ESCRITOR.- Nació en Guatemala el 7 de Febrero de 1786. Hijo legítimo de Juan Bautista de Irisarri y Larraín, natural de Santiago de Chile, noble y acaudalado propietario de una empresa naviera que le proporcionó una esmerada educación haciendo que aprenda lenguas vivas, latín y griego. Fue su madre Maria de la Paz Alonso y Barragán natural de Guatemala.
Desde niño viajó en los barcos de su padre por varios países entre los puertos de Acapulco y el Callao y en esas largas travesías aprendió los usos y costumbres de los pueblos, fue apresado por piratas pero pudo escapar después de correr varias aventuras.
En 1805 visitó por primera ocasión Guayaquil y fue comisionado por el Cabildo para apresar al bergantín contrabandista “La Flecha”. El 6 visitó Santiago de Chile y se hospedó en la residencia de su primo el Marqués de Casa Larraín donde conoció a su prima Mercedes Trucios y Larraín y contrajo matrimonio casi enseguida.
En 1812 fue electo Regidor del Cabildo y promovió la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País. Durante la emancipación chilena tomó parte activa en la redacción del Reglamento Constitucional. El 13 editó el periódico “El Comercio Republicano” que difundió ideas liberales. Muchos de sus artículos salieron bajo el seudónimo de Dionisio Terrasa y Torrejón. En Marzo de l814 desempeñó la Dirección Suprema interina del estado patriota mientras hacía su arribo el titular Francisco de la Lastra. Después pasó a ocupar la Gobernación e Intendencia de la provincia de Santiago y participó en las negociaciones que condujeron a la suscripción del tratado de Lircay entre realistas y patriotas de la llamada Patria Vieja, que reconocía la soberanía de Fernando VII, la mantención de las autoridades criollas y el retiro del bando realista. Por
esta causa, tras el tercer golpe de estado de José Miguel Carrera, salió deportado al Cuyo en la provincia argentina de Mendoza y de allí siguió a Europa donde vivió hasta 1817 en estudios y fiestas.
En 1818 O´Higgins le nombró Ministro del Interior y de Relaciones Exteriores aunque pronto le fue confiada una delicada misión diplomática ante Francia e Inglaterra pues debía lograr que ambas naciones reconocieran la independencia chilena y al mismo tiempo lograr un préstamo internacional para mantener los gastos de la guerra que aún se mantenía. En lo primero fracasó pero consiguió un empréstito en Londres de cinco millones de libras esterlinas. En dicha capital conoció y trató a Andrés Bello López a quien designó Secretario de la Legación y hasta recomendó su nombre para una ocupación en Santiago.
A la caída de O´ Higgins su situación se volvió difícil debido a lo cual se dirigió a Guatemala donde tuvo varias actuaciones. En 1824 volvió a Chile y trató de establecer numerosas industrias pero fracasó. El 26 viajó nuevamente a Guatemala y dos años más tarde intervino en la guerra contra El Salvador con el grado de Coronel de Ejército y Comandante General del Estado, pero cayó prisionero de las tropas invasoras que lideraba el General Morazán, quien lo condenó a muerte, castigo que sin embargo no llegó a ejecutarse. En prisión escribió “Las Betlemíticas”, serie de artículos burlescos contra los periodistas salvadoreños y en Enero del 30 logró escapar.
En el puerto de Acajutla embarcó hacia el sur y luego de una navegación no exenta de peripecias recaló en Chile y llegó finalmente a Santiago, donde no estuvo mucho tiempo pues siguió para Bolivia a fin de reclamar la restitución de los bienes del Mayorazgo de Trucios, a favor de su mujer y de su hijo Hermógenes Irisarri, lo cual le tomó tres años.
Entre el 33 y el 35 trabajó su propiedad agrícola de Comalle. El 35 fue Gobernador de Curicó, el 36 Intendente de Colchagua, aplastando una conspiración en su contra y tras un juicio sumarísimo aplicó la pena de muerte a los implicados.
El 37 representó a Chile como Ministro Plenipotenciario en el Perú y acompañó al Almirante Manuel Blanco Encalada en la suscripción del Tratado de Paucarpata con el gobierno de Confederación Peruano – Boliviana, en una etapa primera de la guerra entre esas naciones. El Tratado provocó reacciones contrarias, que rechazó su gobierno y por eso fue llamado a presentarse para explicar su conducta. Irisarri se negó a regresar a Santiago y desde la clandestinidad escribió varios panfletos injuriosos, principalmente contra Mariano Egaña. Procesado en ausencia, acusado de traición y condenado a muerte. Nunca más volvió a la Patria de su padre.
