FUNDADOR DEL INSTITUTO NACIONAL DE HIGIENE.- Nació en Guayaquil el 15 de Noviembre de 1879 y fueron sus padres legítimos Bernardo Izquieta y Fernández, Jefe de la Aduana de Guayaquil fallecido en 1880 y Rosario Pérez Antepara, guayaquileños.
Huérfano de padre a los dos meses de edad, ingresó al colegio de don Tomás Martínez y cursó la secundaria en el San Vicente del Guayas, descollando en ambos planteles como uno de los mejores alumnos especialmente en matemáticas y se graduó de Bachiller el 27 de Agosto de 1 897 en la mayor pobreza, pues su madre, quien habitaba un chalet en el barrio del Bajo (La Merced) cerca de Ciudavieja, había perdido todos sus bienes durante el Incendio Grande del 5 al 6 de Octubre del año anterior.
Desde el 96 era miembro fundador del Círculo de Instrucción Libre y el 97 fue del Juan Montalvo “donde nadie osaba pronunciar en su presencia una palabra impropia, dada su acostumbrada seriedad, que le hacía aparecer como de mayor edad”.
En 1898 se matriculó en la facultad de Medicina y al año siguiente fue designado Amanuense de la Universidad, desempeñándose hasta 1901. Era un excelente alumno que se hacía notar por la bondad de su carácter y una eterna sonrisa en el rostro, se daba tiempo para ejercer la vice presidencia del Círculo de Instrucción libre y publicar artículos científicos en el Boletín de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas como el titulado “Acceso Hepático” marcando así su especialidad hacia la hepatología en la que fue uno de sus pioneros. Liberal por convencimiento y carácter, “abrasó el ideario y su celo que traduce las más hondas emociones de la conciencia respetuosa del derecho de los demás”.
En 1899 fue Vocal de la Asociación Escuela de Medicina. En 1.900 publicó “Ca rbunco” y “Un caso de Histerectomía abdominal supravaginal” pues a pesar de tener solo veinte y un año ya asistía como ayudante de cirugía al Hospital. Entre 1901 y el 3 presidió la Escuela de Medicina y salió su artículo sobre “Quiste hidatídico del Hígado” tema de su predilección. Entonces ascendió a Bibliotecario de la Universidad, laborando allí siete años, hasta 1907.
Entre 1902 y el 3 fue Presidente de la Junta Patriótica de Guayaquil. En 1903 dio a la Luz su artículo “Profilaxis internacional de la Peste Bubónica”. En 1904 fue pro secretario interino de la Universidad. El 5 obtuvo la Licenciatura en medicina con la máxima nota de cinco A y el 8 de Diciembre se graduó de Doctor el día 31 de Diciembre
En 1906 comenzó a dictar la cátedra de Física en el Colegio Vicente Rocafuerte y dirigió el Boletín de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas donde insertó su artículo sobre “Reglamentación profiláctica de la Prostitución” dándose a conocer también como médico salubrista.
En 1907 fue designado Médico del Hospital General de la ciudad. “Su paso diario por el mencionado centro de salud dejó huellas indelebles pues ^ de 8 a 12 de la mañana visitaba su Sala y realizaba el examen minucioso de los pacientes, ante las miradas de sus alumnos de Clínica Interna, que le veían como un profesional a carta cabal. Atento y hasta paternal, les hacía caer en cuenta con cariño de los síntomas para que aprendieran los secretos de la medicina y ellos le escuchaban embelesados. Ese año fue Consejero Municipal de Guayaquil.
A principios de 1908, durante la estación lluviosa, al examinar al paciente Alcibíades Elizalde, empleado de la Aduana, cuyo edificio estaba situado a la orilla del Guayas y vecino de la calle Mendiburo, detectó por primera ocasión la existencia de la peste bubónica. Paralelamente existía una fuerte epizootia murina (muerte de ratas en la ciudad) justamente iniciada en una de las bodegas de la Aduana, tras lo cual se detectó el segundo caso en Sucre y Pichincha, casa cercana al mercado del malecón y al viejo edificio del Cabildo, en cuyos bajos funcionaban las tiendas de venta de comestibles y para evitar su propagación hubo que cercar el centenario edificio de madera y caña del Cabildo y proceder un domingo a su quema total. El tercer caso descubierto se dio en Chile entre Ayacucho y Avda. Olmedo, a tres cuadras de la orilla del colaboró con una crecida suma de dinero.
El 23 era Médico Jefe de la Sala San Luís del Hospital General. En 1924 fue ascendido a Subdecano de la facultad de Medicina y electo Vicepresidente de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas. El 25 fue Vicepresidente de la Sociedad Protectora de la Infancia y trabajó gratuitamente en el Hospital León Becerra una hora por las tardes.
Al triunfar la revolución del 9 de Julio de 1925, los militares jóvenes del puerto principal, considerando que tenía cuarenta y seis años de edad y era uno de los más queridos y respetados profesionales de la ciudad, le fueron a ofrecer una de las Vocalías en la I Junta de Gobierno pero se excusó; sin embargo dio los nombres claves de quienes podrían serlo, por más jóvenes y valiosos, a saber; Francisco Arízaga Luque, Francisco Boloña Rolando y Pedro Pablo Garaycoa Cabanilla, quienes fueron propuestos y aceptaron.
