FUNDADOR DEL INGENIO MONTERREY.- Nació en la quinta de Limoncito, propiedad de su padre, en las afueras de Zaruma,
provincia de El Oro, el 31 de Marzo de l896, fue bautizado con los nombres de Moisés Alberto por el Presbítero Carlos
Bustamante y tuvo dos hermanas.
Hijo legítimo de Moisés Hidalgo Román, propietario de una curtiembre donde se adobaban en grandes tanques artesanales
pieles y suelas con la cascarilla extraída por ellos mismos en los montes cercanos. Los cueros eran vendidos a los zapateros
de Zaruma y Portovelo que trabajaban para los mineros de la zona, y Genoveva Jarrín Espinosa, vecinos de esa
jurisdicción.
Estudió los primeros grados en la escuela de su ciudad natal y luego pasó al Colegio que mantenían los Hermanos
Cristianos en Loja, sentía el llamado a la vida religiosa pero la muerte del padre en 1909 truncó sus deseos pues tuvo que
volver a Zaruma a dirigir los trabajos en la curtiembre junto a su hermana Isolina. “Es posible que ese aprendizaje
temprano que truncó su infancia y apresuró su mayoría de edad, haya templado un carácter exigente y riguroso consigo mismo y con los demás. Y esa formación precoz explicaría su rapidez mental.”
En lo físico era alto, delgado, fuerte y saludable, trigueño (tipo criollo) pelo negro que al principio peinaba con raya en
medio, ojos café. Trato cortés pero sin afectación, respetuoso, puntualísimo siempre y dueño de una seriedad a toda
prueba, al punto que su palabra empezó a ser considerada y aceptada por sobre cualquier documento. Uno de los
Gerentes de la compañía minera “South American”, conocedor de esas aptitudes, le propuso en 1911 la provisión de carne
para el campamento y como aún era menor de edad, su madre firmó el contrato por él.
La empresa daba de comer a 1500 personas al día y poseía los primeros frigoríficos que se conocieron en la provincia,
capaces de almacenar grandes cantidades de carne, de manera que se requería de alguien para comprar las reses
directamente en las haciendas de la provincia a los mejores precios, movilizar los animales a pie durante varias jornadas
con cuidados y atenciones extremas y es fama que fue un hábil manejador de ganado. Con el tiempo llegaría a arrendar
varias propiedades que le servían de tambos para el descanso del ganado. Entre ellas estuvo la antigua hacienda
Trapichillo circundante al caserío de La Toma, que ocupaba un tercio del cálido valle del Río Catamayo y era de la familia
Burneo. Considerada tierra caliente donde abundaban los zancudos y con ellos la malaria, se la tenía por poco atractiva y
nunca había servido para la ganadería o la agricultura, poseía agua suficiente
pues era bañada por el Río Guayabal, tenía un trapiche pequeño para la molienda de caña y
estaba situada a solo tres días de camino de Loja, lugar ideal para que el ganado se recupere.
Pronto diversificó sus actividades con la explotación de madera en los bosques aledaños de la
finca Sevilla que llegó a arrendar e instaló un pequeño aserradero para la construcción de casas en Portovelo, Zaruma y
Loja y la provisión de pilotes usados en el recubrimiento de los socavones y de los durmientes de las rieles por donde
salían a la luz toneladas de mineral, para ser procesado en las chancadoras de la superficie. El mismo esfuerzo de la
búsqueda de la cascarilla para el procesado de las pieles, permitía encontrar los árboles más adecuados para la demanda
del campamento minero de Portovelo. Luego adquirió una recua de mulas aceptando fletes para toda clase de
mercaderías. En cierta ocasión logró transportar gigantescas bobinas de cables de acero para la compañía minera de
Portovelo. El viaje de Loja a la costa era peligroso y lleno de incomodidades, pues se realizaba de tambo en tambo, por
caminos resbaladizos y llenos de precipicios hasta llegar a Piñas y de allí se bajaba a Santa Rosa donde ^ existía un
ferrocarril descubierto
que arribaba finalmente al muelle de Puerto Bolívar, para abordar la motonave Olmedo que
partía hacia Guayaquil. Y cuando tuvo suficientes pastos llegó a hacerse de una recua de cien
mulas que transportaban de Guayaquil a Loja todos los productos que necesitaba la población,
principalmente arroz y azúcar. Pronto fue comisionado del estanco de la sal, que entonces
constituía un monopolio del estado.
Con el producto de sus ahorros adquirió una casa al final de la calle Diez de Agosto entre Sucre
y 18 de Noviembre, que transformó en los altos para el funcionamiento de una posada,
instalando en los bajos una tienda. Allí se vendía desde bicicletas hasta las últimas novedades
que podían conseguirse en Guayaquil y en Quito y hasta 1950 que la cerró, traía barricas de
vino blanco y oporto, calzado, chompas de cuero y de gamuza del Perú.
