ESCRITOR.- Nació en el Viejo Tambo, aldea situada solamente a tres kilómetros de Pelileo,
provincia del Tungurahua, el día sábado 8 de Abril de 1905, siendo las diez de la noche y fueron
sus padres legítimos Cicerón Guevara y Zoila Rosa Mayorga, agricultores de escasos recursos y
recibió en el bautizo los nombres de Darío Cicerón.
Su padre falleció en la hacienda Juana de Oro ubicada en la costa a donde había ido a realizar
ciertas labores cuando apenas tenía su hijo dos años de edad. La madre volvió a casar con un
viudo malgenioso llamado Teófilo Romero y tendrá cuatro hijos más de apellido Romero Mayorga,
nacidos en Lligua, aldea cercana a Baños, casi en tierras del oriente ecuatoriano, por las que se
desliza el rio Pastaza, donde el nuevo esposo tenía trapiches y era jefe (huachiman) del
campamento del ferrocarril al Curaray. En cambio el niño Darío y su hermanita mayor Luz Marina
Guevara Mayorga quedaron en la mayor pobreza al cuidado de su abuela materna, llamada por
ellos Mama Juana, quien era muy buena y querendona.
^ Realizó sus primeros cuatro años
de estudios en la escuelita rural del maestro Julio César. Como era pobre andaba descalzo. De diez
años fue llamado por su madre para que trabaje como ayudante del herrero del campamento. Este
fue su primer trabajo remunerado. Un año estuvo en esos menesteres y como su abuelita había
fallecido se regresó a El Tambo, para notificar a su tía Margarita que deseaba aventurar en la
costa, específicamente en Guayaquil, pero ella le obligó a concluir la primaria en la Escuela
Central de varones “Domingo Sarmiento” que funcionaba en Pelileo y estaba dirigida por el joven
maestro Oscar Efrén Reyes, pero habiendo fallecido su tía Margarita fue recogido por otra tía
llamada Emilia, quien le llevó a vivir en su casa. Entretanto el maestro Reyes le encauzaba por el
estudio de las bellas letras, al punto que cuando mandó a escribir un cuento, el único que pudo
hacerlo fue el joven Darío, relatando las aventuras de un personaje imaginario llamado Picopin.
Entonces el maestro lo alabó ante todos los alumnos del grado y le dijo “Te felicito Picopin” por
eso le quedó ese apodo.
En sexto grado, comprando y vendiendo botones de tagua, ahorró lo suficiente para trasladarse a
caballo hacia
relatos y crónicas escolares relativos a la ciudad de Ambato “escritas para los niños proletarios
que saben de las amarguras de mi infancia”. Esta obrita le hizo conocido en los medios
pedagógicos del país
En 1935 le fue propuesta la Dirección de Educación del Tungurahua pero como estimó que este
nombramiento era una especie de pago que le hacía su amigo Manuel Utreras Gómez, a quien
había defendido en cierta ocasión del peyorativo trato de indígena que le daban ciertos
profesores, optó por no aceptarlo, prefiriendo ir de simple Director de la escuela Simón
Rodríguez de Guaranda y ganó en Guayaquil un Concurso Pedagógico nacional siendo miembros
del jurado el periodista Adolfo H. Simmonds y los profesores Amarilis Fuentes y Lauro Dávila.
El 37 ascendió a Visitador escolar de la Provincia de Bolívar con S/. 400 mensuales de sueldo y
comenzó a enamorar a la joven Maria Amada Rivadeneira del Pozo.
Ese año obtuvo el Premio Unico en el Concurso convocado por el Ateneo Ibero Americano de
Buenos Aires con el ensayo “La escuela, el estado y la sociedad”, calificado de novedoso y
concreto, con ideas claras sobre el rol que cumplen. Este trabajo en 66 págs. apareció
tardíamente en 1960 en la revista Horizontes del Normal Juan Montalvo.
En Mayo del 38 pasó con iguales funciones a la provincia de Los Ríos. En Septiembre del 39
contrajo matrimonio con su novia, unión feliz, con numerosos hijos. Enseguida fue designado
Profesor del Normal Juan Montalvo en la reorganización efectuada por el Ministro de Educación
José Maria Estrada Coello. Tuvo a cargo la cátedra de Literatura y se especializó en Literatura
Infantil, asignación que dictó muchos años en los dos últimos cursos.
