HIDALGO ORTIZ ANGEL EMILIO

POETA.- Nació en Guayaquil el 2 de Agosto de 1973 y son sus padres legítimos el Abogado

Emilio Hidalgo Ortega, jefe de Intervención del Hospital del IESS y su prima hermana Ligia

Ortíz Hidalgo, Secretaria

graduada, ambos guayaquileños.

Nació en la Clínica Gil, vivió sus primeros años en un departamento alquilado en Machala y

Padre Solano, asistió a un Jardín de Infantes cercano, estudió la primaria el Liceo Pedagógico donde fue el mejor

estudiante siempre y la secundaria en el San José La Salle. Desde el 76 habitaban una villa propia en la Ciudadela Las

Acacias al Sur de la ciudad.

Cuando cursaba el segundo año se presentó al Concurso intercolegial del libro leído con ¿Quo

Vadis? y obtuvo el Primer Premio. Al año siguiente volvió a triunfar con “Leyendas y Tradiciones

del Guayaquil Antiguo” de José Gabriel Pino y Roca.

Entonces decidió estudiar la especialidad de Filosófico Sociales. Ese año falleció el Profesor

titular de Literatura ecuatoriana Lic. Tomás Pantaleón cuya fama de excelente catedrático era

por todos reconocida y aprendió la materia con el Lic. Rafael Garcés Vallejo, a quién confió

varios de sus poemas, escritos como por impulsos, desde meses atrás. “Me distraía con ellos y

como en mi casa se hablaba de mi tío fallecido, el poeta Gastón Hidalgo Ortega, miembro del

Club 7 en los años 60, pienso que por allí me venía el lirismo. “Años después destruiría esta

primera producción, quemándola paulatinamente a medida que se hacía un crítico más

exigente, por eso sus poemas actuales son del 93 en adelante.

Mientras tanto el profesor Garcés le invitaba a los lanzamientos de libros que periódicamente

realizaba la Casa de la Cultura y sin querer fue adentrándose en el ambiente

Allí encontró el ambiente propicio para su vocación poética. Eran pocos alumnos, se hablaba de la teoría de la recepción en la que mucho interviene la opinión del lector sobre los críticos, tan

alabados en el estructuralismo.

Su nombre era conocido desde que el 94 colaboraba en suplementos como “Matapalo” de El

Telégrafo y “La Hora Cultural” en la Hora con poemas y artículos en prosa. Sus profesores le

impulsaban siempre: Cecilia Ansaldo, Cecilia Vera de Gálves, Cecilia Loor, pues se hacía querer de

todos debido a su carácter alegre, tranquilo y trabajador.

Por entonces presentó en el Congreso Ecuatoriano de Historia celebrado en Quito, una interesante

ponencia sobre la frustrada revolución de Alfaro en 1880 en Esmeraldas, con datos inéditos

tomados de varios archivos particulares de Manabí.

En enero del 96 logró una beca de tres meses para estudiar Historia Contemporánea en la

Universidad de Alcalá de Henares. Allí profundizó en la teoría de la Historia, vivió en el campus

universitario, adquirió libros y textos, conoció a varios escritores y poetas, entre ellos a Luis

Alberto de Cuenca de la Generación de los Novísimos y a Félix Grande, Director de la revista

Cuadernos Hispanoamericanos. Como dato anecdótico cabe resaltar que Cuenca solo había leído

Huasipungo, ignorando todo lo demás de nuestra literatura. No así Grande, que conocía las obras

de Isaac J. Barrera, Jorge Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum, etc.

De regreso se reintegró a la Escuela de Literatura y en agosto envió al Concurso Nacional de Poesía

del diario El Universo un conjunto titulado “Beberás de estas aguas”, que mereció el Primer

Premio compartido con Euler Granda, a razón de S/. 7.500.000 para cada uno. El Jurado estuvo

conformado por Hugo Salazar Tamariz, Gustavo Alfredo Jácome, Ignacio Carvallo y Sonia Manzano.

El Premio le trajo notoriedad nacional, salió impreso el día 16 de Septiembre, aniversario de la

fundación del Diario, por Manglar Editores, en cuarto, en 99 Págs. y fue acogido con general

aplauso. Había nacido un poeta cuyas obras seguirán apareciendo con el paso de los días y los

años.

“El Universo” y “Hoy” le hicieron entrevistas y se dijo que desde el 94, cuando apareció por primera ocasión en la

Antología de la Novísima Literatura guayaquileña junto a AnaCecilia Blum, Daniel Calero, Luis Carlos Muzzó y Shila

Sánchez, se tenia una idea cabal de su estro y se esperaba mayores producciones de él.