En 1918 conoció en la Feria de Catacocha a Mariana Gutiérrez Córdova, joven maestra primaria
de la escuela Rousseau para niñas, cuando pronunciaba el discurso de orden. Ese año se
casaron en San Pedro de la Bendita, pasaron a Zaruma,
con la Dirección Nacional de Correos el servicio de transporte de la correspondencia y carga,
valija postal, entre Guayaquil y Loja. En 1930, la mula era el único medio de viajar por aquellos
peligrosos caminos de herradura, pero en l935 comenzaron a construirse las carreteras y en 1939
representó a la compañía CEDTA, cuya agencia funcionó en los bajos de su casa de la calle Diez de
Agosto. Cada Miércoles a las cinco y medía de la mañana salía de Guayaquil un trimotor Junquer,
arribaba a La Toma cerca de Loja a las seis y cuarenta y cinco, seguía a Cuenca a las siete y
quince, pasaba a Guayaquil a las ocho y treinta y cinco. A las diez y medía partía a Quito donde
finalmente llegaba a las doce del día.
Durante la invasión peruana en Julio de 1941 y debido al cierre de las rutas, mantuvo en su
hacienda a los empleados norteamericanos y sus familias por espacio de varias semanas, mientras
la aviación peruana sobrevolaba el campamento de Portovelo con grave peligro de bombardeo. El
43 celebró sus bodas de plata matrimoniales. Hubo misa por la mañana y de noche recibió en su
casa. El semanario El Tribuno comentó los festejos. De sus 11 hijos le sobrevivían 10 ya que el
mayor había fallecido niño a causa de la malaria. Extrovertido, conversador, amable, le gustaba la
música y el baile y cuidaba que los festejos le resultaran bien. En Carnaval invitaba a los vecinos
de las haciendas cercanas, llegaban muchos y se divertían jugando con serpentinas y polvos. Había
un fonógrafo y discos para bailar la polca, la chilena, salían todos al patio y bailaban mientras las
serpentinas se enredaban en los pies. Le agradaba la pesca y con sus nietos representaba obras de
teatro, improvisaba un escenario con cortinas, había un apuntador y ropa para cada uno de los
actores.
En 1945 intentó fundar el Banco de Loja sin éxito, pero en 1948 desempeñó la Gerencia General de la recién creada
sucursal del Banco Nacional de Fomento en Loja. En 1949 le fue diagnosticada una dolencia cardiaca pero no le hizo
mucho caso, asistió a la Feria Panamericana de Dallas y fue uno de los primeros ecuatorianos en importar ganado de casta.
Llegaban las reses por avión hasta Guayaquil y de allí eran embarcadas a Puerto Bolívar y despachadas en camiones a
Monterrey. El gobierno de Galo Plaza obsequió dos toros Cebú a la Universidad de Loja y como no los podían tener, pasaron
por venta a Monterrey donde sirvieron de reproductores. Era propietario de la hacienda La Ceiba frente al Perú y en el valle del Catamayo
había ampliado su propiedad inicial comprando La Viña, Alamala y Girón. En 1953 obtuvo una
Medalla en la Feria Estatal Ganadera de Texas. El 56 vendió una de sus casas en Loja para traer
más ganado Cebú que cruzó con vacas criollas. Años más tarde empezó a vender reproductores en
Guayaquil y el norte del Perú. Al finalizar la década de los años 50 poseía más de mil vacas de cría
o de engorde. El 63 recibió el Premio al Mérito Ganadero que le confirió el Centro Agrícola
Cantonal de Loja.
Por entonces vivió un tiempo en Quito acompañando a sus hijos que estudiaban allí, más tarde los
enviaría a especializarse en los Estados Unidos. Durante este tiempo arrendó la hacienda La Cofradía junto a la frontera
con Colombia y compró El Hato en las verdes planicies de Cayambe. En Diciembre del 58 publicó en el diario “La Opinión
del Sur” una invitación a todas las personas que quisieran invertir su dinero, para que suscriban aportes en la constitución
de la Compañía industrial Azucarera Lojana pero no obtuvo respuesta favorable porque la gente estaba enseñada en Loja
al ^ agio y al avsentismo. El 14 de Enero
del año siguiente surgió “Monterrey Azucarera Lojana S. A. Malca.” con un capital de tres millones
de sucres, para lo cual tuvo que vender unas seis cientas reses a S/.l.OOO cada una, sus haciendas
La Ceiba en S/.5OO.OOO y El Hato en S/.2OO.OOO y una casa frente a la Alameda en Quito a un
precio igual.
En Agosto de 1960 adquirió en $ 175.OOO un equipo usado, de fabricación inglesa, al ingenio
Buchitolo de Cali, para instalarlo en la hacienda Monterrey, al precio de $ 175.OOO de los cuales
se pagaron $ 125.OOO de contado y $ 5O.OOO al tiempo que se desmontaba las maquinarias, que
arribaron en Octubre y fueron armadas en Monterrey por sus hijos Francisco y Gonzalo Hidalgo y
por su sobrino Emiliano Gutiérrez Romero, bajo el asesoramiento técnico del ingeniero Felipe
Torres, de la compañía colombiana “Torres & Bou”. El dólar se cotizaba por entonces en el
Ecuador a S/.18. Las maquinas fueron transportadas de Cali a Buenaventura en camiones, de allí
siguieron por mar hasta Puerto Bolívar, pero como las naves anclaban a dos kilómetros del muelle,
se requirió de grúas especiales para el desembarco.