HIDALGO DE PROCEL MATILDE

FEMINISTA.- Fue bautizada en la iglesia de San Sebastián de Loja el 29 de Septiembre de 1889.

Hija póstuma de Juan Manuel Hidalgo Pauta, comerciante zarumeño fallecido ese año y de

Carmen Navarro del Castillo, natural de Caracas.

Antonio, su hermano mayor, tomó a cargo la educación de Matilde, la llevaba a la iglesia donde

él pasaba largas horas estudiando varios instrumentos musicales y le enseñó a leer a los cuatro

años para que pudiera ingresar a la escuela “La Inmaculada” de las monjas de la Caridad,

donde también fue asistente voluntaria de la enfermería y así fueron pasando los años pues la

pobreza le impedía a los suyos avisorar mayores horizontes.

En 1907 su madre pidió el ingreso de Matilde al Colegio Bernardo Valdivieso, el Rector Ángel

Rubén Ojeda le concedió matrícula y fue la primera mujer inscrita en dicho plantel; pero sus

compañeros le hicieron la vida imposible, volvióse callada y tuvo que refugiarse en la poesía.

El 8 de Octubre de 1913 fue la primera mujer Bachiller en el Ecuador. Entonces fue profesora

en la escuela de “El Protectorado” que dirigía la maestra Rosa Margarita Gómez de Ruiz, al

tiempo que vivía en casa de su hermano Antonio y cuidaba de sus sobrinos los menores Lozada Hidalgo; pero, por ciertos problemas domésticos que incomodaban a Matilde, su enamorado y

antiguo compañero en el Valdivieso Fernando Procel Lafebre, quiso adelantar su matrimonio,

pidió su mano.

Doña Carmen se la negó porque no tenían profesión ni dinero. Matilde se disgustó y buscó hospedaje donde las monjas de

la Caridad y hasta viajó con la superiora al noviciado de Quito. Suhermano Antonio le visitó, explicó que más le convenía

ingresar a la Facultad de Medicina de la Universidad Central y pidió una cita con el Rector, sujeto de mentalidad lugareña

y hasta machista; quien expresó que la Medicina no era carrera para una mujer y que mejor sería que estudiara

Obstetricia o Farmacia, pues creía que eran profesiones mas propicias.

De regreso, desilusionada por su fracaso, quedó algún tiempo en Cuenca y habló con el Dr. Honorato Vásquez, Rector de la

Universidad, quien había vivido largos años en Europa como diplomático ecuatoriano y sabía del importantísimo papel de

la mujer en esos países, de manera que le concedió la tan ansiada matrícula. Por eso y por cuanto su hermano Antonio

había conseguido un empleo, se instalaron en un departamento alquilado en casa de Ana Coronel, que les negaba la

electricidad después de las ocho de la noche.

Los primeros días de estudiante fueron duros, no faltaron las burlas, las palabras soeces como “laica sinvergüenza” y otras

lindezas, pero el 3 de Noviembre de 1916 intervino en una velada literaria-musical y leyó su poema “A Cuenca”. Al

descender de la tribuna los aplausos se convirtieron en vivas a Loja y hasta fue coronada con flores del jardín y cintas que

las damas ofrecieron tras una improvisación elocuente del Dr. Octavio Cordero Palacios. Posteriormente murió su cuñada.

El 29 de Junio de 1919 rindió su grado de Licenciada en Medicina con cinco votos de primera clase y en Octubre viajó a

Quito con su joven sobrina América Hidalgo, para matricularse en el quinto curso de la Facultad de Medicina de la

Universidad Central, optando para el internado de los servicios de Clínica y Cirugía en el Hospital San Juan de Dios; mas,

el médico de la Sala se opuso a tenerla con él y tuvieron que cambiarla. Fueron tiempos difíciles pues su sobrina América

se accidentó en el colegio, cayó a una quebrada y murió. El Dr. Isidro Ayora, viéndola sola, le ofreció el internado en su

Maternidad privada, para que también le sirviera de residencia y poco después la nombró Directora-profesora del primer

curso de Enfermería organizado en la Maternidad, compartiendo responsabilidades con la destacada estudiante de

obstetricia Julia González.

Una tarde, al volver de la Universidad, alcanzó a divisar a Femando Procel

Lafebre acompañado de varios amigos. El acababa de graduarse de abogado y la admiraba porque había seguido a la

distancia su carrera y conocía de su lucha. El encuentro reavivó el amor y se pusieron de acuerdo en esperar hasta que

ella pudiera terminar su tesis sobre “El estudio sintomático de los accesos eclápticos”.