Desde entonces ha prestó servicios en el Banco Central del Ecuador como miembro del grupo que preparó la Exposición

Umbrales, con la cual se inauguró en Agosto del 2004 el Museo de Arte en Guayaquil.

El 2010, tras siete años de meditación poética, lanzó una nueva colección titulada “Fulgor de la derrota” en 60 págs.

donde se interroga por la existencia, los limites del lenguaje y la búsqueda de la expresión a partir de las esencias. La

obra puede ser leída como un solo poema o diviendola por unidades temáticas.

Su estatura normal, delgado, canela, ojos y pelo entre café y negro. Usa lentes. Tiene inédito el poemario “El arte de

esculpir la palabra”, visión del mundo de un habitante de la ciudad, temática constante en la literatura

hispanoamericana; está programando una Revista de Poesía con Marcelo Báez y Luis Carlos Muzzó, y un libro sobre la

historia y trayectoria de la Salsa y su influjo en los nuevos escritores ecuatorianos.

BEBERAS DE ESTAS AGUAS. Fragmento.

//Como el sombrero del mago /es oscuro e infinito /el viaje que //me espera hacia tu centro /El cuero de la luna /una

comilla que sostiene el auditorio. /En ese instante el tiempo se detiene y es un espectador más / aplaudiendo el número

del día. // Ahora ya puedo recorrer /converso / tan denodado sortilegio./

La muerte es pasajera./ Todo acude a mi como un instante./ en ti me reconstruyo…/Tu colmas en mi calma la habitación

vacia. /La ciudad es un campo minado de estupor. /A las casa le salieron canas /y los días se retiran/ tras el humo que

exhalan las baldosas. /Una última escapará de las cenizas/ y yo me detendré a pronunciar en alta voz /la algarabía de mi

muerte. /Para entonces; habré rescatado a la ciudad /del olvido profundo de la tierra. / Otros ojos que sepan los

mismos / leerán en una lengua muerta /una extraña inscripción que anunciará: “La muerte es pasajera” /Deja que la luna

resbale /pálida desde tu nuca / como un presentimiento. /Mis manos esparcirán su luz sobre la tierra. /El sendero de la

humedad está trazado.

/Sin dubitaciones /me reflejé en tu espalda y desearé atravesar / con vocación de vértigo /el surco ineludible de tu

astro. /Línea tras línea /mis dedos escribirán /el aguacero de tu piel.

Escucha el silencio del nogal fumando niebla /prestidigita sus crines que apuñalan la tormenta. /La hierba del volcán /la

raíz de la savia compartida /ha derribado la estructura del demonio de los pájaros y te ha visto humedecer /al amparo

confidente de la lluvia /y desmemoriar el fuego que te ata. /Aquí /donde los estertores de la noche /te han puesto a

salvo del aniquilamiento /siguen resonando los tambores de la luna /desde su guardia de roedor inalcanzable. /Goteando

multitud de signos /a través de la rendija de habitaciones soñolientas / alfabetos que perdimos /proponen a ese mundo / que empieza y termina entre tus manos /un antiguo poema hecho de carne / todo acude a mi como un instante.

Desde mi paciencia aguardo /el muro inexpugnable de tus ojos. /Yo no llevo salteadores de caminos /en mis células /ni

oscuros navegantes /que inventar nudos de mareas /en su furor de costas //El puerto sitiado sitia /y la peste del deseo /

quiere ver la muerte saciada en el abrazo. //Entonces /practico el hábito del tiempo /en el espacio / deshojar

calendarios en tu piel.

Te diré que bebo de tu huella/desde la pendiente de los aparejos. /Que el deseo de izar velas/en tu nombre /se lo debo a

la nostalgia. //¿Cómo no hendir de sal los pechos /cuando tu aroma silba las arenas de mi piel //Esta costumbre de diluir

la tarde /en el océano de tu boca /la conocí siempre.

A la Dama

La mujer que camina junto al fuego / tiene un vaivén de saya /que recorta el viento. //La cima del tifón /extraña el

parpadeo de su abnegada forma. // El camino que recorre esa mujer /es arduo como su decir /huidizo /como el ojo del

venado. //De nada servirá el atributo de conmover cimientos /cuando los silbidos la evadan por doquier /y la cera el

tiempo /derrame precipitadamente /sus días como gotas /por esos mascarones de proa / que alguna vez hicieron

comprender / el eterno anclaje /de su oficio.

