GENEALOGISTA Y BOHEMIO.- Nadó en Guayaquil, en una vieja casona de madera construida por su abuelo materno tras el
Incendio Grande de 1896 en una de las esquinas de la plaza de San Francisco, el 21 de Noviembre de 1918. Hijo legítimo
del Dr. Segundo D. Guzmán Cárdenas, abogado natural de Guaranda, Juez y Fiscal, y de Angela Rodríguez Ávilés, guayaquileña.
Fue el cuarto de una familia compuesta de seis hijos, recibió las primeras letras en el Colegio La Inmaculada y de ocho
años fue premiado con un manomóvil en la Fiesta del Príncipe de la Navidad realizada en Diciembre del 26 en el teatro
Edén por el periodista Rodrigo Chávez González a) Rodrigo de Triana, quien le entrevistó.
Ya estudiaba en la escuela Simón Bolívar donde escenificó una obra infantil “Mi delirio sobre el Chimborazo”. Era muy
unido a su padre, a quien solía acompañar en sus viajes judiciales y arreglaba los libros de su biblioteca. Inquieto pero
intelectual, leía mucha literatura sin desdeñar otros temas.
En 1930 ingresó al Vicente Rocafuerte. Al terminar el primer curso viajó con su familia a Quito y fue internado en el San
Gabriel de los padres jesuitas, donde hizo amigos, cantó numerosas serenatas los fines de semana pues tenía una hermosa
voz de tenor y como era común que se imite a los artistas de Holliwood era Tyrone Power y su amigo Vicente Pino Moran
imitaba al no menos célebre Don Ameche.
En 1939 un bus le pasó por el pie izquierdo, fue operado en la Clínica Pasteur, guardó cama tres meses y decidió
abandonar sus estudios. Vicente Illingworth, amigo de su padre y Ministro de Hacienda, le empleó de Auxiliar en el
Departamento de Impuesto a la Renta. Entonces comenzó una fina bohemia intelectualizada con Marco Tulio Ramírez
Pérez, Ernesto Jurado Martínez y Ernesto Silva French entre otros.
“Canté Granada en el teatro Sucre acompañado de las doce guitarras de la estudiantina del Mejía en una velada
conmemorativa de ese Instituto. También en la recepción brindada en el Círculo Militar a la llegada de un presidente. Al
mismo tiempo aprendía genealogía hablando con mi pariente César Villavicencio Enríquez y con José Matheus, Alfredo
Flores Caamaño y Rafael Vásconez Hurtado, Creo que el interés por las familias lo heredé de mi abuela materna pues ella
siempre relacionaba a las personas unas con otras por los vínculos familiares que las unían. Por eso su primer trabajo fue
un esbozo biográfico de su pariente materno el Dr. Francisco Campos Coello”.
En 1945, llevado por la idea de trabajar en el cine mexicano abandonó
Quito; avanzó por tierra – cantando y aplaudido como romántico y bohemio que era – hasta Bogotá. Allí fue atendido por el
Embajador Manuel Cabeza de Vaca, hizo amistad con Alberto Lleras Camargo, siguió por el curso del río Magdalena hasta
Barranquilla, Cartagena, Turbo, Obaldía y Panamá en un viaje lleno de experiencias y aventuras peligrosas.
A fines de año Olmedo Alfaro lo llevó a la fiesta del Presidente de Panamá y le empleó como revisor de Publicaciones de
prensa de la Embajada de los Estados Unidos con buen sueldo y mejor ambiente, pero a los seis meses se hartó de la
burocracia y regresó a Quito ganándose la vida con grabaciones para la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
En 1947 le fue adjudicada una beca de tres años en el Ministerio de Educación y salió por tierra a Buenos Aires. Primero
estuvo en Lima, Arequipa, Puno, La Paz, la Quica en la frontera entre Bolivia y Argentina y por tren llegó finalmente a su
destino, matriculado en el Conservatorio de la Plata recibió clases de canto, solfeo, teoría y armonía, intervino en el
Festival Latinoamericano del Folklore, ofreció un recital de canciones en el Círculo de la Prensa, visitaba los diarios, las
bibliotecas, los archivos en busca de novedades o tras la pista de datos y documentos históricos. Así fue escribiendo una
Historia del Arte, un Código de Bellas Artes y un Diccionario de Compositores Célebres.