El 21 de Noviembre de 1921 rindió sus pruebas finales, obtuvo el título de Doctora en Medicina con la votación de cinco

primeras y fue la primera mujer del Ecuador graduada de médico. A su lado estaba su hermano Antonio y sus fieles amigas

Julia González, Luisa Gómez de La Torre y Zoila Ugarte de Landívar pues sus ideas eran fracamente progresistas.

De regreso a Loja, donde sus conciudadanos le rindieron una espontánea bienvenida y su madre le esperaba con gran

impaciencia, montó un consultorio que pronto se llenó de indios humildes a los que no cobraba y de personas pudientes

que pagaban tres sucres de honorarios como en Quito.

Una desafortunada intervención quirúrgica -apendicitis- practicada por un colega en casa del propio paciente, en la que

Matilde actuó de ayudante, motivó una peritonitis y la muerte y que se la acusara injustamente, por eso tuvo nuevamente

que partir y en esa ocasión lo hizo a Guayaquil y entró a trabajar de Médica auxiliar de la Sala Santa Teresa y también de

Médico Auxiliar de la Casa Cuna, correspondiéndole atender a los numerosos heridos la tarde y la noche del 15 de

Noviembre de 1922, cuando la masacre de los obreros en el Puerto Principal.

El 23, a los treinta y cuatro años de edad, contrajo matrimonio con su antiguo novio el Dr. Fernando Procel Lafebre, de

profesión abogado como ya se dijo, se instalaron en un modesto departamento alquilado en casa de Bolivia Benítes, en el

centro de la población de Machala. El era profesor de historia del Colegio “9 de Octubre” y al poco tiempo solicitó la

vacante de Ciencias Naturales para su esposa.

El 24 ella decidió inscribirse en los patrones electorales abiertos en Machala con el fin de votar, pero el 2 de Mayo le fue

negado ese derecho y al apelar ante dicho Concejo Cantonal, se produjo una consulta al Ministro del Interior Dr. Francisco

Ochoa Ortiz, quien contestó afirmativamente pues en la Constitución de 1907, al eliminarse la condición de hombre para

ser ciudadano, tácitamente estaba reconocido el derecho de la mujer a votar en las elecciones; mas, la Municipalidad no

se dio por aludida y Matilde insistió ante el Consejo de Estado, que también opinó favorablemente el día 9 de Junio, y al

fin pudo acercarse a votar entre los días 11 y 14 de ese mes, siendo la primera mujer que lo hacía en Sudamérica. Cabe

anotar que en la siguiente Constitución ecuatoriana, la de 1929, en el capítulo de los ciudadanos se mencionó

expresamente a las mujeres, para que no continuaran las dudas sobre el derecho de las mujeres ecuatorianas a votar en

las elecciones, de manera que la acción de la Dra. Matilde Hidalgo de Procel sentó un precedente constitucional

valiosísimo para conseguir la igualdad civil de los géneros en materia electoral.

El 1 de Julio nació su hijo Fernando Lenín. El 25 fue electa Primera Concejal principal de Machala y el 26 su protector el

Dictador Ayora la llevó a la Subdirección de la Junta de Asistencia Pública de El Oro, cargo ad-honorem que ejerció hasta

1934, correspondiéndole instalar la oficina en Machala, reparar los edificios de los Hospitales, instalar el primer

Consultorio popular y gratuito, incrementar las Boticas y dictar Cursos de Higiene y Nutrición.

El 13 de Diciembre de 1926 había nacido su segundo hijo Gonzalo. El 32 falleció su madre en Loja. El 36 volvió a ocupar

una curul en el Concejo Cantonal de Machala, candidatizada por el Partido Liberal y fue designada Vicepresidente de esa Ilustre Corporación, subrogando en dos ocasiones al Jefe Político Cantonal.

Entre el 33 y el 39 ocupó el vicerrectorado del Colegio “9 de Octubre” y el 39 decidió trasladarse con sus hijos a Quito

para que pudieran seguir estudiando en mejores colegios. Su amigo el Presidente Aurelio Mosquera Narváez la hizo

designar Médico-Catedrática del Normal “Manuela Cañizares” y cuando se produjo la invasión peruana no estuvo en El Oro,

su casa fue ocupada y sus pertenencias saqueadas. Allí se perdió un trabajo suyo sobre el Bocio endémico, numerosas

anotaciones personales y las fichas médicas de sus pacientes.