Ella me mira las manos /escruta instintos extraviados /leyendas que sostienen sus indicios. /El silencio es insultante /hay

demasiada razón para callar /-dicen los rostros -/Por eso vigilan mi presencia /y me acusan / de no pisar con lógica al

asfalto. // Paradero – sin nombre. /Ella se separa de su ruta /invitándome a escapar /de la foto b/n.

Las aves /nunca terminan de estrellarse contra el cielo. /El sol queda tatuado /en puentes y ventanas. /La desnudez de la

ciudad se cubre un luto…/Entro y salgo del poema /lo mismo que de ti.

Heredo de la noche /la claridad exhausta de tus manos. /He querido transgredirte con caricias /escogidas / que a cada

instante /te harán mudar de piel como la mar. /¿Dónde sino aquí! la permanencia del instante?

Me retiro del lugar de las palabras / como la oscuridad del ventanal que se desviste. /Hemos inventado el desencuentro /

que jamás existirá. / Detrás de la tinta que cojea /queda el designio de fungir /igual que el tiempo /de eterno hacedor de

soledades. // Como la vida se adelanta a la locura / una velada suerte de abstinencia /me impide terminar este poema…

A Carmen Teresa Avilés

Invierno. /La aspereza cubre la transparencia de la hierba. /En cámara lenta pasan las ciudades. // El viento se mueve

torpemente /como un principiante en el amor. //Pero tú no necesitas llamar a la ventana /para asegurarte /un destierro

decoroso.

La tierra apenas paladar de huesos /rumor de sudores incontables / palabras que se agitan /sobre la bruma de la

humanidad. //Aquella /la ultima morada /de ese poeta de mirada fangosa/ que incineraba frenético sus días/ en la terca

desnudez de una mujer. /Ahora ya no caben /

deshllachados muros/ mareas que a su paso rescataron /regiones olvidadas del instinto. //La

cura del amor es el olvido/ decía mi abuela, mientras/ legiones de manglares crecían en su

piel. /Con ella aprendí a detener instantes y a perpetuarlos en un té / cuando la sombra del

molino /me invade los espacio /y empiezo a creer que ya no existo.

Dime, ¿Para qué estas vestiduras /este ropaje antiguo como frontera inútil /que nos aparta

bruscamente del lenguaje? /Al asombro del mar /una ciudad líquida nos llama /Los cuerpos

nos reciben / refulgentes como conchas en la arena. /La espuma es la saliva de los dioses. /En

ella esculpiré la última distancia. /Las ciudades de los andes /envejecerán de espanto y niebla / mas, la nueva humanidad ecuatorial / emergerá del mar.

Huyen los caballos de la noche /una lanza de la luz rompe las filas /la infantería de la

sombra /desprende al contendor en retirada. /Todos héroes que soñaste /esconden su armamento /en algún lejano

vientre. //Un nuevo ^ grito de agonía les hará volver. /

Seguramente la guerra durará más de un millón de amaneceres.

El beso de la sal limpiando tu sonrisa / como fósforo que encendía la marea. /Has penetrado

toda tú, bautizada plenamente /en mis dominios. // La sangre que se yergue entre dos

bosques /reproduce en un instante / la plenitud de la creación. //El eco ya lejano de tu piel /

palpita /como las últimas luces del estero. //Tu cuerpo reposa en mi silencio. /Celebro la

desnudez de tu obituario. //La exuberancia presagia el deterioro. /La usura del mar barre

castillos. //Tierra después, antes memoria. /Gotas que se irán secando /sobre la piel

desértica. //Atrás la infancia del sol / que crecía en tus cabellos y /agachaba la cabeza en el

estero. /Lejos /la ruta de los barquilleros /por esas piedras sin nombre /que sostuvieron

nuestros cuerpos. //Encargo a los pájaros /el sueño inconcluso de mendigo /y este mortal

combate /te lo dejo a ti /como apacible tributo de la arena amarga.

Escogí el oficio de los maldecidos: /esculpir signos /en lugar de

de la vieja casa de madera situada en el centro de Portoviejo y junto al robusto matapalo que aun

existe, solía darle consejos sobre la vida, gozando de la sobra de ese árbol venerable.

En Enero del 53 se graduó de Bachiller en Químico-Biológica por condescendencia con su madre

que siempre decía que quería verlo de médico e ingresó al Primer Curso de la Facultad de

Medicina de la U. de Guayaquil, viviendo con su tío Víctor Peñaherrera, pero la aridez de la

ciencia pura no estaba de acuerdo con su temperamento y dejó los estudios a los pocos meses.