El 42 logró el Primer Premio en el Concurso Nacional de Biografías con “Juan León Mera o el hombre de cimas” publicada
el 44 en 278 págs. y 11 ilustraciones. El 43 apareció su “Monografía del Cantón Rumiñahui” en colaboración con Luis A.
Armendaris en 302 págs. y numerosas ilustraciones con la historia, geografía y desarrollo cultural de dicho cantón en la
Provincia del Pichincha. El 45 la monografía del Cantón Pelileo que tituló” Puerta de El Dorado” en 488 págs. y numerosas
ilustraciones y “Juan Montalvo”, biografía escolar en 178 págs. primera
parte del libro Los tres maestros, las otras biografías corresponden a Federico González Suárez y Luís Felipe Borja Pérez.
El 47, al celebrarse el IV Centenario del nacimiento de Cervantes, dio a la luz “Quijote y
Maestro”, biografía novelada de Juan Montalvo, radiografía y cronología del Cervantes de
América en 308 págs. y 5 ilustraciones con un prólogo de Augusto Arias. El 48 ganó el Primer
Premio en el Concurso promovido por el Grupo América sobre el tema “Canto a Sarmiento” e
ingresó a dicho cenáculo del pensamiento. El 50 apareció “Juan Benigno Vela, titán del
liberalismo radical ecuatoriano” biografía en 314 págs. y un retrato.
Con Oscar Efrén Reyes y Neptalí Züñiga compartía el cetro de las biografías ecuatorianas, pues
Alfonso Rumazo González, el mayor de todos ellos, lo hacía en el exterior. Ese año también
publicó “La Cultura obrera ecuatoriana” en 34 págs. ensayo que logró el Premio Único del
concurso promovido por la Sociedad Unión y Progreso de Ambato.
En el Juan Montalvo de Quito estuvo hasta el 66 que se jubiló. Los alumnos le querían y
apreciaban pues desde có a difundir la literatura, el folklore y la pedagogía al servicio de la
Educación. Algún gracioso llegó inclusive a compararle con el célebre patito feo de los cuentos
infantiles de Anderson, que terminó transformado en un hermoso cisne de blanco plumaje.
En 1951 dio a la luz la primera de sus obras sobre el folklore “Esquema didáctico del Folklore
ecuatoriano” en 82 págs. con material de base para su estudio. También el “Libro del
cincuentenario de los Colegios Normales Juan Montalvo y Manuela Cañizares” en colaboración
con Alfredo Carrillo, Raquel Verdesoto de Romo Dávila, Fanny Arregui de Pazmiño y José
Nicolás Vacas en 688 págs. y numerosas ilustraciones conteniendo la historia de dichos
planteles y algunas biografías de maestros.
El 54 sacó “’Presencia del Ecuador en sus cantares” en 174 págs. la historia y la sociogeografía
de los Cantares así como un vocabulario dialectal, y un breve ensayo “Tradiciones etiológicas
del Ecuador” aparecido en Lima en 18 págs. como separata de la Revista Folklore Americano,
con leyendas y fábulas de la tradición etiológica ecuatoriana.
El 60 “’Expresión ritual de comidas y bebidas ecuatorianas” en 66 págs. en la separata del Boletín
Ecuatoriano de Antropología; y “Comidas y bebidas Ecuatorianas” con 303 fichas de comidas y 48
bebidas en orden alfabético, verdadero tratado del arte culinario nacional.
El 61 “hijos de Prometeo” teatro escolar ecuatoriano en 1960 págs. con 25 Piezas dramáticas
breves, un discurso sobre el maestro y un poema titulado Epopeya de Abril referente a Montalvo,
González Suárez y Borja.
El 63 “Magisterio de dos colosos: Montalvo y Rodó” en 64 págs. con un paralelo entre ambos. El 64
“Presenca do pequeño filho” en 20 págs. 2 ilustraciones, 2 retratos y 1 viñeta en la Colección
antológica de poetas de lengua portuguesa y española, con poemas breves inspirados por el hijo
Fausto y dedicados a él.
E1 65 editó “La Sabiduría de Sancho en la novela ecuatoriana” en 60 págs. tomándola de las
novelas de Montalvo, Sevilla y Pareja Diez- Canseco, recopilación de los refranes de cada una;
“Vicente Rocafuerte y la educación pública en el Ecuador” en 278 págs. y un retrato; “Folklore del
Coro Infantil Ecuatoriano” en 200 págs. estudio y recolección del folklore oral de los niños, la
segunda edición de su “Juan León Mera o el hombre de cimas” en el centenario del Himno
Nacional, así como el “Auto de la adoración del Niño, Jesús” en 16 págs. un conjunto de loas.
