MUSICO Y COMPOSITOR.- Nació en Quito el 23 de Septiembre de 1.930. Hijo legítimo de Ángel María Guevara Calvache, natural de Pomasqui, portero conserje del Conservatorio Nacional de Música, y de María Presentación Viteri Guzmán, nacida en Quito.
Miembro de una larga familia de escasos recursos formada por catorce hermanos que vivían en el mismo edificio del Conservatorio, en la calle Cuenca y Chile. Por eso dirá años más tarde que se crió escuchando música.
Estudió la primaria en el Cebollar de los hermanos cristianos donde por su buena voz su profesor de sexto grado el hermano Alberto, le llevó al Coro de la escuela e hizo descubrir la belleza de la música. Cantaba en las misas, fue solista en la fiesta de la Navidad y tuvo a su cargo la obra para despedir el año lectivo de 1.942.
El 43 pasó a estudiar secundaria en el colegio particular nocturno “Lincoln” fundado por Emilio Uzcátegui y Gonzalo Rubio Orbe, pero salió al poco tiempo pues faltaba mucho por tener que trabajar en diversas orquestas como pianista.
Ese año prefirió concurrir al Conservatorio Nacional de Música, cuya rector Sixto María Duran le tenía dicho que no le costaría nada, pues le había concedido una beca especial para que pudiera estudiar oboe, luego violín con el maestro Corsino Durán, piano con Julia Espinosa, dictado y armonía con Luís Humberto Salgado y formó grupo con los hermanos Jorge y José Salgado, Enrique Espín Yépez, Carlos Bonilla y Claudio Aízaga. Era segundo oboe en la Orquesta del Conservatorio.
El 45 ingresó al Mejía pero no terminó el año. Trabajaba tocando piano en fiestas con el grupo musical de Luis Aníbal Granja por doce sucres la noche y escribía música para pasillos y boleros de índole popular; sin embargo jamás fue bohemio ni tomador.
El 48 el profesor de Composición Belisario Peña Ponce llamó a varios alumnos suyos y les entregó copias de un poema de Remigio Romero y Cordero para que lo musicalicen. El tema giraba sobre el Himno al Censo Nacional, cada quien hizo lo suyo y fue escogida la partitura de Guevara para canto y piano, que editó la Dirección de Estadísticas y Censo.
El 50 obtuvo el Primer Premio en el Concurso interno del Conservatorio con una pieza para piano denominada “Inspiración” pero ese año, perurgido por la necesidad de trabajar, abandonó los estudios sin titularse y viajó a Guayaquil de veinte años de edad, contratado por Milo Blacio, padre de Enrique Blacio, Gerente de la conocida Orquesta de los hermanos Blacio, que con la Costa Rica Swing Boys, eran las mejores de la ciudad, especializadas en tocar unos bellísimos danzones orquestados e impresos por la editora Enmy de México.
Por cada baile ganaba un porcentaje y vivía en un cuarto alquilado en casa del Gerente de la Costa Rica Swing Boys; sin embargo, el 52, decidido a hacer música en serio, dejó todo eso, se matriculó en el Conservatorio Antonio Neumane y conoció a su director el maestro húngaro Jorge Raycki.
“Yo tenía mi formación musical pero a través de Raycki aprendí las obras folklóricas del húngaro Bela Bartock y eso influyó mucho en mis ideas compositivas, porque al estudiar sus métodos encontré el concepto de nacionalismo musical; por eso, entre 1.952 y el 57, estudié el folklore de la sierra del Ecuador como asistente de Raycki en el Coro del Conservatorio. El 54 y a pedido de Carlos Zevallos Menéndez, Presidente del Núcleo del Guayas de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, compuse para piano La Tunda, sobre un texto de Adalberto Ortiz. Con los dos mil cuatrocientos
sucres que me pagaron me casé con Nancy Adoum Auad. El 55 ayudé a Raycki a organizar varios concursos de composición a nivel nacional para dotar de repertorio a los conjuntos corales, ganando el Concurso de Guayaquil con el “Sanjuanito de mi pueblo.” También compuse dos Pasillos, uno para Coro y otro para Orquesta de Cámara, llamados Guayaquil Pórtico de Oro con texto del poeta Pablo Hanníbal Vela y el Espanta pájaros; respectivamente, considerado su obra maestra, por entonces nació mi único hijo, llamado Juan Cristóbal, que hoy vive en París y es arquitecto”.
