Norgreví Matallá Golú
POETA.- Nació en Guayaquil el 19 de Agosto de 1929. Hijo de Paulino Vintimilla Mosquera, agricultor, comerciante y aventurero, natural de Cuenca, y de Marina Jaime Sánchez, oriunda de Balao, Provincia del Guayas. Sus padres se habían conocido en 1923 cuando eran muy jóvenes y cinco años después volvieron a verse y tuvieron relaciones separándose luego.
Recibió los nombres de Luis Olmedo en el bautizo y fue criado por su madre en suma pobreza, en el gran patio de un vetusto covachón ubicado en la calle Villamil, antiguo barrio del Conchero. Ella le enseñó las primeras letras pero no pudo mandarlo a la escuela; sin embargo, le inculcó el amor al estudio y juntos leían obras clásicas como la Iliada, la Odisea, la Eneida y el Quijote. De doce años comenzó a redactar y produjo sus primeros versos, era un niño blanquito, bajito, delgadísimo, introvertido y callado, que sentía la necesidad de decir sus cosas de alguna forma.
En 1943 su madre consiguió trabajo como doméstica de la familia Arzube Payeze, a donde llevó a vivir a su pequeño hijo. Desde entonces mejoraron de situación y dejaron de pasar hambre. La casa era de construcción mixta y estaba situada en Boyacá, en mitad de la cuadra entre P. Ycaza y 9 de Octubre, después fue vendida a Pompilio Ulloa y en los bajos funcionó el vespertino “La Prensa”.
El 44 Jorge Arzube Payeze lo puso de mensajero en la Empresa Eléctrica con cien sucres mensuales pero como era rebelde y molestoso, se mostraba inquieto; su madre, que era maravillosa, consiguió enviarlo en Septiembre al internado del Colegio Técnico de Artes y Oficios Don Bosco, que los Salesianos mantenían en Quito, siendo su tutora Ana Luisa Enríquez de Ponce. Allí tuvo problemas, no le agradó la sastrería sino la mecánica, finalmente salió a Riobamba donde se estaba recuperando su madre de una debilidad pulmonar. Durante su estadía en el Don Bosco realizó pequeños papeles como miembro de un grupo de actores aficionados.
En la capital del Chimborazo habitó con ella en un departamentito en la Colón y Colombia y el Alcalde Gonzalo Dávalos, por influencia de Camilo Ponce Enríquez le empleó de cadenero ayudante de topógrafo.
Meses después, al cambiar la administración municipal se quedó sin empleo y volvió a Quito, leía mucho y desordenadamente, quiso sistematizar sus conocimientos, entró de oyente a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, recibió clases de Humberto Vacas Gómez, José Ignacio LIerena, Alejandro Carrión Aguirre, Edmundo Rivadeneira, etc. y para ayudarse vendía libros. En ese ambiente trabó amistad con varios dirigentes marxistas y casi sin quererlo se vio formando parte de los grupos comunistas de la capital a través de una de las cédulas del barrio de San Marcos.
El 47 consiguió trabajo como copista de demandas en el Juzgado Primero Cantonal por recomendación del Dr. Jorge Mora Reyes. Era activista político, cumplía consignas, pegaba carteles, vendía el semanario “El Pueblo” y por oponerse al gobierno del Dr. Velasco Ibarra cayó varias veces detenido, aunque a las pocas horas lo sacaban sus camaradas.
El 48 viajó a Milagro de cadenero de la Caja de Riego. Allí permaneció algunos meses sin dejar de escribir poesías, que dado su carácter romántico eran mas bien líricas y conservaba en cuadernos.
El 49 fue designado secretario de la mesa electoral de la parroquia Mariscal Sucre por el Teniente Político de ese lugar y como cometieron un fraude los conservadores, decidió salir definitivamente de esa tutela en la que había vivido a pesar de su ideología marxista, viajó a Esmeraldas y trabajó de obrero de la fábrica de galletas de Manuel Vivar, propietario del hotel Tropical.