En Agosto de 1949 integró un Comité Pro Ayuda a los damnificados del terremoto de Ambato. El 50 regresó a Quito
hipersensible y sin poder contenerse partió enseguida a cumplir su antojo en México, de trabajar en el cine como cantante
y actor, llevando la representación del periódico “El Día” al I Congreso Internacional de Academias de la Lengua. A poco de
llegado a la capital mexicana fundó el “Círculo Ecuador” con Jorge Marcos Montalvo, Gonzalo Molina, Jorge Lara y Gastón
Chávez González y logró entrar al mundillo del cine y la farándula. Los hermanos Soler le abrieron esas puertas, fue amigo
de Jorge Negrete, Dolores del Rio, Gloria Marín, etc.
En lo intelectual la gran poetisa Rosario Sansores, Cronista social de “Novedades”, le presentó a las primeras figuras del
intelecto de ese país, poetas, literatos, pintores, etc. Guzmán Rodríguez se ayudaba como corresponsal de los diarios “La
Nación” y “El Telégrafo” de Guayaquil.
En 1952 empezó a tratar a los genealogistas de la Academia Mexicana, sobre todo a su presidente el Lic. Ignacio Dávila
Garibi e inició un fichero Heráldico y Genealógico que le ha sido de gran utilidad. Como cantante intervino en el célebre
Festival de Jalisco con música semi clásica arreglada por el consagrado maestro Gómez Andas. También participó en
diversos conciertos y dio clases de Foneatría, Declamación y Arte Dramático, gozando de la protección del Embajador
Homero Viten’ Lafronte que le invitaba a todas las fiestas de la sede ecuatoriana.
Finalmente cantó en el Palacio de Bellas Artes y en el baile que la Cancillería mexicana ofreció en honor del presidente
del Ecuador Galo Plaza Lasso con motivo de su visita a ese país, pero no pudo lograr contratos en los estudios
cinematográficos y a fines del 52 viajó a España con cartas de recomendación para realizar investigaciones en los archivos
de la Madre Patria.
Primero vivió en una residencial de la calle Preciado ofreciendo recitales, conciertos y hasta cantó en una compañía lírica
de Operetas, pero al tratar de hacer una coproducción cinematográfica con Demetrio Aguilera Malta fracasó por falta del
adecuado financiamiento.
En 1953 fue designado Académico de la Mexicana de Genealogía y Heráldica, Institución a la que ya se pertenecían por el
Ecuador Cristóbal de Gangotena Jijóny Pedro Robles y Chambers.
En 1954 fue designado Miembro de Número de la Sociedad de Escritores y Artistas de España, El 55 representó al Ecuador en el III Congreso Internacional de Genealogía y Heráldica llevado a cabo en Madrid bajo la presidencia del Marqués de
Decio, actuando en la secretaría Vicente de Cadenas y Vincent, Director de la célebre revista “Hidalguía” y Julio de
Atienza, Barón de Cobos de Belchite.
La Poetisa Mana Isabel Secadas Laínez y el editor Juan Bautista Acevedo del ABC de Madrid, conociendo que tenía material
suficiente para un libro, le empujaron a publicarlo en Diciembre de 1 956 y así apareció “Títulos Nobiliarios en el Ecuador,
en octavo y 334 págs. Ensayo largo y muy interesante por contener información de primera mano sobre los personajes
agraciados por Reyes y Virreyes con tales condecoraciones.
La obra salió con prólogo de su amigo
el Conde de Canilleros y de San Miguel y está considerada la mejor de todas las suyas. Críticos de
la categoría del Rey de Armas, Marqués de Ciadoncha, la aplaudieron sin reservas y circuló por
España y Latinoamérica, y fue saludada por los principales intelectuales españoles del momento
(Azorin, Jacinto Benavente, Pío Baroja).
A principios de 1958 regresó a Guayaquil y trabajó varios meses arreglando el archivo de la Corte
Superior de Justicia. También hizo teatro con Eduardo Sola Franco, Jakeline Castell de Serrano,
Anita Von Buchwad, Mercedes Arzube de Roca. “En el Árbol del Tamarindo de Sola hice el papel de
Carlos de Landia. Con Enrique Gil Calderón estrenamos una obra de Sartré. Con Carlos de la Paz,
Carlos Domenech y Santiago Abad llevamos a las tablas La Familia Smith.” Ese año publicó “El
Libro de Guayaquil” vademécum de personajes, direcciones y otros datos útiles en la ciudad.