Aunque toda comparación es siempre injusta, pues cada autor tiene sus razones y cada obra se defiende a sí misma, El Espanta pájaros es la más hermosa melodía del país. Su éxito no se hizo esperar, las radios la empezaron a tocar cada hora y el nombre de su autor cobró inusitada fama. La Pieza tiene una textura y una brillantez pocas veces igualada en la música sudamericana pero como no se compuso para cantar si no únicamente para ser escuchada, pues es un pasillo instrumental para un ballet, solo los espíritus más cultivados la continúan recordando en un medio intonso donde el fárrago del griterío y la bulla, confunde la mentalidad y distorsiona el gusto popular. El argumento es el siguiente: UN niño sle al escenario bailando y encuentra un Espanta pájaros que cobra vida y se hacen amigos bailando, luego el Espanta pájaros se aleja en la oscuridad y el niño queda bailando solo, muy apenado.
Para ayudarse mantenía grupos propios de música popular y hasta trabajó por las noches y durante una larga temporada en el comedor del Hotel Humboldt Internacional, que tenía una hermosísima vista al malecón de la ría, con tres mil sucres mensuales.
El 57 compuso el Pasillo “Despedida” interpretado por primera ocasión en Quito en 1.982 por el tenor Pancho Piedra, que grabó en la casa disquera Ifesa y a petición de Pablo Alvarez arregló dieciocho piezas populares ecuatorianas que fueron ejecutadas por el Cuarteto de Cuerdas de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas que dirigía el maestro violinista
José Barniol para quien también realizó sus primeros arreglos de música de cámara inspirados en la música nacional, arreglos que luego multiplicaría para la Orquesta Sinfónica de Guayaquil y el Coro.
Por algún tiempo trabajó como pianista acompañante en la Academia de Danzas españolas de la maestra Dora Indart situada en las calles Vélez y Quito y por las noches amenizaba las veladas del antiguo Hotel Crillón tocando jazz y blues con el maestro Armando (Pibe) Aráuz.
Luego pasó a pianista acompañante en la escuela de ballet de la bailarina norteamericana Grace Segale de Avilés quien le pidió en varias ocasiones que compusiera la música de un ballet de características ecuatorianas para hacerlo ensayar de sus alumnas como número especial. Así fue como nació la idea de “Yaguar Shungo o Corazón Sangrante” escrito sobre textos poéticos de Jorge Carrera Andrade, Jorge Enrique Adoum y Alejandro Velasco Mejía entre otros. Entre el 57 y el 58 lo estrenó en el teatro Olmedo de Guayaquil y en el Sucre de Quito. Fue la primeras ocasión que los coros cantaron en idioma quichua; sin embargo, es menester aclarar que el Ecuador, interandino y occidental como le denominara Jacinto Jijón y Caamaño, es una nación andina y tropical, al mismo tiempo, pues se compone principalmente de estas dos regiones: sierra y costa, de manera que el maestro Guevara debe ser considerado un músico y compositor andino ya que su producción está circunscrita a esa región del país
Estudiaba en la escuela de la Alianza Francesa pues había aplicado para una beca de la Unesco en la Sorbona de París, presentando a consideración del Comité Internacional justamente su ballet “Yaguar Shungo”.