En 1953 fue Jefe de Cuadrillas de la Caja Nacional de Riego en Portoviejo y reemplazó a su

hermana Luz María Hidrovo en la cátedra de Geografía en el Olmedo hasta el 57, que reinició sus

estudios universitarios en la especialidad de Historia y Geografía, Facultad de Filosofía y Letras de

la U. de Guayaquil, ayudándose como profesor en el Liceo Ecuador.

El 61 logró el Premio Contenta y fue designado Profesor de Geografía en el primer curso del

Colegio Eloy Alfaro, donde continó dictando esa materia en los cursos superiores hasta alanzar la

jubilación.

El mismo año formó parte del Consejo Universitario. “Me tocó combatir al menendismo y a sus

adiáteres que una tarde asaltaron la vieja Casona con grave escándalo nacional. El Decano de

Jurisprudencia, Dr. Raúl Gómez Lince, les defendía ardorosamente en el Consejo Universitario

para que no fueran expulsados. Estaban enquistados y trataban de dominar la Universidad

sembrando la violencia, el caos y la discordia entre el alumnado. Tenían dinero y fuerza política

pero felizmente, a la calda del velasquismo y huida del Alcalde Pedro Menéndez Gilbert en 1961,

todo acabó. La defensa le costó a Gómez Lince la pérdida de la Alcaldía, pues, como

Vicepresidente del Concejo le hubiera tocado ascender pues era amigo de toda confianza con C.J.

Arosemena M..

En 1962 y mientras espectaba pacíficamente una manifestación anti comunista en el Boulevard, dirigida contra el

Presidente Carlos Julio Arosemena Monroy, fue atacado por varios partidarios del depuesto Menéndez Gilbert: la pronta

acción de un patrullero policial le libró de recibir una soberana paliza como se lo tenían ofrecido.

En 1964 contrajo matrimonio en Guayaquil con su compañera de estudios Lic. Martha Encalada Orellana. Entre el 65 y el

68 hizo prácticas docentes en el Colegio Experimental mixto Francisco Campos Coello de la Facultad de Filosofía y Letras.

Ese último año dirigido por su profesor Jorge Villacrés Moscoso, obtuvo el doctorado con la tesis “La vía transoceánica al

Amazonas”, que resultó premiada por la Universidad de Guayaquil. El tema había sido agotado casi cien años antes por el

notable explorador víctor Proaño.

En 1968 fue designado Rector fundador del Colegio Nacional San Francisco de Quito y actuó hasta et 73 en dichas

funciones, siguió un Curso de Post grado de tres meses de duración en el “Centro Panamericano de Estudios e

Investigaciones Geográficas” y aprendió a interpretar las Cartas Geográficas. El 74 fue contratado como profesor de

Geografía Física de la U. Técnica de Babahoyo. El 75 ganó por concurso la mencionada cátedra en la U. de Guayaquil y

empezó a colaborar en el diario “Expreso”. El 81 escribió para “El Universo”.

En 1979 adquirió una villa en la ciudadela de la FAE con un préstamo al IESS. En 1981 fue designado miembro fundador y

Coordinador de la Comisión para la Defensa del Patrimonio Nacional de la U. de Guayaquil. El 83 quiso atravesar a nado el

río Chone que se encontraba crecido, fue arrastrado y casi se ahogó en la correntada. Por eso practica diariamente en la

piscina de L.D.E. con el Prof. Agustín Fuentes y está considerado uno de los mejores nadadores masters del Ecuador, habiendo cruzado por tres ocasiones el río Guayas desde Duran a Guayaquil (1988, 89 y 90) no así el 91, por temor que las

aguas estuvieren contaminadas con el vibrom del cólera. Al finalizar la década de los 70 fundó la “Sociedad Ecuatoriana de

Geografía Tropical” SEGET. y comenzó a estudiar la Cordillera de la Iguana de 35 kilómetros de extensión, que corre desde

la poblaciones de Cascol y Guale en Manabí hasta Pedro Garbo en el Guayas, siguiendo una dirección oeste-este en sentido

sur, hasta perderse en unas leves ondonadas cercanas a las llanuras del río Daule. Dicha cordillera no consta en las Cartas

Geográficas de Teodoro Wolf.

La recorrió a pie, en Jeep y luego la sobrevoló en helicóptero. En el Congreso de Geografía de Cuenca, en 1987, presentó

su trabajo, publicado como Ponencia en las Memorias.

Atlético, de baja estatura, ojos y pelo negro. Conoce de Geografía y motiva a sus alumnos hacia esa ciencia.