En 1959 partió hacia Cali y Bogotá y dictó conferencias en los Institutos de Cultura Hispánica, en
las Bibliotecas Nacional y del Banco de la República, etc. sobre temas y personajes ^ hi stór icos de España y
América. En
Diciembre contrajo matrimonio en Bogotá con la guayaquileña Gladys Darquea Mórtola, a quien ya
conocía en el Ecuador. Matrimonio estable, con tres hijos.
A principios de 1960 participó en las Jornadas Culturales de la UNESCO.
En Marzo regresaron al puerto principal y desde entonces no ha vuelto a salir del país.
En 1962 publicó “Preludios” con varios ensayos históricos y literarios. El 63 fundó el Instituto de
Historia, Literatura y Arte HILIAR, le designaron mantenedor de los Juegos Florales de los Colegios
Rosa Borja de Ycaza y Dolores Sucre y Director de Arte Escénico en el Amarilis Fuentes y Ana
Paredes de Alfaro.
En 1964 trabajó de Cronista Social de “El Telégrafo”. El 65 ingresó a la Asociación Cultura y
Fraternidad y al Patronato Municipal de Bellas Artes. Entre 1967 y el 85 laboró dieciocho años
como Cronista Social del diario “El Universo” implantando un estilo propio y característico que se
tornó inconfundible.
En 1966 escribió una biografía corta
sus padres Ignacio Guzmán García, sastre, liberal y libre pensador y Zoila Victoria Silva, ambos
quiteños.
El último de cinco hermanos, perdió a su padre el 4 de julio de 1907. Su abuela paterna, en
lugar de protegerlos, les abandonó a la más espantosa miseria, al punto que sus dos
hermanitas murieron de inanición y fueron sepultadas de caridad, quedando vivos solo los
varones. Entonces su madre dejó a dos de sus hijos en poder de una hermana y viajó a
Guayaquil con José Ignacio – porque era el más chiquito – llamada por una sobrina; pero como
la pobreza en el puerto principal era agobiante, de nueve años de edad el joven se fue a
trabajar a la hacienda de una familia Viten arriba de Pimocha, donde desempeñó oficios
montubios, aprendió a vigilar las siembras, a nadar, a bogar en canoa por el río, a sembrar
arroz, yuca y maíz, a limpiar las huertas de cacao y a cosechar las mazorcas.
En 1911 llevó a su madre consigo y vivieron en dicha hacienda en una especie de ranchito. El
12 se desató un invierno feroz y la guerra civil, así es que desde Babahoyo salieron por barco
con seiscientos sucres y algunas libras esterlinas ahorradas a punta de sacrificios y llegaron a
Guayaquil con ese pequeño capital, alquilando una casita de caña en el barrio del Astillero.
Primero laboró en curtiembres y aserríos, luego en la Empresa de Fuerza y Luz Eléctrica,
finalmente en la de Gas. Por las noches se reunía a jugar con otros muchachos y cuando no
había trabajo estable iba en canoa a la Puntilla a pescar para vender y ganar el sustento para
los dos.
En 1915 aprendió a leer y a escribir con unos periódicos viejos bajo las enseñanzas de su
madre, que le hacía practicar las letras con un cuaderno y un lápiz. Después trataría de
aprender lo más posible para surgir en la vida, adquiriendo vastos conocimientos como buen
autodidacta. Ese año se enroló en una cuadrilla de trabajadores de la Compañía White. El 17
dejó de ser peón y entró con menos sueldo a un taller de plomería de un tío materno, decidido
a aprender el oficio y para compensar la merma trabajó por las noches en la Empresa Eléctrica primero y luego en el río, sacando la leña que caía al lado de las balsas.
