ISLA VERDE : El asesinato del joven Vallejo

SUCEDIO EN LA ISLA VERDE
EL ASESINATO DEL JOVEN VALLEJO

A la entrada del golfo de Guayaquil y muy cerca de Puná existe la famosa Isla Verde, que cada año crece un poquito con terrenos de aluvión, beneficiando a sus propietarios que la han visto agrandar con el paso del tiempo. Hoy la Isla Verde es una hermosa camaronera propiedad de varias personas que unieron sus capitales para iniciarse en tan loables propósitos; sin embargo no ha perdido el misterioso aire marino que lo impregna todo pues sus manglares han sido respetados. Por las noches, cuando la isla asemeja un promontorio, rico en mariscos de toda clase, los habitantes de los contornos dicen que aún se ven los fuegos fatuos de antaño, porque la Isla fue refugio de indios en la prehistoria y hasta cementerio ceremonial, al parecer, por las osamentas que se encontraban casi a flor de tierra. 

Entonces habitaba en Puná una aguerrida nación que nos ha dejado sus famosas sartas, collares y pesos para anzuelos. El Dios Murciélago o Dios de Dioses era la suprema deidad y aunque su recuerdo logró salvarse a través de la colonia, hoy ya nadie le rinde culto. Cada familia principal tenía su totem o dios protector que servía para defensa de los ataques de los malos espíritus, como escudo de combate en las guerras y símbolo de poder en los paseos y desfiles militares que se organizaban. 

Los Punáes tenían a la isla Verde como cementerio, allí no se pernoctaba aunque las aguas del golfo estuvieran agitadas y hubiera corriente en contra, pues eso hubiera sido un sacrilegio.

En Bou, como se llamaba la Puná antigua y cuyas ruinas aún se podían apreciar en el siglo pasado, numerosos vestigios precolombinos indicaban que fue una población mayor a los diez mil habitantes, la más importante del golfo exceptuando la incásica fortaleza de Tumbes, de las que tenemos hermosas descripciones a través de los cronistas. Pero Puná antigua fue devastada a fines del siglo XVII por los piratas que la tomaron en repetidas ocasiones y tuvo que ser trasladada un poco más arriba, en su punto superior, para situarla cercana a Guayaquil. Mas en sus pampas aledañas los residuos arqueológicos de esa civilización afloraban a tierra y en tales cantidades que el sabio Otto von Buchwald y el historiador José Gabriel Pino y Roca tenían por costumbre visitarla cada cierto tiempo para recoger tiestos y otros objetos menores. 

En uno de esos viajes oyeron la siguiente historia, que referida de padres a hijos llegó hasta  Juan Melesio, viejo patriarca punae, quien no tuvo empacho en contármela con mucha indiscreción, que de estas cosas mejor es no hablar porque constituyen signos de barbarie y repugnan  al sentido común.. 

Resulta que casi al finalizar la primera administración del Presidente Gabriel García Moreno se produjo la invasión armada del General Urbina y Guayaquil se emocionó pues el partido liberal era numerosísimo, diríase que mayoritario. Los urbinistas se dividieron en el golfo y esto los perdió, pues el dictador civil había armado un buque y con él sorprendió a los que estaban desprevenidos tomando prisioneros. 

Ya en su poder la flor y nata del incipiente liberalismo nacional y de la antigua marina republicana, García Moreno consultó a su Dios para saber qué hacer con ellos, resolviendo fusilarlos sin fórmula de juicio y evitar que se le escapen de las manos llegando a Guayaquil, donde posiblemente las penas que los jueces les aplicarían no pasarían de meras prisiones sin importancia.

Así es que con la anuencia de Dios, como después él lo refirió a varias personas de su confianza, hizo formar filas y por sorteo los fue fusilando de uno en uno, aunque a veces de dos en dos para matizar el espectáculo y quitarle monotonía. Al paso por la Isla Verde murió el joven Vallejo, muchacho de no más de quince años que acompañaba a su padre cojo a consecuencia de una herida recibida en los sangrientos combates de la hacienda La Elvira, en tiempos de la revolución  marzista. 

La muerte del chico Vallejo, delante de su padre, fue algo terrible y que no se ha vuelto a repetir en la historia del Ecuador; pero ahora se le quiere hacer santo a García Moreno…. La ciudad no quería creer estos crímenes y toda se enlutó al saberlos, pero como después vino el fusilamiento del Dr. Santiago Viola igualmente sin formula de juicio, entró el terror en las casas, nadie se sentía seguro y numerosos vecinos se expatriaron voluntariamente. El ilustre General Wright fue sitiado en su domicilio, donde murió pocos días después de muerte natural Por eso el viejo Melesio, refiriéndose a la isla Verde sentenció que aunque nunca se ha oído que en allí penen, deben de penar por la muerte de un chico ecuatoriano, buen hijo y buen patriota, asesinado por un tirano. I si no penan diga usted que si, fue el mensaje final de don Melesio, viejo liberal de los que aún quedan por fortuna en el Ecuador.