Ecuatoriano” es un libro erudito que agota la materia y señala la solución pues plantea el problema indígena en su verdadero terreno, el de una modificación sustancial que tenga base económica y que liquide al feudalismo. Antes de Pío Jaramillo Alvarado se habían propuesto solamente vagas disertaciones más bien sentimentales. Juan Montalvo se quejó aunque no daba ninguna solución. Abelardo Moncayo en su largo alegato “El Concertaje de Indios” denunciaba patéticamente el horror de la explotación que tenía ese nombre y alentaba las esperanzas de que esa monstruosidad terminara.

A Jaramillo corresponde la gloria del precursor pues estudió al indio como sujeto histórico, expuso la necesidad de cambios en la legislación como la eliminación del concertaje para lograr su incorporación a la vida nacional y la necesidad de realizar una reforma agraria. Su fórmula económica basada en el mensaje de pan, trabajo y libertad continúa vigente aunque lamentablemente su obra de conciencia y denuncia crea una visión sentimental sobre la triste situación del indio de las comunidades de la sierra, olvidando al del litoral (el cholo que habita en la costa marítima, el montubio de la cuenca fluvial del Guayas, y las comunidades Cayapas y Colorados en el norte) así como el indio de la amazonía.

Ese año 22 también fue importante en la historia del Ecuador porque marcó el inicio de la lucha de obreros y artesanos por la reivindicación de sus derechos tras la masacre ocurrida el 15 de Noviembre en Guayaquil

En 1923 dió a la luz su ensayo “Don Abelardo Moncayo y su época” en 80 págs. como estudio introductorio al libro “Añoranzas”, que contiene varios ensayos críticos de don Abelardo. Jaramillo atacó    al     liberalismo ya sin ideales y hasta puramente mercantilista de su tiempo y lo comparó con el heróico y desprendido de los años gloriosos de la revolución y de Moncayo, cuando a fines del siglo XIX pugnaba por cambiar las caducas estructuras coloniales del país.

Por esos días Luis Napoleón Dillon dictó una conferencia sobre el liberalismo en el teatro Sucre y denunció la equivocada política nacional del presidente José Luís Tamayo, cuyo gabinete estaba infiltrado de elementos reaccionarios ultramontanos y conservadores. El discurso ocasionó tal impacto político que obligó a reunirse a la Junta Liberal de Pichincha y desde el mes de Abril los diarios “El Día” de Quito y “El Universo” de Guayaquil abrieron rudas campañas para reafirmar las conquistas y los principios doctrinarios liberales radicales en el Ecuador.

Entonces Jaramillo comenzó   en “El Día”, dentro de una elegancia expositiva que hizo de él uno de los más grandes periodistas de nuestra historia, su columna “Aspectos Políticos”, que pronto fue buscada y leída con fruición y su seudónimo “Petronio” se hizo famoso. “Una recopilación de dichos artículos salió a la luz bajo el título de “La Doctrina Liberal. Hombres e ideas en el Ecuador”.

El 9 de Septiembre se reunió la Asamblea Liberal en Quito y sus miembros le encargaron la redacción del Programa y los Estatutos, remozándolos de conformidad con los nuevos tiempos que vivía el país después de la masacre del pueblo y de obreros el 15 de Noviembre anterior en Guayaquil, cometido que cumplió rápido y bien, recibiendo un Voto de Aplauso del directorio liberal. Demás está indicar que dicha Asamblea gozó de una “justa celebridad por su avanzado programa y las resoluciones que adoptó contra los Estancos y los Monopolios” que acogotaban al sector mayoritario y más pobre de la República.

Parte de la producción periodística de esa agitada época fue recogida en “La Asamblea Liberal y sus aspectos políticos” en 369 págs que dedicó al Dr. Julio E. Moreno, libro que está considerado importantísimo   para el conocimiento de la situación política del momento. Ataque rudo al nacionalismo como se había dado en llamar a la política del presidente Tamayo, que no pasaba de ser más que un intento de fusión de los partidos (liberal y conservador) por juzgarlo un retroceso ideológico, simple maniobra para fortalecer a un régimen y a un sistema de gobierno declinantes, con la colaboración de elementos conservadores.