Desde 1920 frecuentaba un grupo de maestros y obreros sindicalistas muy solventes y serios que hacíanpropaganda en pro
del movimiento gremial, aprendió mucho de ellos y formaron la Gremial del Astillero. El 21 estuvo entre los fundadores de
la Compañía de bomberos 24 de Mayo. El 22 fue delegado por la Gremial del Astillero ante la Federación Regional
Ecuatoriana formada un tiempo atrás por el contador Luis Maldonado Estrada, Manuel Echeverría y el poeta y tipógrafo
Alejo Capelo Cabello, entre otros obreros. Después participarían sujetos tan caracterizados como Narciso Vélez, Elías
Genaro, Aurelio Granda, Casimiro Moncayo, Julio Paredes, Delfín González, Alejandro Mena. Para el aciago día 15 de
Noviembre participó en la manifestación popular que fue criminalmente dispersada. acompañó al Dr. Julián Lara Calderón
por las calles de la ciudad, administrando los primeros auxilios a los numerosos heridos que encontraban al paso, con
peligro de sus vidas, pero nada malo les ocurrió.
Después de la matanza quedó como experiencia el saber que la precariedad organizacional fue la principal debilidad en
esa fecha pues los obreros renunciaron a sus pedidos originales: el alza de los salarios y el respeto a los horarios de
trabajo, para aceptar otras agendas, extrañas como la forjada por el banquero Víctor Emilio Estrada, que pensaba que el
problema obrero se solucionaría con la obtención de la baja de la cotización del dólar, lo que incidiría favorablemente en
el costo de los víveres.
Terminadas la Federación y la Gremial a causa de la matanza, dispersos sus miembros y perseguidos sus dirigentes, el
movimiento obrero guayaquileño sufrió la más negra de sus horas y la mayor parte de sus integrantes se recogieron en las
Sociedades que agrupaban a sus ramas y oficios. Cierta ocasión, cuando estaban deliberando en un departamento ubicado
en Chile y Maldonado, entró la policía y apresó a los concurrentes, salvándose únicamente Guzmán y un compañero de
apellido López Concha y como a los detenidos los confinaban a diversas provincias de la sierra o a Esmeraldas,
permanecieron algunas semanas escondidos, redactando un interesante Boletín de propaganda que contenía las normas de
la organización y aspiraciones de la clase trabajadora, titulado “El Anuario Sindicalista”.
Ya había iniciado un compromiso del que tuvo tres hijos pero se separó reteniendo a los niños para que los criara su
madre. También se cambió a otro taller donde lo trataron mejor. En Enero del 24 recibió el título de Maestro Plomero de
primera clase tras siete años de prácticas. Su madre se alegró muchísimo pero en Marzo del 25 falleció y entonces se unió
a María Luisa Cuesta, quien tocaba muy bien la guitarra, tenia excelente carácter y desde ese momento fue una verdadera
madre para los niños. Después tendría tres hijos más y contraería matrimonio con ella.
Ese año presidió la Sociedad de Plomeros y fue miembro nato de la Confederación Obrera, donde realizó una excelente
campaña para extender el movimiento obrero en todo el país, con el decidido apoyo de Tomás Regato, delegado por la
Sociedad de Sombrereros, quien adquirió una imprenta con Manuel Donoso Armas, que pusieron en manos del poeta Alejo
Capelo Cabello y se logró editar el “Periódico Obrero” con las aspiraciones clasistas que censuró fuertemente a los
gobiernos por el descuido con que veían los acuciantes problemas del obrerismo nacional.
También colaboraron en esa época gloriosa Leonidas Casares por los tipógrafos, Ovidio Sánchez por los electricistas,
Manuel Echeverría por los peluqueros, Anastasio Cordero por los carreteros, Agustín Freile Icaza, por los profesores
Federico Ruiz, etc. y al ocurrir la transformación política del 9 de julio de 1925 se incrementó e intensificó el movimiento
y con dinero de Tomás Regato adquirieron un local propio en Colón entre Pio Montúfar y 6 de Marzo; sin embargo, frente el
doloroso recuerdo de la matanza del 15 de Noviembre subsistía el resentimiento clasista, por eso – en un primer momento
– los dirigentes no quisieron apoyar la revolución, a pesar que esta tenía un marcado carácter anti oligárquico y solo
merced a la intervención del Dr. Manuel Célleri Ramírez, médico y Mayor de ejército, muy vinculado a la clase
trabajadora, se logró limar asperezas.