E1 66, también en Lima,”La quema del año viejo”, en 12 págs. y “Posada de Gorriones” en 64
págs. relato novelesco sobre la vida de los gorriones en la casa del autor.
El 67 “Rubén Darío, su niño y los niños” en 264 págs. en el centenario de su nacimiento, con su
ensayo de interpretación de una fase de la literatura del poeta.
El 68 “Pasado y presente de Hispanoamérica” en 196 págs. con cinco ensayos de base histórica sobre Bolívar, San Martín y
la vida de los Estados Unidos; “Lenguaje Vernáculo de la poesía popular ecuatoriana” en 328 págs. con lenguaje refranero,
fitonimia, zoonimia, a la luz de los Cantares Populares y “Gitana del Frutillar” novela de su juvenilia, con la vida
imaginaria de una muchacha ecuatoriana robada por los gitanos. El 69 una nueva edición de la “Psicopedagogía del cuento
infantil en140 págs. El 70 “Apogeo y muerte del sol incaico” epopeya del Tahuantinsuyo en verso en 128 págs. novelación
lírico-épica de la civilización de los Incas, especialmente en lo que hoy es el Ecuador; “Sucre, caballero de la libertad” en
116 págs. biografía Infantil. El 71 “Veintiún momentos estelares en la vida del Libertador Bolívar” en 28 págs. aparecida
en el Boletín Nacional de Historia; “Olmedo, Poeta e insurgente” en 158 págs. biografía Juvenil.
De 1972 es su obra mayor, vademécum de todo lo extraño y peculiar de nuestras raíces ancestrales en compleja simbiosis
con las ideas traídas por los europeos en la conquista y asentadas en la colonia y república, que tituló correctamente en
forma por demás poética como “Un Mundo mítico – mágico en la mitad del mundo” en 470 págs. con un completísimo
registro ordenado alfabéticamente de medicina popular, hechicería y magia, filtros, afrodisíacos y otros agentes del
sexualismo morboso, religión, mitos y fábulas, demonios, pactos diabólicos, fantasma, aparecidos, espíritus y seres
sobrenaturales, fetiches, amuletos y talismanes, supersticiones generales, supersticiones oníricas, agüeros, presagios,
supersticiones etiológicas, metereológicas, astrales, zoonímicas y fitonímicas. La obra marcó una pauta en los estudios folklóricos del país, de suerte que con Justino Cornejo y los esposos Alfredo y Piedad Costales se situó en la cima de esa
novísima ciencia del Ecuador. El libro contiene una introducción necesaria para abordar el tema con criterio racionalista y
científico, y el Diccionario propiamente del folklore mágico – mítico ecuatoriano, una abundante Bibliografía, el Indice
General y los Indices Clasificados.
Ese año también salió “El Castellano y el Quichua en el Ecuador” o el drama de dos lenguas en 415 págs. donde lució sus
profundos conocimientos lingüísticos reconociendo y catalogando vocablos de ambos idioma intercalados -prestadosindistintamente,
en el habla popular serrana de lo semántico.
Vivía en la localidad de Baños en una casa “virgiliana” por sencilla y solariega debido a la vegetación que la rodeaba. Allí
le fue a entrevistar León Vieira. Estaba viudo de Amada y pasaba sus horas taciturnas dedicadas a la meditación y a la
escritura, pues era verdaderamente incansable en sus trabajos.
“Nacido en la entraña del pueblo, estudioso del idioma, hablaba el quichua a la perfección, dedicó buena parte de su
tiempo al estudio de todo cuanto se relacionaba con la raza, sus usos y costumbres y falleció en Junio del 76 de 71 años de
edad.”
Está considerado uno de los mayores polígrafos ecuatorianos del siglo XX pues su producción abarca no solamente el
ensayo pedagógico sino también un vasto campo de investigación en muchas disciplinas del saber ecuatoriano.
Como maestro tuvo la fe profunda, el renunciamiento total, la didáctica creativa. Elaboró una teoría sobre las influencias
recíprocas del quichua y el castellano en el Ecuador, que se mezclan en el habla cotidiana del hombre interandino, bien es
verdad que no fue el primero en recordarlo, pues ya lo había hecho Julio Tobar Donoso en “El lenguaje rural de la región
interandina”, pero tuvo el acierto de sistematizar el tema a profundidad y de aportar las razones científicas para ello.