Cuando en Agosto del 24 ascendió al poder el Presidente Gonzalo S. Córdova, le fue propuesto el Ministerio de Gobierno, que aceptó con la esperanza de lograr algunos cambios positivos para el país y aunque se desempeñó durante varios meses, finalmente tuvo que renunciar cuando el presidente no dió importancia a sus reiteradas denuncias sobre una conspiración en marcha que estalló en Guayaquil y en Quito el 9 de Julio siguiente y dió al traste con el régimen. Entonces combatió por la prensa a la revolución Juliana con la pasión que sabía poner en todos sus actos y a finales del 25 polemizó con el Dr. José Ramón Boloña, Miembro de la Junta de Gobierno, encargado de la cartera de Agricultura, quien había propuesto la concesión de créditos al elemento rural para obtener un aumento de la producción. Jaramillo le contestó que si bien era importante el crédito, éste no solucionará el problema de la producción, a menos que se enfrente el tema de la propiedad agrícola que debería repartirse equitativamente entre los propietarios y sus trabajadores, pero ello debe ser complementado con mejora de los salarios y una masiva campaña educacional que libere al agricultor del analfabetismo y la ignorancia. Frases que por justas no obtuvieron respuesta, pero que aún con el paso de los años resultan de difícil aplicación.

Por entonces un artículo suyo titulado “Política de tierra calienta” suscitó escozor en Guayaquil. Los periodistas de “El Guante” sacaron su fotografía en primera página endilgándole subidos adjetivos, pero la publicación tuvo un efecto contrario y Jaramillo resultó “víctima de la incomprensión y del rencor salvaje de unos pocos plebeyos.”

En 1926 el nuevo dictador Isidro Ayora lo desterró a Panamá, donde residió varios meses. A su regreso volvió a escribir en “El Día” manifestando que “el conservadorismo y el liberalismo ya nada tenían que ofrecer a la nación sino su pasado ya extinguido” y siguió obstinadamente argumentando en favor de una acción radical, socialista y nacional desde su sitial de intelectual doctrinario y hasta formó parte de la Liga Antiimperialista que se fundó en Quito para combatir al fascismo que ya comenzaba a irrumpir en América.

Los escritos de “Petronio” deben ser dados nuevamente a la publicidad pues bien se lo merecen porque solo se han reunido unos pocos en “La Crisis del Liberalismo. Aspectos Políticos” y en otras dos obras más, pero la mayoría están olvidados. “Todos son vivos testimonios de contenido histórico contemporáneo contra el caudillaje y las dictaduras, singularmente la de la época Juliana, y de defensa indeclinable de la libertad y la democracia, en los momentos culminantes de desorientación política y de anarquía militarista”.

En 1927 con motivo del escándalo internacional suscitado al conocerse el tratado secreto Salomón – Lozano por el que Colombia cedía al Perú nuestros territorios en el sector del río Putumayo, editó “Los Tratados con Colombia” en 12 págs y luego salieron otros ensayos: “Blasones de Loja”, “En Defensa de Rocafuerte” en 23 págs, donde estudió las consecuencias de la quiebra de la Casa bancaria Goldmit” de Londres, “Política Tropical” con un estudio preliminar de la dictadura del Libertador Bolívar en 1826 en 66 págs. y “Don Antonio Borrero” que apareció como artículo en la revista de la Jurídico – Literaria.

En 1928 le correspondió el honor de inaugurar la estatua de Alfaro en Quito y con tal motivo publicó su Acusación Fiscal “La Victimación del General Eloy Alfaro y sus tenientes” en 33 págs.

En 1929 fue designado Profesor de Derecho Político y Administrativo de la Universidad Central y el gobierno de Ayora lo envió de Ministro Consejero al Perú en desagravio a pasadas injurias. Allí permaneció hasta 1930.

El 31 ascendió al decanato de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Central y el Grupo América de Quito lo eligió socio activo en momentos en que esta agrupación reunía a lo más selecto de la intelectualidad capitalina.