Meses después la Confederación redactó un telegrama quejándose de la carestía de la vida y responsabilizando a los
miembros de la II Junta de Gobierno del problema de la subsistencia. Guzmán era Vicepresidente y firmó a nombre del
Presidente de la Confederación, Atanasio Cordero, quien tuvo miedo de hacerlo. Publicado el reclamo, causó el revuelo
que era de esperarse y Guzmán recibió un telegrama del Ministro Pedro Pablo Eguez Baquerizo, anunciándole su venida al
puerto principal.
Al día siguiente fue llevado por un pesquisa a la Gobernación, donde ya se habían congregado numerosos obreros y
curiosos. El incidente con Eguez Baquerizo terminó con el nombramiento de Inspector Provincial del Trabajo en Manabí en
favor del dirigente Manuel Echeverría, quien se adaptó a esa provincia y se quedó por allá varios años.
A principios de 1926 el Dr. Carlos Puig Vilazar le había invitado a establecer en el Ecuador el Partido Socialista, designando
comisiones de trabajo en el resto del país. Durante la última semana de abril se realizó la Asamblea en el local de la
Sociedad Hijos del Trabajo que eligió a los delegados que debían viajar a Quito para el magno Congreso a celebrarse el 16
de mayo en el salón de esa Municipalidad, donde se redactó la Declaración de Principios y el Programa de Acción política,
acordándose que el Partido no debía depender de ninguna organización internacional. De vuelta en Guayaquil fue electo
Vicepresidente de la Confederación Obrera del Guayas, sufrió persecuciones por causas políticas y hasta una que otra
prisión pero todo lo sobrellevaba por el ideal sindicalista.
En 1928 presidió el primer y único Congreso Obrero Nacional que presionó para que la Asamblea Nacional Constituyente
promulgue las primeras leyes de Trabajo (jornada laboral de ocho horas, la de Accidentes, la de Despido Intempestivo, la
del Trabajo de las Mujeres y su protección, la del Trabajo de menores y otras) encomendándose a los Intendentes de
Policía el control y cumplimientos de ellas.
Durante algún tiempo trabajó con el Arquitecto Ramón, de nacionalidad española, que le ayudó a sacar un Curso en una
escuela de Plomería de Barcelona. A través suyo llegó a vincularse con ingenieros nacionales y extranjeros que le
concedían contratos en las edificaciones más importantes de la ciudad.
En 1934 fue vocal de la Junta Consultiva Económica organizada por el Gobernador del Guayas, Dr. César D. Andrade,
médico bien intencionado que logró reunir a diversas personalidades. Allí trató a Jacinto Jouvin Arce entre otros, que
deseaban poner fin a la tan terrible crisis económica que azotaba a Guayaquil, pero nada pudieron conseguir por falta de
apoyo del gobierno. Casi enseguida el Encargado del mando supremo Dr. Abelardo
Montalvo designó nuevo Gobernador a Rodolfo Baquerizo Moreno, quien le nombró Primer
Inspector del Trabajo. Guzmán se negó a recibir sueldo alguno y puso por condición que el
Intendente General de Policía, Coronel Jorge Quintana Dueñas, no interfiera en su labor.
Enseguida designó Secretario de la inspectoría a Luis Maldonado Estrada y pidió a la Asociación de
Empleados cuatro Subinspectores, que fueron Tomás Ramírez Idrovo, Pedro Segale, José Mosquera
y Alfonso Lazo, equipo de trabajo que se desempeñó a satisfacción de la ciudadanía.
Para las elecciones presidenciales de ese año se negó a apoyar la candidatura del Dr. José María
Velasco Ibarra por cuanto dicho señor había sido Secretario del Tribunal de Garantías
Constitucionales en Noviembre de 1922, impidiendo que prospere la denuncia puesta por el
Director del diario “El Telégrafo”, José Abel Castillo, para que se estableciera sanciones contra los
autores de la masacre, pues según su opinión “los muertos en aquella ocasión solo eran unos
cuatro ladrones que habían roto los almacenes, por lo cual debían ser castigados…” Guzmán
trabajó por el candidato liberal de Colón Eloy Alfaro que perdió. I cuando el Dr. Velasco ascendió a la presidencia
y ocurrió la huelga de panaderos en Guayaquil, le puso un furibundo telegrama exigiendo la
libertad de los compañeros detenidos. El reclamo salió publicado en “El Telégrafo”, le acarreó una
feroz persecución y tuvo que ir a esconderse en Baba, donde le ayudaron varios amigos
hacendados. Después pasó a Matecito, Junquillo, Playas de Vinces y Vinces y trabajó en el ramo de
plomería con su amigo el maestro Luis Castillo, hasta que en Septiembre recibió un telegrama que
le anunciaba la gravedad de uno de sus hijos, tomó una lancha pasó a Guayaquil y arribó en el
momento en que el niño moría. Esa fue la mayor tragedia que registró en su vida, pues el golpe le
dejó anonadado.