El 27 fue designado por tercera ocasión Consejero Municipal, ocupó la Vicepresidencia de la Municipalidad de Guayaquil y se enamoró de una bella riobambeña que pasaba vacaciones en el barrio de Las Peñas y llamaba Eloísa Chiriboga y Chiriboga pero el idilio no duró mucho.
El 28 presidió el Ayuntamiento porteño y concluyó las obras de construcción del Palacio Municipal “que se levanta desafiante al tiempo mostrando la huella de sus constructores”.
Igualmente proyectó y construyó el parque de la plaza de la Victoria, publicó un Informe y un Manifiesto dando cuentas de su gestión y ocupó el decanato de la Facultad de Medicina y con motivo del arribo a Guayaquil del presidente Hervert Hoover de los Estados Unidos, le declaró Huésped de Honor.
El 27 de Febrero del 29 procedió a la solemne inauguración del nuevo Palacio Municipal considerado una construcción neoclásica de magníficos acabados. En 1931 fue lanzada su candidatura para el rectorado de la Universidad pero a última hora, ya en el paraninfo, su Jefe de Campaña se postuló a sí mismo, alcanzó mayoría y salió electo, demostrando que su ambición era mayor que toda consideración y respeto humano. Izquieta ni siquiera se inmutó pero a la salida del acto que se había efectuado en la Vieja Casona dijo una frase que se hizo célebre “Elhombre verdaderamente honrado no se altera por nada” y bajó con mucha dignidad las gradas, recibiendo el caluroso aplauso de sus partidarios. Ese año comenzó a dictar la cátedra de Fisiología y lo hizo hasta 1937 que se jubiló.
El 32 construyó una elegante mansión de cemento armado art nouveau y dos pisos altos sobre el terreno familiar al costado de la iglesia de la Merced, pues era ordenado y ahorrativo en el manejo del dinero. Hacía mucha vida de club, asistía al Metropolitano y al de la Unión invariablemente una o dos veces a la semana.
El 33 solicitó al Presidente del Perú General Oscar Benavides la inmediata libertad del líder aprista Víctor Raúl Haya de la Torre y de otros distinguidos intelectuales peruanos. El Partido Liberal Radical lo presentó de candidato para Diputado por el Guayas y salió electo, al mismo tiempo que triunfaba para la presidencia de la República el conservador Neptalí Bonifaz Ascázubi. Pronto se inició en la Costa la propaganda antibonifacista debido a su discutida nacionalidad. Izquieta tenía resuelto no concurrir en razón de su amistad con Bonifaz pues no quería votar en su contra, pero éste le invitó por telegrama que hizo público.
Izquieta le contestó “En caso de concurrir al Parlamento deberá entenderse que mi voto le será desfavorable, sin embargo de ello Bonifaz insistió en carta pública que en su parte medular decía “En mi despreocupada juventud fui peruano” (había nacido en la legación peruana en Quito y era hijo del secretario del Ministro peruano y de madre quiteña) pero ésta cándida declaración le perdió pues los legisladores de la costa plantearon su inmediata descalificación aún a riesgo de llegarse a una guerra civil, que en efecto se produjo y ha pasado a la historia con el nombre de “La Guerra de los cuatro días.”
Superada la crisis política se llamó a nuevas elecciones y triunfó el candidato liberal Juan de Dios Martínez Mera, que le confió el Ministerio de Educación. En Quito llamó la atención por su elegancia, un poco anacrónica por cierto, pues fue de los últimos ecuatorianos en vestir a lo art nouveau, es decir, a lo belle époque, con polainas de color blanco y guantes de cabritilla grises,y chaleco de fantasia de seda.
Era en esos días un líder cívico pero al producirse la pugna del ejecutivo y el Congreso, renunció, reasumió su cátedra y fue insultado soezmente en una hoja volante anónima que circuló en la Vieja Casona el 19 de Junio de 1934. Sus sobrinos Carlos y José publicaron al otro día en e1 diario “El Universo” el siguiente remitido: Deseamos conocer el nombre del universitario que ha redactado o se haga responsable de la hoja que ayer tarde apareció en la Universidad insultando al Profesor Dr. Leopoldo Izquieta Pérez. Esperamos que no sea un cobarde y se dirija a cualquiera de los suscritos. Carlos Manrique Izquieta y José Manrique Izquieta.
Por esa época había adquirido a sus sobrinas las Rendón Izquieta la extensa propiedad de madera que había sido de su primo hermano y cuñado Carlos Rendón Pérez, ubicada en la calle P. Ycaza, que tenía tres frentes e iba de una cuadra a otra entre Pedro Carbo y General Córdova, donde instaló su consultorio.
El 35 se unificaron los grupos arroyistas y baquericistas y en la nueva Junta Suprema fue electo tercer vocal principal por el grupo baquericista.
A principios de 1937 ocupó la Dirección General de Sanidad tras lograr que dichas oficinas fueran transferidas a Guayaquil y fue Consejero Municipal por cuarta ocasión y cuando el dictador Federico Páez dictó un decreto creando una Patente para la elaboración de productos químicos y farmacéuticos, protestó por la prensa indicando que esas funciones debería ejercerla la Dirección General de Sanidad con sede en Guayaquil y no el Instituto de Previsión y obtuvo la modificación del Decreto.