A mediados de septiembre la Asamblea Liberal “hizo una invitación especial a los socialistas, porque se conceptuaba que dentro de la ideología liberal ellos tenían aceptación”, a fin de tratar sobre la formación del partido Radical – Socialista o Partido Agrario Ecuatoriano. Jaramillo estuvo entre los redactores de los estatutos del nuevo partido, pero esa posición no prosperó y en una siguiente sesión se declaró que los estatutos vigentes eran los del Partido Liberal. De todas maneras a principios de 1932 se unificaron las fuerzas aunque únicamente con fines electorales y marcharon unidos en apoyo a la candidatura de Modesto Larrea Jijón, que perdió frente al conservador Neptalí Bonifáz Ascázubi.

Pío Jaramillo luchó siempre por un socialismo autóctono y nacional que fuera radical en sus todos pero no lo logró. En ese aspecto su pensamiento se adelantó a los acontecimientos del convivir nacional.

A mediados del 32 fue electo miembro de la Junta Consultiva del Ministerio de Relaciones Exteriores y pronunció un discurso en el Centenario del nacimiento de Juan Montalvo, publicado como “Montalvo político” en 22 págs.

En 1934 dió a la luz “Estudios Históricos, ensayos sobre la vida interna e internacional de la República” en 585 págs. la segunda edición apareció en 1960 en 449 págs. y contiene los siguientes trabajos: La Revolución del 10 de Agosto de 1809, 2) Las Dictaduras de Bolívar, 3) Caudillos y Dictadores, 4) En defensa de Rocafuerte, 5) Montalvo político, 6) El General Eloy Alfaro, 7) La victimación del General Alfaro y sus tenientes, 8) Don Abelardo Moncayo y su época, 9) Resumen histórico del régimen constitucional ecuatoriano, 10) Ubicación histórica del Marañón, 11) Los Tratados con Colombia, y 12) Síntesis de la nacionalidad ecuatoriana y defensa de su territorio.

En 1936 ocupó por segunda vez el decanato de Jurisprudencia y editó “Tierras de Oriente” en 519 págs. “Del Agro ecuatoriano” en 348 págs. ensayos que le muestran patriota y estilista y los folletos “Atahualpa creador de la nacionalidad ecuatoriana” en 70 págs. y “El nuevo Tahuantinsuyo” en 5 págs.

Ya era padre natural de una niña y como solterón gustaba de los escarceos y aventuras románticas que compartía con un grupo de comprovincianos entre los que se encontraban Juventino Arias y Pablo Palacio, con quienes solía intercambiar amigas. El 37 contrajo lúes por causa de una bailarina pelirroja venida de la Argentina que actuó una corta temporada en la capital. Quien le descubrió la enfermedad fue el laboratorista Dr. Luís A. León Vinueza, le recetaron inyecciones de Salvarsan y por prescripción médica viajó a la costa-

El Salvarsan (salvar la sangre) o experimento 606 era un medicamento en extremo tóxico porque las inyecciones se preparaban en Alemania a base de una solución de sales arsenicales, cuyos residuos eran eliminados de la sangre a través del sudor y la orina, que son mayores en los climas cálidos, de manera que los enfermos en la sierra viajaban a curarse en la costa hasta que – meses más tarde – terminado el tratamiento, volvían a sus hogares. El Dr. José Payese y Gault fue su introductor en el Ecuador en 1912, aplicando las inyecciones en su consultorio de Guayaquil a los llamados caballeros cruzados, pues que el avance de la dolencia se marcaba en los exámenes de sangre por cruces, una era para los contagiados recientes, dos para los medios, tres para los avanzados y cuatro significaba que la cantidad de lúes por centímetro cuadrado era incontable.

Instalado en Guayaquil el mismo año 37, al siguiente fue designado profesor de Derecho Territorial en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Guayaquil, alquiló un departamento cercano, en el primer piso de un edificio de madera en la esquina de las calles Sucre y Chile, donde solía recibir por las tardes y con las chazas totalmente abiertas a sus numerosos alumnos, sentado en una gran hamaca, abanicandose y con la camisa abierta por el calor. Así conversaba largo, de todos los temas culturales y patrióticos posibles y hasta gustaba aconsejar. Ya estaba curado.