En 1936, durante los primeros meses de la dictadura civil del Ing. Federico Páez, fue nombrado
Concejal del Cantón Guayaquil, a instancias de su amigo personal el Ministro de Hacienda,
Jerónimo Avilés Aguirre. Su posición de representante de los obreros le daba cierta fuerza frente
al presidente de la corporación municipal, Enrique Baquerizo Moreno, de suerte que pudo llevar
adelante varios proyectos de innegable valor social como el de la Gota de Leche, cuya dirección
fue confiada al Dr. Antonio
siendo el primer barrio suburbano de Guayaquil. Consiguió la creación del primer Jardín de
Infante que llamó Pedro José Huerta en homenaje a tan esclarecido maestro y controló el
precio de los víveres aplicando mano dura a los vendedores de los mercados.
Ese año 38 fue miembro del Tribunal Supremo Electoral que presidía el Dr. Tobar Subía
correspondiéndole absolver numerosas consultas de alguna gravedad sobre la nacionalidad de
los candidatos a la presidencia de la Asamblea convocada para la vuelta al régimen
constitucional. El Dr. Manuel María Borrero le ofreció la representación del obrerismo
ecuatoriano al Congreso de México, que declinó en razón de su compromiso con el Concejo
Cantonal de Guayaquil. En Julio presidió la delegación del Guayas al Congreso Obrero
celebrado en Ambato, asistió a la Asamblea Nacional Constituyente y pidió que se decrete la
vigencia del recién expedido código de Trabajo.
En 1941 presidió el “Club Guayas de Instrucción, Recreo y Beneficencia” por renuncia de su
fundador Agustín Freile Icaza y al producirse en julio la invasión peruana, suspendió las clases
en la Escuela – Taller y prestó ayuda a los numerosísimos refugiados de la provincia de El Oro,
que encontraron un pronto y seguro abrigo, sobre todo los más enfermos, los ancianos, las
mujeres y niños. Los consocios ayudaron con prendas, alimentos y dinero. Las alumnas cosían
ropa en el portal. Víctor Manuel Janer y su esposa Lucia Porres, contribuían diariamente con
dinero y comida. La Comisión de Auxilios de los Inmigrantes de EI Oro constató que a los
asilados en el Club Guayas nada les faltaba. Más adelante volvió la Escuela – Taller a funcionar
y realizó gestiones con Julio Estrada Icaza ante el jefe de la II Zona Militar, Coronel Ricardo
Astudillo, para que los batallones Yaguachi y Esmeraldas se acomoden en el Club. También
concurrieron ante el Concejo Cantonal pidiendo la cesión de otros locales con igual fin, pero la
Municipalidad se negó. Poco después se conoció el asunto en Quito y Astudillo fue trasladado
por que el gobierno no quería la intromisión de los civiles en asuntos de la defensa militar.
En 1942 protestó con los demás socios del Club por cuanto el Congreso Nacional había procedido a ratificar la suscripción
del írrito Protocolo de Río de Janeiro y participó en los actos del recibimiento del líder mexicano Vicente Lombardo
Toledano,
Presidente de la Confederación de Trabajadores Latinoamericanos. El
43 fue miembro activo de “La Unión Sindical” que fundó Víctor Hugo Briones con Luis Albisuri
Campos, Manuel Palacios, Guillermo Perelli, etc. “para aglutinar a los trabajadores a fin de
que aprendan las normas sindicales y sepan sobre la defensa de las nuevas leyes laborales y el
conocimiento pleno de todas las leyes”, ingresó a “Acción Democrática ecuatoriana” ADE
fundada por el Dr. Francisco Arízaga Luque, líder de la oposición al régimen cesarista del
Presidente Arroyo del Río y después del triunfo de la Revolución del 28 de Mayo de 1944 viajó a Quito para la fundación de la “Confederación de Trabajadores” CTE. y en la “Federación de
Trabajadores del Guayas” representó al obrerismo del cantón Salitre.