El 51 fue llamado a Guayaquil por Roberto Baquerizo para que le ayude en labores de comercio, se vinculó con los intelectuales y comenzó a enviar colaboraciones al diario “La Nación”. El crítico Luis Cornejo Gaete las acogió con entusiasmo. Por entonces trabó relaciones puramente sentimentales con la joven Norma Greta Villagómez Luque, a quien conoció cuando ella era Secretaria del Dr. Armando Pareja Coronel en el hospital de LEA donde estaba asilada la madre de Norgreví; de manera que muy románticamente le escribió una carta lírica y varios poemas que firmó bajo el seudónimo anagramático que usa hasta hoy de “Norgreví Matallá Golú” por el nombre de Norma Greta Villagómez Luque.
También frecuentaba el local del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y vivía una sana bohemia literaria en el salón Costa de 9 de Octubre y Boyacá, allí conoció a David Ledesma Vásquez, Carlos Benavides Vega a) Alvaro San Félix, Cristóbal Garcés Larrea y a la mayor parte de los poetas jóvenes del Núcleo del Guayas de la CCE que formaban el llamado Club Siete.
En Septiembre del 52 viajó a Quito de urgencia por la enfermedad de su madre hospitalizada a causa de una pulmonía y pudo arribar justo a tiempo para verla morir. En la capital se empezó a ganar la vida vendiendo libros y revistas (literatura comunista) con José María Roura Dávila. El 53 comenzó nuevamente a asistir como oyente a la Universidad Central y tuvo por compañeros a Blasco Peñaherrera, José Félix Silva, Luís Erazo, Luís Félix López, César Dávila Torres. El 54 volvió a Guayaquil, frecuentó la FEUE y combatió a los universitarios arnistas con gran decisión.
Para la invasión de Guatemala por las fuerzas mercenarias del Coronel Carlos Castillo Armas quien depuso al presidente Jacobo Arbenz, salió en una manifestación de protesta por las calles principales del puerto y al llegar a la plaza de San Francisco fueron atacados por la policía. “Hugo Salazar Tamariz y yo íbamos de abanderados. Hugo llevaba la bandera de Guatemala y yo la de la Universidad de Guayaquil. En eso nos cayeron a culatazos por la espalda. Empecé a sangrar abundantemente y para salvarme se me ocurrió gritarles ¡Soy tuberculoso, Carajo! y comencé a escupirles a la cara. La sorpresa fue grande, los policías se aterraron y se abrieron y pudimos escapar a toda carrera al viejo edificio esquinero donde funcionaba radio El Mundo, donde nos escondió tan bien nuestro amigo Francisco del Castillo, a) Paco del Casty, que por más que nos buscaron los policías no nos pudieron hallar”.
“Esa noche me internaron en el Hospital General pues se temía que tuviera reventado los pulmones y a los dos días fui conducido a LEA porque Edgard Ramírez Estrada diagnosticó que estaba tuberculoso, pero al hacerme los exámenes comprobaron que solo me encontraba débil y el Director Mauro Madero Moreira, que me conocía desde el Núcleo del Guayas por ser también escritor, decidió someterme durante algunas semanas a un tratamiento intensivo para que recupere las fuerzas”.
“Una tarde tuve un fuerte altercado con una enfermera que quiso ponerme en la boca un termómetro inútil porque había perdido el mercurio. El Dr. Madero le creyó más a ella que a mí y me retó amigablemente pero como estaba deprimido intenté suicidarme cortándome las venas de una muñeca dentro del cuarto de baño. Me socorrieron a tiempo pero aún tengo las señas. Al día siguiente me visitó Alfredo Palacios para aconsejarme, pidiéndome que viera de casarme para tener motivos para vivir. Entonces decidí ir a Quito y pasé al Hospital San Juan de Dios, donde reaccioné contra el sistema castrante de los médicos que no respetaban a los pacientes humildes y los trataban mal. Me tomaron por sorpresa y con una inyección fui dormido y trasladado al manicomio, pero al mes pude huir, convencido de que no estaba loco ni cosa por el estilo sino que así era de exaltado mi carácter, enemigo de todo abuso proveniente de autoridad”.