Ese año 38 editó “La entrevista de Guayaquil y su secreto”, con la que inició una serie sobre dicho controversial tema. Igualmente pronunció una conferencia en la U. sobre “El Nuevo Concepto del Estado” que publicó en 44 págs. y dió a la luz su obra magna, suma de sus conocimientos y utilísima pues siempre tuvo el sentido de la oportunidad: “La Presidencia de Quito. Alegato histórico jurídico sobre nuestra nacionalidad” en dos tomos de 508 y 546 págs. trabajo escrito años atrás y que fuera presentado en Washington con motivo de las discusiones limítrofes que se llevaban a cabo bajo el nombre de Fórmula Mixta.

Jaramillo fundamentó su argumentación en “las raíces más antiguas del país, que prueban la alta cuna de la estirpe ecuatoriana”. La obra ha sido considerada un monumento a la sabiduría y al patriotismo, porque analiza nuestra historia territorial y nuestros derechos.

En 1939 editó “Síntesis Histórica – Jurídica de la nacionalidad ecuatoriana y de su defensa territorial” en 60 págs.

El 40 presidió la delegación ecuatoriana que asistió al Congreso indigenista reunido en Pascuaro, México, y publicó “El régimen totalitario en América, Democracia o Fascismo” en 148 págs. que vió una segunda edición en 1962.

En 1941 salió “Sucre y Lamar en la iniciación de la República” y en “El Telégrafo” escribió una relación cronológica y documentada de los acontecimientos producidos por la invasión peruana y la tituló “La Guerra de conquista en América”, republicada el 42 por la U. de Guayaquil en 436 págs. y 4 mapas; y en el suplemento de la revista del Vicente Rocafuerte salió “Ecuador es nación amazónica” en 23 págs. denunciando minuciosamente “las maniobras peruanas para penetrar, agredir y apoderarse del territorio ecuatoriano, dá a conocer la penetración hitlerista en el Perú y el Ecuador y analiza la conducta falaz contra el Ecuador y demás acciones hispanoamericanas del fementido panamericanismo. Libro fundamental para el pueblo ecuatoriano, calificando al Protocolo de Río de Janeiro que se acababa de suscribir como instrumento írrito y nulo, producto de una política imperialista que dividía a nuestros pueblos y los golpeaba por separado. Trae documentos para avivar la conciencia nacional y establecer que el Ecuador es país amazónico y que las aguas de ese anchuroso río – mar son continentales. Obra escrita para la defensa de la soberanía nacional y de la integridad territorial”.

Por esas patrióticas iniciativas el “Instituto Ecuatoriano de Estudios Amazónicos” lo premió designándole Miembro de Número y en 1942 el “Centro de Investigaciones Históricas de Guayaquil” lo recibió en su seno. Era, lo que se dice, un escritor que combatía las injusticias vinieren de donde vinieren.

En 1943, dejó su cátedra universitaria de Guayaquil y regresó a Quito totalmente curado tras cinco años y medio de estadía en la costa. El 44 dió a la luz “Personalidad histórica de Atahualpa”. El 45 “La Nueva Grancolombia” en 15 págs. El 46 fue designado Vicepresidente del directorio de la matriz de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, donde laboró incansablemente al lado de Benjamín Carrión para que esta nueva institución alcance una gloriosa edad de oro y se convierta en la rectora del pensamiento y la cultura nacional. También editó “La Universidad norteamericana en función de la cultura democrática” en 31 págs. con notas e impresiones al vuelo de un viaje realizado a ese país como invitado especial del Departamento de Estado. I en México presentó un informe sobre la “Situación del indigenismo en el continente” en 4 págs.

En 1947 publicó “La Cultura Indígena Quiteña” en 11 págs. “La Nación quiteña, perfil biográfico de una cultura” en 197 págs. cuya segunda edición apareció en 1958 y que se complementó con sus Estudios Históricos de 1934, de suerte que pueden ser considerados como dos volúmenes de una sola obra. También insistió en el tema de la entrevista de Guayaquil con “Nueva crítica histórica sobre la entrevista de Guayaquil”, fue electo Senador por Napo – Pastaza y obtuvo la aprobación del proyecto de creación de la Provincia de Zamora- Chinchipe.