El 17 de Agosto de 1938 se creó a su instancia el Instituto Nacional de Higiene en Guayaquil (1) para realizar el control de los productos médicos y de los laboratorios del país. Por esos días fue electo por el Presidente interino Manuel María Borrero para el desempeño por segunda ocasión del Ministerio de Educación, que ocupó durante ese gobierno hasta 1939, previa licencia en la Sanidad a cuya Dirección volvió, y con las rentas descentralizadas que había obtenido inició las obras del edificio del instituto con un préstamo que garantizó personalmente y ahorrando hasta el último centavo y habiéndosele preguntado en 1942 cómo había podido culminar tan importante proyecto, contestó “Lo hice con mi cajita de lata donde suelo guardar el dinero, depositando allí, es decir, lo que me tocaba robar”. Por ello, la obra lleva su ilustre nombre.
El 1940 entró en polémica con el Ministro de Gobierno Aurelio Aguilar Vásquez para que no trasladen la sede del instituto a Quito. Entre el 41 y el 42 ocupó la presidencia de la Sociedad de Puericultura y recibió el homenaje de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas. El 42 asistió como Delegado del Ecuador a la Conferencia Sanitaria Panamericana reunida en Washington y de regreso “devolvió cinco dólares a las arcas del Estado, que le habían sobrado de los viáticos, con las siguientes palabras: “lo que a uno no le pertenece debe ser devuelto a su dueño” Entonces dejó de asistir al Hospital General después de treinta y cinco años de servicio ininterrumpidos manifestando que “a los sesenta y tres años de edad ya se está como viejo, medio inútil,” no sin antes crear el Premio anual de Fisiología al mejor estudiante de la Facultad en dicha materia.
A raíz de la revolución del 28 de Mayo de 1944 “fatigado, se retiró a la vida privada después de siete años de conducir la Sanidad, acaso tocado ya por la enfermedad; pero conservó sus preocupaciones patrióticas y vivió inquieto ante todo problema nacional, dada su aguda sensibilidad cívica y su amor a las instituciones republicanas”. El día 15 de Noviembre de 1944 al celebrarse su natalicio, el Consejo Técnico del instituto Nacional de Higiene declaró a ese día como el Patronal, debiendo hacerse siempre una Sesión Solemne.
En 1945 fue Director Supremo del Partido Liberal Radical y quiso terciar en las elecciones de Alcalde de Guayaquil contra el socialista Antonio Mata Martínez y el populista Rafael Mendoza Avilés quien finalmente triunfó.
El 47 comenzó a sentir fuertes molestias en la próstata y supo enseguida que se trataba de un cáncer; sin embargo “esperó el momento final resignado y hasta estoico, sin pronunciar una queja, sin lamentos, sabiendo que se iba aproximando al fin de su jornada terrenal. Al saberse tan ingrata noticia la Municipalidad le declaró el Mejor Ciudadano de Guayaquil, concurrió el 9 de Octubre muy elegante pero muy pálido a la Sesión Solemne y recibió la Medalla y el Diploma. Fue su último triunfo”, a duras penas le quedaban seis meses de vida.
A principios del 48 sufrió un notable deterioro en su salud a consecuencia de una metástasis pulmonar y guardó cama. La noche del domingo 4 de Abril su sobrino Pepe, que le cuidaba, le preguntó porqué se hallaba^ intranquilo, como desasosegado y le respondió “No te preocupes, que todo se resuelve solo”. Falleció el día lunes 5 de Abril, a la seis de la tarde, de solo sesenta y ocho años de edad, con la mirada tranquila, la faz reposada.
Circunspecto, pulcro, pasaba por ser el caballero más elegante de Guayaquil, invariablemente usaba unos impertinentes sostenidos por una cinta de seda negra. De andar sereno, hablar tranquilo, movimientos rápidos y alegre fisonomía, jamás le abandonaba una agradable sonrisa; pero lo más notable de su persona eran los bellísimos ojos color de miel tirando a verdes, melados se decía entonces, únicos en la ciudad.
Fue un clubman e influyó muchísimo en sus conciudadanos pues tuvo carismas y logró formar numerosos discípulos en Salubridad, enviándoles becados a los Estados Unidos con la ayuda económica de la Misión Rockefeller, de manera que creó en el país esta especialidad Médica.
“Por su discurrir analítico como médico distinguíase en sus observaciones nada retóricas y de talento poco común”. por el santo más humano. La quinta El Rocío pertenece ahora al maestro Jácome.
De seis años fue matriculado en la escuela fiscal Diez de Agosto, la única de varones que por entonces existía en su pueblo. Siempre llegaba primero a la escuela “si era posible veía nacer el día ahí” y cuando estaba en el quinto grado su profesor Fernando Chávez le hizo lector. El primer libro que le hizo leer fue “Guillermo Tell” el héroe suizo, luego seguiría una lista interminable.
