COMERCIANTE.- Nació en Guayaquil en 1866, en la casa propiedad de sus padres, ubicada en la
esquina de Rocafuerte y Mendiburo, en Ciudavieja. Fue el segundo de los tres hijos de William
Higgins Lambert y de Leonor Carbo Avilés y como su hermana mayor Alice falleció en 1868 muy
niña y su hermano menor Carlos no casó ni tuvo descendencia, continuó la familia (1)
Carlos había sido impactado en la cabeza por un cohete volador un 18 de Septiembre,
aniversario de la independencia de Chile, cuando observaba en el balcón de su casa la
manifestación popular en homenaje a esa República. Desde entonces quedó con fuerte dolores
de cabeza, mareos, etc.
Cursó los primeros estudios en la escuela del famoso pedagogo Tomás Martínez y de quince
años se metió de Contador en uno de los barcos de la Chilean Line Co. como segundo de a
bordo, donde hizo vida marinera y disfrutó de múltiples aventuras que después gustaba referir a sus descendientes en sabrosas tertulias de sobremesa.
En 1882 entró al Cuerpo de Bomberoscomo raso voluntario y le tomó tal cariño a la casaca roja que dejó buena parte de su
vida en el servicio a la institución. En 1891 fue Comandante de la Compañía Sucre. El 11 de Abril de 1896 contrajo
matrimonio con su prima segunda Magdalena Jaramillo Avilés. Para el Incendio Grande del 5 al 6 de Octubre ayudó a su tía
Virginia Carbo de Ycaza, que vivía en las Peñas, sacándole la mayor parte de sus muebles a la Atarazana, donde existía una
gran pampa despoblada. Cansado, se acostó en una hamaca y se quedó dormido, al punto que no se dio cuenta que las
llamas habían tomado las primeras casas de Las Peñas y avanzaban amenazadoras al sitio donde estaba. Despertado por el
humo y viendo que la salida estaba envuelta en el fuego, no le quedó más remedio que abrir un balcón y lanzarse al río,
pues era un excelente nadador como rezago de su vida marinera, con su primo Alberto Ycaza Carbo que le acompañaba,
pudieron nadar hacia afuera y luego hacia la parte quemada de la ciudad que no ofrecía peligro. La odisea duró cosa de
una hora pero salvaron las vidas.
En 1902 fue Tesorero de la Compañía Sucre y figuraba entre los cuatro jefes que tenía el Cuerpo de Bomberos de
Guayaquil en esa época.
En 1905 ingresó a la Sociedad Filantrópica del Guayas y a través de su padre fue Vicecónsul de Chile en 1906 y agente de
la Compañía General Trasatlántique en 1907, compañía francesa de navegación de mucho movimiento en el Pacífico.
En 1914 fue Colector Fiscal, el 15 Miembro de la Junta de Beneficencia Municipal. Ya era Cónsul General de Chile por
renuncia de su padre y los 18 de Septiembre recibía en los bajos de su casa, a las personas que concurrían en
manifestación pública, desde la Plaza de San Francisco hasta Rocafuerte y Mendiburo, a vitorear a ese país hermano.
En 1920 fue electo Presidente de la Cámara de Comercio, el 21 Consejero Cantonal de Guayaquil, el 22 ocupó por dos
ocasiones la Dirección de la Junta de Beneficencia, el 23 una de la Vocalías del Directorio del Banco Comercial y Agrícola y
al producirse la revolución del 9 de Julio de 1925 y caer detenido su Gerente, Francisco Urbina Jado, le correspondió
reemplazarlo momentáneamente en dichas funciones como Segundo Gerente, que ascendió a Primero con carácter
definitivo entre 1926 y el 27, dejando su oficina particular en manos de Jaime Tomás de Verdaguer García y de José
Bocca, sus empleados de confianza, quienes no supieron manejarla y lo arrastraron a una quiebra por pésimos negocios.
Mientras tanto el Banco había terminado por cerrar sus puertas ante el embate del gobierno del dictador Ayora, que le
llevó a la quiebra con fuertes imposiciones y multas. Higgins debió afrontar una difícil situación personal pero lo hizo con
la firmeza de carácter que siempre había presidido sus actos.
En 1928 fue nombrado Vocal del Directorio del Banco La Previsora y en 1930 Consejero Provincial del Guayas; se
encontraba muy disminuido a causa de una temprana afección cardiaca, que le llevó a la tumba de solo sesenta y seis años
de edad, el 4 de Diciembre de 1932. Sus hijos quedaron pequeños y en grave situación económica, igual que su viuda.
Fue uno de los más populares guayaquileños de su tiempo y aún se le recuerda por su intrepidez y valor en la defensa de
la propiedad frente al fuego.