“El 55 pasé hambre pero hice mucha poesía. Prácticamente vivía en la Casa de la Cultura frecuentando artistas e intelectuales, de esa época tengo anécdotas fascinantes “Cierta tarde me llamó Jorge Enrique Adoum para devolver me unos poemas que le había entregado y me pregunto ¿Qué hace Ud. Camarada? ¿A qué se dedica? A nada, le respondí, porque era la verdad. El agregó: Dedíquese a algo útil Ud. No es poeta, haga algo que le proporcione lo suficiente para vivir. César Dávila Andrade, que estaba cerca, le arrebató mis poemas y tras leerlos rápidamente me los devolvió con gesto amable y cariñoso y dijo: No le haga caso a Jorge Enrique, Ud. si es poeta, pero tendrá que pulirse un poco, insista y verá que triunfa. Desde entonces me tomó a cargo y días después, habiendo él cobrado quinientos sucres en la Casa de la Cultura, suma respetable por entonces, pidió al tesorero que se la cambiaran en ayoras y me dijo que le acompañe. Salimos del edificio y fuimos caminando sin apuro, porque el Fakir iba entregando un sucre a cada niño mendigo y pordiosero que encontrábamos al paso, con un gesto de cariño, una caricia, una frase amable, en fin, era todo un festín de generosidad, mejor dicho, de autentica humanidad. Finalmente, muchas cuadras después, solo se quedó con dos sucres y entrando a una panadería compró una palanqueta muy grande y dándomela, quiso que la comiera. Cómetela, porque tú te mueres de hambre. Tuve que comerla toda para darle gusto. Entonces, muy feliz por todo lo hecho, me pidió que lo siguiera al interior de una cantina cercana donde pidió cuatro botellitas de puro marca “El Gallito”, que solo valían dos reales y medio, se tomó lentamente tres y me ofreció la última para que le acompañara. Así era de bueno y generoso, por eso se ha dicho que nunca pedía nada y siempre lo daba todo de sí”.
“El 56 intervine en la campaña política de Camilo Ponce Enríquez como empleado de la casa de Miguel Arzube Payeze, donde él se hospedaba cada vez que visitaba el puerto. En Septiembre pasé a trabajar de Auxiliar del Ministerio de Economía con quinientos cincuenta mensuales de sueldo y poco después contraje matrimonio con María Eugenia Erazo Rodríguez, hemos tenido siete hijos, un hogar estable y feliz”.
“El 57 y a solicitud de mi esposa, rendí los exámenes correspondientes al sexto grado ante un tribunal de la Dirección Provincial de Estudios del Pichincha”.
En 1961 renunció en el Ministerio y pasó a trabajar en Guayaquil con Enrique Guzmán Sánchez, controlando los ingresos de algodón en la fábrica que éste poseía en el carretero a Daule. Durante ese tiempo formó parte del famoso grupo artístico y literario denominado “La Manga”. Acostumbraban reunirse en la Galería “Antares” propiedad de María Elena Rojas, en el “Salón Flamingo” del chagra Ramos o en el amplio departamento de Mercedes Tous Febres Cordero y su esposo Jorge Reyes Nieto, edificio Tous, esquina de Malecón y Juan Montalvo, donde siempre había un gran pedazo de queso gruyere encima de la mesa del comedor que los anfitriones compartían generosa y alegremente. Este grupo se hizo famoso por su mecenazgo artístico y cultural en Guayaquil y por cuanto sus miembros eran muy unidos entre sí pues formaban una hermandad. El nombre les vino por una frase del pintor Edmundo González del Real, que habiendo sido victima de alguna broma pesada les gritó: “Ustedes son una manga de (h. de p.) Manga es vocablo tomado del lunfardo argentino y significa “Grupo”. Finalmente se fueron separando en 1964 y la dispersión final ocurrió cuando Jorge Reyes Nieto abandonó de improviso el país hacia 1968 volviendo a su natal Colombia donde su abuelo paterno había ocupado la presidencia de esa república, pero lo hizo llevandole a su secretaria.
El 61, al producirse la caída del Presidente Velasco Ibarra, se reorganizó la Casa de la Cultura Ecuatoriana e ingresó al Núcleo del Guayas.