“En sexto grado ya nos inició en la creación de cuentos . A él le debo mi vocación literaria” y ganó dos concursos escolares de Historia y Cívica y llegado a los doce años quiso ser maestro como su amado y respetado profesor Chávez, el de la palabra fácil y docta pero su padre le solicitó que escogiera un oficio – posiblemente le hubiera agradado que fuera el suyo – para que continuara con el negocio de joyería, pero el niño solo ambicionaba estudiar y como el horizonte era muy estrecho, pidió que lo enviaran al Seminario menor de San Diego de Ibarra, donde pensaba hallar muchos libros, que era lo que más le llamaba la atención. Su padre, comprendiendo que no se trataba de una vocación religiosa, le engañó manifestándole que se habían acabado las becas y terminó permitiendo que viaje a Quito en 1928, a cursar la secundaria en el Normal Juan Montalvo para que se hiciera profesor. Era un muchacho atlético que acostumbraba escalar los cerros de la provincia de Imbabura al punto que llegó a decir que los conocía a todos y ya en Quito, permaneció ocho años como alumno interno en el Normal porque al principiar el tercer curso enfermó gravemente con amebiasis, luego con surmenage, fue curado por diversos médicos quiteños y tuvo necesidad de descansar dos años, con expresa prohibición de leer. Finalmente pudo graduarse de normalista en 1936 habiendo estudiado con mucha ilusión.
Poco antes había participado en un debate sobre el tema de sociología propuesto en la siguiente pregunta: ¿Debe la escuela ecuatoriana cultivar las características psicológicas de la población indígena? y defendiendo la identidad indígena ganó el debate.
De allí en adelante se convirtió en un idealista de izquierda, autodidacta, que estudiaba continuamente la realidad del país y se esforzaba por mejores días. El 38 se afilió al partido Comunista pero no hizo vida activa ya que prefirió ser un intelectual destacado antes que político.
Desde su egreso del Normal había desempeñado varios trabajos. El mismo año 36 ocupó una plaza de profesor de sexto grado de la escuela rural municipal “Amable Aráuz” de Conocoto, allí conoció a la que después sería su esposa, quien era profesora del primer grado. El 37 pasó a profesor de primero en la escuela “Brasil” de Quito. Poco después fue cambiado a la “Sucre” y dio clases a distintos grados hasta el 44.
En 1942 había conseguido el Primer Premio en el Concurso de biografías con un trabajo – aún inédito – sobre la poetisa cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda. Eran los años primeros de su producción y también de la oprobiosa dictadura civil del arroyismo y se sentía partícipe de la reacción nacional. Hacia 1944 comenzó a estudiar para Doctor, se enamoró de la joven Emperatriz Lobato Vargas, siguió a su hermano Juan Isaac Lobato, activista de Acción Democrática Ecuatoriana A.D.E. en la campaña electoral que diariamente cobraba violencia, finalmente el 29 de Mayo se conoció el triunfo de la revolución de Guayaquil. El día 30 permaneció concentrado con los miembros de ADE en el local de la Venezuela y Sucre.
El día 31, a la una de la tarde, acompañó a Lobato y al pueblo en general a la toma del palacio y “como era joven y bromista, me senté un ratito en el sillón presidencial”. Poco tiempo después contrajo matrimonio con su novia y han sido tan felices desde entonces que al solicitarle una frase final para esta biografía, me dijo emocionado; “amo entrañablemente a mi sangre florecida y cada uno de mis libros he dedicado a mis hijos y ahora a mis nietos. Mi mujer es un tesoro de bondad ilimitada, de nobleza sin par, mi sostén, mi todo”.
Ya era profesor del Colegio Americano de Quito y después del 28 de Mayo fue designado profesor de Literatura en el Colegio Montúfar, intransigente frente a la mediocridad de sus alumnos, triunfó en el concurso Nacional de biografías sobre la vida del Dr. Luis Felipe Borja (padre) texto que escribió en setenta días con sus noches porque se cerraba el plazo, publicado por la Casa de la Cultura Ecuatoriana en 1947, institución de la que era miembro fundador desde dos años antes.
Dentro del género de la literatura infantil editó “Luz y Cristal”, poemariopara niños en 152 páginas, premiado cuatro años atrás por el Ministerio de Educación y “Ronda de la Primavera y otras rondas infantiles” que apareció en la editorial Kapelusz de Buenos Aires en 67 páginas, conociéndose una segunda edición en 1965.
Desde el 51 dejó de ser maestro colegial y pasó a dictar las cátedras de Castellano y Literatura en la Facultad de Filosofía y Letras y Ciencias de la Educación de la Universidad Central. El 52 viajó a Viena y asistió al Congreso Mundial sobre la Protección del niño. El 53 obtuvo el Primer Premio en el Concurso Nacional del Cuento organizado por el Núcleo del Tungurahua, con “La Misha.”
El 55 se doctoró en Ciencias de la Educación y ocupando el rectorado del Colegio Montúfar se produjo la protesta estudiantil a nivel nacional contra el gobierno del Dr. Velasco Ibarra y la consiguiente represión policial, circunstancias en las que perdió la vida el estudiante Isidro Guerrero. El Rector Jácome dirigió una carta abierta y fue cancelado por el propio presidente de la República.
El 56 fue candidatizado al Sub decanato de la Facultad de Filosofía y Letras y como no recibió el apoyo del profesorado comunista que auspició a otras candidaturas, protestó y se desafilió de dicho partido. Desde entonces es un ciudadano independiente.