En 1948 fue delegado del Ecuador a la IX Conferencia Interamericana celebrada en Bogotá, le eligieron presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y al finalizar sus labores presentó una Memoria en 128 págs.

En 1950 entró en polémicas con la secretaria de la Embajada de Panamá que había atribuido al hermano Hernando de la Cruz los cuadros de los profetas que están en la iglesia de la Compañía. Sus dos artículos refutando tal aserto y comprobando que dichos cuadras habían sido por Nicolás Mavier de Goribar en base a unos brabados europeos tomandos de la Biblia Sacra de Nicolas de Pezzana editada en 1710 en Veneia, salieron en “El Comercio” de Quito y fueron impresos en un volumen de 99 págs. y numerosas láminas bajo el título de “Examen crítico sobre los Profetas de Gorívar”. También editó “El Gran Mariscal José de Lamar, su posición histórica” en 93 págs.

En 1952 fue electo Presidente de la IV Conferencia Latinoamericana de Organizaciones no gubernamentales celebrada   en   Quito   y   publicó “El Secreto de Guayaquil en la entrevista de Bolívar y San Martín” en 113 págs. ensayo que resumió sus trabajos anteriores sobre dicho tema, completados a la luz de nuevos documentos.

En 1953 salió “Derecho Público Interno,” texto   sobre   el   Estado y su significación” en 580 págs. demostrando una vez más que era el primer ensayista del país y que podía opinar con ciencia y a cabalidad sobre los temas mas discímiles,

En 1955 fundó y fue primer presidente del Instituto Indigenista del Ecuador y editó “Historia de Loja y su Provincia” en 445 págs. con un hermosísimo prólogo de Benjamín Carrión, libro que ha visto tres ediciones. Esta fue su última publicación importante, tenía setenta y un años de edad.

Ese año fue designado “Doctor en Ecuatorianidades” por el Consejo Provincial de Loja, título que le había concedido en feliz y acertada inspiración el ilustre escritor José de la Cuadra en la década de los años 30.

En 1956 editó “La realidad indígena de América” en 10 págs. “Ubicación Histórica del descubrimiento y conquista del Marañón y Amazonas” en 18 págs. y “Resumen histórico del Derecho Constitucional Ecuatoriano” en 77 págs.

En 1957 recibió una Medalla de Oro del Congreso de Sociología reunido en Cuenca. El 59 fue electo Miembro de la Academia de Derecho Internacional y como separata publicó “La Revolución del 10 de Agosto de 1809” con apuntamientos para su estudio en

36 págs. En 1960 le propusieron el rectorado de la Universidad de Loja pero no aceptó.

En 1964 dió a la luz “Las Provincias Orientales del Ecuador” y recibió el homenaje nacional que le organizó el Grupo América de Quito por cumplir ochenta años de edad.

El gobierno nacional le confirió tardíamente la Orden Nacional al Mérito y entonces se dijo que “el buen viejo era el campeón de los Derechos del hombre común entre los hombres y de la Soberanía del Ecuador entre las naciones. Ninguno más digno de ocupar la presidencia de la República que él”.

A la caída de la dictadura de la Junta Militar de Gobierno en 1966 el Partido Liberal le otorgó la Medalla de la Lealtad Doctrinaria por su permanente defensa del ideal liberal y por su inquebrantable fe en el triunfo de la democracia ecuatoriana, surgida al rescoldo de las conquistas alcanzadas a través de la gloriosa revolución del 5 de Junio de 1895.

Vivía en una casita propia, modesta, limpia y llena de libros, a la que invariablemente concurrían sus alumnos y amigos, a quienes atendía y aconsejaba con cariño y sencillez. Los domingos se hacia preparar platos lojanos – especialmente los famosos tamales – por una cocinera que le acompañaba muchos años y que saboreaba con algunos paisanos en jolgorios casi familiares y de sano esparcimiento. Entonces, sintiéndose viejo, decidió regresar a su Loja natal, a vivir otra vez entre los suyos y a meditar en los altos e indeclinables destinos del país.

