CRONISTA.- Nació en México hacia 1521. Hijo natural de Bernardino de Santa Clara (1) en una india mexicana seguramente
de clase elevada. Su educación fue deficiente pero suplió ese vacío con un talento natural y gran facilidad para escribir
con estilo.
“Entre 1543 y el 44 debió pasar al Perú, pues declara haber presenciado los sucesos ocurridos desde que Gonzalo Pizarro
avanzó del Cusco a Lima. Perteneció como soldado a la compañía del Capitán Pablo de Meneses, partidario del Virrey, y
pudo haber asistido a su prisión por los Oidores, que describe con gran animación. Vio luego la entrada de Gonzalo a Lima
y se sublevó a éste. Con su Capitán Meneses marchó a Panamá y vio desembarcar a la Gasca.
Meneses fue enviado a la ciudad de Santiago (hoy Guayaquil) y se incorporó al ejército de Gasca. Al salir la Gasca de Jauja
al Cusco, Meneses iba como jefe de la retaguardia. El Cronista estuvo en la batalla de Jaquijaguana. Como soldado debió
viajar por casi todo el Perú, principalmente por la costa, que revela conocer bien. También fue secretario de Lorenzo de
Aldana y debió regresar con el Presidente Gasca a Panamá apenas terminada la guerra civil y pasar enseguida a México.
Allí participó en la guerra contra los Chichimecas y escribió algún capítulo sobre ellos en el libro titulado “Coloquios” que
se perdió.
En México revisó sus notas personales recogidas en el Perú y dio inicio a cinco libros llamados “Quinquenios”, que fueron
para Gutiérrez de Santa Clara la obra de toda su vida; pues, se notan en ellos fechas muy distintas de redacción. Parece
que dichos Quinquenios fueron comenzados apenas terminaron las guerras civiles del Perú en 1540. En 1562 aún
continuaba con su tarea y la proseguía en 1590. Para 1603 le había dado fin a la última revisión.
En ella utilizó muchos papeles que pasaron por sus manos como secretario de Lorenzo de Aldana y que debió haber
copiado. También trató de la historia de los Incas, recogiendo noticias a veces inéditas sobre su religión y costumbres y
aún sobre los hechos. Le interesan particularmente las leyendas creencias y supersticiones de los indios y como en la
conquista española, la indumentaria y las costumbres suntuarias, fiestas civiles y religiosas, adornos, juegos, borracheras,
sacrificios humanos y la forma de ultimar a la víctima con una cachiporra de enzina y cobre. En suma, hay atisbos y
novedades interesantes sobre muchos aspectos de la historia incaica. “Es reconocido como el Cronista más connotado de
la sublevación de Gonzalo Pizarro; sin embargo de lo cual, su obra permaneció inédita hasta que a principios del siglo XX,
el conocido americanista Manuel Serrano y Sanz la halló en la Biblioteca Provincial de Toledo, procedente sin duda alguna
de la que reuniera el Cardenal Lorenzana y comenzó a editarla en Madrid, en 1904, en cinco gruesos tomos, bajo el título
de “Historia de las Guerras Civiles del Perú 1544 – 1548 y de otros sucesos de Indias’’, el último de cuyos volúmenes
apareció tardíamente en 1929.
El Cronista se muestra ágil contador de sucesos, animando el relato, trazando caracteres y estudiando íntimamente a los
personajes, de suerte que se hallan magistralmente dibujados y llenos de vida. Todo con un lenguaje rico, suelto y
expresivo.
En cuanto a su valor testimonial, Gutiérrez se coloca al lado de Pedro Cieza de León, superándole en estilo, pues recogió
la ambientación popular, el aire y el lenguaje de la multitud de la conquista.
Debió morir en México después de 1603 y hasta sus últimos años conservó el temple vigoroso de los conquistadores pero su
situación social era mediana y su economía pobre, pues con el cuento de que su padre al testar se había equivocado, uno
de los albaceas retiró la página de los legados y dejó sin herencia a los hijos naturales. Esta trafasía era común en esos
siglos, sobre todo cuando los beneficiarios se encontraban ausentes.