El 58 asistió en México al congreso Mundial sobre Semántica General. Ya era una figura altamente conocida en los medios cultos del país. Maestro sobre todo, gozaba de la amistad y la absoluta confianza de figuras de la talla de Benjamín Camón, Alfredo Pérez Guerrero y Julio Enrique Paredes, sus compañeros.
Desde el 59 hasta el 61 publicó los textos de “Castellano” para los tres primeros cursos de secundaria. Ese último año ganó el Primer Premio y Medalla de Oro en la Exposición de textos escolares realizada en Cuenca y editó en la Casa de la Cultura una colección de cuentos bajo el título de “Barro Dolorido” en 316 páginas, “con un trascendentalismo social y sentimental, romántico a ratos, dentro de ajustado realismo, que pronto fue traducida al ruso y al japonés. Su cuento inicial Alpa – Mama fue premiado el 60 con la Frutilla de Oro de la Feria de la Fruta en Ambato. Benjamín Carrión ha opinado de los cuentos de Jácome que “son una tampoco el análisis poemático, el examen de oficio”.
El 78 dio a la publicidad “Siete Cuentos” en 102 páginas en cuyo prólogo se anunció la novela grande de Jácome, que se haría realidad tres años después con “Por qué se fueron las garzas”.
Esos cuentos, extraños por su temática universal, escritos por diversas influencias como las de Borges. Arguedas, Vallejo y otros, le sirvieron para tentar los nuevos recursos de la narrativa, libres de limitaciones del realismo social, rompiendo la imagen que separa la narración desde fuera de la narración desde dentro.
El 79 se acogió a los beneficios de la Jubilación y pudo disponer de más amplio espacio y de tiempo para su obra literaria. Vivía en su villa situada en Jorge Juan No. 398 y Avda. Mariana de Jesús con dos estudios; uno para recibir visitas donde está su biblioteca, medallas y libros y otro arriba para escribir con mucha luz y viendo a los nevados de los contornos. Allí terminó “Por qué se fueron las Garzas” en 321 páginas y un vocabulario explicativo de términos quichuas en 11 páginas que marcó el fin del indigenismo ecuatoriano nacido por los años veinte y el principio de una corriente neo ^ indigenista muy particular, la de los años ochenta. La novela trata sobre un miembro de la comunidad indígena de Quichimbuela en la provincia del Imbabura, que emigra a los Estados Unidos, estudia, llega a graduarse de Doctor y contrae matrimonio con una gringa. Luego regresa a su tierra en busca de …y aquí comienza su drama, pues “Andrés Tupatauchi es un indio de hoy, pensante y consciente de las tensiones y conflictos que caracterizan a todo hombre contemporáneo”. Su comunidad es urbana, la simpar Otavalo, donde el capitalismo ha occidentalizado a sus habitantes que por otra parte no han perdido totalmente sus raíces y viven en un constante vaivén entre dos mundos y dos culturas. La lucha es doble, pues la comunidad se enfrenta con su metamorfosis y el Andrés consigo mismo, es decir, con sus raíces ancestrales. Hay tensiones y un constante sentido de vergüenza por haberse metamorfoseado. Forman un Comité de Defensa, lanzan un Manifiesto y ponen énfasis en que son hombres sin renunciar a ser indios, rompiendo la dicotomía tradicional entre blanco e indio mantenida a través de todas las novelas indigenistas escritas con anterioridad. En esto, asegura Michael Handelsman, se sigue al neo indigenismo del Perú “liberado de todo”
Entre el 82 y el 84 mantuvo una columna sobre aspectos gramaticales y Literatura en el diario “El Comercio”. El 84 pasó a escribir al diario “Hoy” y allí se mantuvo hasta el 87 con igual éxito, regresando ese año a “La Liebre Ilustrada” de El Comercio, suplemento dominical de buen tiraje, que le acogió con beneplácito.
En 1984 editó una segunda novela “Los Pucho – Remaches” en 335 páginas partiendo de un hecho histórico acaecido en Otavalo en 1896 con el fusilamiento de los ladrones Remache, que acostumbraban asaltar a los viajeros en un tambo del camino y continuando con las historias particulares de sus hijos llamados los puchos, desde cuando fueron obligados a presenciar el fusilamiento de sus progenitores. La novela discurre en tres estratos que o se suceden o se sobreponen pero sin fraguar propiamente en un cuerpo novelesco. Se encontraba escribiendo dos textos sobre Puntuación para niños y Puntuación artística, una nueva novela, y había vuelto a la literatura infantil por la ternura que le inspiraban sus nietos.
Era un estudioso de la lengua que trataba de dominar el vasto ambiente cultural enamorado de la belleza literaria. Como ser humano hipersensible a causa de su orfandad inicial, practicaba un idealismo que amaba al género humano y se compadecía de toda miseria, hambre o vilantes.
El 88 dio a la luz unos “Estudios estilísticos de la Poesía de César Vallejo” en 193 páginas y a consecuencia de la depresión que le ocasionó la muerte de una hermana tomó vacaciones en la isla de San Andrés en el Caribe.
Era considerado un gran defensor de la gramática y ortografía españolas y quizá por eso se atrevió a escribir su libro “Gazapos académicos en ortografía de la lengua española” con críticas a la Academia de la Lengua.