El 58 compuso para piano el yumbo “Apanny Shungo”, el “Albazo No. V, dos Danzantes, un “Yaraví”, un “Yumbo” sin nombre y “Mi Sanjuanito”. A mediados de ese año viajó a Quito por varios trámites de su beca. Nuevamente en Guayaquil compuso en 1.959 un Sanjuanito para oboe
y piano que recién fue estrenado en Quito en 1.982 por Luden Ladet y una obra completa para ser ejecutada por un Cuarteto de Cuerdas, estrenada en el Concurso de Música organizado por el SODRE en Montevideo y luego en Fontainebleau en 1.960.
En Marzo del 59 viajó a París acompañado de su esposa e hijo, para estudiar con la famosa profesora Nadia Boulanger (Paris 1.887 – Paris 1.979) antigua Compositora y directora de Orquesta quien trabajaba maestrías de las que surgieron muchos ilustres alumnos suyos, todos ellos grandes compositores, especialmente norteamericanos de la talla de Aarom Copland, del ilustre argentino Astor Piazzola, así como Michael Legrand y Daniel Baremboin, también había colaborado con importantes Academias mundiales de música, siendo la primera mujer en dirigir destacadas orquestas. Con ella permaneció entre el 59 y el 62 en forma continua, luego intermitente por temporadas hasta el 65. Guevara opina: “Era amplia en sus conocimientos, enseñaba cada uno de los elementos básicos que conformaban la melodía (armónicos, melódicos, estilísticos) y pudo identificar en mí música las características andinas y sus ritmos tradicionales” es decir, la música tonal con tonos propios de esta parte del mundo, los Andes, no la música modal que es muy diferente, pues sacaba en sus alumnos todo el potencial creativo para fijar el estilo sin perder de vista la identidad de sus orígenes.
A través de la Profesora Boulanger empezó a forjarse nuevas ideas y a encontrar variadas formas de composición que plasmó en sus obras siguientes, dentro del estilo regional ecuatoriano, es decir, el netamente andino. Ella era afable y casi maternal, generosa en la prodigalidad del conocimiento, perfeccionista en la exigencia de los resultados, en síntesis, un ser humano de calidad extraordinaria, gracias a cuya gentileza la beca de un año se extendió a cinco, durante los cuales el aposento del joven Guevara y su familia fue el ático de aquel departamento frecuentado por grandes artistas e intelectuales europeos, conociendo a figuras internacionales como el célebre violinista judío Yehudi Menuhim.
En 1.960 compuso en París “Geografía” con textos de Adoum y “Tierras” con poesías de Carrera Andrade, ambas para barítono y piano, no era una música tonal a la manera europea, estaba dentro de la línea andina (indígena del Ecuador) que no gusta en la costa o litoral por exógena.
En Fontainebleau se ejecutó durante la temporada de verano su Primer Cuarteto de Cuerdas ante un numeroso grupo de críticos y conocedores norteamericanos.
Entre 1.960 y el 64 compuso tres melodías para ser cantadas por barítono acompañado del piano con versos de Carrera Andrade, que se estrenaron en 1.964 durante una Audición especial en el Palacio de la Unesco.
El 61 comenzó a ganarse la vida trabajando con diversas orquestas los fines de semana. Durante el verano dirigió en el balneario de Bath, en el sur de Inglaterra, la Orquesta Sinfónica que interpretó sus variaciones del “Salve, salve Señora” con la presencia del célebre violinista Y ehudi Menuhin y la maestra Nadia Boulanger entre los ejecutantes.
El 62 se empleó en la Recherche de la ORTF – la radio y televisión estatal francesa – con un pequeño salario, siguió un curso de música Concreta y Electro Acústica con Pierre Schaeffert, formada por ruidos como el gruñido de las bisagras de una vieja puerta o el pito de un carro y compuso “El Hombre Planetario” para barítono y plano, a base del célebre poema de Carrera Andrade; lo estrenó en una Audición en el Palacio de la Unesco.
El 63 compuso tres Preludios para piano denominados “Recitativo”,
“Albazo” y “Sanjuanito” que estrenó el 64 en la Unesco.