Retirado en 1967 a su finca de “El Prado”, disfrutando del acogedor clima y del verdor del paisaje del valle del Malacatos, a mediados del 68 fue súbitamente aquejado de una hipertrofia prostática que dado el atraso de la medicina de esos tiempos revestía de alguna gravedad pues no podía orinar y un fin de semana fue conducido a una de las clínicas particulares que por entonces funcionaban en Loja, donde por ausencia de los médicos un simple interno le atendió de urgencia y como no poseía mayor experiencia le perforó la vejiga al colocarle una anticuada sonda de caucho rígido. Esta nueva calamidad hizo que empeorara su estado general. El 24 de Julio requirió de tratamiento quirúrgico en la clínica San Agustín pero su corazón no resistió y dejó de latir en la mesa de operaciones.

Tenía ochenta y dos años de edad. Dejó un hijo no reconocido, así como una hija reconocida y varios nietos en ella. Esta última había nacido de una hermosa campesina macareña vendedora de comida en el mercado de San Sebastián, que luego contrajo matrimonio con un militar de notoria actuación en la dictadura del General Enríquez Gallo el 37 – 38. También quedaron varias obras inéditas entre las que conozco “Reflexiones sobre el problema limítrofe” y “Documentos relativos a la historia de Loja”. Su Biblioteca y Archivo fueron vendidos a la U. de Loja y por testamento legó su casa donde nació para que allí se instale un colegio de niñas con el nombre de su progenitora.

Bajo de estatura, rostro blanco, rollizo, de pelo negro y después blanco plateado, ojos vivaces, azules y pequeños, voz apagada pero armoniosa, talento polifacético y genial. En su trato fue siempre tranquilo, cordial, sencillo, bondadoso y paternal, docto sin afectación, profundo y llano al mismo tiempo, pues nunca aspiró ni a la lisonja ni al aplauso sino al convencimiento de la verdad de todo acuanto exponía. I con sus amigos y alumnos siempre generoso en sus elogios y en dar ánimo a los principiantes. Defendió a la nación y valientemente combatió con la pluma por sus derechos territoriales. Amó al indio y a las regiones orientales del país, así como a su ciudad y provincia natales. Fue escritor de altas miras, periodista de resonancia nacional, historiador notable y fecundo. Quizo para la Patria mejores días y luchó incansablemente por ellos, por eso se le considera uno de los más importantes ecuatorianos de todos los tiempos aunque como bien lo ha anotado Hernán Rodríguez Castelo, escribía con gran facilidad y notable belleza, pero ni tuvo estilo literario ni luchó por tenerlo, pues su misión fue muy distinta en la vida. No escribía para recrear sino para denunciar y exponer los más densos problemas de la nacionalidad ecuatoriana, que ayudó tan intensamente a formar.

Como novelista se le conoce solamente un texto breve con trasfondo histórico sobre los indios jívaros del oriente ecuatoriano, escrito en su primeros años y titulado “El último de los Yaguarzongos”. La política y la polémica mataron al novelista según parece. Se puede afirmar que es el fundador de los estudios rurales en el Ecuador. Su método se fundamentaba en un trabajo académico y un esfuerzo permanente por la defensa de sus tesis y principios a través de las polémicas.

  1. (1) Orestes Ferrara (1876-1972) Escritor y político nacido en Nápoles, Italia, cubano por naturalización. Luchó en la guerra de la independencia de Cuba y llegó a 

Coronel. Entró en política, presidió la Cámara de Representantes, fué Ministro de Estado y Embajador en la Unesco. En 1940 figuró en la Asamblea Nacional Constituyente, como intelectual en su patria adoptiva, cultivó el ensayo, el periodismo, la crítica y la historia. Fue orador notable y autor de numerosas obras tales como “El papa Borgia”, “Maquiavelo”, “Un Pleito sucesorio”, “Cicerón” y “Mirabeau” entre otras muchas más.