El 2006 falleció su esposa dejándole en situación depresiva de la que sin embargo lograron sacarle sus cuatro hijos y especialmente sus nietos. Entonces decidió donar su biblioteca de cinco mil libros a su ciudad natal.
El 2009 escribió unos “Estudios estilísticos sobre la poesía de Alfredo Gangotena” pues a pesar de sus noventa y seis años conservaba la memoria lúcida y escribía con la misma agilidad de siempre, recitando poemas de la edad de oro de la literatura española casi de memoria..
El día 12 de Octubre del 2012 cumplió cien años de vida. Tranquilo, responsable, disciplinado, generoso, afectuoso, había iniciado su vida literaria con libros infantiles, la continuó con textos y finalmente fueron las novelas y las cuestiones gramaticales las que llenaron sus aspiraciones intelectuales.
Su estatura mediana, tez trigueña, ojos negros, usaba lentes. Su conversación alegre, didáctica, señorial. Profundo en sus conocimientos gramaticales y estilísticos, maestro rural que había recorrido los caminos de la enseñanza dando ejemplo y publicando textos, era una de las glorias del país pues como él mismo ha confesado “nunca me gustó la juerga, siempre tuve la misión de ser alguien en la vida”. Fallecío en Quito el 10 de febrero del 2018 a los ciento cinco años de edad.
(1) El 22 de Abril de 1937, siendo encargado del Mando supremo de la República el ingeniero Federico Páez, se expidió un Decreto que establecía la obligación de obtener una “Patente” para la elaboración y venta de productos químicos y farmacéuticos en el país, encargando el control de tal función al Instituto Nacional de Previsión Social, al que se autorizó a fundar los laboratorios necesarios para el control, análisis y estudios que demandaren dicho dictamen.
El Doctor Leopoldo Izquieta Pérez desempeñaba el cargo de Director General de Sanidad y objetó el citado Decreto por cuanto el Instituto de Previsión nada tenia que hacer en el ámbito sanitario, pues el estudio de los productos químicos y especialidades farmacéuticas, su análisis y control, eran funciones netamente sanitarias, debiendo por consiguiente estar a cargo de la Dirección General de Sanidad.
El Mandatario acogió la objeción y el 17 de Agosto dictó un Decreto modificatorio del anterior mediante el cual encargaba a la Dirección General de Sanidad, según proforma presentada por su Director, el Registro y Control de Especialidades Farmacéuticas y Medicamentos en general, incluyendo Artículos de tocador a los cuales se atribuyeran propiedades terapéuticas.
Para financiar el cumplimiento de este cometido que incluía la instalación de un laboratorio, el Gobierno creó impuestos y tasas sobre dichos análisis, confiando también su recaudación, manejo o inversión a la misma Dirección General de Sanidad, con carácter de RENTAS DESCENTRALIZADAS. La indeclinable rectitud del Doctor Izquieta Pérez en la recaudación de los impuestos y tasas establecidas en el anterior Decreto y en el cuidado de los fondos provenientes, hizo que en 1939 se dispusiese ya de una cantidad apreciable para iniciar la construcción del Laboratorio que ordenaba la Ley.
Mas adelante, sin embargo, esta cantidad resultó insuficiente, Izquieta Pérez comprometió su crédito personal con una institución bancaria, obteniendo un préstamo de S/. 120.000 para llevar adelante la obra.
La mentalidad avanzada y el afán patriótico de servicio de Izquieta Pérez hicieron que desde su inicio, mirara el laboratorio a construirse como un INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN al servicio de la salud Pública del país y no solamente como laboratorio de análisis y control de medicinas. En ese sentido dirigió todas sus entregas.
Buscó asesoram ien to técn ico, y tuvo conferencias con diversas fundaciones internacionales de Salud Pública, púsose en contacto con el doctor Eugenio Suárez, distinguido salubrista, fundador y Director del Instituto Bacteriológico de Chile de paso en Guayaquil por aquellos días y quien informado por Izquieta Pérez, hizo elaborar por arquitectos chilenos y envió los planos que sirvieron de base para la edificación del primer cuerpo del Instituto. Al mismo tiempo sostenía conversaciones con el doctor D. Long, Comisionado Viajero de la Oficina Sanitaria Panamericana, quien consiguió que esta Organización se interesara en el proyecto y muy especialmente consiguió de la Fundación Rockefeller una ayuda que fue decisiva. Por los últimos meses de 1940, la edificación estaba al terminarse en los mismos terrenos que ocupaba el antiguo laboratorio de sanidad (antes Lazareto de Fiebre Amarilla, donde había hecho importantes investigaciones el sabio japonés Hydeyo Noguchi) terrenos ampliados luego por la Junta de Beneficencia de Guayaquil, propietaria de ellos. En estas condiciones la Fundación Rockefeller envió al doctor Lewis W. Mackett, quien concretó la ayuda ofrecida por esta institución de la siguiente manera:
a) Suministro de equipo básico para los laboratorios por una suma de 30.000 dólares.
b) Pago de honorarios por 2 años a un especialista en Salud Pública para que se encargara de la organización del Instituto que se estaba formando. Para este cargo fue escogido el doctor Atilio Macchiavello Varas, reputado investigador chileno, doctorado en Salud Pública en la Universidad de Harvard.
c) Concesión de becas para especialización de profesionales ecuatorianos en el exterior, siendo una de ellas para la persona que debiera ocupar la Dirección del Instituto luego del periodo de organización. Para esta última, fue designado por Izquieta Pérez, el joven doctor Juan A. Montalván Cornejo, médico que había demostrado especial devoción por la Salud Pública, colaborando estrechamente en la Dirección General de Sanidad y compartiendo con el Izquieta Pérez sus inquietudes y desvelos.