Entre el 63 y el 64 escribió la música de su famosa Cantata para barítono, orquesta y Coro y un segundo Cuarteto de Cuerdas formado de
cuatro movimientos, a saber: 1) Fuga, 2) Sanjuanito, 3) Perpetuo y 4) Yumbo, que presentó en la Radio Televisión francesa en 1.968.
El 65 envió a Guayaquil sus Coros “Atahualpa” e “Indios” que triunfaron en el Concurso de Obras Corales promovido por el Conservatorio Antonio Neumane.
Entre 1.965 y el 68 compuso cinco melodías sobre textos del gran poeta español Federico García Lorca tituladas; 1) “Si muero dejad el balcón abierto”, 2) “Tarde”. 3) Cada Canción”, 4) “Manantial”, 5) “Balada de la placeta” que estrenó en el Brasil en 1.970.
Durante su estadía en Paris también se ayudaba económicamente como pianista para bandas de música popular, sobre todo de jazz y afro- caribeña, pues solo gozó cinco años de beca, de los trece que permaneció en Francia. I como miembro de la orquesta del famoso cabaret parisino “Moulan Rouge” ganó mucho dinero.
Durante un viaje a Santiago de Compostela en 1.966 estrenó cinco portales llamados: 1) Quito, 2) Santiago de Compostela, 3) París, 4) Tokio, 5) New York, con ambientaciones diferentes y tradicionales, que fueron muy aplaudidos. Nuevamente en París, el Cuarteto Quatrocchi de la Radio Televisión francesa ejecutó su Segundo Cuarteto de Cuerdas, también compuso la suite “Mínima” para guitarra, que ha sido tocada por renombrados virtuosos de ese instrumento (Rene Zambrano en Quito, Raúl Maldonado en París. Beethoven Davezac en Tokio).
El 67 obtuvo el título de Director de Orquesta en la Escuela Normal de Música en París, e ingresó al Departamento de Música de la Sorbona dirigido por Jacques Chilly, considerado el mayor musicólogo del siglo XX por su gran nivel de cultura musical y por ser autor de numerosos textos, entre otros “Veinte Mil años de Música”. Con el estudió a todos los compositores, la manera de analizar las obras desde un punto de vista musicológico y el origen y el medio en que esas obras se produjeron.
Ese año grabó para el sello musical “Riviera” en la conocida serie mundial “Riqueza del Folklore”, un disco titulado “Ecuador” y un canto escrito sobre el texto tradicional quichua “Wawaki”, con instrumentos nativos como el pingullo, arpa, bombo, rondador, dos guitarras, dos voces. Coro, contralto, solista.
También compuso el Pasillo “Se va con algo mío”, el “Danzante del destino” para pingullo, rondador, arpa, bombo, dos guitarras, dos voces. Coro, contralto solista, al igual que el “Danzante de la Ausencia” y el “Yaraví del desterrado”, los tres últimos sobre textos de su cuñado Adoum. El Sanjuanito “Tuyallay” sobre texto tradicional quichua e instrumentos igualmente indígenas.
El 68 recibió el Diploma de Musicólogo extendido por la Escuela de Musicología de la Sorbona. El 69 participó y dirigió muchas grabaciones en París y en provincias, especialmente con jóvenes compositores.
El 70 compuso “Ismos” para violín, viola, violonchelo, oboe, clarinete y piano en seis tiempos: 1) ‘ “Impresionismo’, 2) “Expresionismo”, 3) “Puntillismo”, 4) “Neoclasísmo”, 5) “Realismo Latinoamericano”, y 6) “Concreta Abstracto”, y tres ejercicios para piano que estrenó en Leipzig la Célebre pianista uruguaya Susana Frugone.
Ese año comenzó una ópera que aún no concluye titulada “La Casa del qué dirán”, de la que tiene escrita la Obertura, el Aria de la loca y el Aria de Crispín, que cantó la soprano Beatriz Parra y el tenor Hernán Tamayo el 73.