En 1838 se estableció en Guayaquil y pasó a trabajar en el periodismo. Pronto adquirió justa fama pues aparte de su hermoso estilo, poseía inteligencia abstracta y sabía burlarse de sus opositores. Desde siempre estuvo al servicio del presidente Juan José Flores. En Irisarri todo era elegancia y sobriedad, nunca se rebajó al insulto, la grosería o la bajeza, por eso fue respetado por todos, incluso por sus opositores. Con fray Vicente Solano sostuvo una larga polémica. En 1842 apareció en Lima sus “Apuntamientos para la historia” pero después del Congreso de 1843 que reeligió a Flores por un período de seis años, en todo contrario al convivir democrático de la República, Irisarri se convirtió en el más firme sostenedor del gobierno, ganando la odiosidad y animadversión del elemento pensante del país.
Por eso, cuando el día 6 de Marzo de 1845 Guayaquil proclamó la revolución civilista contra el afrentoso gobierno de Flores, el presidente del triunvirato revolucionario José Joaquín de Olmedo hizo imprimir un Acta, donde dice en el punto doce: Que la Nación ha sido envilecida y saqueada por esos mismos mandatarios, agentes propios y cómplices del gobierno, llegando a tal extremo la humillación y vilipendio de este pueblo, que han asalariado a un escritor extranjero expelido de todos los puntos de América (por sembrador de discordias entre los ciudadanos, turbador de la buena amistad y armonía entre los gobiernos) y que solo un Jefe imprevisor, indiferente al bienestar de los pueblos, pudiera abrigar y enriquecer, para que propague máximas subversivas del orden eleccionario y continúe predicando impunemente contra los principios democráticos y haciendo la absurda, rancia y sofística de la obediencia pasiva para corromper la opinión de los pueblos y acostumbrarlos a la ciega sumisión a un gobierno absoluto, persuadiendo de las ventajas de una tiranía durable sobre los males pasajeros de una patriótica y bien organizada revolución.
Irisarri tuvo que abandonar apresuradamente el Ecuador y radicado en Bogotá escribió su mayor y mejor libro “Historia crítica del asesinato cometido en la persona del Gran Mariscal de Ayacucho” en cuatro gruesos volúmenes, vibrante defensa de Flores y ataque rudísimo contra el General José Maria Obando, que al salir publicada en 1846 causó sensación y despertó encontrados y acalorados comentarios entre los políticos e intelectuales del continente, convirtiendose en un best seller, al punto que ese año se reprodujo en Caracas y el 63 en New York.
Enseguida pasó a Venezuela y volvió sobre el tema con varias publicaciones. En l848 vivió en las Antillas y el 49 en New York primero y más tarde en Washington.
En 1854 se editó en la capital colombiana su “Breve noticia de la vida del ilustrísimo señor Arzobispo de Bogotá Dr. D. Manuel José de Mosquera Figueroa y Arboleda. En 1855 fue designado Ministro Plenipotenciario y Enviado extraordinario de Guatemala ante el gobierno de los Estados Unidos. Los últimos años de su vida fueron dedicados a escribir numerosas obras, en 1861 sacó “Cuestiones Filológicas” que le consagró entre los más grandes hablistas españoles de todos los tiempos y el mayor de esa época. Una biografía de Simón Rodríguez, maestro del Libertador, dio a la luz en New York en l863 titulada “Historia del perínclito Epaminondas del Cauca por el bachiller Hilario de Altagumea” y el 67 un tomo de “Poesías satíricas y burlescas” en que dio caracteres risueños a su temible mordacidad.
Murió de más de ochenta y dos años el 10 de Junio de 1868 con la calidad de Ministro Plenipotenciario de Guatemala y Decano del Cuerpo diplomático de Washington, admirado y estimado por todos y tenido por la crítica como un gran escritor, uno de los mayores de su tiempo.
Está considerado uno de los americanos más importantes del siglo XIX no solo por sus actuaciones sino también por sus iniciativas y sus obras. En lo físico era alto, esbelto, delgado y viril. En la vejez una poblada barba blanca le dio prestancia y categoría. Se conserva una fotografía muy difundida, tomada en Washington, donde aparece con uniforme diplomático.
En 1934 apareció en Santiago de Chile una recopilación de sus “Escritos Polémicos”.