Posteriormente y de acuerdo con este programa de adiestramiento en Salud Pública, viajaron becados a los Estados Unidos los doctores Roberto Nevares Vásquez, Vicente Mosquera Ferrés, José Crusellas Ventura, Luís Fernando Gómez Lince y Daniel Uriguen Bravo y al Uruguay viajó a seguir un curso de bacteriología entérica el doctor Clodoveo Alcívar Zevallos.
d) Subvención para el Instituto por el valor de $120.000 en el primer año de funcionamiento, con el compromiso por parte del Gobierno del Ecuador de aportar en el mismo año, igual suma; en los años subsiguientes la fundación iría disminuyendo dicha asignación en un 20% anual mientras aumentaría la del Gobierno en el mismo porcentaje, de modo que al cabo de 5 años acabaría la ayuda otorgada por la Fundación Rockefeller, como en efecto sucedió.
En los primeros meses del año 1.941, estando ya terminada la edificación de lo que es ahora el Pabellón Norte o Principal del Instituto, fueron trasladados al nuevo local el laboratorio de la Sanidad que funcionaba en el Lazareto de peste y el laboratorio de Ratas y Pulgas también relacionados a la Campaña Antipestosa y que funcionaba en el llamado Corralón de la Sanidad de la Avenida Olmedo.
El 23 de Octubre, en le Registro Oficial No. 348, siendo Presidente de la República el doctor Carlos A. Arroyo del Río, se promulgó la LEY DE CREACIÓN DEL INSTITUTO NACIONAL DE HIGIENE al que se le señalaba las siguientes atribuciones.
“A.- CIENTIFICAS: En el terreno de la bacteriología, parasitología, epidemiología, patología humana y animal, y ciencias afines relacionadas con la biología y medicina sanitaria”.
“B.- SANITARIAS: De orientación, control técnico de las campañas que emprenda la Dirección General Sanidad, de diagnóstico aplicado a las enfermedades transmisibles, de análisis de control bromatológico, de aguas, de especialidades farmacéuticas y productos biológicos, y otros destinados al diagnóstico, prevención y curación de enfermedades especiales y contagiosas”.
“C.- EDUCACIONALES: De preparación de personal técnico sanitario, cooperación a la enseñanza superior de la Higiene y ramas afines, divulgación y propaganda en materia de higiene”.
“D.- COMERCIALES: De preparación y venta a bajo costo de los productos que elabore, cuando sean de utilidad para la conservación y protección de la salud Pública”.
Creado en virtud de la anterior Ley y materializado en el bello edificio recién construido, cuyos laboratorios comenzaban a recibir los diversos equipos enviados por la Fundación Rockefeller, había nacido el Instituto de investigaciones al servicio de la Salud Pública, que la mentalidad progresista del doctor Leopoldo Izquieta Pérez concibió.
DESENVOLVIMIENTO
Una vez creado el Instituto y de acuerdo con el convenio de ayuda con la Fundación Rockefeller, fue contratado por 2 años como Director Organizador, el doctor Atilio Macchiavello Varas, quien asumió el cargo en Noviembre de 1941, dedicándose desde el comienzo con gran actividad, a la organización inicial del Instituto. En ese momento solamente existían en funcionamiento el laboratorio de Peste a cargo del doctor Clodoveo Alcívar Zevallos y el de Ratas y Pulgas también para control de la Peste, de modo que el director Organizador planificó la división del Instituto en Departamentos y luego hubo de dedicarse a formular los pedidos del instrumental, vidriería, reactivos, etc. para su debido equipamiento y trabajo. Mientras este equipo estaba en viaje ya el Instituto comenzaba a rendir servicios a la salud pública, habiéndose hecho un estudio epidemiológico muy importante con motivo de la epidemia de tifoidea que Guayaquil en los primeros meses de 1942; hizo después el doctor Macchiavello importantes trabajos científicos en el campo de las Rickettsiosis, tifus exantemático clásico, Tifo murino, tracoma y el de la peste bubónica.
Durante el año de 1942, solamente funcionaron 4 laboratorios o Departamentos, a saber:
El de Bacteriología e inmunología a cargo del doctor Clodoveo Alcívar, que comenzó a trabajar activamente en bacteriología entérica, en especial Salmonellas y Shigellas, efectuándose por primera vez en Guayaquil el control sistemático de los manipuladores de alimentos.
El departamento de Patología Tropical a cargo del Doctor Juan Montalvan Cornejo también Subdirector del Instituto, al que se agregó la sección Entomología a cargo del ilustre Doctor Francisco Campos Rivadeneira y el Departamento de Elaboración de Vacunas Antivariólica a cargo del Doctor Víctor Castañeda Auz.