El 71 fue invitado a Quito por la Orquesta Sinfónica Nacional del Ecuador y coincidió que por aquellos meses recibió la oferta de un contrato de la Universidad Central para fundar y dirigir su Coro. Entonces sintió que su presencia era necesaria para revitalizar nuestra música. Su esposa le advirtió que estaba renunciando a una brillante carrera en Francia por un futuro incierto en un país pequeño, donde la población no sabe leer música
y posiblemente no comprendería sus obras y como no se pusieron de acuerdo advino la separación, pues ella prefirió quedarse con su hijo en París antes que aventurar en Quito. El divorcio se produciría tres años después.
Arribó con nuevas ideas creyendo que el músico no solo es un personaje que distrae, también es un profesional que tiene formación y es capaz de enseñar y lucir su arte, pero encontró que el país vivía un profundo subdesarrollo musical. La Sinfónica de Quito solo tenía veintitrés miembros y fue su primer Director, trabajando para resucitar a numerosos compositores quiteños ya olvidados. Mientras tanto el Conservatorio sufría un proceso de transición al pasar de manos de la Universidad Central al Ministerio de Educación, Guevara lo dirigió por diez años renovándole totalmente.
Al poco tiempo dirigió la Sinfónica Nacional y empezó a trabajar en el Coro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en un Concierto de música nacional al que incluyó su Cantata para Orquesta Coro y recitantes titulada “Cuadernos de la Tierra”, con textos de Adoum y utilizando principios de la música concreta y elementos electrónicos pregrabados. El Concierto fue calificado del acontecimiento cultural del año, no solamente por su novedad sino también por su hermosa estructura.
En 1.972 compuso la Suite “Ecuador” para orquesta, que obtuvo el Segundo Premio de la Municipalidad de Quito y se estrenó el 73 en el teatro Sucre, con letra tomada de los Cuadernos de la Tierra de su cuñado Jorge Enrique Adoum. Esta suite tiene ritmos indígenas ecuatorianos tales como, danzantes, yumbos, etc. Entonces sucedió que el Ministro de Educación reestructuró la Orquesta Sinfónica Nacional y fue nombrado Director interino de ella.
Del 73 son cinco “Miniaturas” tituladas: 1) “Panecillo”, 2) “Pichincha”, 3) “La Compañía, 4) “Avenida Veinticuatro de Mayo” y 5) “Quito Norte”, para flauta, como, oboe, clarinete y fagot, con varios artistas
y con el Ab. Antonio Proaño Maya fundó la “Sociedad de Autores y Compositores SAYCE”, cuyos estatutos recién fueron aprobados en 1.977 y la presidió en el período 78-89.
El 74 pasó a Director titular de la Sinfónica; mas, al año siguiente, tuvo que renunciar por problemas con los músicos. Ese año 74 recibió la Medalla Federic Smetana ofrecida solamente a compositores ilustres por el gobierno de Checoeslovaquia, compuso el Pasillo “Quito arrabal del cielo” para coro y sobre un texto del poeta Jorge Reyes y contrajo segundas nupcias con Inés Maya Durango, matrimonio feliz aunque sin hijos.
El 76 compuso la Suite titulada “Galería siglo XX de pintores ecuatorianos” para orquesta, que obtuvo el Primer Premio en el Concurso Sixto María Duran organizado por el Municipio de Quito un año después. En ella combinó dos lenguajes, el nacionalista y el universal.
El 77 compuso los sanjuanitos “El Panecillo” con texto de Eloy Proaño y “Solsticio de Verano”; el 78 tres melodías para piano, soprano y Orquesta de Cámara con poesía de Ana María Iza, tituladas 1) “Iba a fugarme”, 2) “Pasillo” y 3) “Aquí me paro y grito” que le significaron por segunda vez consecutiva la obtención del Premio Municipalidad de Quito. Igualmente un Tríptico para Coro en tres tiempos denominados: 1) “Avenida Veinticuatro de Mayo”, 2) “Avenida Amazonas” y 3) “Universidad Central”, una Marcha Indígena para Coro con el texto anónimo “Jatarichi” y presidió la Asamblea General del Consejo Panamericano de la CISAG de Quito.