En 1947 su coideario socialista Carlos Cueva Tamariz, Diputado al Congreso, le puso en la lista
de los nuevos Concejales de Guayaquil, pues estaba por renovarse la Municipalidad. Presidió dicha Corporación el Dr.
Leonidas Ortega Moreira, quien le ayudó a solucionar en parte el problema de la carestía de los víveres, pero cuando se
trató asuntos políticos, se produjo el desbande. Como comisionado de ^ Mercados hizo sacar una imagen de la
Virgen que se prestaba para toda clase de abusos en el Mercado Central, a pesar que el Obispo
José Félix Heredia Zurita le pidió que no lo hiciera; ese año ingresó al Centro social “Pro
Defensa del artesano” fundado en 1928, al que antes había hecho algunos servicios. De
inmediato propuso que se incorpore a los artesanos a todos los beneficios de la Seguridad
Social pues se hallaban desprovistos de ello. Con tal finalidad se celebró el 1er. Congreso
Nacional de Artesanos que inauguró el Presidente Galo Plaza el 9 de Octubre del 48 en los
salones del Club Guayas – presidido por Guzmán – aprobándose los estatutos de la
Confederación Nacional de Artesanos del Ecuador, entidad que le correspondió dirigir entre el
49 y el 52 así como el Comité Ejecutivo de la Confederación.
En 1949 gestionó a favor de ese Estatuto ante el Ministro de Previsión, trabajó en la
confección de un gran proyecto de Ley Artesanal que tomó a su cargo el Diputado Colón
Serrano hasta su aprobación por el Congreso, pero el Presidente Plaza lo vetó y por más que
Guzmán protestó en histórico telegrama, la ley quedó sin publicarse, hasta que el 50 Serrano
consiguió que el Congreso insista y finalmente entró en vigencia.
En 1984 dio a la luz “La transformación política del 28 de Mayo de 1944” con motivo de los
cuarenta años de haberse producido esa revolución y en 1989 complementó lo anterior con un
pequeño escrito “Páginas sueltas de mi libro: La verdad en la historia”.
Su nieta María de Lourdes Guzmán de Becerra le recuerda siempre atareado con planos, rodeado
de sus trabajadores, activo, lúcido, en un escritorio muy grande, querido y admirado por el gremio
de Plomeros y Constructores de Guayaquil.
A principios del 91 sufrió un resbalón en la bañera. Las medicinas que tomó le afectaron su antigua
úlcera que tuvo que ser cauterizada en el Hospital de IESS pero le sobrevino una infección
generalizada o septicemia. En tales circunstancias sufrió a las tres de la madrugada del siguiente
día – 5 de junio – un infarto y como se encontraba solo en la habitación, no tuvo la oportuna ayuda
y falleció de noventa años de edad.
En 1995 su nieto político el Ing. Carlos Becerra Escudero, reunió sus papeles en un hermoso libro
de 177 págs. titulado “A cambio de nada” (Los documentos de José Ignacio) refiriéndose
concretamente a la costumbre que él tenía, pues todo lo dio en su larga vida de lucha sindicalista,
sin aceptar sueldos ni bonificaciones por sus servicios al país; sin embargo, por esta actitud
permanente de lucha clasista fue perseguido en los gobiernos de Velasco Ibarra y en la dictadura
de Federico Páez.
Alto, trigueño, pelo blanco y abundante, ojos negros, con la vivacidad propia de los luchadores
natos que no conocen el reposo ni desmayan jamás en la consecución de sus altos ideales.
A través de su larga y fructífera existencia reivindicó la causa del sindicalismo como la expresión más alta y concreta de
los intereses obreros. El sindicalismo es universal y por lo tanto no es patrimonio de ningún país. Es la bandera
filosófica de los obreros del mundo, sinónimo de la acción política de los trabajadores. El Sindicato es la escuela del
obrero, donde debe conquistar su cultura y bienestar y donde deben desplegar su acción reivindicadora de mejores
condiciones de vida y de trabajo…