El 63 y con motivo de las persecuciones políticas decretadas por la Junta Militar de Gobierno decidió escribir poemas de protesta que aparecerían en 1966 bajo el título de “Caminante del Pan”, trabajo que le tomó varios meses y demoró su edición hasta la caída de la dictadura, pudiendo sacarlo a la luz pública merced a la ayuda que recibió de amigos pintores, entre ellos Oswaldo Viteri, que le obsequiaron varias obras.
Mientras tanto, el mismo 63, a raíz del peligroso incidente internacional de las naves rusas que iban con destino a Cuba y colocó al mundo al borde de una hecatombe atómica, redactó “Hiroshima”que vendría a ser propiamente su primer poemario, puesto que lo compuso con gran rapidez y dio a la publicidad ese mismo año en mimeógrafo, aunque recién pudo editarlo el 67. Hiroshima tuvo una excelente acogida, fue reproducido parcialmente en El Mercurio de Cuenca por Rubén Astudillo y en La Gaceta de Latacunga por Carlos Villacís Endara. Uno de sus cantos dice así: “// Ciudadano que viene a Hiroshima / gran ciudadano / que vienes a la guerra // en esta hora / y por culpa mía / esta tarde ruidosa / tienes cita / perdona te llamé / estaba solo / estaba en el encierro del silencio / triturado de necias rotativas / envuelto de mentiras / y recuerdos.//”
El 64 fue contratado por el INIAP para trabajar en la parroquia Pichilingue con mil ochocientos mensuales. El
66 intervino en la toma de la Casa de la Cultura Ecuatoriana y dio a la luz su poemario “Estancias del lobo” con poesía escrita desde el 64, del que Hernán Rodríguez Castelo dijera: “El de Norgreví es un caso original y en mucho edificante en la lírica ecuatoriana de la generación: un autodidacta, con limitadísima base de educación formal, en permanente e indomable lucha con un idioma cuyas complejidades y sutilezas nunca dominó. Sus libros constituyen arduos empeños de superación y maduración de su lenguaje lírico (al tiempo que iba superando etapas de educación formal hasta la universitaria).
El 66 pasó a trabajar con el Ing. Gustavo Gortaire Iturralde al departamento forestal, en un plan conjunto con la FAO.
El 67 se matriculó en la sección nocturna del Instituto Mejía, empezó a hacer periodismo y desobligado por el giro de los acontecimientos culturales se declaró ex miembro de la Casa de la Cultura públicamente.
El 68, mientras cursaba el segundo año en la nocturna, un grupo de alumnos decidió irse al paro en protesta contra el Rector Rafael Almeida Velasco y como Norgreví los aconsejara a través de un artículo de “El Tiempo”, fue declarado ingrato al alumnado y salió del Mejía. Entonces sus amigos consiguieron una Ley de Gracia del Ministerio de Educación para que pudiera revalidar varios años como así lo hizo.
El 68 cursó el quinto año y escribió y publicó su cuarto poemario titulado “Un Poseso en la noche canta” que fue saludado muy favorablemente. El mismo crítico opinó: “Hay ya estimables grupos estróficos, sin quiebras ni sintácticas ni rítmicas, y con brío en el discurso y la metáfora. Como en toda la producción del autor, con una desbordante presencia del yo, que se confiesa, se historia, cuenta sus cosas y todo lo atrae a sí”.
El 69, estando en el sexto año de bachillerato, Velasco amenazó clausurar el Mejía y en previsión de ello Norgreví pidió su pase al Colegio nocturno García Moreno de la Universidad Católica, donde se graduó de Bachiller finalmente en 1970, a los cuarenta años de edad.
El 69 escribió y publicó su quinto poemario: “Entre el Pudor y la Lujuria” con temas relacionados a la corrupción política. El 70 renunció en el Departamento Forestal, pasó a la Corporación de Estudios y Publicaciones presidida por el Juan Larrea Holguín a vender libros de derecho y se matriculó en la especialización de Literatura y Castellano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central.
A fines del año, a causa de la dictadura de Velasco Ibarra que despidió a numerosos abogados clientes suyos, dejó de cobrar los libros que había entregado y quebró como vendedor.