El 79, a instancias del Consejo Provincial, compuso la música del himno de la Provincia del Pichincha, con texto de Félix Silva, para Coro y piano. En Julio del 80 fue nombrado Director del Conservatorio Nacional y en dicha posición se mantuvo por ocho años, escribió varios Cantos Escolares: 1) “A Mamá” con texto de María Paulina Landázuri, 2) “Ronda Lunas”, 3) “Pajarito Cantor” con texto de Ramiro Jiménez, 4) “Ronda de las Vocales”, 5) “Ronda de las Vocales por la Paz” (estos dos últimos con
música y letra suyas) 6) “Agüita”, yaraví con texto de Piedad Gómez, 7) “Cantemos”, sanjuanito con texto de Nixon García, 8) Poema a la Profesora Primaria”, danzante con texto de Ramiro Jiménez y 9) “Viene la maestra”, sanjuanito. El conjunto guarda unidad, tiene poesía y gusta. El 17 de Julio estrenó en el Sucre su “Tríptico oral” y fue condecorado por la Sociedad General de Escritores Mexicanos SOGEM.
Ese año 80 viajó con la soprano Beatriz Parra y el barítono Galo Cárdenas, durante dos meses, por dieciocho diferentes ciudades de la URSS. El 81 integró el Consejo Interamericano de Educación Musical de la OEA con sede en Washington y compuso las obras “Jaguay” con poesía tradicional, 2) “Combate poético” con texto de Carrera Andrade para barítono y piano, 3) “Otoño” pasillo para canto y piano y también letra de Carrera Andrade, grabadas éstas dos últimas en FEDISCOS un año después y 4) “La Toronja y el Limón” albazo con texto de Leonado Páez. En Diciembre ganó con el Coro de la Universidad Central los Segundos Premios en música polifónica universal y en música popular, en el III Concurso Internacional de Coros celebrado en Ibagué, Colombia.
El 82 compuso el Albazo “Fiesta” para piano, la obra “Diálogos” (tradicional – universal) dedicada al flautista ecuatoriano Luciano Carrera, para Flauta y Piano en tres tiempos: 1) “Adagio”, 2) “Tonada” y 3) “Yumbo” y el 83 grabó una obra para guitarra “Recitativo y Danza”.
También el 83 asistió a la VI Conferencia Internacional de Educación Musical celebrada en Caracas con su ponencia “El Ecuador y su camino hacia la educación musical a nivel universitario”, estrenó en Quito con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Gerald Brown, su “Canto a Bolívar”, con poesía de Pablo Neruda, en la voz del barítono Galo Cárdenas; musicalizó un poema de Othón Muñoz para ser cantado por Coro y banda como Himno a la Universidad de Babahoyo y concurrió al I Seminario Nacional sobre la Música en el Ecuador, organizado por el Ministerio de Educación, con la ponencia “La Música erudita o elaborada, en el Ecuador”. Entre 1.983 y el 84 compuso “Juegos”, tres piezas para
conjuntos infantiles tocadas por dos violines, dos violines y chelo y tres violines respectivamente. El 84 dictó una conferencia en el Conservatorio Nacional de Música sobre ritmos ecuatorianos.
Entre 1.984 y el 85 fue miembro del Jurado de Composición Latinoamericano promovido por el Instituto de Estudios Musicales “Vicente Emilio Sojo” de Caracas.
En Mayo del 85 compuso la Suite Ecuatoriana en tres movimientos (albazo, lento y sanjuanito) para flauta y piano, y tres melodías para soprano y piano, con textos de Teresa León de Noboa, tituladas: 1) “Vuelve campesina”, 2) “El Chimborazo y la luna” y 3) “Aquí nosotros”.