El laboratorio de BCG a cargo del doctor Jorge Higgins Jaramillo, que venía realizando estudios en el Instituto Pasteur de París.
Durante ese año se afianzó y amplió la ayuda de la Fundación Rockefeller pues a la primitiva acordada, se añadió una contribución especial para las campañas contra las grandes endemias que preocupaban en aquel entonces a los salubristas: Paludismo, anquilostomiasis y fiebre amarilla selvática. También durante ese año se recibió la mayor parte del equipo enviando por la fundación Rockefeller.
En 1943, con el equipo recién recibido, se añade a los laboratorios que venían funcionando, los siguientes departamentos:
Departamentos de Elaboración de Vacuna Antivariólica a cargo del doctor Víctor Castañeda Auz, departamento de Química y Bromatología a cargo del doctor José Crusellas Ventura, que se encargaría de los análisis para inscripción y control de especialidades farmacéuticas y cosméticos y del control bromatológico.
Departamento de Patología y Diagnóstico a cargo del doctor Vicente Mosquera Ferrés; departamento de Patología Tropical a cargo del doctor Julio Alvarez Crespo, departamento de Esterilización y preparación de Medios de Cultivo a cargo del señor Alejandro Cabrera F. Ese año se obtuvo un aporte especial del naciente Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública, para la ampliación del pabellón central del edificio dedicado a Auditorium, Biblioteca, Sala de Demostración para adiestramiento de personal y 2 laboratorios complementarios.
El 2 de diciembre de 1943, fecha en que se celebraba el Día Panamericano de la Salud, fue inaugurado oficialmente el Instituto Nacional de Higiene, con la asistencia de distinguidas personalidades. El doctor Leopoldo Chávez, ministro de Previsión Social y Sanidad, a nombre del Gobierno Nacional, puso de relieve el mérito de la obra efectuada por el fundador del instituto, le rindió homenaje de reconocimiento e impuso la condecoración Nacional al Mérito a los doctores L. W. Hackett y J. L. Hydrick de la Fundación Rockefeller, al doctor Atilio Macchiavello y al señor Carlos Julio Arosemena Tola, Gerente del Banco de Descuento, que había prestado decidido apoyo económico en la construcción del edificio.
En diciembre de 1943 terminaba el contrato del Director Organizador doctor Macchiavello, pero a solicitud del doctor Izquieta Pérez, fue éste prolongado por la Fundación Rockefeller, por un año más.
Habiendo retornado al país el doctor Juan Antonio Montalván Cornejo, después de haber terminado sus estudios y recibido el Título de Master en Salud Pública, de la Escuela de Higiene y Salud Pública de la Universidad de Johns Hopkins, fue nombrado Director del Instituto, tomando posesión del cargo el 24 de Mayo de 1944; pero a los pocos días, ocurrieron cambios en el orden político que alteraron el normal desenvolvimiento del servicio Sanitario Nacional y por ende del Instituto.
Por razones de orden personal el doctor Leopoldo Izquieta Pérez se excusó de seguir frente a la Dirección de Sanidad. El nuevo Gobierno aceptó la excusa pero en acto de reconocimiento a la trascendental labor por él desarrollada, acordó denominar con su nombre al Instituto que él había creado, que en delante se llamaría INSTITUTO NACIONAL DE HIGIENE “LEOPOLDO IZQUIETA PEREZ”.
El doctor Juan A. Montalván fue requerido para ocupar la Dirección General de Sanidad teniendo que dejar el Instituto, cuya Dirección ocupó el doctor Clodoveo Alcívar Zevallos. Durante este año se reincorporaron los dos becarios de la Fundación Rockefeller, doctores Luis Fernando Gómez Lince y Daniel Urigüen Bravo que venían de cumplir estudios de especialización en Salud Pública en los Estados Unidos, el primero con dedicación especial a Laboratorios de Salud Pública y el segundo a la Epidemiología en la Universidad Johns Hopkins, donde también obtuvieran el Título de Master en Salud Pública. Con la colaboración de tan distinguidos becarios se organizaron el Departamento de Diagnóstico cuya jefatura fue entregada al Doctor Gómez Lince y de Epidemiología al doctor Urigüen y comenzó a editarse la Revista Ecuatoriana de Higiene y Medicina Tropical, órgano publicitario de la Institución.
E1 15 de Noviembre de 1944 con motivo de celebrar su natalicio del doctor Leopoldo Izquieta Pérez, se reunió el Consejo Técnico del Instituto y resolvió por unanimidad que en adelante, todos los años en esa fecha se celebre el día Patronal del Instituto. Estas festividades debían ser de diversa índole pero incluyendo siempre una sesión Solemne en la que el Director presente un informe global de los trabajos efectuados durante el año.
Habiendo terminado la prórroga de su contrato, y siendo requerido por la Oficina Sanitaria Panamericana para reanudar sus interrumpidas funciones, se separó el doctor Atilio Macchiavello en Diciembre de 1944. En reconocimiento de su fecunda obra se impuso su nombre al Auditorium del Instituto.
En mayo de 1945 fue nombrado Director General de Sanidad el doctor Roberto Nevárez Vásquez, y asumió nuevamente la dirección del Instituto el doctor Juan A. Montalván.