El 72 publicó su sexto poemario con poesía general de un luchador angustiado bajo el título de “Cuaderno de Barrotes”, El 73 fue llevado por Filoteo Samaniego como fichador de inventarios del recientemente creado Instituto de Patrimonio Cultural con dos mil mensuales y a medio tiempo, y habiéndose fundado el Instituto de Crédito Educativo y Becas IECE, pasó de Jefe de Archivo por recomendación de su amigo el poeta Walter Franco Serrano.
El 74 publicó “Los Quince”, séptimo de sus poemarios, de donde tomamos el siguiente fragmento: “ // Se tranquiliza el mar, / se tranquiliza,
/ se agota la inquietud, / el llanto ha muerto. // Hay soledad en el horno. / silencio entre los niños, / ha envejecido el tiempo / está perdido.
// El ojo en su cristal / es un hallazgo,
/ no hay quien lo mueva / a recobrar la vida. // Extraño todo, / se extenuó el espacio, / y acorde al nixoncidio / los negocios / mueven sus rotativos / riegan “whisky”. // Nadie pregunta / por el Hombre ahora. // Han empezado a mercarse / las gaviotas, / invade el mal olor / viene del Norte. //” El título de este poemario se originó en un incidente ocurrido en la Serena, donde perdieron la vida quince personas, a causa de la represión policial del dictador Augusto Pinochet.
El 75 obtuvo el título de Licenciado en Historia, fue designado profesor auxiliar de Historia del Ecuador y Fuentes Documentales en la Escuela de Historia y Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica.
El 76 viajó a España becado por la OEA a estudiar documentología dos años en los archivos de Indias, Alcalá de Henares, reino de Valencia, Orense y otros más, recibiendo clases teóricas en Madrid. El 77 visitó París y su amigo el Agregado Cultural Juan Cueva Jaramillo, representante del Ecuador ante la UNESCO, le consiguió un curso gratuito de ocho meses de estudios y observaciones en el Archivo de la República, del tiempo napoleónico, con sede en París y en el del Reino de Suecia en Estocolmo.
El 78 volvió al IECE por corto tiempo pues casi enseguida pasó de investigador del Centro de Investigación y Cultura CIC del Banco Central, realizando el fichaje de los beneficiarios de las publicaciones del Banco, luego fue relacionista de la I Semana Cultural en Cuenca y salió por finalización de su contrato.
El 80 entró de Ayudante a la Secretaría General del mismo Banco Central, a rescatar el archivo que se estaba destruyendo. El 87 fue cambiado a la Dirección Cultural, el 88 le ascendieron a Jefe del Banco de Datos.
Ese año entregó para su publicación una colección de poemas ya editadas con anterioridad que apareció bajo el título general de “Un poseso en la noche canta” con “notas dominantes de su expresión lírica, con cierta espontaneidad y calor, casi primitivos, y una alta pasión por las causas del hombre que, con verso nervioso, a veces directo y hasta tosco, exalta o denuncia”. Si bien es cierto que la edición fue de lujo, en cambio contiene ochenta y tres errores tipográficos que desmerecen el esfuerzo desplegado por su autor.
Idealista, poeta y tímido, está tomando serenidad en la vida luego de una atormentada y casi novelesca existencia, llena de violencias por las causas del hombre universal. “Su figura recuerda a la de un espiritualista del Oriente antiguo, sacrificado ante todo, indetenible caminante, con su verso en la diestra y una indomable rebeldía que en ocasiones se vuelve tremenda imprecación contra lo estatuido, va marchando con el canto a flor de labios, doliéndose de sí y de todos“. “Rebelde, izquierdista que luchaba para sobrevivir con los suyos, sincero y limpio. Poeta extraño, hombre libre, generoso y bueno que ha firmado todo lo suyo bajo pseudónimo, al punto que pareciera que hasta ha olvidado su propio nombre, pues más personas le conocen por Norgreví Matallá Golú que por Luis Olmedo Jaime.
Su estatura menos que mediana, rostro canela por el sol, pelo negro y escaso, contextura delgada, barba canosa, manos finas y blanquísimas Habla con propiedad, sin temor ni dolor, está componiendo otros libros.
Jubilado del Banco Central y viviendo cerca de Conocoto, en 1999 publicó un pequeño poemario en 57 págs., titulado “Ortodoxia” con diez tintas de su amigo Gonzalo Mendoza.
Falleció en Quito.