Del 85 al 86 es un Cuaderno pedagógico para alumnos de piano a nivel medio con las siguientes piezas: 1) “Pasillo en La Menor”, 2) “Pasillo en Re Menor”, 3) “El Espantapájaros” (pasillo de 1.955) 4) “Danzante”, 5) “San Juan”, 6) “Aire Típico”, 7) “Tonada” (de 1.966) y 8) “Yapanuy Shungo” (yumbo de 1.958)
El 87, para soprano, barítono y orquesta salió su “Huayra Shina” (Espíritu morocho) que tiene dos movimientos: 1) “Danzante” y 2) “Yambo”, una Cantata larga para barítono y Orquesta Sinfónica titulada “Et in térra Pax Homminus” con poesía de Adoum.
En 1.993 un ictus cerebral le tuvo al borde de la muerte pero felizmente pudo reaccionar aunque con problemas en las extremidades inferiores, conservando toda la lucidez de siempre. Desde entonces se traslada en una silla de ruedas lo que no le ha impedido seguir trabajando y creando. Ese año contrajo terceras nupcias con la distinguida música ecuatoriana María Jaramillo con quien se acompaña desde entonces.
Tenía escritos muchos ensayos y artículos sobre la música nacional aparecidos en las revistas Diner ́s, Espejo, Opus, Palabra Suelta, Equinoccio y Cultura y ha colaborado en el diario capitalino “El Comercio”.
Seguía de profesor de Historia de la Música Ecuatoriana en el Conservatorio Nacional, intentando plasmar un sentimiento nacionalista pues no ha renunciado al ideal de creación de una música ecuatoriana, más que costeña, con sabor andino.
El 2.012 la Orquesta Sinfónica de Guayaquil estrenó su obra compuesta años antes en Quito en honor a Eloy Alfaro y tocó su popular suite “Ecuador.” Que no es una sinfonía si no un conjunto de movimientos sinfónicos que se inician con una Obertura, continúa con fuerza en El Hombre y su lucha, prosigue con una Segunda batalla de mayor agilidad que la anterior, luego adviene la Tercera Batalla en el mismo ritmo, luego Salió el Gigante, que constituye el triunfo del héroe, después viene el Educador, el Líder y el Pueblo, para finalizar con la Inmolación en la Hoguera Bárbara y el Silencio de tumbas y bocas calladas, preámbulo de su despertar cuando vuelve al pueblo que se levanta a su sola voz de combate. Un Plan sinfónico que guarda estrecha relación con el arte y la historia nacional.
Desde Octubre del 2.012 y por razones de salud pasó a residir en un departamento ubicado en la ciudadela Urdesa Central de Guayaquil, que habita en unión de su esposa la distinguida soprano María Jaramillo, miembro de la National Association of teachers of Singers de los Estados Unidos. El gobierno nacional le había concedido el Premio Nacional de Cultura Eugenio Espejo en actividades artísticas y se dedicó a recibir alumnos en composición musical.
A fines del 14 fue operado de la próstata pero se recuperó normalmente. Su estatura mediana, rostro agradable, canela, pelo y ojos negros. De maneras corteses y hasta cortesanas, de trato agradabilísimo. Su influencia ha sido decisiva en el gusto musical andino de la segunda mitad
del siglo XX. Fue tras su regreso al Ecuador y durante ocho años director del Conservatorio de Quito y cinco director de la Orquesta Sinfónica Nacional.
Del 25 al 27 de Septiembre del 2.015 se realizó en Guayaquil el Festival Homenaje Nacional al maestro Gerardo Guevara en sus ochenta y cinco años. Está considerado entre los compositores más representativos de la evolución musical del Ecuador contemporáneo.
Por varios períodos presidió la SAYCE Sociedad de Autores y Compositores del Ecuador.“ Quiero que me recuerden el día que ya no esté físicamente entre Uds. como un músico nacional, trabajador y sincero, que amó a su Patria, su música – la andina – y su alma.”