El 41 un grupo de mujeres lojanas la candidatizó para primer Diputado y habiendo salido electa en votación popular, la

primera mujer del país que alcanzó tal privilegio, le hicieron fraude y terminó solamente de Suplente.

El 42 ocupó el vicerrectorado del “Manuela Cañizares”. El 44 fue Directora Profesora del I Curso de Enfermería organizado

en Quito por el Servicio Cooperativo Interamericano de Salud Pública de Los Estados Unidos. Su labor como profesora,

médico y ama de casa le restó fuerzas para ser una luchadora social.

El 46 celebró sus Bodas de Plata Profesionales y la Junta de Asistencia Pública de El Oro le otorgó su máxima

Condecoración. El 47 concurrió al I Congreso de la Alianza Panamericana de Mujeres Médicas reunido en México, llevando

la delegación de la Federación Medica del Ecuador y fue electa Tercera Vicepresidente.

El 49 fue becada un año del gobierno argentino para realizar estudios de especialización en Pediatría, Neurología y

Dietética en el Hospital del Niño de Buenos Aires. A su regreso a Machala en 1950, tras casi once años de ausencias, se

dedicó a acompañar a su esposo y a realizar diversas obras sociales.

El 54 fundó y dirigió la Cruz Roja Femenina de El Oro, luego el Instituto Femenino de Cultura cuya vicepresidencia ejerció

por algunos períodos, el Comité Patriótico Femenino, el Núcleo de El Oro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana donde

también ocupó la vicepresidencia, planificó cursos gratuitos de Enfermería y Manualidades y en fin, se convirtió en una de

las principales figuras de esa provincia, en pleno auge bananero.

El 54 fue designada Presidenta de Honor y Vitalicia de la Cruz Roja de El Oro. El 56 recibió la Orden Nacional al Mérito en

el grado de Gran Oficial y representó a la Federación Médica del Ecuador en el III Congreso de Alianza Panamericana de

Mujeres Médicas reunido en Santiago de Chile. El 59 fue condecorada por la Cruz Roja Internacional. El 66 fue

homenajeada por la UNE de Loja junto al Dr. Pío Jaramillo Alvarado. El 67 fue miembro del Tribunal de Honor del Colegio

de Médicos de El Oro. El 70 miembro Honorario de la Sociedad Médico Quirúrgica del Guayas.

El 70 fue condecorado su esposo por el gobierno al cumplir sus Bodas de Oro Profesionales. El 71 Matilde cumplió sus Bodas

de Oro Profesionales y fue candidatizada a Mujer de las Américas por La Unión Nacional de Mujeres del Ecuador.

El 71 recibió la Condecoración al Mérito de Salud Pública. El 30 de Julio de 1973 enviudó (Su esposo había regresado de la

finca y sentado al borde de la cama se sacaba las botas como era su hábito, cuando sufrió un violentísimo infarto).

Quedó sola y consternada pues sus dos hijos vivían en Guayaquil, pero su fiel amiga Julia González viajó de Loja a

acompañarla. Un mes después su recia contextura espiritual, abatida por la soledad y el dolor, se declaró vencida, tuvo un

ataque de apoplejía que paralizó su cuerpo y la dejó inconsciente. Traída a Guayaquil en una avioneta, ingresó al Hospital

regional del Seguro Social donde su hijo Fernando era médico y comenzó a mejorar, pero ulteriores complicaciones

motivadas por su edad, obligáronle a sufrir la amputación de una de sus piernas y finalmente murió el 20 de Febrero de

1974, a los 85 años.

Fue velada en la Universidad Católica de Guayaquil donde su hijo era Decano de la Facultad de Medicina. El 75 se inauguró

su busto en Loja su ciudad natal.

De estatura baja, tez canela clara, pelo y ojos negros, menuditos y delgados, mirar sereno, alegre, confiado, tranquilo y

optimista. Su biografía, que hemos seguido hasta aquí, está escrita por Jenny Estrada bajo el título de “Una mujer Total”;

también hay datos suyos en la obra del Dr. Montero Camón sobre Médicos del Ecuador.

La conocí en una reunión institucional y pudimos conversar amenamente, recuerdo que usaba anteojos a la moda de

entonces, los años 1970, poseía una conversación alegre, agradable y al mismo tiempo culta y hasta erudita. Su figura

despertaba simpatías por su femineidad. Era una agradable abuelita.